La suspensión del Habla
Fuera de una biblioteca, él va bajando los escalones y se detiene justo en el último, al notar que la señorita que se encuentra sentada ahí en la esquina, llora. Se acerca a ella y le toca el hombro, ella se da vuelta en su dirección notando que en su mano le enseña un pañuelo, arquea una ceja en confusión esperando que diga algo, cosa que no llega.
Él toma su mano y lo coloca ahí, lleva un libro consigo, así que con sus dedos toca el título que dice "SORDO" en mayúscula, ahí ella comprende que no puede oír. Se seca sus mejillas bajo la tenta mirada de él. Del cielo empieza a caer gotas y las personas comienzan a ir y venir, él hace lo mismo pasándole de frente desapareciendo en una esquina. Observo el pañuelo de su mano, lo dejó.
Al día siguiente esperaba devolvérselo, trabaja en el personal de la Biblioteca, pero en ningún momento lo vio. En su cambio de turno decide pasar a buscar ese libro que le mostro y pasado un rato, lo ve en las manos de una muchacha. Se le acerca, justo cuando la chica coloca el libro de donde lo había tomado para irse luego, aprovecho para tomarlo e irse también, en el camino observo la portada.
En su casa se dispuso a leerlo sobre su cama, se sorprende al descubrir que trata de explicaciones de cómo saber que las personas dicen leyendo sus labios, era una interesante habilidad, pues ella no habla.
Al siguiente día no tardo en poner en práctica la habilidad, se divierte leyendo los labios de las personas que susurran para no molestar a los que se encontraban fundido en sus lecturas, así que no escuchaba casi nada a la distancia en que el grupo de chicas se encontraban murmurando.
Era su primera vez y sin embargo le estaba yendo muy bien. Se pone a trabajar dentro de un buen rato mirando a esas chicas entre demás personas, colocaba los libros que dejaban fuera de su lugar o en otro lugar que no les correspondía, en eso ve a un chico de espalda leyendo un libro en sus manos, veía su rostro que le parece familiar y, sí lo es, es el muchacho que le dejo su pañuelo aquella vez.
Contenta decide acercase, toca su hombro, él se da vuelta alza sus cejas al parecer también la recuerda. Ella mueve sus labios diciendo— "Hola" —eso lo sorprende aún más que lo demuestra volviendo a alzar sus cejas con una sonrisa en sus labios.
Saca el pañuelo mostrándoselo "Esto es tuyo" le dice moviendo los labios despacio. Él mueve la cabeza diciendo que no, para irse, eso le parece muy extraño, lo vuelve a meter en su bolsillo para continuar trabajando.
Otra día más de trabajo, uno en el que no se encuentran muchas personas, decide sentarse a leer un poco el libro que lee siempre en las noches que también comenzó a llevar consigo. Se sienta en un sofá en el cual no espero encontrárselo, le toco el hombro y él le sonrió, ella le dice:— "Hola" —y él agacha la mirada, desde ahí comienza a vérselo todos los días y se a juntan a leer, él le ve mucho la cara, al parecer le encanta ver lo fácil que se reflejan sus emociones, aparte de que los libros se la tragan más las románticas; llora, sonríe, hace un puchero cuando algo no le gusta, es... Simplemente fantástico para él.
En una de esas, salen juntos de la biblioteca como frecuentan hacer, pero antes que se vaya ella, él le toma la mano para decirle lento— "¿Nos vemos mañana en el parque?" —así ella le da un asentimiento de cabeza con una sonrisa para de tal forma sacarle una sonrisa también.
Justo al acabar su turno de trabajo sale corriendo de la biblioteca, va de tal forma hasta su casa, luego a su habitación. Al mirar bien su ropa piensa triste «¿Qué podría usar para está ocasión?» toma una camisa y un jean «¿Crees que esto estaría bien?» le pregunta a su perrito dentro de su su cabeza, él habré grande los ojos, se hecha hacia atrás moviendo la cabeza de que no.
«¿Está muy feo? toma una falda y una blusa «¿Y este?» se vuelve a preguntar viéndolo que se sienta, baja su cabeza, para quedarse así de manera desaprobatoria. Ella le pega al suelo triste para ponerse un vestido largo «¿Qué tal?» pregunta esperanzada dentro de su cabeza. El perrito vuelve abrir grande los ojos y se cae hacia atrás «Cierto, cierto, parezco que voy a una gala».
Al final se decide por otro vestido y unos zapatos. Cuando llega al parque se pone aún más nerviosa que cuando buscaba qué ponerse. Bajándose del taxi se percata de que ya es de noche, hace frío y... «¿Y si se fue?, ¿y si se molesto?, ¿y si no viene?» Se cayán sus pensamientos justo al verlo de lejos sentado con la cabeza entre sus manos, ay... «¿Cuánto habrá estado esperando ahí?» Al acercarse, le toca el hombro, él se levanta rápido al verla, se sonríen para terminar sentándose en el mismo banco.
Los nervios no le abandonan, él la mira, ella mantiene su vista en el piso. Él le toca el hombro para que le mire, su vista se mantiene en sus manos que le muestran una cajita, ella la toma y la habré rápido, al hacerlo ve que dentro había una carta, la habré para leer sus primeras letras...
"Hoy es mi cumpleaños"
Su mirada corre y se engancha en la suya, no lleva un regalo consigo, su tensión se va cuando él le apoya su mano en el hombro y le dice: "Sigue leyendo" decide ver qué más trae la caja percatándose de un anillo «¿Un anillo?» Él la sigue mirando, decide terminar de leer...
