Nueva Navidad, Nueva Vida
Melissa Cliff nunca imaginó que su vida tomaría este rumbo. Desde niña, su amor por la ciencia la había empujado a esforzarse, a investigar, a cuestionarse todo, buscando respuestas en los rincones más ocultos de la genética y la biotecnología. A sus treinta y cinco años, había logrado todo lo que soñaba profesionalmente: tenía reconocimiento, publicaciones, y sus investigaciones habían revolucionado su campo. Sin embargo, su vida personal contaba una historia muy diferente.
Su esposo, Montgomery, había sido un compañero ideal al principio. Inteligente y ambicioso, él comprendía su pasión por el conocimiento y parecía compartir sus deseos de transformar el mundo. Pero con el tiempo, Montgomery nunca vio a Melissa como su esposa y empezó a verla más como una inversión. Sus intereses no giraban en torno a los avances científicos por el bien de la humanidad, sino en torno a la fama y el dinero que podía conseguir al lado de una esposa tan brillante. Cada proyecto de Melissa se convertía en un potencial negocio, cada logro un trampolín para él en el mundo de los negocios.
Montgomery presionaba constantemente a Melissa para que presentara sus avances en conferencias exclusivas, para que firmara contratos y colaboraciones que traerían dinero, aunque ella no tuviera ningún interés en ellos. La relación, "antes" basada en "amor y respeto mutuo", se volvió fría y transaccional. Melissa comenzó a sentir que vivía en una jaula dorada, y cada vez que intentaba hablar de sus sentimientos, Montgomery la minimizaba, diciéndole que no valoraba todo lo que habían construido juntos.
Una tarde, Melissa estaba en su oficina en casa, concentrada en los últimos resultados de su investigación. Estaba emocionada; había encontrado una conexión inesperada que podría llevar a un avance en el tratamiento de enfermedades hereditarias. Su trabajo estaba a punto de dar frutos, y se sentía más motivada que nunca.
De repente, Montgomery entró en la habitación sin tocar. Llevaba una copa de vino en la mano y un gesto de exasperación en el rostro.
—¿Otra vez trabajando, Melissa? Parece que no haces otra cosa. ¿Te has dado cuenta de que ya es casi de noche?— mirando al rededor.
—Lo sé, pero estoy a punto de cerrar un hallazgo importante. Esto podría ser un gran avance—sin levantar la vista de sus notas.
—Claro, claro, un "gran avance". Eso lo dices cada vez que te encierras aquí. ¿Y dónde están los resultados? ¿Dónde está el dinero? Porque hasta ahora, todo lo que veo es que te pasas horas encerrada, sin aportar nada concreto— con una sonrisa sarcástica
—Montgomery, este tipo de investigación toma tiempo. No es algo que se pueda medir en ganancias inmediatas. Si logramos validar esta hipótesis, podríamos estar cerca de una terapia que cambie vidas—Molesta.
—Melissa, tienes que ser realista. Nadie va a recordar un estudio más sobre enfermedades genéticas. Eso no es lo que mueve el mundo. La gente quiere resultados que puedan tocar, productos que puedan comprar. ¿Cuándo vas a entenderlo? —suspirando y tomando un sorbo de vino
—Esto no es una fábrica, Montgomery. No estoy aquí para "vender" ciencia. Estoy aquí para hacer descubrimientos que realmente importen. No todo en la vida tiene que ver con dinero— tratando de mantener la calma
—Ahí está el problema, Melissa. Eres demasiado idealista. Siempre has sido así, pero el mundo no funciona de esa manera. Los científicos que dejan una marca son los que saben jugar el juego, los que saben monetizar su trabajo. No entiendo por qué te resistes tanto a aceptar eso— burlándose
—¿Te has puesto a pensar en lo que yo quiero? He trabajado toda mi vida para llegar a este punto. Si puedo hacer una diferencia, aunque sea pequeña, eso es lo que importa para mí —exasperada
—Melissa, tú eres brillante, pero estás desperdiciando tu talento. Necesitas que alguien te guíe, y para eso estoy yo. Sin mí, estarías atrapada en algún laboratorio insignificante, haciendo investigaciones que nadie leería. Deberías agradecerme que me preocupo lo suficiente para ayudarte a ver el "panorama general" —con tono condescendiente
—No necesito que me "guíes", Montgomery. Sé lo que quiero y sé por qué estoy haciendo esto. No tengo que probarte nada—herida y frustrada
—¿De verdad piensas eso? Porque desde donde yo lo veo, sin mi apoyo, todo esto se vendría abajo. ¿Cómo crees que conseguiste esos fondos? ¿Por qué crees que las personas se interesan en tus proyectos? Es porque yo sé cómo presentarlos, cómo hacer que se vean atractivos —con una risa breve y sarcástica
