capitulo 3
Pov narrador
Luego de que Satoru salvara su pequeño pueblo, fue ovacionado como el héroe del lugar. Todos los habitantes lo llenaron de elogios y agradecimientos. Él, por supuesto, respondió con poses dramáticas, como si estuviera en medio de un escenario, disfrutando al máximo la atención que le daban.
¡Gracias, gracias! Sí, sé que soy asombroso —dijo mientras hacía una reverencia exagerada, causando risas y aplausos entre los aldeanos.
Más tarde, ya lejos del bullicio del pueblo, Satoru descansaba bajo la sombra de una palmera. Se quitó sus lentes de sol, dejando que sus ojos azules brillaran bajo la luz del sol. Miró al cielo, aparentemente en calma, pero en realidad, no estaba pensando en nada en particular. Su mente estaba en blanco.
De repente, algo cruzó por su mente, haciendo que se incorporara ligeramente.
Oh, espera un momento… ¡No he revisado el sistema! —exclamó mientras una sonrisa de emoción se dibujaba en su rostro. Recordó que la interfaz del sistema se había abierto antes, justo cuando obtuvo su perfil.
Con un pensamiento, una pantalla azul claro y holográfica apareció frente a él, flotando en el aire. Satoru se sentó más cómodo, apoyando su espalda contra la palmera mientras examinaba las opciones que tenía frente a él. Había cuatro categorías principales: Inventario, Misiones, Estadísticas y, la que más llamó su atención, Tienda.
¿Tienda, eh? Esto suena interesante —murmuró, con su clásica sonrisa juguetona, mientras tocaba la opción en la pantalla.
Al instante, nuevas subcategorías aparecieron en la tienda: Ropa, Armas, Habilidades, Shikigamis, Técnicas rituales, y varias más. Cada opción parecía contener objetos y conocimientos relacionados con el combate y el desarrollo personal.
Esto sí que se pone bueno… —dijo mientras empezaba a explorar las opciones con curiosidad, preguntándose qué tan lejos podría llegar con este sistema. Una cosa era segura: su vida iba a volverse mucho más interesante.
A ver, a ver, a ver, esto suena prometedor —murmuró Satoru con emoción mientras tocaba la opción de Técnicas rituales en la tienda del sistema.
Al instante, la pantalla holográfica cambió, mostrando una lista llena de imágenes de personas desconocidas, cada una acompañada del nombre de su técnica ritual. Había de todo, desde habilidades simples hasta complejas y absurdamente poderosas. Sin embargo, lo que llamó la atención de Satoru fue el precio de cada una.
Está potente la inflación... —soltó un silbido de asombro antes de reírse divertido al ver lo absurdamente caras que eran.
Miró con curiosidad el ícono de la moneda del sistema: una moneda de oro con una "E" mayúscula grabada en el centro.
Bueno, te llamaré "moneda E" —dijo con tono despreocupado, nombrando oficialmente la divisa del sistema como si tuviera alguna autoridad en ello.
Revisó los precios de las técnicas rituales más simples, que oscilaban entre 10,000 y 15,000 monedas E, mientras que las más poderosas alcanzaban cantidades astronómicas que ni se molestó en leer completas. No le sorprendía; después de todo, estas técnicas podían cambiar completamente el curso de una pelea o hasta el destino de alguien.
Pero no me quejo —dijo, encogiéndose de hombros—. ¿Por qué debería? Ya tengo la técnica maldita Ilimitada y los Seis Ojos. ¿Para qué querría más?
Satoru cerró la pestaña de técnicas rituales y cruzó los brazos detrás de su cabeza, recostándose más cómodamente bajo la sombra de la palmera. No tenía interés en gastar tiempo o esfuerzo adquiriendo otra técnica ritual cuando aún no había dominado por completo las habilidades del clan Gojo. Además, estaba el pequeño detalle...
Ah, sí, casi lo olvido... No tengo ni una sola moneda E —dijo con una sonrisa irónica, viendo el gran y brillante número 0 en su balance actual. Soltó una carcajada al darse cuenta de lo irónico que era estar explorando la tienda sin un solo centavo. —Bueno, será mejor concentrarme en entrenar y mejorar lo que ya tengo. Es más barato y más divertido —concluyó, cerrando el sistema mientras pensaba en cuál sería su siguiente paso.
