Capitulo 4


A las buenas,Marvelitos!!!!!! Aquí transmitiendo el siguiente capitulo de estadispar historia que se me ocurrió por culpa de una mera foto. Sisolo fuera escribir, seguramente podría ir aún más rápido,pero.....claro. Los dibujos que estáis viendo al principio y alfinal de esta historia las estoy haciendo yo también.


Busqué imágenes deSteve y Tony en su versión femenina, pero, claro, siempre salen deadultas y Steve suele salir luciendo el uniforme, así que me dijeque, para adaptar fotos a mi historia, mejor las dibujaba yo y podíaplasmar lo que quería como quería. Me gusta dibujar, pero eso mesupone más tiempo y, como hago los bocetos en papel y luego los pasoal ordenador, pintándolos y demás, pues lleva tiempo.


Aún así, intentaréseguir con el mismo ritmo que llevo hasta ahora, esperando quevosotros estéis ahí, acompañándome en todo este camino. De verdadespero que estéis disfrutando de la historia, aunque vayan un pocodespacio, como siempre en el principio de mis historias jajjajajaa.


Bueno....de momento notengo nada más que decir, así que os dejo con el capitulo ydisfrutadlo. Hablaremos más al final.


CAPITULO 4


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Para cuando terminóaquella clase, Natasha necesitaba con urgencia una botella de oxigenopara poder volver a respirar con normalidad.


Estaba cubierta de sudor,se sentía pegajosa y sucia, con el pelo hecho un desastre y singanas de volver a correr en lo que le quedaba de vida, dirigiéndoleuna mala mirada a Stephanie, ya que esta lucia tan fresca como unarosa y tenía una sonrisa aún dibujada en la cara.


-¿A qué sienta demaravilla correr a estas horas?- le dijo.


-¿Estás de broma? Sientoque voy a morir- le dijo Natasha a su vez, aún tratando de recuperarel aire suficiente para tener el control sobre su cuerpo.


-Tu nueva compañera esuna debilucha, Rogers- le dijo una chica pelirroja, de misma alturaque Stephanie por muy poca diferencia, y que lucía una sonrisaburlona en la cara.


Tras ella, tres chicas lerieron aquello, como si fueran su séquito personal.


-Como sea no es asuntotuyo, Joahnna- le advirtió la joven rubia, cruzándose de brazos yendureciendo la expresión de la cara.


Fuera quién fuera aquellachica, quedaba claro que no eran amigas.


-Tienes la habilidad dejuntarte con las más débiles. Supongo que eso es porque tú tambiénlo eres.


-¿Tú quién te crees queeres?- le espetó Natasha a su vez, interponiéndose entre Stephaniey aquella chica.-¿Llegas aquí insultando y ya te crees la mejor?Deberías decirles a esas perritas que te siguen moviendo el rabo quetendrían que pararte cuando vean que solo vas a hacer el ridículo.


-¡¿Cómo te atreves?!-le dijo aquella chica, irguiéndose en toda su estatura.-¡Estásante Joahnna Schmidt, una de las descendientes de una de las grandesfamilias alemanas!


-¡¿Y tú sabes quiénsoy yo?!- le espetó Natasha a su vez, plantándole cara sin ningúnmiedo.


En su vida fuera de allí,en sociedad, se había merendado a chicas como aquella.


-Natasha, tranquila. No lesigas el juego- le dijo Stephanie, colocándole las manos sobre loshombros, tratando de apartarla de ella.


-Chicas, ¿qué hacéisahí?- le dijo la señorita Jennifer, que se había estado dirigiendohacía los vestuarios, como todas las demás.-Aun tenéis que pasarpor la ducha antes de ir al resto de vuestras clases. Daros prisa.


Con la profesora delante,las chicas sabían que no podían seguir con aquella conversación.


-Ya seguiremos con estomás tarde- le advirtió Joahnna.


-Cuando quieras. Te estaréesperando- le dijo Natasha a su vez, sin achantarse.


-¿Por qué has hechoeso?- le recriminó Stephanie, haciendo que se volviera hacíaella.-¿Por qué has tenido que meterte en medio?


-Por si no te has dadocuenta, aunque tratara de enfadarte a tí, estaba insultándome a mí.Y yo nunca he dejado que alguien se atreviera a hacerlo.


-Esto es algo entreJoahnna y yo. No quisiera que te vieras envuelta en esto.


-¿Estás de broma? Soy tucompañera de cuarto y tú querías tener una mejor amiga, ¿verdad?¿Crees que una mejor amiga se quedaría calladamente a un ladomientras ve como esas idiotas se meten contigo?