—¿Crees que mi trabajo depende de ti? Me esfuerzo todos los días en cada experimento, en cada artículo. He llegado hasta aquí por mí misma— mirándolo con incredulidad
—Eres tan ingenua, Melissa. El mundo no valora la dedicación pura; valora los resultados, los beneficios. Tú eres buena con los tubos de ensayo, pero yo soy el que entiende el negocio. Y necesitas aprender a valorarlo— meneando la cabeza con una sonrisa
—Tal vez yo valore otras cosas, Montgomery. Cosas que no tienen que ver con dinero ni con poder. No todo el mundo quiere lo mismo que tú— respirando profundo
—Ahí está de nuevo tu falta de visión. Tú y yo podríamos ser una pareja de poder, Melissa. Podrías estar en la portada de revistas, dar conferencias en lugares exclusivos... pero parece que prefieres ser una simple investigadora en vez de una figura pública. ¿No ves que es una oportunidad única?— con una sonrisa condescendiente
—¿Una oportunidad para quién? Porque últimamente siento que todo esto es para ti, no para mí. No me escuchas. Te importa más el reconocimiento que el valor real de lo que hacemos— con firmeza
—Pues tal vez deberías pensar en cómo eso afecta a nuestra relación. Si no estás dispuesta a ver las cosas de forma más madura, no sé cómo vamos a avanzar— cambiando a un tono frío
—Tal vez no necesitamos avanzar, Montgomery. Tal vez necesitamos parar y pensar en qué queremos realmente. Porque lo que yo quiero es diferente de lo que tú quieres, y parece que eso no va a cambiar— mirándolo, decepcionada
—Entonces, es hora de que decidas qué es más importante para ti, Melissa. Puedes seguir jugando a ser la científica idealista o puedes aceptar que estás en este mundo para triunfar. Y, francamente, dudo que lo logres sola— arrogante
Melissa lo miró en silencio. Algo dentro de ella se rompió esa noche. La admiración que alguna vez había sentido por él se había desvanecido, y en su lugar quedaba una tristeza profunda y una sensación de agotamiento. Había llegado el momento de replantearse su vida, de preguntarse si realmente quería pasar el resto de sus días con alguien que la hacía sentir pequeña y subestimada.
En la noche de navidad, Montgomery la convenció de asistir a una gala científica organizada por una prestigiosa universidad. Melissa dudaba en ir; prefería trabajar en su laboratorio, donde encontraba una paz que ya no sentía en casa. Pero Montgomery insistió, mencionando que "conocer gente importante" podría abrirles nuevas puertas. Melissa, agotada, se dejó llevar y aceptó asistir.
Cuando llegó a la gala, se encontró en un ambiente lleno de científicos, empresarios y personas influyentes que buscaban causar una impresión. La gente que la rodeaba estaba más interesada en hablar de logros y premios que en la verdadera pasión por la ciencia. Fue en medio de esa atmósfera, mientras vagaba entre las obras de arte exhibidas, que Melissa notó a alguien distinto. Era un hombre de aspecto tranquilo, con una postura relajada y una mirada cálida que parecía desentonar con el resto del salón.
Ella se acercó, intrigada. Cuando él se volvió y la miró, Melissa sintió algo inexplicable. Se presentó con una sonrisa suave, diciendo: —Hola, soy Melissa Cliff—
—Midoriya Izuku— respondió él con una leve inclinación de cabeza —Encantado de conocerte, Melissa—
Izuku tenía una serenidad que Melissa encontraba cautivadora. A diferencia de los demás, no intentaba impresionarla ni presumir de sus logros; de hecho, no parecía interesado en hablar de sí mismo en absoluto. En cambio, le preguntó a Melissa sobre sus ideas, sobre su visión del mundo, sobre qué la hacía feliz. Ella, sorprendida, se encontró abriéndose de una forma que no recordaba haber hecho en años.
Izuku era neurocientífico, de origen japonés, y había llegado a Nueva York para una serie de conferencias. Melissa le habló de su investigación, pero también de su pasión por la ciencia y de cómo sentía que sus descubrimientos podían ayudar a las personas. Por primera vez en mucho tiempo, alguien la escuchaba de verdad, sin esperar nada a cambio, sin buscar una ventaja. Izuku le habló de su propia carrera, de cómo buscaba entender la mente humana no solo desde una perspectiva científica, sino también filosófica. Le habló de su amor por el arte y de cómo encontraba inspiración en la naturaleza, en el silencio y en la calma.
