16. Despedir


Despedir


La última pesadilla hizo que Namjoon titubee sobre sus siguientes movimientos. Estaba claro ahora que Jungkook estaba atrapado y no por lo que había dicho Seokjin, sino porque él no pudo controlar lo que pasaba en el sueño. Volvió sobre las anotaciones de Jungkook:

-Los trotasueños pueden manipular el sueño, incluso pueden usar esto a favor para obtener el favor del soñador...

¿Cómo sabía Jungkook sobre esto? ¿Será que Hoseok se lo enseñó? ¿O será que Seokjin transfigura, en consonancia de las preferencias del soñador, para obtener lo que quiere? ¿Qué sería lo que deseaba el trotasueños?

Antes de actuar impulsivo, se cercioró de no parecer ansioso por irse de la reunión con Jimin, Yoongi y Kihyun. Había asistido apenas porque no pudo cancelarle a su amigo y mal que mal pudo obtener respuestas vagas sobre Jungkook, pero que le dejaron claro que este no había compartido sobre sus sueños. No mucho pudo continuar la conversación, no obstante, porque el ánimo de aquella velada era otro.

Se excusó cuando quedaron solos con Kihyun, porque tener sexo ahora simplemente no estaba ni cerca de llamarle la atención. El chico no pareció molesto y lo dejó escapar antes que Yoongi y Jimin volvieran de la tienda. Le agradeció y fue hasta su departamento.

Una vez allí, escribió:

Espero no preocuparlos y que nunca deban leer esta nota, pero si no he despertado...

Le pareció correcto dejar una explicación por escrito de que no era un suicidio así sin más. Pero abolló el papel, lanzándolo al suelo sin fijarse, apenas lo terminó porque ser sentimental no era adecuado cuando debía estar concentrado para meditar y dormir.

Tenía las pastillas de Jungkook, las que halló caídas bajo la cama, con las que conseguiría dormir más horas. Había calculado la dosis y rezó porque su estado más saludable que el de Jungkook, en sus últimos días antes de la sobredosis, ayudaran a su tarea. Además, otra entrada en el diario de Jungkook explicaba que el trotasueños tenía dificultades de actuar cuando el humano estaba bajo la influencia de sustancias y habiendo bebido un par de tragos con sus amigos, y más las pastillas para dormir, tendría algo similar a un escudo contra la influencia del ser de sueños.

Se recostó en la cama, no hallando una posición cómoda hasta que reagrupó las almohadas y se dejó caer en ellas admitiendo para sí el nerviosismo que le impedía concentrarse y despejar su mente. Había tanto que podría salir mal, y a la vez, otra voz suya le decía que lo que estaba intentando era una soberana estupidez. Insistía la idea de que podría sí ser una casualidad, que el que Jeon Jungkook mencionara el nombre de Seokjin podía deberse a un conocido suyo. Y que haya tenido visiones de su vecino pidiéndole ayuda, y aquel sueño en el teatro, anteriormente al del cine, también podía ser sugestión. No obstante, conocía esa batalla entre la mente y el corazón, siendo este último que le exigía que haga caso a su desatendida intuición o corazonada, y duerma.

Olvidando un momento las preocupaciones, pensó en Seokjin, restándole las percepciones negativas de las pesadillas, y un calorcito familiar le hizo cosquillas en la piel. Será que la distancia solo consiguió confirmar cuánto desea y quiere estar con Seokjin; y esto lo llevó a darle una última oportunidad de que explique qué diablos sucedía en el terreno de los sueños.

La ventisca del lugar obligó a que se ajuste la chaqueta. Seguía estando muy desabrigado para el clima, sobre todo porque llevaba pantalones cortos. Las pisadas sobre el agua escarchada salpicaban sus zapatillas y tuvo la mala suerte de dar con un charco por lo que siguió andando con una de sus medias empapadas. Soltó el aire viendo su aliento condensarse por el frío. A lo lejos, vio un árbol sin hojas y no se acercó a él porque no quería manchar esa memoria con la pesadilla que presentía llegar.

No se equivocó, puesto que no pasó demasiado cuando una manada de lobos salió de la nada y comenzó a perseguirlo. Él corrió tanto como sus piernas congeladas le permitían, esquivando las ramas de los árboles —que hasta hace un instante no estaban allí— y salió a un claro donde el sol lo cegó y lo acaloró. Tanto por la huida como por el clima repentinamente cálido, Namjoon debió quitarse la chaqueta y secarse el sudor de la frente.

—No te pongas tan cómodo. —Fue la voz de Seokjin, ácida.