Stephanie parecióconmoverse por un momento, pero enseguida volvió a tener el controlsobre sus emociones, pues consideraba que no era una buena idea queNatasha también se ganara la enemistad de Joahnna.


-Ella estaba ya aquíantes de que yo llegara y, hasta entonces, era como la que controlabaeste lugar. Pero yo me gané el favor de las chicas enseguida, mevotaron como delegada y la directora empezó a confiar en mi cada vezmás. Digamos que fue una amenaza para ella, que le quité el controlque ya tenía aquí.


-¿Así que tengo quedejar que se meta contigo? ¿Eso es lo que me estás diciendo?


-No. Solo te pido que medejes a mi hacerme cargo de ella. ¿De acuerdo?


Natasha no estaba muy deacuerdo con aquello, pero, a regañadientes, permaneció callada ysiguió a esta de vuelta a los vestuarios.


Tenían que pasar por laducha después de todo.


Por un momento, pensandoque tendría que verse desnudas, con Stephanie, esta se puso nerviosade nuevo. Pero, tras esos instantes de titubeo, vio que tambiénhabía duchas individuales y que la joven rubia entraba en una deellas.


-¿Habéis tenidoproblemas con la Cráneo Rojo?- le preguntó Samanta, saliendo de unade aquellas duchas, envuelta en una toalla.


Natasha había esperadoque alguna quedara libre para entrar, así que se volvió hacíaesta.


-¿Cómo dices?- lepreguntó.


-Ya sabes. JoahnnaSchmidt. Aquí también es conocida como Cráneo Rojo, por su pelorojo y que es dura como un hueso. Lleva en contra de Stephanie desdeque llegó.


-¿Y tú como te hasenterado ya de eso?


-Las chicas os vieronfueran y han entrado comentándolo.


-Claro. Por supuesto. Seme olvida que estoy rodeado de chicas.


-Más por el hecho de quesean mujeres, es más por el hecho de que aquí, normalmente, no haynada que hacer, así que cualquier cosa que parece un chisme circularápido.


-Bueno....yo mejor pasopor la ducha antes de que surjan más rumores.


-Ya te irás acostumbrandoa esto- le dijo Samanta, sonriendo.


Si se refería al hecho detener que aguantar a niñatas, estaba muy equivocada. Natasha Starkno iba a dejar que alguien como Joahnna Schmidt le amargura laexistencia es aquella cárcel.


Pero no le dijo nada deeso a Samanta. Se apresuró a ducharse y a ponerse de nuevo suuniforme negro y blanco con falda, viendo que Stephanie había estadoesperándola.


-No hace falta que meesperes en cada rincón- le replicó.


Por un lado, sabía quetenía que estar agradecida con ella porque se tomara la molestia,pero, por otro, sabía que, es parte, también era un vigilancia paraimpedirle hacer cualquier cosa que la acabara echando de allí.


-¿Acaso sabes donde estánuestra clase? ¿O el laboratorio? ¿O el taller? Aún te quedanmuchas cosas que aprender de este lugar- le indicó esta, con una deesas sonrisas animadas suyas en la cara, que hacía que Natasha nosupiera si contestar con otra o pedirle que dejara de sonreír.


Así que, con Samanta yBucky caminando por delante de ellas, Stephanie la condujo hasta suclase.


De su año, solo habíados aulas ocupadas y daba la casualidad que las dos amigas de lajoven rubia iban a la que tenían enfrente. Al parecer, cuandotocaban asignaturas como gimnasia o el taller y clases de ese estilo,donde tendrían que utilizar otras habitaciones del colegio, lasjuntaban a todas, pero, para las clases comunes, cada una tenía suaula.


Y cuando Natasha entró enla suya y vio allí a la señorita Danvers, estuvo a punto de girarsepara decirles a Bucky y a Sam que se iba con ellas. Pero Stephanieestaba tras ella y le impidió la huida.


-Ven. Siéntate a mi lado-le dijo esta, cogiéndola del brazo mientras la introducía aún másen la clase.


Natasha temió que esta lallevara a los primeros asientos, como siempre hacían las aplicadasde la clase, bien cerca de aquella odiosa mujer. Pero, para su buenasuerte, sus asientos resultaron ser los que estaban más atrás.


Por su altura, Stephaniehabía decidido por ella misma sentarse allí para no impedirle lavista a nadie y Natasha obtuvo el asiento de al lado, junto a laventana.