"... Ese anillo era de un amigo, me lo dio en símbolo de amistad cuando nos conocimos en la biblioteca, de repente él sólo dejó de ir pero yo no, ahora te lo quiero dar a ti."
Una sonrisa se implanta en su rostro, se coloca el anillo (después de probárselo en todos sus dedos y no encajar en ninguno, a excepción del pulgar), lo abraza fuerte. Después de esa conmoción caminan en el parque, él la miraba sin borrar su sonrisa y ella esquivaba su mirada, de repente se para, ella lo ve confundida. Se le acerca serio, ella se asusta, hasta que la besa... Y se va. Ella no se mueve hasta dentro de unos minutos para salir corriendo tras suyo «¿Cómo me puede besar la mejilla e irse así?».
Cuando se para por fin, se le lanza en la espalda de él y le despeina el cabello, ambos sonríen, él le da vueltas sobre su espalda para después ponerse a caminar con ella encima, se detiene junto a un árbol. Nota que tiembla así que le pone su abrigo. Se quedan viéndose jadeantes, apoya él su mano sobre el tronco del árbol, ella lo imita colocando su mano sobre la suya solo que sin apoyarse.
Él quita su mano luego de un rato, así, viéndose sin incomodidad, solo que a ella le da que él sí se incomodo porque quito su mano. Pero no, luego toma su mano para colocarla sobre la suya, admirando la de ella que es pequeña, eso la hace sonreír, caminan así, agarrados de la mano, él juega con la pulsera que ella lleva, ella se apoya en su hombro.
—¿Vives lejos? —le pregunta, ya sentados en la misma banca apreciándose el rostro con agrado.
—No —dice dentro de poco.
—¿Vives solo?
Él echa atrás un mechón de su cabello— No —para de tal modo responder.
—¿Con tus padres? —le vuelve a preguntar.
Él le vuelve a mover el mismo mechón —No.
Ya le parece que le puede estarle molestando su interrogante — ¿Entonces?
Le quita otra vez el mechón para responder con simpleza—: Con mi hermano —quitándole otra vez el mechón.
Ella le sonríe, le da gracia cómo combate con su mechón rebelde que no quiere dejarse someter por él.
Eso a él lo apena, decide dejar el mechón en paz (dejarse ganar) para acomodarse de una forma en que le pueda ver mejor el rostro.
—¿Y tú? Vives con tus padres?
Ella se le acurruca más cerca— No —le sigue el juego de respuestas cortantes.
Eso a él lo divierte luego de darse cuenta —¿Con un hermano?
Le saca la lengua sorprendiéndolo— No —le contesta divertida.
—¿Entonces? —le acaricia la mejilla.
Tal acción la termina por sonrojar y contestarle de una vez —Con mi perrito.
Luego de eso decide acompañarla a su casa ya que es muy tarde, se encontraba las calles ya muy oscuras, al llegar se dirigen a la cocina.
—Taran —le sorprende ella con un pastel en manos. Se sirven para comer bien silenciosos, pues su platicar peculiar no se apreciaba, él se encontraba muy inquieto al estar junto a ella encerrados... Solos.
Aparece el perrito de ella sonando su campana del collar dirigiéndose donde ella la cual lo carga, él lo intenta acariciar pero casi le muerde, la mira con cara de "Tu perro no es muy amistoso, ¿verdad?" ella se tapa la boca divertida porque con ella sí que lo es.
Lo suelta, se les queda viendo con ninguna intención de dejarlos solos, a lo que aprovecha para darle un poco de pastel ganándose no la buena reacción del perro sino un manotazo de ella a su mano. La mira tipo: "¿Hey, qué rayos te pasa?" ella le dice—: Nunca has tenido un perro, ¿cierto?
Él algo confundido le contesta —No, ¿por qué?
Dejando lo serio a medias le contesta —Porque se nota. No habría vivido.
Dejándolo aun confundido recoge el desastre para irse a la sala a ver una película juntos después. Él sí que disfruta de ver su rostro, en todo el rato se deleitaba de ver sus reacciones con la película romántica y eso, solo hasta que empezó la pasión, trataba de mantener su mirada gacha pero cada que la subía para cerciorar de que ya hubiese pasado se percata de que aumentaba más la cosa, así que la apaga, ella se sorprende e incomoda, no ve nada al estar todo oscuro. Cuando lo vuelve a encender, la cosa estaba más subida de nivel así que lo vuelve apagar temblando.
Ella disgustada va a encender la luz, para quedársele viendo con las manos en las cadera en modo reproche, él no la miraba tenía la cabeza gacha. Se le acerca y se le para enfrente, pero ni así, no la miraba así que toma su rostro entre sus manos para sorprenderse de lo rojo que lo tenía. Él se zafa manteniendo gacha el rostro de nuevo. Se la vuelve a levantar, volviéndose a zafar, se aleja con el labio inferior temblándole le dice— Me-me voy —no llega bien a la puerta cuando le toma ella el brazo y le contesta— No. No ya es muy tarde quédate.
Se le intenta negar pero ella se lo lleva a la sala de nuevo tomada de su brazo. Ya en el sofá otra vez le abraza para quedarse así un rato mientras la pena se le iba bajando, se fue sintiendo cómodo y se fueron durmiendo plácidamente.
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