Pasaron horas sumergidos en una conversación profunda e íntima, mientras el resto del mundo se desvanecía a su alrededor. Hablaron de la vida, de las expectativas, de la presión, y Melissa se sintió comprendida de una manera que hacía mucho no experimentaba. Era como si Izuku le hubiera recordado quién era realmente, más allá de los títulos y de los logros, de las expectativas y de la presión de su esposo.
Al final de la noche, cuando la fiesta llegó a su fin, Izuku la acompañó hasta la salida. Se despidieron con una calidez que trascendía las palabras. Antes de marcharse, él tomó su mano suavemente y la miró a los ojos.
—Espero que encuentres lo que realmente estás buscando, Melissa. Todos lo merecemos—
Esas palabras quedaron grabadas en su mente. Al regresar a casa, Melissa se encontró a solas con sus pensamientos. La mansión que compartía con Montgomery se sentía fría y vacía. Esa noche apenas durmió, dándole vueltas a lo que sentía. Izuku le había mostrado algo que había olvidado: la libertad de ser ella misma, de buscar su propio camino sin las expectativas de nadie.
Los días siguientes fueron una mezcla de reflexión y valentía. Melissa comenzó a replantearse cada aspecto de su vida. Cada vez que Montgomery mencionaba un nuevo proyecto o intentaba presionarla para asistir a algún evento, ella sentía una distancia emocional creciente. Finalmente, un día, reunió el coraje necesario para enfrentarlo.
—Montgomery —le dijo en un tono que no admitía discusión —esto tiene que terminar. No soy una herramienta para tus ambiciones, y no puedo seguir viviendo así—
Montgomery reaccionó con sorpresa, intentando razonar y manipularla, pero Melissa se mantuvo firme. Sabía que, por primera vez en mucho tiempo, estaba tomando el control de su propia vida.
El proceso de separación fue complicado, lleno de momentos difíciles y desafíos, pero Melissa perseveró. Finalmente, fue libre. Se mudó a un pequeño apartamento en la ciudad, donde comenzó a trabajar en sus proyectos desde una perspectiva completamente nueva, sin las presiones ni expectativas ajenas.
Unos meses después, mientras paseaba por el parque, Melissa se cruzó con una exposición de arte al aire libre. En uno de los cuadros, reconoció algo que le recordó a Izuku: una obra que reflejaba paz, serenidad, y la complejidad de la mente humana.
No sabía si volvería a verlo algún día, pero una cálida sonrisa se dibujó en su rostro al recordar esa noche...
—¿Hermoso no es así?— Una voz conocida le hablo
—¿Midoriya?— volteo y ahí estaba el hombre sonriendo, llevaba un abrigo ligero beige y bebía un café —E-es un gusto verte otra vez—
—Eso debería decir yo... te miras más... brillante— sonreía mientras el humo del café le llegaba a la rubia —¿Quieres uno?—
—Sería descortés de mi parte decir que no— Izuku brindo por ello con su tasa y ambos caminaron a una cafetería cercana.
Ambos entraron y una chica les ofreció un lugar agradecieron y caminaron a su mesa, Izuku pidió la carta y se la entrego a Melissa, el sabía que volver a pedir solo era la rubia que debía escoger, la chica se retiro y en lo que la rubia escogía su bebida Izuku contemplaba las calles, con cielos cálidos, es Julio después de todo.
—¿Lista? Señorita Shield—
—Si— sonrió recibiendo una sonrisa de su acompañante —Ah y llámame Melissa—
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Dos meses y medio saliendo y la mujer se sentía muchísimo mejor que con su viejo antiguo esposo, decir que Izuku llego a su vida para mejorarla era decir muy poco. El le dio el complemento que ella pensó ya no tendría más.
Cosas pasaron y pasaron para bien, la estancia de Izuku fue para largo, la compañía para la que trabajaba y por la que le ofrecieron el viaje a Estados Unidos le pidió que se quedara más tiempo porque entre conversaciones y conferencias varías personas estaban interesados en hablar con él.
Por lo que se tramitaría una estancia más prolongada, esto ayudo al par a coincidir e irse conociendo más, todo el tiempo que salían no eran guiados por un entorno planificado, solo caminaban por las calles que Melissa conoce de memoria y conversan de todo tipo de cosas.
