Capitulo 2


Hola, hola, hola atodos aquellos Marvelitos que se hayan adentrado en los oscurosrincones de esta historia, buscando Stony de un modo diferente al quese suele ver. Si no te gustan las relaciones entre chicas ( por muyadorables que ellas sean), no sé qué estás haciendo aquí.¡Retrocede! ¡No puedes pasar!


Oh. Como me gusta ''Elseñor de los Anillos''. Hace unas semanas, me puse a ver lasversiones extendidas. Primero las de The Hobbit y luego estas para iren orden. Y no me canso de verlas. Dame tierras fantásticas con unabuena historia, y no me verás apartar los ojos de la pantalla.Aunque.....también me encanta la Princesa Prometida y esa historia(sobre todo la película) tiene algunas cosas que te dan bastantevergüenza ajena.


En serio, la escenadonde están en una pendiente, con el pirata Roberts, cuando ella loempuja......Uf. Me dio por reírme la primera vez que me lo vi......


Espera.....¿Por quéhe empezado a hablar de esto? Creo que me he desviado completamentedel tema. Para centrarnos de nuevo, recordad que en el capituloanterior, Stephanie consiguió que Natasha la siguiera al comedor,sin darse cuenta de lo nerviosa que se había puesto esta ante sucercanía.


Ahora, vamos a ver comoson otras alumnas de la escuela y veremos como consigue llevarse laseñorita Stark con ellas.


CAPITULO 2


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Mientras Natasha eraarrastrada por los pasillos, sin oponer resistencia, Stephanie habíaempezado a hablar de todos los platos que cocinaba Wanda y que leparecían deliciosos, sin dejar de sonreír en ningún momento, sinpercatarse como esta miraba la mano que tenía envuelta en su muñeca.


-¡Ya verás! Te va aencantar- afirmó la joven.


-No dudo de eso,pero....-comentó la joven Stark.-¿Hace falta que me lleves arastras?


-Es que ya llegamos tarde-le respondió la joven rubia a su vez, tirando de ella.


Para cuando llegaron alcomedor, la directora Danvers estaba en la puerta y no las miró condemasiados buenos ojos cuando las vio llegar, cruzada de brazos comoestaba delante de la entrada.


-Llegan tarde- les dijo lamujer, con tono áspero.


-Es que Natasha aun norecordaba su nuevo horario- le dijo Stephanie, tratando de ganarse superdón con una sonrisa.


-Pues un día sin cenardebería de ayudarla a recordarlo.


-Vamos, Carol- le dijo unade las profesoras, una mujer guapa y morena, con una gafas en lapunta de la nariz.-Solo se han retrasado unos minutos y es el primerdía de la señorita Stark. Abre un poco la mano.


La directora miró a lamujer con disgusto, pero les hizo un gesto a las chicas para queentraran en el comedor.


-Esta escuela sedescontrolaría si estuviera en tus manos, Jennifer- le dijo ladirectora a la mujer morena. Pero esta solo le sonrió.


-Y si no fuera por mí,este colegio sería una academia militar.


-No estaría nada mal-comentó la señorita Danvers.


Pero Stephanie y Natashano comentaron nada mientras pasaban entre ambas mujeres y llegaban alinterior de aquel enorme espacio.


La cocina parecíaencontrarse en el lado contrario a la puerta. O , al menos, así loindicaba la enorme ventana de cristal que parecía dar a una cocina yla mesa con la comida que había en aquel lugar, para que las alumnaspudieran servirse. Mientras, en el centro de la estancia, seencontraban las alargadas mesas, llenas en aquellos momentos con laschicas y profesorado de la escuela.


Tras cerrar las puertasdel comedor, la propia directora se sumó al gentío.


-¡Menos mal!- exclamóuna joven afro americana cuando las vio aparecer.-Pensaba que ya nollegabais.


Era casi de la mismaaltura que Stephanie y tenía el cabello largo y negro hasta casillegar a la mitad de la espalda. Parecía fuerte, en comparación conlas otras alumnas, sobre todo con la que tenía al lado.


