Capitulo 3
Hola, hola, hola a todos losMarvelitos que estáis de nuevo aquí, acompañándome en estaextraña pero encantadora historia Stony, esperando que, a aquellosque la estéis leyendo, os esté gustando.
Eso ha sido un poco absurdo. ¿Cómole va a gustar a alguien que no la haya leído? De verdad, algunasveces suelto las absurdidades más grandes del mundo.
Bueno, a lo que iba. Sé que enfanfiction, cuando subo un documento, este aparece tal y como yo loescribí, sin ningún problema. Pero en Wattpad, al parecer, le gustatocarme mucho la moral y, por muy bien redactado que esté, tiende ajuntar algunas palabras y no sé porque.
La gente no deja de decirmelo y yosé que pasa, pero es algo que no puedo arreglar porque, cuando ledoy a editar, todo aparece como yo lo subí. Así que, si a alguienle pasaba esto en la pagina y ha encontrado el modo mágico dearreglarlo, por favor, que me lo cuenta, que esto empieza amolestarme ya demasiado.
Después de todo, ¿para qué me voya tomar la molestia de asegurarme de que todo esté bien, si luegoviene Wattpad y hace lo que le sale de la punta de la web con miscapítulos? En serio, es muy frustrante.
Ya sé que vosotros no tenéis laculpa de eso, por eso voy a dejar de soltaros todo ese rollo que noos interesa y os dejo con la historia. Disfrutadla.
CAPITULO 3
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A la mañana siguiente, cuando eldespertador del cuarto sonó, lo único que hizo Natasha fueremoverse entre las sábanas, tratando de arrebujarse del modo máscómodo posible para poder seguir durmiendo. O, al menos, habríasido así si no hubiera sido por Stephanie, que se acercó a ella yse empeñó en despertarla.
-Vamos, cariño. Te tienes quelevantar- le dijo esta suavemente, tratando de moverla o quitarle lassábanas.
Pero Natasha, en su infinitacabezonería, se aferró a estas, inamovible.
-Si no te levantas y te preparas, teperderás el desayuno.
-Ve tú. Di que estoy enferma- murmuróesta, con voz somnolienta.
-No puedo mentir y soy la delegada declase, así que soy responsable de ti, por lo que vas a levantarte yvestirte- le dijo esta.
-Que Jarvis me levante.
-Aquí no hay mayordomos. Si no llegasa tiempo, no podrás desayunar. Y si te saltas las clases sin un buenmotivo, te meterás en un lío.
-No le temo a nada.
-Pues deberías. La señorita Danverses aterradora cuando se enfada.
-Ummm-fue toda la respuesta que recibiópor parte de Natasha.
Stephanie torció el gesto condisgusto, pues lo último que necesitaban era que Natasha se siguierasaltando las normas a placer, así que, ni corta ni perezosa, lajoven rubia tomó las sábanas y se las arrancó a esta de la cama,haciendo que la morena se encogiera más sobre sí misma y soltara undébil lamento.
-Arriba. No te lo digo más veces- ledijo Stephanie, haciendo una pelota con las sábanas que habíaarrancando.
Finalmente, Natasha acabó por abrirlos ojos, dirigiéndole a esta una mirada fulminante.
-Maltratadora- le dijo, incorporándosepoco a poco.
-Llámame como quieras, siempre que televantes. Aun tienes que pasar por el baño y cambiarte antes de quevayamos a desayunas.
-¿Todos las mañanas van a ser así?-se lamentó la joven Stark.
-Sí te resiste, lamento que sí.
-No tienes que estar pendiente de mícomo si fueras mi madre. Lo sabes, ¿verdad?
-Pues tú note comportes como una niñay no tendré que actuar así. Ahora, arriba.
Aun refunfuñando por lo bajo, Natashano tuvo más remedio que levantarse, mirando a Stephanie con ciertorencor, y, aun con los ojos medio cerrados, se lavó la cara y losdientes, corriendo el riesgo de quedarse dormida de pie.
Pero, poco a poco, y con la voz deStephanie siempre lista para darle un pequeño grito y espabilarla,consiguió estar lista para ir a desayunar.
-Esto es inhumano- se lamentó lamorena mientras ambas avanzaban por los pasillos, de camino alcomedor.-No soportaré esto todos los días. Mátame ya.
