Capitulo 1 - La Espera
El plan inicial había resultado en un rotundo fracaso, tanto así que la persecución se trasladó hasta los bosques de Westchester. Estaban en territorio hostil, pero el trabajo debía ser terminado. Tenían una reputación que mantener y una recompensa que cobrar. Decidieron dividirse para abarcar más terreno y así emboscarlo en cuanto apareciera la oportunidad. Mikaella decidió subirse a las ramas de los árboles y desde allí buscar a su escurridiza presa. Con sus katanas desenvainadas saltaba de rama en rama con gran agilidad y precisión, cada tanto se detenía para intentar ver por donde se podría haber ido. A lo lejos pudo adivinar la silueta de Rose escudriñando entre espesas enredaderas, Tommy también debía andar por los alrededores. No había un horario pautado, pero Marlom debía ser aniquilado esa misma noche. Algo cansada de jugar a las escondidas, Mikaella con un chiflido llamó a sus compañeros y sin descender del árbol propuso rearmar la estrategia.
- Bastante inteligente de su parte venir hasta acá - se quejaba Tommy.
- No sabía que podía cambiar de forma.
- Ninguno de los tres lo sabía Rose y desde acá arriba no logro ver nada.
- Estamos fuera de nuestro territorio muchachas, debemos actuar rápido.
A Rose se le revolvía el estomago de solo pensar en cómo la destazarían si los dueños del terreno llegarán a aparecer. Era probable que ya supieran que estaban ahí, pero por alguna razón no habian actuado aún.
-¿ Qué hacemos? - Mikaella y la pregunta del millón.
Antes de que alguno de ellos pudiese contestar un grave y aterrador aullido rompió el silencio del bosque.
- ¡Eso se escucha demasiado cerca! - Susurro Mikaella.
A los pocos segundos un coro de aullidos resonó en todo el bosque.
- ¡A la mierda con todo! ¡Me voy! - grito Tommy y echó a correr seguido por Rose.
Mikaella bajó del árbol y dio un último vistazo a su alrededor, no quería irse sin cumplir su trabajo, pero no podía arriesgarse a un enfrentamiento con una manada de hombres lobo. Frustrada por no encontrar ni una misera señal de Marlon decide seguir a sus compañeros.
Los tres se encontraban corriendo hacia las afueras del bosque, atormentados por los estridentes aullidos que provenían de todas las direcciones, hasta que lograron percatarse de que estaban siendo rodeados. Aminoraron la marcha, estaban bastante nerviosos, no lograban ver por donde estaban precisamente, pero podían oírlos muy cerca.
De pronto algo los descolocó, alguien había lanzado un bulto hacia ellos. Rose se acercó y se encontró con el cuerpo maltrecho de Marlon. Los tres se pusieron en guardia y de entre los arboles una manada de hombres lobo hizo su aparición esgrimiendo sus enormes colmillos, mostrando su descontento por la intromisión en su territorio.
- Estamos bastante jodidos - se le escapó a Tommy.
Al rugido de una de las bestias, el resto de la manada se abalanzó sobre los tres provocando que se separaran para esquivar los ataques. Mientras Tommy y Rose se enfrentaban a puño limpio, Mikaella tomó distancia y desenfundo nuevamente sus katanas. Ella no poseía una fuerza descomunal como sus compañeros, pero sí una velocidad asombrosa.
El pequeño equipo se dispersó y pronto se vieron corriendo y esquivando garrasos sin descanso y devolviendo trompadas y patadas. Mikaella agitaba sus espadas con destreza acertando, afortunadamente, cada golpe, sin embargo eso no los detenía. Los hombres lobo tenían una admirable resistencia y un poder regenerativo digno de envidia.
- Saldrán mas muertos que cuando entraron asquerosos chupasangre - mofaba la gigantesca bestia que perseguía a Mikaella.