Desde lo profesional hasta lo más personal, Melissa siente en su corazón la misma felicidad casi infantil de la primera noche que hablo con Izuku, era impropio de una mujer de su edad y de su profesión pero, era algo hermoso de sentir, era 24 de Diciembre, Izuku se iba el 26 Diciembre de regreso a su país, por lo que ella aprovecho cada momento con el en esta relación, personal, profesional y sentimental.
Por lo que hacer esto... si esta bien.
Aunque apenada, estaba viendo su cuerpo en el espejo de su cuarto, usando un Baby Doll rosa y un conjunto de lencería a juego, era vergonzoso verse de esta manera, puede que se raro para alguien que estuvo casada, pero para alguien que no tuvo luna de miel ni intimidad en un matrimonio donde la única importancia eran los vienes materiales pues ya no es tan raro.
Contemplando su cuerpo notaba que el tiempo no había sido mala con ella, un trasero perfectamente redondo, muslos que podrían quedarse con el termino "carnosos" lo único que le preocupaba era su muy pequeña barriga y su cereza del pastel, sus pechos que hasta ella estaba consternada del tamaño, miraba todo su cuerpo tratando de darse ánimos por lo que iba a hacer.
Tocaron a su puerta, indicando que su esperado visitante acaba de llegar, se puso una bata blanca de laboratorio para darle un poco de diversión y también porque era la más cercana, con sus pies descalzos se encamino y en la mirilla de la misma veía a Izuku con unos chocolates de la marca favorita de Melissa, a ella se le enterneció el corazón por las acciones que Izuku hacía con tal de verla feliz.
Lo ama tanto.
Suspiro y dándose ánimos abrió ligeramente la puerta y se asomo viendo la cara de Izuku iluminarla con una sonrisa.
—Buenas tardes señorita, perdone la molestia, vengo buscando a una mujer hermosa ¿Ella estará disponible?—
—Conozco a una mujer hermosa pero no se si habla de la misma ¿Podría describirla por favor? —
—Por supuesto, tiene un cabello rubio como el oro, una voz tan melodiosa que los gorriones hacen silencio con el único propósito de dejarla hablar, un basto conocimiento que deja en ridículo a muchos estudiosos y unos tan azules y bellos que con solo verlos unos minutos quede fascinado de tal color, haciendome recordar la belleza de los cielos de primavera que hacen a mi corazón saltar de alegría— le sonrió viendo como la rubia se sonrojaba —¿La conoce?—
Melissa tomo al hombre por su abrigo y lo jalo dentro del departamento, una vez dentro y con la puerta cerrada lo abrazo hundiendo su rostro en el cuello del hombre, este correspondió acariciando su espalda y recostaba su barbilla sobre la cabeza de la mujer.
—Te amo tanto—
—Y tu decías que yo era un apurado hace un mes—
—Cállate—
—Cállame—
Melissa sin alejarse del hombre desprendió los botones de su bata dejándola caer a sus pies, Izuku cambio su mirada a una de sorpresa por el conjunto que ella llevaba, bajo su mano a la cadera de la mujer y ella respondió tomándola y guiándola a su trasero.
—Aprieta ~por favor~—
—Como gustes Melli—
Lo siguiente fue un gemido dulce a oídos de Izuku mientras amasaba el glúteo de Melissa, baja la otra mano y de forma descarada aprieta con más ganas ambos bollos de carne, Melissa atina a soltar otro gemido mientras de a poco desabotona la camisa de Izuku, depositando besos en su cuello, Izuku ayuda alejándose un momento de sus nalgas y se quita la chaqueta, lanza su camisa, volviendo otra vez su atención a su mujer.
Melissa deposito un beso en el cuello de Izuku antes de alejarse y llevarlo con ella a su sala, ella tomo asiento en su sofá invitando a Izuku a unírsele, Izuku en el camino se quito los zapatos y el pantalón, se acerco Melissa a paso firme, Melissa le sonrió y se recostó sobre el sofá,
abriendo sus piernas y extendiendo sus brazos.
Izuku se subió a sofá, se acerco a Melissa y se monto sobre ella, besando su cuello de forma amable, pasaba su lengua por el cuello, escuchando los gemidos de la mujer, ella abrazo con sus piernas y brazos a Izuku, aferrándolo con fuerza a su cuerpo.
—~Has un desastre conmigo~—
—Me queda claro el consentimiento— beso otra vez el cuello —Quítate el Baby Doll, no quiero que se dañe—
—Quítate tu también tus prendas—
Ambos se quitaron las ligeras prendas que ambos llevaban, besándose mientras pasaban sus manos por el cuerpo de su amado.