-Mira que eres exagerada. Una vez quete acostumbres a madrugar, ya verás como no es tan duro como pareceahora.
-Ya. Eso lo dices tú, que llevas aquítoda la vida.
-Por eso mismo lo digo.
Cuando pasaron ante lapuerta del comedor, la señorita Danvers les dirigió una severamirada, algo que parecía ser bastante común en ella y, pocosinstantes después, cuando sonaron las campanas, cerró las puertas yfue a ocupar su asiento de siempre, junto a la señorita Jennifer ylas demás profesoras.
-¿Eso de estar a punto dellegar tarde se va a convertir en una especie de costumbre o algoasí?- les preguntó Samanta, que ya estaba en una mesa, con Bucky.
-Oh. Es que Natasha nolleva muy bien eso de madrugar- les dijo Stephanie.
-Como la mayoría, pero,¿sabes lo que te hará la señorita Danvers si te saltas las clasessolo porque sí?
-Pues....no, no lo sé.Nadie ha querido decírmelo- comentó esta, con cierto malestar.
-A la ultima chica quetrató de saltarse las normas, la hizo levantarse a las cinco de lamañana y la ponía a correr alrededor del colegio hasta quecomenzaban las clases. Después de terminar estas, hacía quelimpiara cuartos que no se usaban a menudo y que estaban llenos depolvo con un cepillo de dientes. Te garantizo que no volvió asaltarse nada.
-Esa mujer se cree queeste es su reino- se quejó Natasha.
-Porque lo es- le dijoSamanta sin más.-Ella gobierna aquí y todas somos sus súbditos ytenemos que hacer lo que nos diga.
-¿Cómo podéis vivirasí?- les preguntó la señorita Stark a todas las presentes,mirando tanto a Samanta como a Stephanie y a Bucky.-¿De verdad osdejáis someter de un modo tan simple, solo porque sí?
-¿Y para qué vamos asaltarnos las normas?- le preguntó Stephanie a su vez.-Hemos venidoaquí voluntariamente. Al menos, algunas de nosotras. ¿Para quéíbamos a hacer algo que solo nos causaría problemas? Además, sisigues las normas, este es un lugar agradable.
-Y la directora Danversestá tranquila mientras recibe el dinero de nuestros padres- lesdijo Natasha, dirigiendo una mirada hacía la rubia mujer que estabaal otro lado de la sala.
Ajena a lo que su nuevaalumna hablaba de ella, la señorita Danvers conversaba con Jennifery, de vez en cuando, dirigía una mirada hacía sus alumnas,esperando que todas estuvieran comportándose como deberían.
-No puedes buscarte líoscon la directora- le dijo Stephanie cuando vio el modo en el que lajoven morena la estaba mirando.
-¿Por qué no? Ya me heenfrentado a otros parecidos a ella y siempre he salido ganando-comentó Natasha, con una sonrisilla en la cara.
-Pero, si haces eso, teacabarían echando, ¿no?- le dijo la joven rubia, haciendo queNatasha volviera la vista hacía ella al notar su tono.-Yo no querríaque te echaran.
-Después del tiempo quelleva esperando a una compañera de cuarto, no te va a dejar ir tanfácilmente- le aseguró Sam, dirigiendo hacía ella una sonrisa.
Natasha la contempló aesta y luego volvió los ojos hacía Stephanie, viendo como estaparecía rogar hacía ella para que no hiciera ninguna tontería,mostrándole unos enormes y azules ojos de cachorro, que dejó a estasin saber muy bien qué decir en aquellos momentos.
Después de todo, su plansiempre había sido meterse en líos para que, después de un tiempo,aquella directora se cansara de ella, como habían hecho todosaquellos que habían habido antes que ella, y pudiera volver a casa.
Sin embargo, ¿iba aabandonar sus planes y su libertad solo porque aquella chica, a laque solo conocía de hacía un día, se lo rogaba?
-Más vale que aceptes queStephanie no te va a permitir meterte en líos- le dijoSamanta.-Estará tan aferrada a ti que ni siquiera podrás.
En eso llevaba toda larazón. Desde que estaba con ella, la había obligado a ir a comer ymadrugar para que no faltara a las clases cuando, en realidad, susplanes habían sido siempre cometer todas las faltas posibles.
-¿Planeas tenerme aquíatrapada, con vosotras?- le soltó a Stephanie, sintiéndose un pocomanipulada de repente.