La situación no podía prolongarse por demasiado tiempo y las bajas que provocarán a sus rivales traería irremediablemente consecuencias a futuro, debían solucionar el "inconveniente" de inmediato. A Mikaella se le ocurrió una idea, un tanto arriesgada, pero era lo más viable, o eso creía. Debía llamar la atención de los demás hombres lobo y lograr que la persiguieran. Era las mas rápida de los tres, con lo cual pensó que si todos la perseguían le daría tiempo de escapar a sus compañeros a los cuales se uniría después, logrando darles algo de ventaja. Continuó luchando con su oponente, un fornido lobuno erguido en dos enormes patas, de unos tres metros de alto y de pelaje rojizo impecable. En uno de sus ataques alcanza dar un corte profundo sobre su pecho haciendo que aullé de dolor, sin perder más tiempo se abalanza sobre él atravesando con violencia su garganta y logra derribarlo. Sus compañeros de manada se percataron de la situación, Mikaella los observo con sus penetrantes ojos azules y en un acto de desafío exhibe sus afilados colmillos a la vez que ensarta ambas espadas en el cuello de su víctima separando la enorme cabeza del cuerpo inerte.
- Nos vemos en lo de Jack - gritó Mikaella mientras escapaba bosque adentro con cinco hombres lobo tras ella.
Tommy y Rose se miraron algo confundidos, conocían a su amiga, sabian que no solía pensar mucho antes de actuar, pero de todos modos confiaban profundamente en ella, de alguna manera en su mente había logrado encontrar una forma de escapar, seguro una de las peores ideas, pero la llevaría a cabo de una u otra forma.
- ¿Que haces? - pregunta Rose al ver a Tommy revolver el cuerpo en putrefacción de Marlon - ¡Vamos!
Tommy hurgaba entre el cuerpo destrozado de Marlon buscando alguna marca, alguna característica que le pudiese servir de prueba para Jack, si no, no habría paga. Miraba entre las ropas rasgadas, dentro de bolsillos, pero se le dificultaba la tarea por los grandes mechones de pelo que cubrían el cuerpo.
- Tiene la cara deforme, al igual que las orejas, las piernas alargadas - observaba el niño - lo agarraron antes de poder destransformarse.
Rose miraba con asco la apariencia del cuerpo, no solo por que era un hombre y un lobo a medias, si no porque ya había empezado a descomponerse y emanaba un olor terrible. Con una sonrisa Tommy volteo a ver a Rose sosteniendo un collar con las iniciales MB - Marlon Brits -.
- Tendrá que ser suficiente, vámonos.
Ambos echaron a correr hasta que se encontraron con la ruta y de allí corrieron por ella unos veinte minutos hasta llegar a la entrada del condado de Westchester. Por suerte las calles estaban bastante vacías, no tuvieron que esconderse demasiado hasta llegar al auto. Rose se sube y antes de poner en marcha el vehículo, nota que el asiento del acompañante está embarrado con sangre y lodo y en el piso entre los asientos se encontraba Mikaella.
- ¡Tommy! - grito Rose mientras intentaba incorporar a su amiga.
Tommy, que estaba sacandose sus zapatillas embarradas en el cordón de la vereda, se acerca rápido hasta la ventanilla y ante la situación rápido abre la puerta trasera y ayuda a acomodar a Mikaella sobre el asiento.
- ¡¿Que paso?! - preguntaba Tommy mientras corría el rojo y embarrado cabello de la cara de Mikaella.
- Los hombres lobo no eran los únicos en el bosque - dijo con dificultad.
Tommy y Rose se miraron preocupados, Mikaella estaba bastante magullada, con sus ropas destrozadas y llenas de pasto y barro. Rose decidió emprender el camino de regreso, encendió el auto y cada tanto miraba por el espejo retrovisor a su malherida amiga. Con la ayuda de Tommy logró limpiarse un poco la cara y sacarse la muda maltrecha, mientras tanto les contaba lo sucedido. Le había sido sencillo tomar distancia de la manada, pero en medio de su huida se topó con una tribu de anarcas. Los anarcas son un grupo de vampiros que viven alejados de las ciudades y de la política que ellas traen, tienen una forma de relacionarse entre ellos muy distinta y no son muy amables con aquellos que invaden sus territorios.
- No era la tribu entera, eran tres que estaban vigilando los alrededores, asumo, aun así escapé de milagro, se olvidaron de mí en cuanto vieron a los hombres lobo.
Mikaella iba sanando de a poco, tenía varias heridas producto de su enfrentamiento con sus pares, no era la gran cosa, la mayoría eran superficiales, al llegar a New York ya estaba completamente sana, adolorida, pero sin un rasguño. Rose estaciono el auto frente a la entrada de un bar, Dunkan's, el bar de Jack. Jack un apuesto e inteligente vampiro, era quien les asignaba pequeños trabajos en sus aburridas noches, era un importante miembro del principado y además era el mentor de Tommy.