De corto cabello castaño,la otra joven era de la misma altura que la propia Natasha y parecíaextrañamente callada. Permanecía al lado de la joven mayor, pero nole quitó los ojos de encima a Stark cuando la vio llegar.


-Por poco no lo logramos-les dijo Stephanie a estas.-Pero, por suerte, era el primer día deNatasha y han sido indulgentes.


-Bueno.....Puespreséntanos- le dijo la mayor.


-Oh, sí. Natasha, estásson Samanta Wilson y Jaime Barnes, aunque siempre solemos llamarlaBucky. Chicas, está es Natasha Stark.


-Un placer- comentó ella,sin demasiado entusiasmo.


Nunca le había gustadodemasiado estar en contacto con otras chicas de su edad o de su mismocirculo social. Donde normalmente estas pensaban en cosas de marca,viajes, cosas que sacar a papi y chicos, Natasha había estadocentrada en circuitos, placas base y en ingeniería en general,encontrándose que no tenía nada que hablar con ellas.


Ahora, sin embargo,encerradas en aquel lugar, sin contacto con el mundo exterior y sinsu maquinaria a mano, los temas de conversación iban a ser bastantereducidos.


-Hola- le dijo Samanta,sonriendo.-Perdona si Bucky no te contesta, pero no se molesta enhablar con una persona si no la conoce.


-Pero, si no habla connadie, nunca va a conocer a las personas- le dijo Natasha a su vez.


-Bueno.....Puede quetengas razón- comentó Samanta, riéndose.


-Al parecer, Natasha esmuy inteligente- comentó Stephanie, también sonriendo.


-Construí mi primeraplaca base con 4 años. Yo diría que lo soy.


-Vaya. Entonces, ¿tenemosa una pequeña genio en la escuela?


-Dame las herramientasadecuadas y os construiré una televisión que capte los canales porsatélite- les dijo esta, sin titubear.


-De acuerdo- comentóSam.-¿Por qué no vamos a cenar antes de que nos quedemos sincomer?- sugirió, dirigiéndose hacia la mesa de la comida, con Buckycaminando silenciosamente tras ella.


-Bucky es la compañera decuarto de Sam. Yo la conocí de antes. Crecimos juntas en la basemilitar, con nuestros padres. Pero creí que sería mejor que tuvieraotra compañera de cuarto para que conociera a más gente.


-Y ahora sigue a Samantacomo un pollito.


-Más o menos. Pero estoyconvencida de que os llevaréis bien cuando empecéis a conoceros unpoco mejor.


-O hasta que ella sedecida a hablarme.


-Déjale unos días y yaverás como se suelta contigo.


Bueno.....tampoco es quetuviera que hacer ningún esfuerzo. Natasha estaba convencida de queno tardaría en empezar a hacer faltas graves y la acabarían echandode aquel lugar más antes que después.


Tras tomar su ración, sefueron a uno de los extremos de las mesas de un rincón, que aunestaba vacío, milagrosamente, mientras el ruido de las vocesfemeninas, casi todas ellas hablando al mismo tiempo, creaban unaespecie de barullo generalizado por todo el cuarto, un murmullo casiimposible de acallar.


-¡Señoritas, por favor!¡Compórtense!- les gritó la directora, poniéndose en pie dondehabía estado cenando.


El barullo paró de golpey la señorita Danvers volvió a sentarse.


-Parece que le encantaestar dando órdenes- comentó Natasha, echándole un vistazo.


-Oh, por supuesto. Fue unalgo rango en el ejercito del aire- afirmó Stephanie, que parecíahaber estado concentrada en su cena hasta ese momento.


Si Natasha no hubieraaceptado acompañarla al comedor, ¿qué habría acabado haciendo?¿Comerse las almohadas?


-En la base militar, erade las más respetadas- le dijo Samanta.


-Y, si tan respetada era,¿por qué acabó siendo la directora de este sitio?


-Sufrió un accidente y,como su padre era el antiguo director....-le dijo Stephanie.


-Pero, ¿cómo sabéistodo eso?


-Ya te lo hemos dicho. Porla base- le dijo Sam.


