Capitulo 3 - La Musa
Una cálida luz asomaba por la rendija de sus adormilados ojos, estiro su mano hacia la mesita de luz en busca de su celular, hasta que cayó en la cuenta de que esa no era su mesita de luz, que su celular no estaba allí. De un salto se levantó de la cama, la cual no era su cama tampoco. Miró a su alrededor y no tenía idea en donde se encontraba. Rápido salió de la habitación, siguiendo la alegre melodía que oía de fondo ¿Donde se encontraba? Unos pasos más adelante, halló a Plisken, sentado en un enorme sillón rojo tocando la guitarra.
- ¡Buenas noches!
- ¡¿QUE?! - se puso en posición defensiva.
- ¡Wow! Tranquila, estas segura, estas en mi casa - Dijo Plisken levantando las manos.
Mikaella retrocedía conforme Plisken avanzaba hacia ella.
-Anoche te quedaste dormida en la vereda y decidí traerte conmigo- hizo una pausa - No sabía dónde vivías, así que te traje hasta acá.
Sin contestar, corrió de vuelta hasta la habitación y buscó su cartera, tomó su celular y el horror se dibujó en su rostro: tenía cuarenta y tres llamadas perdidas de Isaías. No se atrevía a devolverlas, asi que le escribió un breve mensaje de texto: "Estoy bien, recién despierto" . Comenzó a calzarse mientras Plisken la observaba.
-¿Estas enojada?
-¡No!
-No se nota
-¿Que queres?
-Disculpa si te incomode - dijo apenado.
-No, está bien, gracias, pero tengo que irme ya.
-¿Queres que te lleve?
Mikaella se detuvo a pensar unos segundos. Si Plisken hubiese querido hacerle daño ya lo hubiese hecho. Aun así estaba demasiado incomoda, más allá de que como músico lo admiraba muchísimo y hace un par de horas estaba totalmente desquiciada por disfrutar de su concierto, no le gustaba la situación, se sentía totalmente vulnerable, expuesta, algo que no le agradaba para nada.
-Lo lamento - se disculpo - gracias por traerme hasta acá, es solo que... - suspiro y decidió no terminar la oración.
Termino de ajustar sus zapatos, se levantó de la cama, tomo su bolso y pasó por al lado de Plisken en dirección a la puerta.
- Mikaella, yo...
- Esta bien, no tenes que explicar nada, simplemente estoy acostumbrada a hacer las cosas solas, por mi cuenta y me resulta muy chocante esta situación.
-¿Eso quiere decir que puedo llevarte? - Dibujo una deslumbrante sonrisa.
Dejó caer sus brazos y por alguna razón la sonrisa de Plisken logró convencerla.
-La verdad me harias un favor - miró de reojo.
Plisken tomo las llaves del auto y con una seña la invitó a salir. Bajaron hasta el subsuelo, allí se encontraba el garaje, subieron a un deportivo azul y salieron del edificio. Mikaella le dio las indicaciones y anduvieron un largo rato en silencio.
-Y bueno ¿te gusto mi concierto? - No se le ocurría qué decir para iniciar conversación.
-¿Es broma? ¿Que tantas confirmaciones necesitas recibir?
-¿Por que tenes que ser tan fría?
-¿Disculpa? ¿Fría? Te recuerdo que anoche me hiciste la misma pregunta unas diez veces al menos ¿No me escuchaste aunque sea una vez decirte que si?
Plisken aparto la mirada. Si, en ese momento noto que había sido muy cortante sin necesidad. Quizás realmente le interesaba saber si lo había disfrutado, o quería conversar de algo y no sabia como hacerlo. Para no pecar de tonta le costaba creer que una persona como él sea tan insegura de si misma, asi que opto por lo segundo. Decidió intentar remendar un poco la situación.
-Fue una sorpresa de parte de Isaías llevarme, sabía que me gustabas.
-Mira vos - La mira sonriente.
-No, osea, tu música.
Mikaella se prendió fuego por dentro de la vergüenza, Plisken lo noto y no pudo contener la risa, por su parte ella tapaba su rostro y le pedía que se detenga.
-Bueno, ahora que sé que te gusta mi musica ¿Puedo invitarte a cenar?
-Aceptaría encantada, pero no puedo.
-¿Por qué no?
Mikaella lo miro seria, le molestaba que no aceptará un no y ya está.
- Porque no puedo comer. En todo caso vamos y me siento a ver como tragas.
