2 - Mi jaula de cristal

La pequeña se miró al espejo y sonrió al ver el vestido nuevo que su madre encargó a una de las mejores modistas infantiles del país.

- Se ve muy bonita, señorita (Tn). -le dijo la sirvienta tras de ella colocandole los botones de la espalda.

(Tn) - ¡Gracias!. -dijo entusiasmada. - Tú también eres muy bonita.

La sirvienta sonrió de forma tierna por la actitud tan cercana de la pequeña, una actitud que le sorprendió en sus primeros días trabajando para ella. Pensaba que al asignarla como sirvienta a una niña de su clase, se enfrentaría a la típica chica de noble arrogante. Pero muy lejos de la realidad fue cuando conoció a la pequeña, la cual la recibió con una sonrisa en su primer día.

- ¿Qué perfume deseas usar hoy?

(Tn) corrió hasta el estante de su vestidor y abrió las puertas de cristal observando los múltiples frascos de perfume.

(Tn) - ¿El qué trajo papá de Milán? - preguntó confusa.

-Hoy ve a su nuevo amigo, ¿verdad?. -le preguntó poniéndose a su lado mientras la pequeña asentía. - En ese caso, puede usar el mismo perfume siempre que vaya a verlo, así la asociará a ese aroma. -le explicó tomando un frasco de color azul con un detalles blancos. - Puede usar este griego, fresco y ligero.

(Tn) - Oh... ese entonces. - sonrió acercándose a ella.

La mayor sonrió con ternura y le puso unas gotitas en las muñecas y cuello.

(Tn) - Ah... que bien huele... -susurró oliendo el perfume. - ¡Ponte tú también!.

- No sería correcto, pero muchas gracias, señorita. -sonrió dejando el frasco.

(Tn) - ¿Por qué no sería correcto?.

- Soy su sirvienta, no puedo usar sus perfumes.

(Tn) - Pero yo te dejo.

- Son normas. -sonrió ante su insistencia. - Pero gracias, señorita (Tn).

(Tn) - No entiendo esa norma... -musitó. - Hay muchas normas raras que no entiendo aún...

- ¿Cómo cuáles?.

(Tn) - Qué no se me permita salir a la ciudad. -susurró. - La mansión es grande y tiene muchos lugares bonitos, pero...

- ¿Te gustaría explorar la ciudad, verdad?. -la pequeña asintió. - Es peligroso, señorita... eres famosa por ser la hija de uno de los mayores hombres de negocios del país... es muy peligrosos. Si sales irías acompañada de guardias.

(Tn) - Entiendo... -susurró apenada.

La mayor sonrió y se inclinó ante ella. - Ya mismo viene tu nuevo amigo, ¿bajamos ya al salón?.

La niña asintió con una ligera sonrisa y ambas fueron al salón principal de la mansión, lugar donde ya se encontraba su hermano mayor Shanks y sus padres.

- Que bonita te ves con ese vestido, cariño. -le dijo su madre con una sonrisa.

Shanks - Pareces una pastel. -dijo riendo.

(Tn) - ¡Hey!.

Shanks siguió riendo mientras su padre lo reñía.

(Tn) - Tú siempre vistes pantalones negros . -se cruzó de brazos quejándose. - Yo también quiero.

Shanks - Pues ponte uno. -dijo con indiferencia.

- Los vestidos son para las señoritas, (Tn). - le dijo su madre.

(Tn) - Pero...

- Señores. -dijo el mayordomo entrando al salón. - El señor Outlook y su familia ya llegó, ¿los hago pasar?.

- Por supuesto. -le dijo dando fin a la conversación de la pequeña.

Shanks - Hey. -le dijo en tono bajo a su lado mientras Outlook y su familia entraba al salón. - Después te dejo uno.

La pequeña sonrió emocionada y asintió con ilusión.

Outlook - Qué lugar más hermoso, señores (Ta). -dijo con una sonrisa estrechando la mano del señor (Ta).

Didit - Sin dudas tienen un gusto exquisito.

- Gracias por vuestras palabras. -dijo el mayor. - Señor Outlook, ¿desea tener la charla en mi despacho?.

Outlook- Por supuesto.

- ¿Y usted desea acompañarme a la terraza a merendar con nuestros hijos?.

Didit - Sería un placer acompañarla. -sonrió.

(Tn) se acercó a Sabo sorprendiendo al pequeño por su curiosidad.

(Tn) - ¡Hola!. -saludó alegre. - ¿Quieres que te enseñe mi lugar mágico?.

Sabo - ¿Lu-lugar mágico?. -preguntó confuso.

La pequeña asintió y miró a Didit sin borrar su sonrisa.

(Tn) - ¿Puede Sabo venir conmigo? Luego vamos con vosotras a merendar.