-¿Es que vivíais todasallí o qué?- les soltó Natasha.


-Nosotras tres, al menos,sí- le dijo Stephanie.-Aunque no conocimos a Samanta hasta quevinimos aquí.


Natasha no sabía si estaradmirada u horrorizada. Criándose en una base militar, habíanpasado a residir en una academia que casi parecía una cárcel.Dudaba de que hubieran ganado demasiado con el cambio.


-¿Y tú por qué hasacabado aquí?- le preguntó Samanta.


-Mi padre queríadeshacerse de mí- fue la respuesta que le dio mientras comía.


-No creo que solo fuerapor eso- comentó Stephanie.


-Claro que es por eso.Estuve siempre sola en casa o con mi madre por culpa del trabajo demi padre y, cuando empecé a exigirle que estuviera más presente ennuestras vidas y le fui una molestia, me mandó a los malditosinternados.


-¿Por cuántos haspasado?- le preguntó Sam.


-¿Incluyendo este? Porsiete- afirmó, sin ningún problema.


-¿Has conseguido que teexpulsen por seis internados?- le preguntó Stephanie, pareciendototalmente sorprendida mientras la miraba.


-No es demasiadocomplicado. Sobretodo si eran internados mixtos. Lo único que teníaque hacer era liarme con unos cuantos chicos y listo.


Samanta carraspeó yStephanie se puso algo colorada con aquel tema.


-¿Qué? ¿Acaso vosotrasnunca habéis estado con un chico?- les preguntó Natasha, viendo elmodo en el que habían reaccionado.


-Los únicos chicos quevemos por aquí son a los de la academia Banner, que la dirige elprimo de la señorita Jennifer. Una vez al año, las dos academiasorganizan un baile con todos nosotros juntos.


-Digo yo que en uno deesos bailes, habréis tenido la oportunidad para.....


Natasha no tuvo necesidadde terminar la frase, alzando las cejas hacia ellas.


-Yo tuve algo a escondidasen el baile del año pasado- admitió Samanta.-Pero estás dos deaquí a penas bailaron con los chicos.


-A penas nos conocemos- ledijo Stephanie a su vez.-Y no siento la necesidad de acelerar lascosas.


-¿Acelerar? Steph, nisiquiera las has puesto en marcha- la reprendió Sam.


-Bueno....puedo buscar ala persona que me complemente cuando salga de aquí. No tengo ningunaprisa- afirmó esta con la cabeza alta.


-¿Ni siquiera te hasbesado nunca con nadie?- le preguntó Natasha, sorprendida.


Ella había empezado atontear con los chicos desde que se había dado cuenta que los poníanerviosos. En más de una de las fiestas que sus padres organizaban,había jugado con el hijo de algún embajador o había sido algo malacon algún joven empresario, sintiendo la mirada furiosa de su padrecuando reaparecía, sabiendo ambos lo que había ocurrido.


Incluso cuando laempezaron a enviar a los internados, era fácil encontrar a alguienque se mostrara dispuesto a meterse en líos con ella.


Los hombres eran tanfáciles de manejar.


Sin embargo, por elsonrojo en la cara de Stephanie, quedaba claro que esta nunca habíahecho nada de nada, concentrándose en su cena.


-Será mejor queterminemos de cenar- comentó Samanta, cuando se dio cuenta de laincomodidad de su amiga.


Por su parte, Bucky nohabía abierto la boca y permanecía mirándolas, pero sin perder devista su cena. Y tampoco sin perder de vista a la joven Stark.


No sabía si la miraba tanfijamente porque era la nueva incorporación en su pequeño grupo deamigas o si se trataba de otra cosa. Pero, como tampoco abría laboca, le era imposible poder preguntarle sobre ello.


-Entonces....¿vienes deuna familia rica?- le preguntó Sam, buscando rápidamente otro temade conversación.


-Sí, se podría decirasí.


-¿No eres exactamenterica? Antes me pareció que decías que tu familia era muyimportante- comentó Stephanie.


-Y lo es, pero solo desdeque mi padre es el cabeza de familia. Mi abuelo tenía una tienda.Supongo que mi padre fue el primer genio.