Namjoon encontró al trotasueños más allá en el campo y aun con el pavor que le daba acercarse no dejó de avanzar. Seokjin estaba de rodillas junto a un ave negra que estaba herida con una flecha atravesada en el pecho y clavándola al suelo. Hizo una mueca de asco, lo que provocó la carcajada de Seokjin, solo que no había alegría en tal sonido.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Namjoon cuando vio al chico de sus sueños encorvarse sobre el cuerpo del ave, y cuando levantó el rostro en su dirección jadeó horrorizado por la sangre escurriendo de sus labios y los ojos brillando con gula perversa.

Para no vomitar, sintiendo las náuseas atormentarle el estómago, Namjoon desvió la vista y peor para él, puesto que el ave ahora era, ni más ni menos, que Jeon Jungkook. Su vecino yacía inconsciente, con las manos atadas y ensangrentadas por, al parecer, querer liberarse. Tan ilógico como parecía esta escena, no dejó de impresionarlo.

—¿Qué te hace creer que te debo explicaciones?

—Seokjin...

Y parpadeó para encontrarse en su cuarto, sobre la cama. El mareo que sufrió al abrir los ojos lo hizo doblarse sobre el borde para echar fuera el vómito, solo que erró en sostenerse y cayó al suelo. Se quedó mirando el techo hasta que este lentamente se cubrió de nubes y llovió, mojando todo el cuarto.

—Anda, levántate —decía alguien, solo que Namjoon no podía coordinar sus movimientos por lo que manoteó al aire.

Cerró los ojos cuando las punzadas en sus sienes, como de una resaca atroz, vinieron a él haciendo que jadee. La lluvia no menguó, por lo que se cubrió con los brazos, todavía sin saber si estaba soñando o si era una alucinación.

—Namjoon, despierta. ¿Despertar? Ah, por supuesto, no es eso lo que quieres, sino ¿por qué tomar estas pastillas? ¿Acaso aprendes por las malas que no debes desaprovechar la oportunidad de gracia de un trotasueños?

—Jungkook... —susurró cuando le sostuvieron el rostro y le metieron más pastillas a la boca. Buscó escupirlas, ahogándose por el agua llovida que se colaba en su boca, nariz, pero unas manos —sus propias manos— le impedían otra cosa que no fuera retenerlas.

Las tragó, sosteniendo el frasco de pastilla en la mano.

—Él tampoco quiso irse al principio, y cuando lo descubrió fue tarde.

—Seokjin...

—De él estoy hablando, ¿de quién sino? Si tu amiguito no te importó antes, ¿por qué lo haría ahora? Es una causa perdida, lo has notado y debes dejarlo ir.

—No.

—¿No? ¿Y acaso crees que tienes otra opción?

Cuando volvió a abrir los ojos, que no sabe en qué momento cerró, se hallaba a un lado de la cama, en el suelo, con el pastillero abierto y las píldoras caídas. No había lluvia. Se sintió drogado, si es que podía adivinar cómo era aquello, pero la sensación de tener la lengua almidonada, los párpados pesados y pensamientos aletargados no la conocía hasta ahora. Además de las náuseas que se calmaron cuando tosió el vómito y cayó de espaldas.

—Vuelves pronto.

—No me iré sin... sin...

—¿Sin mí? ¿Seokjin? A mí a quien has rechazado porque te asustó enterarte de lo que es realmente.

—¿Y qué es? —dijo con más bravura de la que sentía, y de la que podía demostrar cuando estaba tirado de lado en el suelo, ¿o era gramilla?, y con rastros de vómito encima. Detrás de sus párpados, la luz del sol se bloqueó por una sombra.

—¿Qué es? Fácil: tu muerte, mi salida.

Pero Namjoon reunió todas sus fuerzas, sosteniendo en su interior la memoria de todo lo que importaba —sus seres amados, la salud de su vecino, la verdad sobre su amor— y enderezó el cuerpo, abriendo los ojos para dar con quien sea que le hablaba, ya no escuchando la voz de Seokjin.

Y entonces lo vio, y el terror fue risa para la presencia ante él. La figura, que Namjoon no podía determinar si era femenina o masculina porque ni su voz ni su apariencia era posible de encasillar en algún punto referencial, se movió a un lado y el cuadro empeoró cuando vio a Seokjin recostado en el suelo.

—¿Quién eres? —los brazos, que sostenían su cuerpo sentado, temblaban.

—¿Hace diferencia alguna que sepas quién soy o qué soy?

—Eres un trotasueños —intentó, pero su atención se enfocó en Seokjin y en cómo no veía su pecho subir y bajar. Le preocupó pensar que no respiraba.

