Capitulo 6 - Estación Gran Central
Al llegar a la Espalda Tatuada, Plisken estaba sentado en la barra hablando por teléfono. Se acercó y lo abrazo por la cintura, este le tomo la mano sin darse vuelta, estaba algo tenso. Al cabo de unos minutos cortó la llamada y sin decir nada bebió de su trago. Mikaella se sentó a su lado y acaricio su rostro, era algo extraño para ella ver a Plisken enojado.
Ya hacía un mes que se encontraba en New York, había dado por finalizada su gira mundial acá, pero había algo más atrás de todo esto. Hace un año atrás el creador de Plisken, Marcus, había sido asesinado, o por lo menos es lo que sospechaba. Lo conocía muy bien, estaba seguro que no había sido suicidio, además estaba a mitad de un proyecto importante, al cual le había dedicado su "vida" entera ¿por que acabaría con su existencia? Para Plisken no tenía sentido y decidió investigarlo por su cuenta, la gira era solo una fachada. Mikaella ofreció su ayuda, al igual que Tommy, Rose y Sachiel, un amigo de Manhattan al cual Mikaella no conocía aún.
La llamada que recibió solo confirmó sus sospechas, no había sido suicidio y el principal sospechoso era el accionista que permitia los experimentos e investigaciones de Marcus, alguien en quien siempre había confiado. Plisken estaba furioso.
- Sabes que podes contar conmigo para lo que necesites - comentó Mikaella en un intento de romper la tensión que había en el aire. No obtuvo respuesta.
Estaba confundida, no sabia como actuar, ni qué decir, le preocupaba el estado de su compañero, pero no encontraba nada que pudiese tranquilizarlo. Entendía muy bien su ira, pero no estaba acostumbrada a compartirla.
El celular de Mikaella anunciaba un mensaje de texto: "Te necesito en casa" - de Isaías-.
Se preguntaba qué podía querer, acababa de salir de allí. Antes de explicarle a Plisken que tenía que partir nuevamente, este la despacho con un "Nos vemos después" y ni siquiera la miró. Sin decir mas nada se retiro, mientras caminaba hacia la puerta volteo a verlo, pero él sigue ahí, enervado consumiéndose en su enojo.
Al salir de la Espalda Tatuada, Qatar la estaba esperando en un auto. Se miraron seriamente ¿Qué hacía ahí?
- Buenas noches señorita Milanova, su padre me envió a buscarla.
- Quiero ir en mi auto - replicó.
- Pero su auto no está aquí - la miro incrédulo.
- ¡Dah! Voy a buscarlo
- Su padre me dio la orden explícita de llevarla - carraspeo - No haga que tenga que ir a buscarla.
Qatar, el mayordomo más aterrador que jamás había conocido, pero no era un mayordomo cualquiera. El tenía el privilegio de nutrirse de la sangre de Isaías, por lo tanto heredaba su poder, pero no era perdurable, a menos que beba constantemente y una vez bebida su sangre, dependería de ella hasta el final de sus días. Quizás esa es la razón por la cual es su sirviente de más confianza. Con Qatar nunca estuvieron en buenos términos, era una persona muy formal, llena de rituales para todo y según él, ella era quien traía la discordia a la casa de su señor.
Unos minutos más tarde se encontraban nuevamente en el gimnasio, pero esta vez el ambiente era distinto. La gente iba y venía a toda prisa por toda la casa, Isaías se encontraba sentado en la cabecera de una mesa larga, con un gran mapa extendida sobre ella. Mikaella se acercó hasta él, estaba algo confundida.
- ¿Me necesitabas?
Con un ademán la invitó a sentarse, a los segundo se puso de pie y todo el gimnasio quedó en silencio, comenzó su discurso. Mikaella no podía creer lo que estaba escuchando: ¡Isaías planeaba derrocar a Maxwell! y al parecer no era él solo, si no que era apoyado por otros miembros del principado. Todos sabían que era una idea demasiado arriesgada, no podían fallar en ningún paso o las consecuencias serían terribles. Isaías miraba con cierto goce la cara de espanto de su pequeña.
- Vamos a aprovechar la llegada de Bernardth a la ciudad, para hacer notar que el príncipe no puede controlar los desmanes que se producen en su ciudad.