-No me queda muy claro siodias o quieres a tu padre- comentó Samanta.


-Creo que a mi tampoco- ledijo Natasha.


Stephanie la contemplófijamente cuando la oyó decir aquello, viendo como la expresión deesta se había oscurecido un poco, realmente dejando claro que ni lamisma Natasha tenía lo suficientemente claro lo que sentía por supadre.


-Pero, ¡cuéntanos!- ledijo Samanta.-¿Cómo es la vida de una niña rica?


-Supongo que un poco máscara que el resto- le dijo Natasha a su vez, retomando su expresiónnormal.-Salvo que, si quería ir a algún sitio, no tenía queesperar a que alguien me llevara. Coges el avión privado y vas adonde quieras.


-¡¿Tienes un aviónprivado?!- exclamó Sam, alucinada.


-Entre otras cosas. Mispadres lo usan mucho para viajes de negocios y esas cosas. A mi,simplemente, me acabó aburriendo.


-Seguro que tenías todolo que querías- comentó Samanta, sonando con algo de envidia sana.


-Bueno.....últimamente loúnico que quería era quedarme en casa, encerrada en mi taller,donde todo el mundo me dejara en paz. Los ricos no tenemos todo loque queremos. Al menos, no los que somos menores de edad.


-Pero tenemos 17 años.Dentro de poco, seremos adultas- siguió diciéndole esta.


-Para mí, los 18 solo mesuena a que te pueden condenar seriamente por cualquier delito quecometas. Ya sé conducir, probé el alcohol sobre mis trece años, enuna de las fiestas de mis padres, he estado con chicos.....


-Es como si el futuro notuviera nada que ofrecerte- comentó Stephanie, mirándola.


Lo cuál no era muydifícil, ya que estaban sentadas una frente a la otra.


Aquellas palabras hicieronque Natasha la mirara a su vez, dándose cuenta de la mirada cargadade lástima que esta le estaba dirigiendo.


-Yo no diría tanto- ledijo Natasha, desviando la mirada.-Cuando termine los estudios, mipadre no tendrá de otra que dejarme entrar a formar parte de sucompañía y, cuando él no esté, yo me tendré que hacer cargo detodo.


-¿Esa es toda tu ambiciónpara el futuro? ¿Hacerte cargo de la empresa de tu padre?


Esa pregunta se la hizoSamanta, pareciendo también algo apenada ante aquella visión de sufuturo. Hasta la pequeña Bucky, que seguía sin abrir la boca,parecía estar mirándola de un modo diferente.


-Industrias Stark no esuna simple empresa. Están en prácticamente todo. Los puedesencontrar en las industrias armamentísticas, en medicina, enciencias, ingeniería, en el desarrollo de cultivos sostenibles, enla protección del medioambiente.......


-Suena a que tendrías unavida muy ocupada- comentó Stephanie.


-Desde luego. Porque asíserá.


-¿Y por qué vas aponerte ese peso sobre tus hombros?- le siguió preguntando la jovenrubia.


Por el modo en el que lamiraba, no parecía estar admirada con eso, si no como si sintieralástima de ella y de lo que había más allá de su horizonte.


-Porque nadie más seríacapaz de llevar todo eso hacia delante y nadie tiene nuestro cerebropara ello tampoco.-siguió afirmando Natasha, tratando de queentendieran el alcance de lo que había dicho.-¿No entendéis todoel bien que seremos capaces de hacer?


-Lo que yo entiendo es queno tendrás vida propia para ti si tratas de llevar todo eso adelantetú sola- fue todo lo que le dijo Stephanie.


-Con razón tu padre estátan ocupado- le dijo Samanta a su vez.-Lo que me sorprende es quetenga tiempo de veros.


Natasha trató de decirlesalgo más para que entendieran el alcance de lo que significabatrabajar bajo el nombre de Industrias Stark. Pero también pensó encomo se atrevía a quejarse de su padre cuando lo que ella parecíaquerer era acabar del mismo modo que él.