Satoru navegó con curiosidad por la opción de herramientas malditas, encontrando un catálogo similar al de las técnicas rituales. Cada arma aparecía acompañada de una imagen y una breve descripción, junto con su respectivo precio en monedas E. Observó atentamente las opciones, aunque sin ninguna prisa.
Bueno, por lo menos estas están un poquito más baratas —comentó con un toque de sarcasmo mientras deslizaba la pantalla hacia la izquierda, revisando las distintas herramientas malditas disponibles.
Aunque eran más económicas en comparación con las técnicas rituales, seguían siendo considerablemente caras, y Satoru seguía sin tener ni una sola moneda E. Lo peor de todo es que aún no tenía ni la menor idea de cómo conseguirlas.
Después de unos minutos, dejó de lado las herramientas malditas y exploró rápidamente otras categorías, como ropa y shikigamis. Sin embargo, no encontró nada que realmente le interesara. Los shikigamis, en particular, captaron su atención solo por unos segundos, ya que algunos parecían bastante poderosos. Sin embargo, al ver los precios —tan exorbitantes como los de las técnicas rituales—, soltó un suspiro y cerró esa pestaña sin pensarlo dos veces.
Malditos shikigamis careros... —murmuró, cruzando los brazos detrás de su cabeza mientras volvía al menú principal.
Luego de explorar todas las opciones, cerró finalmente el sistema, dejando escapar otro suspiro.
Como el Gojo original dijo, lo bueno de un clan con una técnica hereditaria es que hay un manual —se puso sus lentes de sol nuevamente, cubriendo sus ojos brillantes que reflejaban el cielo—. Lo malo... es que yo no tengo ese manual. Me tocará aprender todo por mi cuenta, a punta de prueba y error.
Satoru se recostó nuevamente bajo la palmera, dejando que la brisa marina acariciara su rostro mientras pensaba en su próximo paso. Aunque el camino era incierto, estaba emocionado por el desafío de dominar las habilidades del clan Gojo desde cero.
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En los días siguientes, Satoru dedicó su tiempo y energía a entrenar con la técnica maldita ilimitada, enfocándose en su forma neutral: Infinito. No tenía interés inmediato en aprender las formas ofensivas como Azul o Rojo. Confiaba plenamente en sus habilidades de combate cuerpo a cuerpo y su dominio de la manipulación de energía maldita, lo que le permitía lanzar potentes ráfagas a media distancia. Por ahora, esos ataques eran más que suficientes.
Además, Púrpura, la técnica definitiva que combina Azul y Rojo, estaba bloqueada. Aunque Satoru lo había notado desde el principio, no se molestó mucho. Sabía que probablemente tendría que dominar primero las formas básicas para desbloquear el vacío púrpura, algo que tenía sentido considerando la complejidad de esa técnica.
Consciente de esto, decidió centrarse exclusivamente en Infinito, una habilidad que no solo era la defensa más poderosa dentro del mundo del jujutsu, sino también una técnica extremadamente complicada. El principio detrás de Infinito estaba basado en el famoso dilema de Arquímedes y la tortuga, algo que Satoru entendía en teoría... pero en la práctica, le parecía un dolor de cabeza.
Al chile, no le sé a esas cosas —murmuró, rascándose la nuca mientras observaba sus manos con atención, tratando de sentir cómo activar la técnica.
Lo único que podía hacer era intentar, experimentar y aprender de sus errores. Por suerte, los Seis Ojos resultaron ser una herramienta invaluable para acelerar su progreso. La capacidad de analizar y procesar información en tiempo real le permitió comprender rápidamente sus fallos y ajustarse en consecuencia.
Aunque el camino era complicado, Satoru disfrutaba del desafío. Entre entrenamientos, solía bromear consigo mismo:
—Bueno, Gojo original, espero que estés orgulloso de mí, porque aquí ando desvelándome por tu dichosa técnica.
Poco a poco, sentía cómo su conexión con Infinito se fortalecía. No era perfecto todavía, pero cada día lograba mantener la técnica activa por más tiempo, bloqueando pequeños objetos lanzados hacia él o evitando que los insectos lo tocaran. La idea de tener una defensa absoluta lo motivaba a seguir, aunque el proceso era agotador.