- ¿Por que el padre de Tommy viene a New York? - Todos sonrieron, era claro que Mikaella ignoraba algo.
- Porque es él quien nos da su apoyo querida - contestó con una enorme sonrisa Kimey.
Mikaella miraba hacia todos lados, buscaba en alguno de las presentes, una explicación de porque se haría algo así y en el caso, como se haría. Estaba bastante nerviosa y no estaba segura de querer formar parte de esto, sin embargo si Isaías se lo ordenaba, no podía desobedecer.
La llegada de Bernardth era motivo de revuelo para el principado entero, ya que él era un príncipe entre príncipes. El mundo estaba dividido de una manera bastante particular en el mundo vampírico. Cada príncipe, como Maxwell, tenía a su cargo un territorio, que podía estar conformado por una o varias ciudades o incluso un estado entero. Dentro de él era el amo y señor, pero no podía hacer el trabajo solo, asi que históricamente, estos se rodeaban de gente que los ayudaba a hacer de su palabra la ley, como el Imperator, quien ejecutaba las órdenes o sentencias del príncipe, básicamente era el verdugo; otra figura importante era el presidente del Senado, quien a cuestiones legales era quien estaba segundo al mando; y claramente el Senado, donde se encontraba el miembro más importante de cada clan. Sin embargo, todo estos status no importaban a la hora de llegar alguien como Bernardth. Él era el príncipe del hemisferio Noroeste y a su mando y merced tenía a cada uno de los príncipes de su territorio. A pesar de tanta organización política, no había mucha democracia, real por lo menos. Por ejemplo, el príncipe de New York se hizo de su cargo con la fuerza bruta y con ella mantuvo durante doscientos años su lugar. Con el puesto de Bernardth sucedió algo similar, pero la diferencia radicaba en que su cargo era hereditario, Tommy, algún día seria un príncipe de príncipes.
- Uno de los primeros pasos, bastante sencillo, será crean disturbios en la ciudad - seguía Isaias.
- ¿Esto involucra a personas comunes? - interrumpió Mikaella, quien recibió una palmada en la cabeza por parte de Qatar.
- Ya que te veo tan motivada, se te asignara un escuadrón y hoy cumplirás uno de los primeros encargos de esta larga misión - sonrió Isaías - junto a ellos harás volar la estación Gran Central - espero unos segundos - ¿Estás de acuerdo?
Mikaella quedó perpleja, era un pregunta que se respondía por sí sola, no podía decirle que no, pero estaba aterrada. Esto no sería como las misiones que le asignaba Jack, aquí responderían las fuerzas del principado ante la agresión, que no eran pocas y obviamente estarían bien entrenadas.
- Si... No hay problema - contestó dubitativa.
- Tus compañeros de equipo ya están informados, por esta noche solo actuarán ustedes, tendrás el apoyo de todos por cualquier cosa que pase, pero serán ustedes cinco quienes deben llevar a cabo la tarea principal.
- ¿Nosotros cinco? - pregunto.
- Qatar, que se aliste - miro a Mikaella - para la una de la madrugada quiero ver en llamas el lugar.
Qatar posó su mano sobre el hombro de Mikaella y está sin decir palabra y algo desconcertada se levantó de su silla y ambos se retiraron del lugar. Qatar la llevó hasta su apartamento, le dejó un papel con una dirección y se retiró recordandole que Isaías confiaba en ella.
Una vez en su casa Mikaella se echó sobre su cama, no sabía por dónde empezar. Miro el reloj, eran las once de la noche, lo primero que pensó fue avisarle a Plisken, pero no sabía si tenía la autorización para hacerlo, reconsidero la idea y se planteó que en el mejor de los casos, no era algo para hablar por teléfono. Se agarró la cabeza y de un salto salió de la cama, se dirigió a su ropero y de allí saco un traje negro entero, se desvistió y con algo de dificultad se lo puso. Había sido uno de los mejores regalos de Isaías, nunca supo de qué material estaba hecho, pero se amoldaba muy bien a su cuerpo y los mas importante: no había bala o filo que lo atravesara. Mientras acomodaba lo necesario su celular comenzó a sonar.
- ¡Rose! Estoy ocupada en este momento...