-Señoritas, la cenaacabará dentro de diez minutos- les informó la señorita Dances,haciendo que todas las cabezas de la sala se volvieran haciaella.-Después de eso, se reproducirá una película en la salacomún. Las que no quieran asistir, deberán ir a sus cuartos.


-Agr. Otra de laspelículas de la señorita Danvers- se quejó Samanta por lobajo.-Como vuelva a ver otro de esos clásicos suyos, pegadme untiro.


-¿Tan malas son?-preguntó Natasha.


-Digamos que nuestradirectora no ha salido de los años 70 con respecto al cine- lecomentó Stephanie, dirigiéndole una sonrisa.


-¿Y por qué no osquejáis? Decidle que queréis ver otra cosa.


-Una vez lo hicimos-comentó Samanta.-Y trajo ''Titanic''.


-Vaya.


-Sí. Al parecer, leencanta todo lo que enseñe historia.


-Bueno.....por algo es laprofesora de historia- comentó Stephanie.


-¿Y qué clase da laseñorita Jennifer?


-Ella se encarga de laeducación física. Con ella tendremos clase a primera hora demañana- le dijo la joven rubia.


-Espero que desayunesfuerte-le dijo Samanta.


-Ya se lo he dicho aStephanie. Yo no sudo, a no ser que haya un buen motivo.


-Pues creo que esa excusano te va a servir de nada en esta ocasión- le dijo Sam.-La señoritaJennifer ama el deporte y no permite que ninguna nos quedemosquietas.


...............................


Después de terminar decenar, Samanta y Bucky se apresuraron en volver a sus cuartos, antesde que la directora Danvers se pensara que querían ver su película.Y, del mismo modo, tras recoger sus cubiertos, Stephanie y Natashatambién se retiraron a su habitación.


-Dudo que una señoritarecoja sus platos- comentó la morena mientras ya iban de camino a sucuarto.-Desde luego, yo nunca he visto a una dama hacerlo.


-La directora cree que,aunque tengamos que aprender a ser señoritas, también tenemos queaprender a hacer cosas por nosotras mismas.


-Y ya de paso se ahorracontratar a alguien para que recoja el comedor- comentó esta a suvez.


Stephanie soltó unapequeña risilla, pero no comentó nada más hasta que por finllegaron al cuarto de nuevo.


-Oh. Se me olvidaba-comentó esta, en cuanto entraron.-Las puertas de los cuartos sepueden cerrar desde dentro, pero no cuando salimos. No tenemos llavesni nada de eso.


-Entonces, ¿cómoprevenís que os roben?


-¿Robar? Este es uncolegio para señoritas. Aquí nadie roba a nadie.


-He visto a ''señoritashacer cosas que te sacarían los colores- afirmó Natasha.


-Bueno.....aunque asífuera, es una de las reglas del colegio, así que, cuando quierascambiarte o algo, cierra con el seguro y ya está.


-Y el único baño que hayaquí es el que está en la primera planta, ¿no?


-Así es. Aunque si lo quenecesitas es lavarte la cara o......bueno, ir al baño, hay uno máspequeño al final de cada planta.


-¿Tanto les costaba poneruna ducha en cada uno?


-El de abajo es losuficientemente grande para nos bañemos todas sin problemas- le dijoStephanie, comenzando a quitarse el uniforme.


Natasha se la quedómirando un momento, hasta que se dio cuenta que tenía los ojos sobreella y se obligó a darse la vuelta para cambiarse ella también.


La única ropa propia queparecían poder usar allí era la de dormir y la que se usara sialguna vez se salía de la academia en el día libre.


-¿Es cierto eso sobre loque has hablado en la cafetería?- le preguntó Natasha, tratando demantener su mente en otra cosa mientras se cambiaban.


-¿Qué cosa?


-Sobre que no sientes lanecesidad de acelerar las cosas con nadie.


Stephanie volvió unmomento la cabeza hacia ella, pero Natasha se mantenía de espaldas aella mientras se cambiaba.


-Nunca me han interesadoesos temas. He pasado casi toda mi vida aquí.


-Entonces....¿nunca tehas sentido interesada por ningún chico?


-Bueno.......había unoque.....