—Lo era, pero no viene al caso mi condición. Insisto, esto no es tu asunto y no debió nunca serlo, ni llegar a estas instancias. Sin embargo, no puedo desaprovechar la oportunidad

—Él es mi asunto —farfulló, queriendo ir hasta Seokjin, pero cuando la figura encapuchada se volvió en dirección del trotasueños y con un movimiento lento hizo que este se retorciera, aullando de dolor, consideró que era mejor mantener el foco en sí mismo.

—Él es un necio, alborotador —replicó, alisándose la túnica gris y dejando a Seokjin quieto. Cruzando los brazos tras la espalda en una postura recta, que denotaba en esto un porte pretencioso pese a sus ropas deshilachadas, siguió. Había en sus comisuras bajas el desprecio justo para que Namjoon se sintiera como un insecto—. Su oportunidad fue servida en bandeja y la perdió. Tanto daño hizo ya, ¿cómo es que se detuvo ante tal insignificancia?

—Él no ha hecho nada —defendió, mas cambió el tema—. ¿Y Jungkook?

—¿Te refieres al otro humano que también se involucró con uno de los míos? Otro caso perdido, pero en beneficio mío. Ahora, las pérdidas serán más cuando me encargue de todos los cabos sueltos y salga al exterior.

Namjoon no supo a qué se refería, así que siguió otro hilo de conversación para desviarlo de Seokjin.

—¿Pérdida? Jungkook está por despertar.

La figura encontró gracioso este comentario del humano y torció la boca en una sonrisa repleta de dientes astillados. Repulsivo.

—No creo que las leyes permitan otro...

—¿Qué leyes? Hablas de sueños, ¡solo soñamos! —interrumpió.

La mirada furibunda del extraño ser ante Namjoon hizo que se replantee por qué es que decidió enfrentarse a una criatura que ni el mismo Seokjin, que es un ente mágico en sí, pudo plantarle cara y salir victorioso.

—Ustedes, soñadores, y sigo sin saber por qué, cruzaron los límites y una vez hecho están bajo la justicia de este mundo.

—¿Qué habría de malo en que estemos juntos? ¿Qué afecta si yo le ofrezco mis sueños y él me regala su compañía? —tragó la confesión, porque esta debía oírla Seokjin, solo él.

—¿Romper el orden establecido, tal vez? ¿Para qué? —Interroga sin amabilidad, al contrario, tal como una acusación—. ¿Tanto lo vale este infractor?

—Él no es prisionero, es libre de hacer lo que quiera —masculla, preocupado de que si enfoca la conversación en Seokjin este monstruo de pesadilla vuelva a arremeter contra él y acabe con lo que inició—. ¿Quién eres tú para imponer un orden?

La criatura se transformó del androgismo; mostró su terrible dentadura e hizo que a Namjoon los vellos de la nunca se le ericen. Era tan horrible la visión que solo el morbo lo obligaba a verlo, mismo si se le retorcía el estómago. Sentía asco y un miedo de muerte, pero se puso de pie, sin intención de dar marcha atrás.

—Soy un desterrado, pero esto ya no importa —al no comprenderlo, Namjoon dejó que siga hablando—. Saldré, seré como tú. Y ya que Seokjin negoció por el otro humano, servirás como mi canal de pase. Él no creyó que te importarías, aunque le aseguré que el... amor vuelve idiotas a los humanos —escupió—: y a los de mi pueblo también, por lo que veo.

—Eso no es posible, tú eres un producto de mi imaginación... —pero hasta él dudó de lo que decía.

—Convéncete de lo que quieras, si hubieras permitido la llegada a este —señaló a Seokjin, que comenzaba a removerse como si fuera a despertar—; te lo habría dicho, sin embargo, lo expulsaste y fue mi fortuna escuchar su conversación con el otro infractor. Los aceché hasta que pude aturdirlos e impedirles que me detengan. Sus patéticos sentimientos los detuvieron de avanzar, pero yo no tengo ninguna razón para no salir.

—¿Cómo? ¿Pueden salir?

—Claro que podemos, solo que no es un proceso bonito si no te lo has ganado —explicó, con una falsa ternura. Seokjin pareció empequeñecer y apretar los puños, solo que Namjoon no podía notarlo porque estaba procesando lo dicho.

La angustia que sintió Namjoon al pensar en que Seokjin había acudido a él para contarle algo como esto que no había siquiera cruzado por su mente fue inmensa y lo cubrió como una tormenta. Pensó distraídamente que a Jungkook sí se le ocurrió tal posibilidad. Su vecino había estado tras la pista de cómo sacar a un trotasueños de los sueños, ¿será que Seokjin se lo dijo a su vecino y por esta razón tomó aquellas pastillas? No, si algo retuvo a Jungkook de despertar había sido este ente, según decía. Entonces, ¿cómo?, ¿qué significaba ser canal de pase?