Se dio cuenta que Joahnnatambién estaba allí, pero al otro lado de la sala, cerca de lapuerta de entrada y, en aquellos momentos, no les estaba prestandoatención.


-¿Estáis todas?- lepreguntó la directora a la joven rubia, viendo que no entraba nadiemás.


Y esta, echando un vistazoa las chicas que se encontraban en clase, asintió.


-Sí, estamos todas,profesora.


-Bien. Sacad vuestroslibros de historia y abridlo por la página 108. Vamos a seguir pordonde lo dejamos en la clase anterior.


A Natasha siempre se lehabían dado bien los números y los problemas. Todo aquello quenecesitara una solución, ella podía proporcionarla. Clases comomatemáticas, dibujo técnico, física o química eran asignaturasdonde se movía como pez en el agua.


Sin embargo, otras comoliteratura, filosofía o historia le eran de lo más tediosas y, porlo general, no les prestaba la más mínima atención.


Cuando la señoritaDanvers se puso a hablar sin parar, escribiendo algunos nombres yfechas en la pizarra que tenía a su espalda, mientras todas lasalumnas se ponían a tomar apuntes, ella cogió las hojas de sulibreta y se puso a hacer aviones de papel.


Una de las ventajas deestar junto a la ventana era que podía lanzar cosas por esta sin queel resto de la clase se diera cuenta.


Tras el primerlanzamiento, vio que el avión voló bien, pero no muy lejos, asíque mejoró a un modelo tras otro, tratando de hacerles volar cadavez más alto y más lejos.


Tan afanada estaba enaquella tarea que ni siquiera se fijó en la mirada cargada de venenoque le dirigió la directora antes de que fuera demasiado tarde.


-¡Señorita Stark, ¿sepuede saber qué está haciendo?!


Inmediatamente, todos losojos del aula se dirigieron hacía ella, haciendo que esta, que habíaestado trabajando en su nuevo modelo, que aún tenía a medio hacerentre las manos, también mirara hacía las presentes.


-¿Me dice a mi?- lepreguntó a Danvers.


-¡Por supuesto que leestoy preguntando a usted!- le gritó esta, empezando a ponerse rojapor la ira.-¡¿Cuántas señoritas Stark se cree que tenemos en estecolegio?!


-Espero que no muchas oserá un lío- comentó ella a su vez.


Ante aquel comentario, laseñorita Carol Danvers se puso aún más roja, pero, antes de que ladirectora explotara, Stephanie se puso en pie, haciendo que todas lasmiradas se dirigieran hacía ella, incluida la de la propia Natasha.


-Lo siento mucho,directora. Lamento haberla despistado con una nota mía. Se me olvidódecirle que íbamos más avanzadas de lo que ella habría visto ensus antiguos colegios y que más tarde le pasaría mis apuntes. Creíque no habría problemas si se lo decía en una nota rápida.


Danvers entrecerró losojos, seguramente tratando de detectar algún indicio de mentira enesta, pero, se trataba de Stephanie, así que acabó asintiendo.


-Bien. Me alegra que estéatenta a sus obligaciones como delegada de la clase y compañera decuarto, pero, como vuelva a interrumpir mi clase de algún modo,tendré que castigarlas a las dos.


-No volverá a pasar-afirmó Stephanie, aún bien erguida, allí de pie.


Natasha la miró consorpresa, ya que en ningún momento le había pedido que hicieraaquello por ella. No tenía que ayudarla en cada cosa que hiciera malporque, si lo hacía, lo único que lograría sería que se sintieraculpable cuando la rubia acudiera a su rescate.


-Más os vale. Ahorasiéntate- le dijo la directora.-A no ser que tengáis más motivospara interrumpir mi clase.


Natasha vio como esta sesentaba y volvía a concentrarse en sus apuntes como si allí nohubiera pasado nada. Pero no miró hacía ella en ningún momento,con lo que joven Stark no pudo decirle nada.


....................................


Para cuando finalizaronlas clases, Natasha no tardó en ponerse a su altura, una vez quetodas salieron al pasillo.


-¿Por qué me hasdefendido así?- le dijo Natasha, cogiendo a esta del brazo,deteniéndola.-Nadie te ha pedido que hicieras eso.


-Pero a las amigas no hacefalta que les pidas ayuda- le dijo Stephanie, como si fuera lo máslógico del mundo.-Además, era imposible que tú entendieras lo queestábamos dando, así que no he dicho del todo una mentira. Era tuprimer día.