-Podemos ir al cine, a bailar, a cazar, a caminar juntos ¡Decidi vos! ¡¿Que tan dificil puede ser invitarte a salir?! - Plisken se exaspero un poco.
-¿Por que a mi? - lo miro de roeojo.
-¿ Como que... Es enserio? - Plisken detuvo el auto en medio de la avenida - ¡Porque me gustas, algo en vos me resulta interesante!
- Me es difícil de creer, podes tener a quien quieras ¿Por que a mi?
Sin darle tiempo a reaccionar Plisken le sujetó la cara y la beso. Mikaella no se negó, aun así estaba sorprendida. No estaba acostumbrada a esta clase de cosas, en otra oportunidad esto habría terminado con el joven volando por los aires, pero algo en esta ocasión era diferente. Cuando sus labios se tocaron, sintió unas desesperadas ganas de saltar sobre él, cada célula de su cuerpo se alboroto y al instante su sangre hirvió, había sido el beso más placentero que había recibido en años.
Luego del explosivo y fugaz beso, se observaron por unos instantes, pero ella no pudo sostenerle la mirada y pronto volteo la cara. Plisken, con una sonrisa en su rostro reanudo la marcha. Cada tanto la mirada de lado y mordía sus labios. Era claro que habían compartido la misma emoción. A Mikaella se le cruzaban toda clase de imágenes por la cabeza, no podía parar de fantasear con él, no entendía porque sucedió lo que sucedía.
Una vez frente al edificio, Plisken bajó para abrirle la puerta, le extendió la mano y la ayudó a bajar. Caminaron unos pasos hasta la entrada y allí se despidieron. Mientras veía como Plisken se alejaba, las imágenes de él desnudo no paraban de acosarla y sentía un ardor en el pecho que no la abandonaba.
-¡Plisken! - gritó.
Al darse vuelta ella saltó sobre él y comenzó a besarlo apasionadamente. Definitivamente no entendía porque este desaforado sentimiento, pero no lo pudo detener. Plisken la sujetaba por la cadera y la abrazaba tan fuerte que parecían fundirse. Pero no quedó ahí, él empezó a acariciar su espalda, sus piernas, beso su escote, la sujetó del pelo. Ante la mirada inquisidora de un grupo de personas que se detuvieron a ver el show que estaban brindando, decidieron ingresar al edificio, todo sin dejar de tocarse y besarse. Mikaella llamaba desesperada el ascensor y ante la tardanza de este, Plisken la tomo de la mano y la llevo medio piso por las escaleras, no tenía idea en qué piso vivía pero le daba igual, ya no queria esperar mas, lo necesitaba. Puso de espaldas a Mikaella y esta levanto su vestido y se estiró sobre los escalones quedando a cuatro patas. Primero beso su cuello y con sus manos bajo su escote y comenzó a frotarle los pechos, sus gemidos lo descontrolaban. Sin esperar un segundo más bajo sus pantalones y la penetro, arrancándole un sensual grito que lo incentivó a ir más y más deprisa. Ambos se movían rápido y duro, entre besos mojados y manos ardientes, hasta que el momento más extasiante de todos llegó, no dejándoles contener los gemidos. De a poco bajaron el ritmo de sus besos y se dejaron caer sobre los escalones. Se miraron dulcemente, como si se conocieran de toda la vida.
-Esto no puede estar pasando - espetó Mikaella entre suspiros.
-¡Que sea así siempre porfavor!
Aparecieron unos besos dulces luego del acalorado momento.
-¿Quien sos?
-Plisken Lambert.
-Me das miedo Plisken Lambert
-¿Por que? - se sorprendió
-Jamás me pudieron de esta manera, no te conozco para nada, no hago estas cosas, en el estado en el que estaba podrias haber hecho cualquier cosa conmigo que hubiese estado bien, no te hubiese dicho que no y sin embargo a pesar de todas las preguntas que se abarrotan en mi cabeza, me siento calma a tu lado, como si te conociera desde siempre.
-¿Te arrepentis? - pregunto.
-Para nada.
Plisken sonrió, lo había entendido todo, entendió que es lo que había pasado con él, entendió esa locura desmedida que ella había provocado desde que la vio en el concierto, pero no estaba seguro si debía decirle o no, podía malinterpretar todo, asi que prefirio callar. Mikaella acomodo su vestido y se puso de pie, le extendió la mano y lo invitó a seguir por las escaleras.