—¿Preparada?—
—Como siempre— se quito las bragas; Extendió sus brazos y abrió sus piernas —ven Izuku-sama—
Izuku se acerco y sin mediar palabras, recosto a Melissa en el sofa y con cuidado introdujo su pene en el interior de Melissa, Esta pego un grito que fue silenciado por un beso de Izuku, Izuku se dejo caer sobre Melissa, mientras arremetía contra su vagina, Melissa abrazaba a Izuku como podía, el éxtasis del momento hacía que sus brazos le temblaran
—Dios, tuviste piedad de mí~—
—¿Es acaso?—
—Si, considero que sea un regalo especial—
Izuku seguía empujándose dentro de Melissa que pese al dolor se acostumbraba por el gran placer que Izuku le propiciaba, ella soltaba pequeños gemidos mientras abrazaba con fuerza la espalda de Izuku, sintiendo por primera vez algo increíble y especial, de mientras Izuku se alimentaba del cuello de Melissa dando pequeños mordiscos, chupetones y lamidas que solo hacían que la mujer callera más ante este momento tan vivido con su novio.
Izuku, queriendo cambiar un poco, le dio la vuelta y ahora Melissa se encontraba en cuatro, aún recibiendo del pene de Izuku, Melissa siente como Izuku la toma por sus caderas y sigue presionando contra ella. En un impulso Izuku presiono la cabeza de Melissa contra la almohada del sofá donde ella estaba recostada
~Ahh~ ~Ahh~ ~Ahh~
Los gemidos de Melissa recorrían la habitación, siendo ligeramente silenciados por la almohada, ella amaba este momento, abrazando con sus entrañas el momento en su corazón y cuerpo bajo. Melissa saco a Izuku de dentro suyo, empujo a Izuku sobre el sofa y se dedico a darle una felación.
Pasaba su lengua con amabilidad, pasando cuidadosamente por la base y una parte de la longitud total, acostumbrándose de a poco al sabor.
Al principio, manteniendo su mirada fija en la cintura de Izuku, Melissa cautelosamente permitió que solo entrara una pequeña parte de su largo miembro. Estaba tratando de entender cuánto podía aguantar sin sentirse abrumada. El sabor era extraño y con cada movimiento de sus labios y lengua alrededor de él, una sensación extraña recorría su cuerpo, especialmente su propia entrepierna al sentir que volvía a humedecerse.
Al levantar la mirada esta vez hacia el rostro de Izuku, pudo notar cómo dejaba escapar suaves suspiros de placer cada vez que sus labios se cerraban más o cuando su lengua rozaba un punto sensible.
—Ah ~ Melissa, lo estás haciendo muy bien... No puedo creer que esta sea la primera vez que haces esto— dijo con la voz quebrada, disfrutando de cómo la boca de Melissa se sentía cálida y apretada alrededor de su erección.
Melissa, aún sin entender del todo lo que significaban sus palabras, pensó que tal vez estaba disfrutando de lo que ella estaba haciendo con su miembro dentro de su boca. Motivada por escuchar lo que parecían ser elogios, comenzó a chupar la punta de su erección con determinación. Sus movimientos, aunque torpes e inexpertos, comenzaron a volverse más decididos, sus labios se deslizaron lentamente por una pequeña parte de la longitud del miembro mientras su lengua seguía el contorno, rozando suavemente cada vena. Aunque su boca comenzaba a cansarse, su mandíbula tensa por el esfuerzo, Melissa no se detuvo. En su mente, se sentía un poco extraño, pero también divertido. Izuku, por su parte, todavía sosteniendo firmemente la cabeza de Melissa, comenzó lentamente a guiar sus movimientos, marcando un ritmo más constante. Conducía la cabeza de Melissa hacia arriba y hacia abajo, introduciendo y sacando repetidamente una pequeña parte de su erección de su boca.
La habitación se llenó con el sonido húmedo y rítmico de Melissa chupando la erección, mezclado con los jadeos cada vez más audibles Izuku. Sus gemidos eran cada vez más frecuentes, más intensos. Cada vez que su entrepierna se deslizaba entre sus labios, parecía perderse más en el placer que le estaba ofreciendo.