-Te has metido en un líocon la directora.


-Eso no ha sido nada- ledijo esta, dirigiéndole una sonrisa.-La directora ha tenido queentender que, como tu primer día, no podrías ponerte al ritmo de laclase.


-No quiero tener quedeberte favores por librarme de ella- le replicó Natasha.


-Si tan mal te ha sentado,piensa que ha sido más bien como mi modo de agradecer la ayuda queme diste con Joahnna. Un favor por otro.


Natasha torció el gesto,pero no estaba muy de acuerdo con eso.


-¡Eh, vosotras!- lesgritó Samanta.-¡¿Vamos a comer o qué?! ¡Aquí nos estamosmuriendo de hambre!


Por lo que habíaentendido, las clases solo tenían lugar por la mañana, con lo quela tarde se dejaba para hacer tareas, ya fuera estudiar, lavar laropa o simplemente descansar. Pero eso no lo supo Natasha hasta quellegó al comedor.


-¿Cómo os ha ido elresto del día?- les preguntó Sam, viendo la expresión molesta deNatasha.


-Bien. Solo ha había unpequeño problema con la directora, pero se ha terminado enseguida.


-¿Y eso tiene algo quever para que ella está enfadada?- preguntó Bucky, señalando a lajoven Stark con el tenedor que llevaba en la mano.


-Solo estoy molesta porquelos demás se metan en un momento, cuando nadie se lo ha pedido.


-Deja de darle vueltas aeso- le pidió Stephanie.-Ya te dije que no dejaría que te metierasen líos, ¿verdad?


-Pero, si para que yo nome meta en líos, tú te vas a meter en un problema, prefiero que noabras la boca- le respondió esta, mirándola fijamente.


-Parecéis una parejadiscutiendo- les dijo Samanta de pronto, haciendo que Natashavolviera la cabeza hacía ella en el acto, algo sonrojada.-Te haayudado en un momento donde necesitabas ayuda. ¿Qué problema hay eneso? Es lo que hacen las amigas.


-¿Ves?- le dijoStephanie.-Es lo que hacen las amigas.


-Pero yo te digo que no lohagas.


-No puedes despistarte enlas clases de la señorita Danvers- le dijo Sam.-Es posible que otrasprofesoras no se lo tomaran tan a mal, pero, con ella.....


-Te castigaría si sabeque no estás pendiente de lo que dice- dijo Bucky, sin mirar a nadieen particular, pendiente a su comida.


-¿Es que esa mujer solosabe castigar?- le espetó Natasha a las presentes.-Parece que es loúnico que hace aquí.


-Así enseña disciplina-le dijo Stephanie, como si fuera lógico.-Si no hay castigos cuandose hace algo mal, ¿cómo va a disciplinar a aquellas que no quierenobedecer?


-No tengo hambre- comentóNatasha, poniéndose en pie.-Iré a dar una vuelta.


-¿Por ahí? ¿Tú sola?-le dijo Stephanie.-¿A dónde?


-A donde sea. Sé dondeestás los dormitorios y a la maldita hora que hay que estar en elcomedor para la cena, así que deja de preocuparte tanto por mí.


Cogió su bandeja y sedispuso a salir de allí lo antes posible. No tenía más ganas dehablar ni de estar rodeada de gente. Por lo general, se había pasadola mayoría de su vida sola y, sin embargo, allí, se haba pasadoveinticuatro horas con aquella chica rubia pegada a su costado.


Seguramente por eso habíaestado teniendo pensamientos raros con ella. Su mente se habíasaturado tanto con ella que ya la hacía pensar cosas raras.


-Tal vez la estásagobiando un poco- le oyó decir a Samanta.


Stephanie habría tratadode seguirla o algo y sus amigas la habían detenido para que no lohiciera.


Por un momento, estuvo apunto de detenerse y decirles que no era culpa de Stephanie que ellase encontrara así, que, realmente, ella quería estar sola un rato.Pero optó por no hacer nada de eso, pues lo único que lograríasería que ellas siguieran hablando y no podría marcharse.


Se dio cuenta de que laseñorita Danvers se la quedaba mirando cuando se levantó, mientrasel resto de las alumnas aún seguían comiendo, pero ignoró a esta ya todos los demás ojos que se posaron sobre ella y salió delcuarto, dispuesta a encontrar algún rincón donde pudiera estartranquila durante unas horas.


Le habían prohibidotraerse su móvil, por lo que, si no pedía permiso para llamar oescribía una carta, estaba totalmente incomunicada con el mundo deafuera.