-No es atrapada, pero sí-le dijo esta, dirigiéndole una sonrisa.-¿Qué mejor lugar quepermanecer aquí, con tus amigas?
¿Amigas? ¿Estabahablando en serio? ¿Cuando se habían convertido en una pandilla?Natasha no tenía recuerdos de eso. Además, antes o después,siempre había acabado teniendo problemas con las chicas. Ya fuerapor envidias o porque sus caracteres chocaban, le era difícilmantener amistades con aquellas de su mismo sexo.
-Yo tengo una vida afuera-le espetó.
-Una vida que te estaráesperando para cuando vuelvas- le dijo Stephanie a su vez.-Ya vimostodo lo que tenias planeado hacer. Pero, si aún puedes disfrutar detu adolescencia, ¿por qué no lo vas a hacer? En cuanto salgas deaquí, todas las responsabilidades se te echaran encima. ¿Por quéacelerar las cosas?
-Porque vivir aquí escomo estar en una cárcel. Y creeme que a mi no me gusta estarencerrada en una cárcel. Para eso ya tengo a mi padre,controlándome.
-Así es como lo ves túporque has decidido verlo de ese modo, pero esto es un colegio.Cuando acaban las clases, puedes hacer lo que quieras.
-Tienes que estarsiguiendo horarios- siguió quejándose la morena, cruzándose debrazos.
-Como en todas partes- ledijo Samanta a su vez.-Todo el mundo cumple con unos horarios.Incluso los bebés. ¿Qué problema hay con eso?
-Aquí no puedo hacer misinventos.
-Hay un taller- le dijoStephanie a su vez.-No se usa mucho, pero, si necesitas algo que noestá allí, puedes pedírselo a alguna de las maestras para que telo traigan.
-¿Me traerían uranioenriquecido?- le preguntó Natasha, alzando una ceja.
-Siempre puedes escribirlea tus padres para que te envíen todo aquello que necesites- lesiguió diciendo la rubia, dispuesta a no rendirse.
-De verdad que no me vaisa dejar escapar de aquí, ¿verdad?- se quejó Natasha, viendo lassonrisas calmadas que Stephanie y Samanta le dirigían.
Por su parte, Bucky estabadesayunando tranquilamente, como si aquella conversación no tuvieraabsolutamente nada que ver con ella, solo echándoles un vistazo devez en cuando, como si recordara que ellas seguían allí.
Natasha acabó por dejarescapar un suspiro.
-Le daré a este lugar unaoportunidad. Pero solo una- les advirtió a las jóvenes que teníapresentes, alzando un dedo.-Si me defrauda de algún modo, me largo.
-¿En serio?- le dijoStephanie, dirigiéndole una sonrisa aún más amplia.-¿Le vas a daruna oportunidad?
-Pero solo una- volvió adecirle a esta.
Sam sonrió másampliamente, pero Stephanie no pudo evitar ocultar más su contento yse puso en pie, dirigiéndose hacía ella y abrazándola.
-Eso me hace tan feliz-comentó.
-¿Qué haces? ¡Deja deabrazarme!- le exigió Natasha, sintiéndose algo nerviosa al estarenvuelta entre aquellos brazos.-¡La gente nos está mirando, idiota!
-Pero es que me has hechotan feliz- afirmó la joven rubia, estrechando a esta como si noestuviera escuchando sus protestas.
-Suéltala ya- le dijoSam, sonriendo mientras contemplaba aquel espectáculo..-La estásavergonzando al hacer eso.
-Pero está tan monacuando se avergüenza- le dijo Stephanie.
-Me estás avergonzandohasta a mí- le dijo Bucky de golpe, haciendo que todos los ojos sedirigieran hacía ella, sorprendidas.
-Uau, Bucky. ¿Acabas dehablar delante de Natasha?- le preguntó Sam.
Pero la nombrada solo seencogió de hombros, restando importancia a ello.
-Es la primera vez quehabla tan rápido delante de la gente- le dijo Stephanie a la morena,soltándola.-Eso significa que te ha aceptado ya.
-Sí que le daisimportancia a que hable, ¿no? La gente normal suele hablar, estécon quién esté delante- les dijo Natasha, restando tambiénimportancia a aquello.