Didit - Por supuesto, señorita (Tn).

Los ojos de la pequeña brillaron de alegría y tomó a Sabo de la mano sorprendiendo aún más al pequeño, quien de los nervios y de la presión que sentía en ese momento comenzó a sudar.

(Tn) - ¡Vamos, vamos! -dijo comenzando a correr tirando de él.

- ¡(Tn) con más calma!. -advirtió la madre. - Disculpad... mi hija estaba muy emocionada con la visita de vuestro hijo.

Outlook- Me alegra mucho que sea así. -dijo intentando esconder su satisfacción al oír aquello. - Espero que se hagan buenos amigos.

Shanks miró al hombre mientras que junto a su padre se dirigían a su despacho.

- Shanks, acompáñanos. -le dijo su madre.

El pelirrojo asintió y siguió a ambas mujeres hacia la terraza.

Mientras tanto...

Sabo separaba sus labios al contemplar el inmenso jardín que poseían aquellos nobles. Un lugar que parecía de un cuento mágico, lleno de árboles, flores y fuentes, pero había un lugar que llamó su atención completamente.

Una gran cúpula de cristal con esqueleto plateado. En su interior se podían ver hermosas flores exóticas, un pequeño río producido por una de sus fuentes y algo en su interior moverse.

(Tn) - Este es mi lugar mágico. -sonrió acercándose a la puerta de cristal. -Ven.

Sabo se acercó a ella sorprendido por el lugar y ambos entraron a aquella cúpula con cuidado y con la pequeña cerrando la puerta rápidamente.

(Tn) pasó al interior seguida por Sabo, quien se sorprendió al ver como hermosos pájaros de muchas especies y colores se acercaban a ella revoloteando y piando.

(Tn) - Os presento a mi nuevo amigo. -les dijo con un tono dulce y bajo que llamó la atención del rubio. - Se llama Sabo, es tímido pero es muy buen chico.

Un pájaro de color azul oscuro se posó en su dedo índice y la pequeña se lo acercó al pequeño, quien se sorprendió por la confianza y familiaridad que tenían aquellos animales con ella.

(Tn) - Te dice hola. -dijo sonriendo.

Sabo miró a la criatura, un pájaro tan hermoso que no pudo evitar no separar sus labios observándolo.

Sabo - Qué lindo es...

(Tn) - Son muy bonitos... - susurró. - Me gusta venir aquí a leer o cuando me siento triste. -confesó llamando la atención del pequeño.

Sabo - Pero... es muy triste para ellos estar aquí encerrados, ¿no?.

La pequeña lo miró y observó todo el lugar.

Sabo - Es bonito, muy grande y se nota que están muy bien cuidados... pero... no son libres...

Ella bajó su mirada hacia él pájaro posado en su dedo, el cual la miraba ladeando la cabeza.

(Tn) - Puede que me guste tanto este lugar porque me siento como ellos. -susurró sorprendiendo al niño. - Encerrada en una jaula bonita... ellos son mis únicos amigos junto a Shanks...

Sabo - Yo... yo también me siento así... -susurró.

La pequeña lo miró y sonrió tierna.

(Tn) - ¿Tienes amigos?.

Sabo asintió bajando su mirada. - Pero a mis padres no les gusta y tengo que verlos a escondidas... ¿tú no tienes más amigos?.

(Tn) - No... conocí a más niños de mi edad pero no me gustan... Los últimos que conocí me daban miedo. -susurró. - Eran muy agresivos, en especial un niño del pelo azul...

Sabo - Este mundo es difícil...

(Tn) - Si... aunque tú no eres como ellos. -sonrió. - Me gustaría ser tu amiga.

Sabo - Tú tampoco pareces ser la niña noble insoportable que creía.

(Tn) - Buuuuu... ¿cómo que creías?.

Sabo rió al ver como inflaba sus mejillas molesta por su comentario.

(Tn) abrió sus ojos al verlo reír, siendo esa la primera vez que lo veía sin esa mirada apagada y llena de nervios.

Sabo - Todas las niñas que conocí eran muy repelentes.

(Tn) - ¡Menos yo!.

Sabo - Si... y eres la primera que deja que un pájaro le haga caca en su mano. -dijo comenzando a reír de nuevo.

(Tn) - ¡Oye!. -se quejó mirando al pájaro bajar su cola y alzar el vuelo. - No hagas eso... -susurró sacando un pañuelo.

Sabo dejó de reír al ver a un pequeño pájaro negro observarlo posado en una de las ramas bajas de un árbol.

La niña lo miró y sonrió al verlo acercarse con cuidado a aquel animal que lo veía atento con sus ojos dorados.