- ¡Te estamos esperando!
Mikaella sintió algo de alivio al saber que Rose estaría junto a ella, pero se alegro aun mas al escuchar de fondo la voz de Tommy. Sin perder mas tiempo bajo hasta el garaje, subió a su auto y marchó al lugar indicado. Al cabo de unos minutos se encontraba frente a una casa vieja al estilo colonial, en la puerta estaba Rose hablando con alguien y Tommy ayudando a otra niña a subir un cajón a un Jeep.
- ¡Mika! - festejo Tommy al verla bajar del auto.
Se dieron un fuerte abrazo con el pequeño, luego le presentó a Lorelei, una niña muy bella de negro y enrulado cabello. Dentro estaba Rose, quien también la recibió con un abrazo.
- ¡Bienvenida a mi casa! - dijo el desconocido - Soy Raiden.
- ¿Que tal? Mikaella, un gusto - se estrecharon la mano.
Una vez que se presentaron todos Raiden explicó el plan. No era nada complicado, simplemente debían hacer explotar la estación de trenes más icónica del mundo. La idea básicamente era ingresar, llenar los cimientos de los túneles de dinamita al igual que el centro de la estación. Mikaella lleno de preguntas a Raiden, este se las contestaba de manera cordial, no parecía molestarle en absoluto que la bella colorada tuviera tantas dudas. Ella lo veía demasiado sencillo y en sus experiencias, nada que pareciera sencillo realmente lo era. Una vez que todos estuvieron de acuerdo con su parte del trabajo subieron al Jeep de Raiden y marcharon hacia el objetivo.
En cuestión de minutos se encontraban frente a la estación. Tommy y Rose bajaron primero, ellos debían ingresar al lugar y acabar con los guardias de seguridad, mientras Raiden desde su computadora ingresaría al sistema de cámaras y montaría una grabación falsa. Luego Mikaella y Lorelei distribuirían la carga de explosivos por los túneles. Sus dos amigos se infiltraron por las alcantarillas y al cabo de unos minutos dieron la señal por radio a Raiden para que haga lo suyo. Las dos mujeres observaban como Raiden tecleaba en una pequeña laptop y burlaba el sistema de seguridad de la estación.
- ¡Preparen la carga! - ordenó Raiden.
Ambas abrieron el baúl con explosivos y acomodaron cuidadosamente las cosas dentro de unas grandes mochilas, al igual que sus compañeros debían ingresar por las alcantarillas.
- ¡Todo listo! - se escuchó por la radio.
- Andando chicas, tienen veinte minutos antes que detecten que ingrese al sistema.
Mikaella y Lorelei bajaron del Jeep e ingresaron por las alcantarillas. Esta era bastante estrecha, húmeda y maloliente. Por alguna razón, a medida que avanzaban el túnel se iba haciendo más pequeño hasta el punto que debieron avanzar a gachas.
- ¿Segura que es por acá? - consultó Mikaella.
- No lo sé, creí que íbamos bien - Lorelei estaba nerviosa.
- ¿De casualidad trajiste el walky-talky?
- Pensé que lo tenias vos - musitó la niña.
Estaban en problemas, se había perdido dentro de la alcantarilla y no tenían forma de comunicarse con sus compañeros. Decidieron retroceder un par de metros hasta la primera encrucijada y tomar el siguiente camino, pero este unos metros más adelante, se dividía en tres caminos más.
- Yo tomo el de la izquierda y vos el de la derecha - dijo segura Lorelei.
- ¡Pero queda un camino más!
Resolvieron que quien encuentre primero los túneles iría a buscar a la otra y así cada quien ingresó en la bifurcación que le correspondía. A medida que Mikaella avanzaba desesperaba un poco más, el túnel era demasiado extenso y no recordaba que sus compañeros tardaran demasiado en llegar.
Por su parte, Raiden se percató que no había llevado los comunicadores y aviso a Tommy que quizás se había, perdido. Rose decidió salir a buscarlas, quizás las encontraría en el camino, pero no fue así, una vez salió a la superficie, se encontró con Raiden a unos metros de distancia del Jeep.
- Se fueron por la alcantarilla equivocada - el muchacho se agarraba la cabeza.
- ¡Voy por ellas!