Pululó por los terrenosdel colegio, sorprendiéndose una vez más con lo grande que eraaquel lugar, disfrutando de que estaba totalmente sola en aquelmomento, oyendo a los pájaros entre las ramas de los árboles y nadamás.


No tenía ni idea quéárboles eran aquellos, pero le daba igual. Lo único que sabía eraque la ayudaban a crear la ilusión de que estaba tan sola comosiempre, aunque no llegó a tener la misma tranquilidad que siemprela había embargado antes. Seguramente porque no tenía un tallerdonde refugiarse.


Sentándose debajo de unode aquellos árboles, solo escuchó el silencio que había a sualrededor y, apoyada en este, cerró los ojos, solo concentrándoseen el sonido del viento entre las ramas, el modo en el que lasardillas, ¿había ardillas allí?, pareció saltar de árbol enárbol y aún que otro canto de pájaro. Todo eso, sumado al calordel sol hizo que acabara por quedarse dormida.


Pero también contaba elhecho de que había madrugado más de lo estaba acostumbrada y quehabía corrido más de lo que había corrido en toda su vida.


Su cuerpo se desconectócomo si alguien hubiera apagado un botón y sin darse cuenta.


No conseguiría recordarque acabó soñando, pero, lo que sí supo era que tendría que habersido algo agradable, ya que despertó con una sonrisa.


-Vaya. Pensaba que te ibasa pasar todo el día aquí- le comentó Stephanie, dándole unpequeño susto, ya que esta estaba de rodillas frente a ella.


-¿Has......has estado ahítodo el rato, mirándome?- le espetó Natasha.


-Acabo de llegar. Al verque no estabas en la habitación, empecé a buscarte por todaspartes, pero eres bastante difícil de encontrar- comentó esta,sonriendo.


Natasha torció el gesto asu vez, molesta por el modo en el que su corazón le daba siempre porsaltar cada vez que veía aquella sonrisa, lo cual era demasiado amenudo.


-¿Por qué no dejas debuscarme? Te dije que quería estar sola- le espetó ella.


-Porque eso no es verdad.Nadie quiere estar realmente solo. Todos quieren estar vinculados aotra persona de algún modo, saber que, pase lo que pase, ese alguienestará ahí.


-¿Y tú vas a ser esapersona para mí?


-Si me dejas, sí- le dijoesta, volviendo a sonreír.


-No sabes lo que esosignifica- se quejó Natasha.


-Claro que lo sé- le dijoStephanie.


-No. No lo sabes.


Y, antes de que estapudiera decir algo más, Natasha se inclinó hacía ella y la besó.


Fin del capitulo 4


Por fin un beso. Nosabéis la de vueltas que había estado dándole al coco, pensandocomo sería el mejor modo para que Natasha y Stephanie se acercaranmás íntimamente.


La verdad, llevaba díasatrancada en la mitad de este capitulo, pero eso no podríais haberlonotado vosotros, porque eso pasó antes siquiera de que empezara asubir este fic. Me quedé justamente cuando Sam y Natasha estabanhablando en los vestuarios y no tenía ni la menor idea de comocontinuar.


Menos mal que esoparece haber pasado ya, porque también me quedé un poco parada conla historia StarkQuill en el capitulo 5, por la mitad también, sinsaber como continuar. Y esa historia sí que voy bastante pegada conlos días de subida, teniendo en cuenta la buena acogida que lehabéis dado todos los lectores.


En fin......que estefin de semana ha sido un fin de semana especial para desbloquearme dealgún modo (parece como si fuera el personaje de algún videojuego,¿no?) y poder continuar con historia. A parte de que tengo unaThorki rondando por la cabeza que...... Solo diré una cosa sobreella, porque aún ni siquiera me he puesto a escribirla. Thorki deépoca. Agradecer esa idea a tumblr y todas las cosas que veo allí.


Ya veremos en quéacaban todas mis ideas, porque ahora mismo tengo mis manos llenas conesta, el de ''You are my destiny'', el fanfic de StarkQuill, este yel de Spideypool.


Dios......tendría quepagarme Wattpad por estar dedicándole tanto tiempo a esto. O que mimente misma me pagara, ya que es ella la que me obliga a escribir.


Hasta aquí llega miverborrea por hoy, dándome cuenta de que os acabo soltar un nuevorollazo de los míos, así que, como siempre, me despido de vosotros,Marvelitos, deseándoos que os mantengáis sanos y nos seguimosleyendo en el siguiente capitulo. Bye.

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