El bar era uno bastante moderno, con luces de neón por doquier, constantemente lleno de gente a toda hora y cualquier dia, musica electronica del momento, siempre había un Dj distinto cada noche, a Jack le gustaba variar. Tenía una larga fila de espaciosos boxes sobre una de las paredes y en el último de ellos se encontraba él, con su pelo negro encerado y sus extravagantes trajes de vestir, su cenicero colmado de cigarros, un vaso de whisky y por supuesto enchufado a su computadora y celular.
Ingresaron al lugar y se abrían paso ante la muchedumbre que los miraba sorprendidos. No era muy normal que alguien ingresara al lugar llevando esas fachas. Los tres se sientan frente a Jack que los mira con cara de pocos amigos.
- El tapizado de los sillones bastante caro.
- Buenas noches - refunfuña Mikaella.
Tommy sin hacer caso al humor de Jack, deja sobre la mesa el collar que rescato del cuerpo de Marlon.
- Listo, quiero mi plata.
- Te la daré cuando lleguemos a casa Tommy.
Los tres le contaron lo acontecido, con algunas diferencias, principalmente que ellos habían matado a Marlon.
- Felicitaciones entonces, cinco mil para cada uno - Jack alzó su mano y en cuestión de segundos una moza se aproximo a la mesa - Pidan lo que quieran, yo invito.
- ¡Yo quiero una taza de cereales con leche! - grito contento Tommy.
- Una cerveza me viene bien - pidió Rose.
Mikaella no pidió nada, a diferencia de sus compañeros no podía ingerir ningún tipo de alimento, sólo podía alimentarse de sangre y aun asi tenia inconvenientes: las marcas de sus colmillos no desaparecian tras alimentarse, asi que debia abrir una herida y beber de allí. Por el momento no se sentía con hambre, se había alimentado mas temprano, asi que solo se sentó allí a charlar con sus amigos. No sabía realmente si podía considerar a Jack su amigo, el era un hombre de negocios, muy atareado y nunca habían compartido algo fuera del ámbito de trabajo. A Tommy lo había conocido al poco tiempo de llegar a New York y con él llevó a cabo sus primeras misiones, fue muy sorprendente encontrarse con un niño de diez años convertido en vampiro, pero con el tiempo se dio cuenta que solo tenía la apariencia de uno. A Rose la conoció en un antro llamado La Espalda Tatuada, allí se llevaban a cabo todas las ilegalidades que se pudiesen imaginar y en un acto de piedad por su situación, Mikaella la ayudó a huir de alli, ahora vivían en el mismo edificio. Pero a Jack se lo presentó su Sire, su creador, su mentor, Isaías, ellos eran amigos de hace muchísimos años y más allá de alguna que otra charla vacia no habia mucho mas.
Mientras sus compañeros charlaban y se reían de los percances de su trabajo, Mikaella quedó absorta en sus pensamientos.
- Me voy a casa, estoy cansada.
- ¡Si regresemos! - contestó Rose dándole un último trago a su cerveza.
- No hace falta Rose, te veo mañana.
- ¡Adiós Mika! - grito Tommy mientras escupía cereales al piso.
Jack le extendió un fajo de billetes, lo aceptó y se retiró. Salió del bar a paso cansado, camino a su casa, pensaba en Isaías ¿Donde estaría? Llevaba bastante tiempo sin saber de él. Miró su reloj, eran casi las cinco de la madrugada, por suerte ya estaba a unas cuadras de su apartamento, pero empezó a apurarse, en cualquier momento caería dormida. Mikaella vivía en pleno centro, en un edificio que su creador le había regalado, el penthouse era suyo y la renta de los demás departamentos eran para su uso personal. Isaías no había escatimado en absolutamente nada cuando la trajo a New York: ropa nueva, auto nuevo, casa nueva, black card, todo lo que pudiese necesitar lo tenía. Lo tenía todo, todo, menos a él.
Una vez en su morada, tiro las destruidas prendas a la basura, lleno la bañera, arrojó un par de sales de baño y se sumergió en ella.
- Dos años sin verte ya... - susurro con gran pesar.
En cuestión de segundos, sin poder evitarlo, sus párpados se cerraron y con un suspiro su cuerpo se relajó por completo y poco a poquito se hundió en el fondo de la bañera.
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