- Rose... ese no es nuestro territorio - Raiden daba vueltas alrededor del agujero - ¡Hay que sacarlas ya!
Claramente Rose no entendía la magnitud del asunto, lo cual sorprendía bastante al joven. Las alcantarillas eran el territorio de un clan de vampiros bastante excepcional: Las Gorgonas. Era un clan compuesto principalmente de mujeres, aunque había un que otro hombre y su característica principal era su monstruosidad, característica que se intensificaba con el paso del tiempo y por eso mismo vivían allí abajo, eran incapaces de salir de la oscuridad por sus horripilantes aspectos. Pero lo más importante era que no aceptaban huéspedes y menos sin previo aviso.
Mikaella corría desesperada y a una velocidad descomunal dentro de los túneles buscando a Lorelei a quien había escuchado gritar hace unos minutos. No tenía idea hace cuanto tiempo había bajado, pero era claro que dentro de poco el plan se desmoronaría por completo. Pero las cosas se le complicaban aún más, nuevamente se topó con una encrucijada. Se detuvo a evaluar la situación, no podía seguir dando vueltas y lo peor de todo es que tenía la sensación de estar más abajo de lo que aparentaba. Un nuevo chillido de su compañera la sacó de sus cabales, pero oír la voz de Tommy gritar su nombre le dio una luz de esperanza. Guiada por el llamado de su compañero logró dar con él al cabo de unos minutos.
- ¡Lorelei no está! - le dijo desesperada - ¡No se que paso!
- ¡Tenemos que salir ya! - grito Tommy.
- ¡No podemos dejarla acá! ¿Qué está pasando?
Los dos quedaron perplejos al escuchar el grito desgarrador y luego un rotundo silencio. Mikaella se agarró la cabeza, no entendía qué estaba pasando, pero debieron empezar a correr ya que escucharon una inmensidad de pasos que se acercaban. Ambos salieron corriendo, guiados por el pequeño y las cosas empeoraron cuando escucharon sonar la sirena de la estación, se les había acabado el tiempo. Los pasos se oían cada vez más cerca de ellos, acompañados por gemidos y gritos aberrantes.
- ¡¿Qué es eso?! - grito Mikaella.
- ¡¡Las Gorgonas!!
- ¡Creí que eran un mito!
- Nosotros también somos un mito - respondió sabiamente el niño.
- No podemos irnos sin cumplir la misión ¡Isaías me va a matar!
Tommy sugirió ir dejando las cargas de dinamita a lo largo del recorrido de vuelta, el problema era que no sabían en qué punto bajo el suelo se encontraban, pero si la idea era generar disturbios, de seguro volar un par de calles lo sería.
Una vez fuera dieron la noticia a los otros de la pérdida de Lorelei. No tuvieron mucho tiempo para lamentarse ya que a lo lejos se oían las sirenas de la policía.
- Dejamos los explosivos a lo largo de estos túneles.
- ¿Vamos a volar el territorio de otros vampiros? - pregunto asustada Rose.
- ¡No queda de otra! - dijo Raiden - ¡Suban al Jeep! - Los cuatro corrieron al vehículo y este lo puso en marcha y salieron a toda velocidad del lugar - Rose, cuando te diga aprietas este botón.
Al no saber por donde habían dejado las cargas explosivas debían alejarse a una distancia prudencial antes de detonarlas, pero no les fue posible. A unas cuadras de la estación se encontraron con una furgoneta negra que les cerró el paso. Raiden freno de golpe y de aquel vehículo bajaron varios sujetos apuntándoles con armas.
- ¿Cómo es que saben que somos nosotros? - preguntó Tommy.
Sin pensarlo dos veces Raiden dio marcha atrás y salió a toda velocidad en sentido contrario. Los tipos comenzaron a disparar sin ningún reparo contra el Jeep. Este recibía las balas dejando abolladuras, pero afortunadamente ninguna traspaso al interior.
Sin pensarlo dos veces Raiden dio marcha atrás y salió a toda velocidad en sentido contrario. Los tipos comenzaron a disparar sin ningún reparo contra el Jeep. Este recibía las balas dejando abolladuras, pero afortunadamente ninguna traspaso al interior.
- ¡Es blindado! - se sorprendió Rose.