Con esto, ya nadie me va a tocar. Soy literalmente intocable, ahora sólo debo aprender a mantenerlo por mas de 1 minuto—dijo con una sonrisa confiada mientras veía cómo una piedra lanzada por él mismo sé detenia antes dé tocarlo
No tenía prisa. Después de todo, no había enemigos reales en el East Blue que pudieran forzarlo a apresurar su progreso. A medida que el sol se ponía en el horizonte, Satoru continuaba perfeccionando Infinito, sabiendo que cada paso lo acercaba más a ser digno de portar el título del chamán más fuerte.
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Durante esos días, Satoru descubrió algunos métodos para conseguir monedas E gracias al sistema. Entre ellos estaban las misiones diarias: iniciar sesión, entrenar por 10 minutos, entrenar por 30 minutos, derrotar a 2 enemigos, entre otras tareas sencillas que podía realizar en su rutina diaria. Sin embargo, la recompensa no era nada extraordinaria, ya que las misiones solo otorgaban entre 10 y 15 monedas E cada una.
Con estos precios, más me vale hacer milagros o vivir en la tienda de segunda mano —comentó Satoru con sarcasmo al observar lo absurdamente caras que eran las opciones del sistema.
Aun así, no se preocupó demasiado. Por ahora, estaba completamente satisfecho con los Seis Ojos y la técnica maldita ilimitada. Las herramientas de la tienda podían esperar; su prioridad era perfeccionar las habilidades que ya poseía.
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Era un nuevo día, y Satoru caminaba despreocupado hacia el barco pirata que había tomado de los saqueadores hace unos días. Vestía ropa de playa, perfecta para el calor sofocante de la jornada, aunque su actitud no reflejaba el clima.
Hoy hace un calor del diablo... —murmuró con pereza, ajustándose los lentes de sol mientras avanzaba sin apurarse.
Al llegar al lugar donde descansaba su nuevo barco, se detuvo frente a él, observándolo con aire pensativo, como si estuviera evaluando un lienzo en blanco. Tras unos segundos, una sonrisa juguetona apareció en su rostro; ya sabía exactamente qué iba a hacer.
Este barco necesita estilo... mi estilo. El gran Satoru le dará un diseño digno de mí —dijo, rebosante de confianza, mientras de un salto aterrizaba en la cubierta.
Se quedó ahí, mirando a su alrededor y planeando cómo transformar ese destartalado barco pirata en algo que reflejara su grandeza. Los planes estaban en marcha, y, como siempre, Satoru estaba listo para convertir hasta la tarea más mundana en algo único.
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Satoru no supo cuánto tiempo había pasado, ya que se entretuvo bastante remodelando el barco a su imagen, dándole su toque personal. Había cambiado el color a un blanco impecable, decorado con patrones de infinito a lo largo de los costados del barco, un tributo a su técnica maldita más icónica. Además, había retirado la antigua bandera pirata y creado una completamente nueva.
No era la típica bandera de piratas con una calavera y huesos cruzados o algún detalle distintivo. No, Satoru había pintado algo mucho más único y personal: un ojo. Su propio ojo azul vibrante, con una imagen que evocaba el cielo reflejado en su iris. Actualmente, Satoru estaba sentado en la cubierta con una sonrisa satisfecha, una brocha de pintura en la mano y varias manchas de pintura decorando su ropa. Detrás de él, sobre la vela, se alzaba orgullosamente la imagen del ojo que representaba a los Seis Ojos.
Ahora sí, este barco ya tiene mi estilo —dijo mientras se dejaba caer en el suelo, admirando su obra con los brazos cruzados detrás de la cabeza. Había invertido horas en detallar el ojo, asegurándose de que capturara perfectamente su esencia. Cuando terminó, no pudo evitar soltar una risa orgullosa—. Joder, sí que se ve genial. A veces yo mismo me sorprendo de lo que soy capaz.
Totalmente satisfecho con el resultado final, Satoru contempló el barco que ahora llevaba su marca única. Sin embargo, aún no estaba listo para zarpar. Por más emocionante que fuera la idea de explorar el East Blue, tenía claro que quería alcanzar un nivel de dominio superior antes de enfrentarse a los peligros del mar.
No voy a salir hasta que pueda usar el infinito como el Gojo joven y domine la rotación avanzada azul. —Miró el cielo con determinación—. Si voy a explorar este mundo, será cuando tenga él poder pará lucirme un poco.
Con un último vistazo al barco, su sonrisa volvió a aparecer. El gran Satoru Gojo había dado el primer paso para dejar su huella en este mundo. Ahora, solo quedaba perfeccionarse.
Fin dél capitulo
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