Daba igual, sabía que si cedía el mínimo espacio esta criatura rasgaría, al parecer, el velo onírico y se transformaría en una presencia humana como él. Y si él permitía que esta cosa saliera al mundo real, al despierto, sería un peligro para todos.

La culpa le daba picotones en la espalda, porque si había llegado a este punto crítico fue por mero encaprichamiento. No, no así. No fue tan banal el deseo que lo empujó a cometer un acto casi suicida para rescatar a Seokjin y a Jungkook. Ojalá hubiera acudido en rescate antes, no tan tarde. Pero tuvo que convencerse y confiar en su corazonada, y esta le repetía en susurros que no podía callar que está enamorado del ser de sus sueños. Lo está y no puede simplemente darle la espalda. Incluso aunque lo pierda. Menos cuando sabe que Seokjin intentó salvar a Jungkook y se expuso a esta bestia porque se preocupaba por él. Porque incluso si Namjoon desconfió de que sea el responsable de lo que le ocurrió a Jungkook, Seokjin intervino en favor suyo.

Y se lo debe, pero no hace esto por saldar deudas. Lo ama con intensidad, y si es necesario que se entregue él en trueque a Seokjin lo hará.

—No debe ser grato ser un prisionero —provocó Namjoon, disfrutando brevemente del siseo que la criatura emitió.

Estaba más allá de poder detenerse. Si quería que Seokjin tuviera oportunidad de salvarse debería dejarle margen a que se recupere. Ya lo notaba más tenso, como si estuviera atento a la conversación, aunque podría ser apenas la esperanza de Namjoon.

—Soy un esclavo de este mundo, como lo somos todos —brama la criatura grotesca, mientras los ojos acuosos disparan miradas lujuriosas a Seokjin que permanece en el suelo, aunque Namjoon presiente que está volviendo en sí a cada segundo—; tu visitante de sueños lo es también, y no sé qué tan inteligente ha sido desafiar su condición de trotasueños. Una pena, podría haberme divertido con él, pero no perderé más tiempo.

—Él no es un esclavo, no lo será nunca —defiende Namjoon con ninguna certeza—, no te entrometas en su vida sino...

—¿Que no me entrometa? Por favor, humano inútil. Pensé por un instante hacer la marcha fácil para ti, pero, si insistes, puedo darte una lección.

—¡Vete de una buena vez!

Camina un par de pasos, cortos. No quería alterar el ánimo de la criatura más de lo que ya lo estaba, pero debía comprobar que Seokjin estaba bien. Eran visible en las mejillas de Seokjin un leve rubor, y a Namjoon se le partió el corazón de verlo en ese estado, de tener que renunciar a él. Aunque no estaba confiado en ganar esta pelea, se esforzaría por presentar batalla hasta que sus energías se agoten. Y al ver al ser de pesadillas arremeter contra él, se preparó para el dolor.

—Si supieras lo que dices, no te atreverías a alzarme la voz.

Cerrando los ojos, Namjoon espera el golpe. Nunca creyó que estaría ante una situación como la de ahora. Nunca pensó en la muerte como algo que enfrentar, sino como algo que llegaría hasta él para tomarlo en sus brazos. Pero no piensa en él cuando siente a la muerte cerca, sino que hay una preocupación de los que quedan vivos que lo envuelve en un halo de arrepentimiento por no poder despedirse, por hacerles pasar por la tristeza de la pérdida.

La criatura soltó un sollozo espantoso, y Namjoon recordó que sus emociones, intensificadas, también afectaban a los trotasueños. Tal parece que funciona hasta en los seres de pesadillas, aunque no confía en que este lamento le haga cambiar de opinión y lo deje vivir.

Armándose de coraje, abre los ojos y suelta un grito de sorpresa. Seokjin se encontraba reteniendo a la criatura en el suelo, siendo su cuerpo sacudido por la salvaje fuerza con la que intenta soltarse el ente. Quiere acercarse, solo que los ojos de Seokjin lo detienen. Ve en ellos la misma resignación y el desconsuelo que siente en los suyos de saber que este es el adiós.

La criatura es más poderosa, y el trotasueños está herido, pero aun así se las arregla para decirle lo que tanto había —irónicamente— soñado decir:

—Te amo, Kim Namjoon —suelta Seokjin, haciendo que Namjoon deje correr las lágrimas que no sabía que retenía—. Pero debes irte. Despertar.

Y alzando una mano, el trotasueños apunta a Namjoon y este se siente ido y sin poder aferrarse a la imagen onírica. Ni siquiera pudo corresponder la confesión y se hunde en la negrura de la inconsciencia.












Nota:

Sigue un epílogo y un par de extras.

Calculo mal las partes siempre, loco, no sé por qué jaja

:)

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