- ¿Pero qué esperabas? - contestó Raiden pseudo enojado.
Se estaban acercando de nuevo a la estación, mientras eran perseguidos por la furgoneta negra y ahora se habían sumado un par de patrulleros.
- Mikaella, Tommy -hablo Raiden - En la parte de atrás hay dos RPG, carguenlos y disparen hacia la estación cuando pasemos por el frente.
- ¿Es broma? - Tommy lo miró a través del espejo retrovisor.
- ¡¡YA!! - grito desaforado.
Ambos se pusieron a buscar lo que Raiden pedía. Mikaella no sabía lo que era un RPG, pero al encontrarse con dos lanza granadas asumió que eso era lo que su compañero pedía.
- Voy a sacar el techo del Jeep, deben hacerlo rápido ya que quedaremos al descubierto.
Era una locura total. Tenían un escuadrón de policías disparando a mansalva detrás, en cuanto sacaran el techo los llenarían de agujeros. Raiden no les dio tiempo de discutir, en cuestión de segundos el techo del Jeep salió despedido y frente a ellos tenían la estación. Ambos posaron el arma sobre sus hombros y dispararon las granadas.
- ¡Ahora Rose, Ahora! - Rose cerró los ojos y apretó el botón.
El desastre. La gran cúpula de la estación se desmoronaba y el Jeep se levantó del suelo empujado por las explosiones subterráneas. Los cuatro salieron despedidos del vehículo. Mikaella se levantó con gran dificultad, tenía la clavícula quebrada a causa del impacto contra el suelo. Rápidamente busco a sus compañeros, los cuales estaban esparcidos sobre la calle destruida, al primero que visualizo fue a Tommy y corrió en su ayuda. Antes de llegar, varios disparos la tomaron por sorpresa, afortunadamente traía el traje que Isaías le había obsequiado y no resultó herida, pero debió esconderse tras un auto para evitar la siguiente ráfaga de balas.
- ¡Identifiquense!- dijeron a través de un megáfono - ¡están rodeados!
A lo lejos se oían las sirenas de los bomberos y de la policía, además muchas personas habían salido para ver qué había sucedido, sin contar aquellas que pedían auxilio ya que habían quedado atrapadas entre los escombros de los edificios afectados por la explosión. Mikaella vio a un par de metros a Raiden y Rose que habían logrado ponerse a resguardo, pero Tommy aún seguía inmóvil sobre el asfalto.
- ¡Tommy! ¿Me escuchas?- susurraba Mikaella - el niño no respondía, temía lo peor.
Los uniformados amenazaron con abrir fuego si no se entregaban, la situación era complicada. Luego de unos segundos de silencio una balacera golpeó el auto donde Mikaella se escondía, pero ella no se movió de allí. Podía escuchar con claridad cómo avanzaban hacia donde se encontraba, pero no podía salir corriendo y abandonar a su amigo que aún yacía inconsciente. Mikaella recordó que Isaías le había dicho que ellos estarían allí para ayudarle en caso de que todo saliera mal, pero no entendía que estaban esperando, ya que absolutamente todo había salido mal.
Ya no tenía tiempo, desenvainó sus espadas y rodeó el auto con mucho cuidado de no ser oída, espero que ellos avanzaran, los atacaría por la espalda. Era una idea descabellada si pensaba en la desventaja numérica, pero ya no había mucho más por hacer.
Los disparos de los uniformados la tomó por sorpresa, apuntaban hacia donde se encontraban Raiden y Rose. Varios de ellos corrieron en dirección a sus compañeros y dos quedaron custodiando el cuerpo de Tommy. Mikaella notó que tras ella no habían policías, sus automóviles estaban dados vueltas repartidos por el camino destruido y varios cuerpos. Llegó a la conclusión de que los de uniforme negro no eran de las fuerzas estatales, debían ser del principado, lo cual ponía las cosas aún más difícil.