-¿Qué qué?- le preguntóNatasha, volviéndose hacia ella cuando acabó de cambiarse,sentándose en la cama.-Te recuerdo que querías una compañera decuarto para poder hablar de cosas como esta.


Stephanie la miró concierta vergüenza, pero, cuando acabó de ponerse su camisón, sesentó en su propia cama, mirando hacia ella.


-En estos bailes quehacemos con el colegio Banner....hay.....hay un chico que me llama laatención- le acabó confesando.


-Pero....¿cómo se llama?


-Peter Carter. Solo hehablado un par de veces con él, pero parecía que conectábamos bieny nunca trató de hacer nada indebido.


-Así que es un soso-comentó Natasha.


-No. Solo que es uncaballero. Yo no le dí pie a nada y él no hizo nada.


-Entonces....¿eso es todolo que habéis hecho? ¿Hablar?


-Hablar es agradable. Nopuedes conocer a alguien si no hablas con él.


-Pero.....habréisbailado, por lo menos.


-Me lo pidió una vez,pero yo le dije que tenía problemas con mis zapatos- confesó esta,sonrojándose de nuevo.


Natasha no supo si reírseo golpearla.


-¿Y cómo quieres queavancen las cosas de ese modo?


-Ya te redicho que yo notengo ninguna prisa- le dijo esta, metiéndose bajo las sábanas.-Sies un buen chico, sabrá esperar.


-Será un chico a punto deexplotar- fue lo que le dijo Natasha a su vez.


-Pero.....no hablemos másde mí. Cuéntame. ¿Con cuantos chicos has estado tú?


-Oh, vale. ¿Es que noquieres dormir esta noche? De acuerdo. Pues prepárate, porque lalista es larga- comentó esta, acostándose en su cama también.


Estuvieron hablando hastatarde, haciendo que Stephanie se riera con alguna de las tonteríasque esta decía. Pero, a pesar de la larga charla y comprobar elhecho de que parecían llevarse muy bien, Natasha siguió sintiendocierto malestar al saber que en la cabeza de aquella joven rubia yarondaba alguien.


Fin del capitulo 2.


Bien. Pues nada. Yo nosé porqué siempre sigo el mismo patrón. Haga la historia que haga,sea en el universo que sea, siempre parece que es Tony quién primerose fija en Steve.


Supongo que lo hago deeste modo porque, de los dos, el millonario es el que tiene másexperiencia y el que puede saber más rápidamente lo que siente. O,a lo mejor, no es nada de eso y siempre me surge de esa manera deforma casual. ¿Quién sabe? A veces, ni yo misma sé como funcionami cabeza.


Lo que sí sé es queaquí Natasha no tardará demasiado en ver las cosas por lo que son.¿Os imagináis compartir cuarto y prácticamente las 24 horas deldía con la persona que os gusta? Madre mía. La vergüenza que tieneque ser eso, sin saber donde mirar, preguntándote a ti mismo si noestarás haciendo algo raro o que se te note lo que sientes.


Pero a nuestra pequeñaNatasha no le va a quedar de otro modo que preocuparse de esaspequeñas cosas. Es una parte de la adolescencia, supongo.


Yo, en mi adolescencia,no me centré en nadie de mi alrededor, la verdad. Solo recuerdo queme gustaron el actor de Smallville y Hugh Jackman. Y ese ultimo es unamor que dura hasta hoy. Puedo pensar que un chico es guapo, peronunca he visto a uno y me haga obsesionarme con él o me ha puestonerviosa hablar con él. Supongo que soy rara en ese aspecto.


Mi cuñada me dijo quea mi me llegó tarde la adolescencia cuando me metí en el mundo delk-pop sobre mis 18 años jajajjaaja. Imagino que tuvo razón, porquefue vez a Siwon de Super Junior y enamorarme como una idiota. Aunrecuerdo que fue al ver el video de Mr Simple.


Dios. Creo que me heenrollado ya demasiado. Será mejor que me despida de vosotros antesde que siga desvariando. Manteneos sanos, Marvelitos. Y nosseguiremos leyendo en el próximo capitulo.

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