-Ya eres oficialmenteparte de este grupo- le dijo Samanta a esta, dándole unos golpecitosen la espalda, que estuvieron a punto de moverle unas costillas delugar.
Seguramente, habríanseguido con aquella conversación durante un largo tiempo más, pero,en aquellos instantes, la señorita Danvers se puso en pie en suasiento y, dando unas palmadas, hizo que todas se callaran, dispuestaa hablar ella.
-La hora del desayuno aterminado. Recoged vuestras bandejas y, después que cada alumna sedirija a su clase correspondiente.
Como si fuera algún tipode robots, todas las alumnas se pusieron de pie de manera demasiadosincronizada y, cogiendo sus bandejas, recogiendo el comedor antes deir a donde les correspondían.
-Natasha, vamos- le indicóStephanie, viendo como ella había permanecido sentada, observando atodas las demás.-Aun tenemos que ir a los vestuarios a cambiarnos.
-¿Cambiarnos? ¿Paraqué?- comentó esta, imitando al resto y siguiendo a Sam, Bucky yStephanie al lugar donde se dejaban todas los vasos y bandejas.
-¿No esperarás hacergimnasia vestida con falda, ¿verdad?- le dijo Samanta, volviendo lavista hacía ella y mirando las ropas que llevaban.
-Yo no tengo otrouniforme- le indicó a estas.
En realidad, tenía trespares de aquellos uniformes con falda, para que pudiera a cambiarsecuando alguno se ensuciara, pero no había recibido ningunodeportivo.
-Esos uniformes están enlos vestuarios, dentro de las taquillas- le informó, Stephanie,tranquilizándola.-Hay dos pares de ellos y, cuando se ensucien,también debes de encargarte de lavarlos- le explicó.
En cada pequeño edificiode dormitorios, había un cuarto con lavadoras en la planta de abajo.Natasha las había visto, pero no había creído que tendrían quelavar ellas sus cosas como si no tuvieran nada mejor que hacer.
¿Qué clase de internadoera aquel?
-¿Tenemos que lavarnosnuestra propia ropa?- comentó, pareciendo entre sorprendida yhorrorizada.-Yo nunca he usado una lavadora.
-Pero, ¿has trabajandocon uranio enriquecido?- le preguntó Sam, alzando una ceja.
-Son cosas diferentes.
-Tranquila. Yo te enseñaréa usarlas- la tranquilizó Stephanie, dirigiéndole una agradablesonrisa.-Ya verás como no es tan complicado como parece.
Después de dejar lascosas donde correspondían, Natasha siguió a estás a través dealgunos recintos del colegio hasta un enorme de una sola planta,descubriendo que aquel era el vestuario para las clases de educaciónfísica.
Este estaba dividido porclases y, en cada taquilla, llevaba escrito el nombre de cada alumna,seguramente para impedir que alguna se equivocara.
Pero Natasha no pudoevitar sonreír al imaginarse a la señorita Danvers tener que estarcambiando los nombres de todas las taquillas año tras año. Oañadiendo nombres nuevos cuando llegaban nuevas alumnas.
-¿Qué te hace tantagracia?- le preguntó Stephanie, colocadas ante sus taquillas, viendola sonrisa en el rostro de Natasha.
Afortunadamente, lastaquillas de ambas estaban una junto a la otra.
-Oh. De nada. Solo mehe.....imaginando algo muy gracioso.
-¡Bien, chicas!- les dijola señorita Jennifer, que estaba también allí.-¡Cambios lo antesposible y empezad a salir y alineaos fuera! ¡Hoy nos toca un poco demarcha!
Aquello no le sonó nadabien a Natasha.
-¿Marcha?- murmuró hacíaStephanie.
Fue en ese momento cuandose dio cuenta que esta se estaba cambiando de ropa, quedando en ropainterior tranquilamente delante de ella.
Natasha sintió como unintenso calor le subía al rostro, volviendo la cabeza hacía otrolado.
Allí dentro habría másde veinte chicas que también se estaban cambiando. Entonces, ¿porqué solo reaccionaba de aquel modo con aquella rubia? ¿Era porqueparecía tener un cuerpo tan bien trabajo y proporcionado? Habíaotras así, pero solo sentía aquel calor cuando la miraba a ella.
-Natasha, tienes quecambiarte- le dijo Stephanie, viendo como esta se había quedadoquieta, mirando a otra parte.