- ¿Te gustaria comer algo? Solía cocinar bastante rico, no creo haber perdido el toque.
- Si, podria ser - le dijo con una sonrisa.
Subían risueños, haciéndose chistes, y cada tanto descansaban en algún peldaño para llenarse de besos y caricias. Una vez dentro se recostaron en la cama y continuaron mimoseando. Mikaella se preguntaba qué era esta explosión de sentimientos que la abatia, esta sensación de tranquilidad, las ganas irrefrenables de fundirse con el. No podía evitarlo, cada vez que se cuestionaba la situación un calor enorme le quemaba el pecho y volvió a enloquecer de ... ¿"Amor"?
El momento cursi se vio interrumpido por el celular de Mikaella.
- ¡Ay no puede ser! - Grito asustando a Plisken.
- ¿Que paso?
- Me quiero morir.
Mikaella le mostró el video que había enviado Isaías con leyenda "¿Podría tener una explicación?"
- Wow, que bien nos vemos - dijo risueño.
- ¡No es gracioso! - se levantó enojada.
Plisken se sorprendió ante su reacción. Creyó que le daría gracia haber sido grabada besándose apasionadamente con una estrella mundial. La siguió hasta la cocina, se encontraba bastante consternada y nerviosa mandando mensajes de texto.
- ¿Tanto te molesta que te vieran así conmigo?
- No, no es que... Dios - se movía nerviosa de un lado a otro.
Plisken tomo su mano e intento calmarla hablando, pero no había caso. Decidió, aunque con muchas dudas, "intervenir" de otra manera para averiguar qué sucedía. Mientras sostenía su mano comenzó a observarla sin siquiera parpadear, hasta que las luces comenzaron a desprenderse del cuerpo de Mikaella, estas eran pálidas y muy traslúcidas, se bamboleaban de un lado al otro y los colores se entremezclaban. Se inquietó un poco al ver que no era vergüenza o una simple molestia lo que sentía, su aura irradiaba miedo y angustia. Sabia que podia facilmente cambiar ese sentimiento, pero no le parecía correcto y por otro lado no sabría qué es lo que realmente le afligía. Si quería averiguar qué le sucedía debía de hacerlo del modo tradicional, preguntando.
- No se que es lo que estaba pensando, no entiendo como no pude controlarme, como no pensé que esto podía pasar.
- ¿Que tan grave puede ser que nos vean besandonos en público?
- No soy de New York y de donde soy estoy "desaparecida" hace unos diez años, pero aun asi me siguen buscando.
- ¿Tenes miedo que te reconozcan?
-Mis padres siguieron buscandome todos estos años Plisken y yo estoy tal cual me fui ¿Como no me van a reconocer? ¿Sabes lo que sería para ellos ver esto? ¡Isaías me va a matar!
-Puedo hacer que el vídeo desaparezca o que no llegue a ellos, no te preocupes, dame tan solo un minuto.
-Isaías ya está en eso, gracias.
Plisken se acercó a ella e intentó besarla, pero no le correspondió.
-¿No vas a besarme nunca más? - la miró consternado.
-Todos estos años Isaías cuido de que nada como esto pasara, de que pudiera andar por donde quisiera sin que tenga que cambiar mi rostro. Debe estar furioso.
-Lo lamento, no sabia nada de esto.
-No era tu obligacion saber nada, solo que no supe comportarme.
-¿Hay algo que pueda hacer? - estaba asustado, no quería que esto la alejara de él.
-No, gracias, Isaías se va a encargar, no insistas mas.
Mikaella volvió a la habitacion, se sento sobre la cama y abrió su cajón de la mesa de luz.
-Bueno, no se como me recordaran....
Se quedó observando algo entre sus manos. Plisken se acercó curioso y esta le extendió una foto donde se encontraba una chica de hermosa sonrisa, rubia llena de rulos enormes.
- ¿Sos vos? -
- Ella es Mikaella Milanova.
- Sos hermosa en todas tus versiones.
- Me veo tan diferente desde aquella vez y no solo superficialmente - dio un profundo suspiro.
- ¿Quien sos?
- Hay cosas más interesantes para hablar
- Quiero saber de vos Mika ¿puedo?
Mikaella sonrió y de a poco se fue olvidando del pequeño percance. Plisken la acurruco entre sus brazos y moria de ganas por besarla, pero no quiso volver a insistir, prefería esperar a que salga de ella.
- Soy todo oídos.
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