Sujeto con firmeza las katanas y con gran velocidad se lanzó contra los dos rezagados. A uno de ellos llegó a darle un corte mortal en la nuca, con el cual logró dejarle la cabeza colgando, pero su compañero reaccionó a tiempo y pudo esquivar el ataque. Este soltó el arma y sacó un gigantesco cuchillo de caza y se lanzó sobre ella. Mientras Mikaella tenía una encarnizada lucha, a lo lejos se oía un tiroteo intenso. Su rival no era tan ágil, pero sí poseía demasiada fuerza, lo cual complicaba enormemente a Mikaella ya que aún seguía con la clavícula rota. El dolor era tolerable, pero no le permitía moverse con facilidad. Por suerte logró asestar con su espada al cuello y su rival cayó tendido al suelo. Sabía que no era un ser humano y que podría levantarse en cualquier momento, así que optó por decapitarlo mientras tenía la oportunidad. Rápido dio vuelta el cuerpo de su amigo, este tenia atravesado en el pecho un largo pedazo de metal, seguramente de alguna parte del Jeep, pero aún estaba consciente.
- ¡Tommy! ¡tranquilo voy a sacarte de acá!
Cargo al pequeño en brazos y se dirijo hacia la camioneta negra. Por suerte habían dejado las llaves, así que puso en marcha el vehículo y salió de allí. En su cabeza no paraba de dar vueltas la idea de que había abandonado a los demás: Rose, Raiden, Lorelei, pero debía poner a resguardo a Tommy. Además de la lógica preocupación por uno de los pocos amigos que tenia, sería una catástrofe para todos que él muriera antes de que Bernardth llegara a New York. Pero algo más empezó a rondar en su cabeza: una especie de cascabeleo empezó a atormentarla. Al principio pensó que era un efecto tardío de la explosión, pero pronto se dio cuenta que no cesaría. A medida que avanzaba por las calles, se topaba con gran cantidad de patrulleros y furgonetas negras como la que manejaba, estaba dando vueltas sin encontrar un lugar seguro por donde escapar. El ruido en su cabeza no la dejaba pensar y cada vez se hacía más fuerte. En un ataque de desesperación, pisó el acelerador y dispuesta a salir de allí como sea. Por desgracia pasó frente a una seguidilla de camionetas negras, que comenzaron a seguirla. Tommy empezó a hablar en susurros casi ilegibles, aún tenía el trozo de metal en su pecho, Mikaella intentaba descifrar que decía, pero entre las sirenas, los disparos que asestaban contra el vehículo y los cascabeles en su mente, le resultaba imposible.
- ¡POR FAVOR BASTA! - grito desesperada cerrando los ojos.
De repente el cascabeleo cesó, al abrir los ojos miró por el espejo lateral y perdió la cordura. Soltó el volante y se avalanzo sobre Tommy. Desde una de las camionetas negras, alguien había disparado una Granada hacia ellos. Llego a sujetarse del cinturón que rodeaba a su amigo y de pronto todo se dio vuelta, sintió un calor impresionante, había humo negro por todos lados. Despertó luego de unos minutos inconsciente, estaba sobre el techo del vehículo, miró hacia un costado pero Tommy ya no estaba a su lado, sentía como de a poco se le iban las fuerzas y un hilo de sangre corría por su torso hasta su cabeza. Levanto la vista y observó que había varas metálicas clavadas por todo el vehículo, una le había atravesado el estómago. Se sorprendió al ver que su traje había sido atravesado, no podía seguir allí boca abajo, su reserva de sangre se estaba perdiendo y con ella su vitalidad. Se dispuso a salir de allí, pero unos pasos la alertaron de que no estaba sola, seguramente venían por ello luego de llevar a Tommy, estaba aterrada y como si fuera poco los cascabeles volvieron a sonar, pero esta vez lentos, fuertes y claros. Los zapatos se detuvieron justo frente a ella, metieron el brazo y la sujetaron por el cuello, estaba acabada. Cerró los ojos, el humo del ambiente no le permitía ver con claridad, pero no fue necesario ver nada. Entre el olor a neumáticos quemados pudo encontrar el perfume que le devolvió la tranquilidad, era él, estaba entre sus brazos. Se dejó caer aliviada, Isaías la miró y le regaló una sonrisa mientras la dejaba en el asiento delantero de su McLaren, a su lado estaba Tommy. Subió al asiento del conductor y se marcharon del lugar, la volvió a mirar algo preocupado por el estado en el que estaba, pero esta vez Mikaella fue quien sonrió.
- Esa es mi muchacha.
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