Poco a poco, la respiración del hombre se hizo cada vez más pesada, y con cada segundo que la boca de Melissa jugaba con la punta de su entrepierna, su necesidad de llegar al clímax se hacía más urgente, casi insoportable. Así, con la mente completamente nublada por el placer, soltó la cabeza de Melissa y dirigió ambas manos a la base de su cabello, enredando los dedos con fuerza en sus mechones. Sin previo aviso, los bajó bruscamente haciendo que Melissa agachaba la cabeza por completo, abriendo los ojos al sentir cómo su erección se había hundido aún más en las profundidades de su boca, hasta tal punto que la punta rozaba ligeramente el borde de su garganta.
—....! — un sonido ahogado de sorpresa escapó de sus labios, mientras todo su cuerpo se tensaba.
Ese movimiento repentino y abrupto la tomó completamente desprevenida. Una oleada de arcadas la invadió de inmediato y su respiración, ahora errática, la obligó a concentrarse únicamente en inhalar y exhalar por la nariz, tratando de obtener el aire que necesitaba desesperadamente.
La erección que se extendía hasta rozar ligeramente su garganta le daba una sensación de asfixia que claramente no podía soportar. Instintivamente, Melissa trató de apartar la cabeza, buscando un respiro, una pausa, pero el hombre no se lo permitió. Su agarre de las coletas era firme, controlando cada intento inútil de ella por alejarse. Ella estaba completamente a su merced, incapaz de detener lo que estaba sucediendo. la cabeza obligada a inclinarse hacia abajo, la hacía sentir impotente, incapaz de hacer nada para detener lo que estaba sucediendo.
Para su alivio, aflojó ligeramente el agarre de sus cabellos, permitiéndole apenas levantar la cabeza. Melissa aprovechó el breve respiro para inhalar bruscamente, llenando sus pulmones de aire. Pero antes de que pudiera recuperarse por completo, él la empujó hacia abajo de nuevo, forzando su erección de nuevo en su boca hasta donde pudo. El hombre retomaba los movimientos verticales de la cabeza de Melissa, pero ahora con un ritmo mucho más rápido y agresivo.
—¡G-GHHMMMMMMMMNNEE! ¡G-GHHMMMMMMMMNNNEE!— Trató de "rogarle al hombre que se detuviera", pero sus súplicas quedaron atrapadas en su garganta.
Ignorando los gemidos de Melissa, no se detuvo. Cada embestida se volvía más salvaje. Con cada empuje de sus caderas, él se acercaba más al límite del placer que podía soportar. Sus jadeos se hicieron más fuertes, resonando en la habitación, mientras su cuerpo se tensaba de la cabeza a los pies. Sus músculos se contrajeron y el calor dentro de él comenzó a desbordarse. Con una última embestida firme, sujetó la cabeza de Melissa contra su cintura presionándola hasta el fondo.
—M-Melissa... No puedo más... ¡A-Aahhhhh!—
—¡...!—
Finalmente, con un fuerte rugido, se corrió con todas sus fuerzas.
Su cuerpo se estremeció con una serie de intensos espasmos, liberando toda su esencia dentro de la boca de Melissa. Ella no pudo hacer absolutamente nada para evitar que el líquido caliente se deslizara suavemente por su garganta. Instintivamente, Melissa trató de tragarlo todo lo más rápido posible, pero debido a que la cantidad que salía de la entrepierna del hombre era más grande de lo que podía imaginar, en solo unos segundos pudo sentir que volvía a perder el aire de sus pulmones.
—Oh Dios... perodoname.... ¿Melissa?— Izuku vio a su novia terminando de asimilar todo.
—Vaya... eres alguien intenso— se limpio y se monto sobre Izuku —Gracias amor—
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—Estoy cansada— se desplomó sobre Izuku, este sonrió y se la llevo a la habitación.
Izuku luego se acostó con ella, puede que no fuera demasiado tiempo pero, pasarlo así con su novia fue un gran regalo de nochebuena, la abrazo y apego a su cuerpo, Melissa sonrió y supo que su pequeño cometido, se apegó más adorando el momento, puede que se vaya en un día pero, un vuelo a Japón para año nuevo es algo que se avecina.
Izuku había sido un catalizador, un encuentro breve pero profundamente significativo. Aunque él no estaba a su lado, había dejado una huella en su corazón, ayudándola a recordar quién era realmente y lo que quería en la vida. Y así, Melissa continuó su viaje, sabiendo que, aunque el futuro era incierto, ahora tenía la libertad y el coraje para vivirlo a su manera. Juntos.
Fin
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Bueno aquí termina esto.
Tercer año con Melissa como protagonista de la navidad. Yeah.
Y ya Adiós felices fiestas
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