Asintiendo, Natasha secambió todo lo deprisa que pudo observando la camiseta holgada, conel escudo del colegio sobre el corazón y de un intenso color ojo,junto con unas mallas ajustadas negras. En eso consistía todo eluniforme deportivo, junto con unas zapatillas deportivas.
Aún pareciendo todo unenjambre de robots idénticos, las chicas salieron del vestuarios,comprobando que la profesora también se había cambiado.
-¡Bien, chicas! ¡¿Quiénestá preparada para un poco de marcha?!- exclamó la mujer conaquella energía que parecía tener siempre.
-¿Un lunes a primerahora? Nadie- murmuró Natasha.
-Vamos. No te quejestanto. Ya verás como será divertido- afirmó Stephanie.
Natasha la miró,preguntándose si estaba loca o realmente creía en lo que acababa desoltar tan tranquilamente por su boca.
-¿Seguro que tú ereshumana?- le espetó.
Pero aquella pregunta solohizo que la joven rubia sonriera.
-¡Chicas! ¡Ya que todasparecemos estar de buen ánimo, vamos a dar unas cuantas vueltas porlos terrenos del colegio! Después de la cena que Wanda nos regalóanoche, tenemos que quemarlo. ¡Vamos, a moverse!
Cuando Natasha vio quetodas comenzaban a correr, sintió ganas de que alguien le pegara untiro cuanto antes, pues lo que menos le apetecía en el mundo eraponerse a correr en aquellos momentos.
Ella siempre había sidouna chica que ejercitaba más su mente que su cuerpo, aunque sucuerpo no estaba para nada mal.
-¡Vamos, ponte enmarcha!- le gritó Stephanie, que ya iba algo por delante deella,.¡Ya verás lo bien te sienta esto!
Natasha estuvo a punto dedecirle que se metiera todo aquel entusiasmo por donde le cupiera,pero, al mirar en su dirección, tuvo una buena panorámica de comole quedaban aquellas mallas ajustadas a Stephanie.
Ahora comprendía porquéno había ni un solo hombre en todo el colegio.
Solo con echar un vistazoa aquellas jóvenes en mallas, perdería por completo la atención desu trabajo, fuera el que fuera. Incluso Natasha, que era una chica,no pudo evitar sonrojarse de nuevo al ver como aquel cuerpo se movíadelante de ella.
Fue como si alguienhubiera puesta una zanahoria delante de un caballo, haciendo quecomenzara a correr antes de que ella misma se diera cuanta de que loestaba haciendo.
-No deberías mirar tandescaradamente- le soltó Bucky, que se había colocando a su ladotan silenciosamente como una ninja, casi provocándole un infarto aesta.
-¿Qué? ¿De qué hablas?Yo no estaba mirando nada- le respondía a su vez, apartando los ojosde la figura de Stephanie.
Prefería cuando aquellachica no hablaba.
-Se ha notado demasiado-le dijo esta de nuevo.-Si quieres mirar, será mejor que lo hagas deuna manera más disimulada.
-¿Por eso tú también tehas quedado atrás?- le soltó.
Le molestaba que aquellachica, que a penas había comenzado a hablar delante de ella, ledirigiera aquellas palabras, como si fuera una pervertida.
Pero Bucky solo le dirigióuna extraña sonrisa a lo que le dijo y empezó a coger velocidad,incluso adelantando a Stephanie, que había empezado a quedarserezagada para esperarla.
-Vamos, Natasha. Corre conganas. Tú puedas- le dijo esta, sonriendo.
Pero lo único que pudohacer ella fue agradecer que no hubiera oído lo que la chicasilenciosa y ella habían estado hablando.
Fin del capitulo 3
¿Qué puedo decir yode este capitulo? Que las cosas entre Natasha y Stephanie son cadavez más extrañas. Concretamente, para la parte de Natasha, que esla que no para de sentir cosas por la joven rubia.
La verdad, ahora mismono sé qué comentar en este capitulo. He estado escribiendo toda latarde, también estoy haciendo la historia StarkQuill que muchos meestáis pidiendo los siguientes capítulos ya, así que mi mente estacomo adormilada ahora mismo.
Si os habéis metidounas grandes sesiones de escribir, sabéis como me siento, así queme despido de vosotros en este momento (con rima incluida). Manteneossanos y nos seguimos leyendo. Cuidaos, Marvelitos.
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