(Tn) - Es una pequeña águila real. -le dijo. - Lo encontremos malherido en uno de nuestros viajes a América y nos dieron permiso para traerlo aquí... de momento no es una amenaza para el resto de pájaros, lo alimentamos bien y no siente necesidad de atacar pero cuando crezca pensamos en separarlo. -explicó.

Sabo - Es increíble... leí que pueden vivir 70 años y que de ancho pueden medir casi dos metros extendiendo sus alas.

La pequeña lo miró sorprendida.

(Tn) - Sabes mucho...

Sabo - ¡Me encantan las águilas!. -gritó sin poder guardar su emoción.

(Tn) - Te está mirando mucho, hazte amigo suyo. -sonrió.

Sabo miró al animal y sonrió extendiendo su dedo.

Sabo - Hola, me llamo Sabo... -susurró.

El pájaro posó su pico sobre su dedo y los ojos del niño brillaron aún más provocando la risa de la niña.

La tarde transcurrió divertida para ambos niños, comieron deliciosos dulces, jugaron con los pájaros y la pequeña le enseñó el jardín. Todo bajo la aprobación de los padres del niño, quienes se sentían aliviados por la cercanía que estaba teniendo su hijo con ella.

Una cercanía que provocó que la madre de la niña le dijera a Didit de quedar ambas más seguido para que sus hijos pudieran verse más.

Algo que por supuesto aceptaron con gusto aunque Sabo, a pesar de haber pasado una tarde agradable con la pequeña, se sentía contrario ante esa idea.

La noche cayó y la pequeña entró a su habitación para irse a dormir. Encendió las luces y abrió los ojos sorprendida al encontrar sobre la cama un pantalón y una camisa de color blanca de su hermano.

Se acercó corriendo y sin pensarlo más veces, se quitó su vestido y se colocó aquellas ropas.

Se sentía extraña al hacerlo, nunca antes había usado pantalón ni camisas y aquella era una nueva experiencia para ella.

Se acercó al espejo y abrió sus ojos sorprendida al verse.

Se veía muy diferente a como se veía con vestido. Se sentía más cómoda y ligera con el pantalón.

(Tn) - Parezco otra persona... -susurró. - Otra persona...

Miró su armario y se acercó sacando unos zapatos cerrados negros, una bufanda y un sombrero. Recogió su pelo con un lazo de forma desarreglada y se puso su sombrero. Se calzó, se colocó la bufanda tapando la mitad de su rostro y corrió nuevamente hacia el espejo.

No parecía ella.

Una imagen que provocó que en su pequeña cabecita se idease un plan.

Un plan que si salía mal podría provocar un fuerte castigo. Pero no quería desaprovechar aquella oportunidad.

Abrió la ventana y miró la cornisa de su lado. Su habitación se encontraba en el segundo piso y al lado de su ventana había unas figuras sobre la pared que descendían hasta abajo. Unas figuras florales con el suficiente relieve para sus pequeños pies.

Tomó aire y se impulsó poniéndose de pie sobre la ventana, agarró las cornisas y comenzó a descender lentamente sintiendo los nervios recorrer por sus manos.

Llegó al suelo y suspiró aliviada alzando su mirada hacia su ventana.

Corrió hacia el extremo este del patio, lugar donde se encontraba el pequeño invernadero con artículos para el cuidado de las plantas que usaban los jardineros.

Se escondió detrás de una de las cajas y alzó su mirada hacia él muro que rodeaba su mansión. Un gran muro de piedra que muy difícilmente podría saltar y aunque pusiera las suficientes cajas para hacerlo, en el extremo superior hay sensores de movimiento que harían saltar todas las alarmas.

Apretó sus labios y miró al otro lado, lugar donde había una pequeña puerta de hierro que usaba el personal, pero tampoco podría pasar por ahí sin la identificación.

Corrió hacia aquel lugar con mucho sigilo y se escondió tras un árbol frente a la puerta de servicio que daba acceso al la mansión. Un lugar donde todo el personal que entraba debía entrar.

Se acercó con cuidado y tomó el manillar de la puerta rezando con que estuviera abierta y lo más importante, que no hubiese nadie.

La giró oyendo un chasquido y la puerta se abrió.

Miró con cuidado y suspiró al no ver a nadie allí. Miró la pared a su lado, lugar donde se encontraban expuestas múltiples llaves, de diverso tamaño y color.

(Tn) - ¿Cuál es...? -susurró observándolas.

Leyó las inscripciones y saltó de los nervios al leer "Puerta de servicio" en una de ellas.

Fue a tomarla pero el chasquido de alguien cercarse hizo que los nervios corrieran aún más por su pequeño cuerpo.

Saltó tomando las llaves y corrió hacia los árboles sintiendo su corazón latir con fuerza.

Justo en el momento en el que se puso contra el árbol vio a la dama de llaves caminar con paso tranquilo hacia su puesto y cerrar la puerta a sus espaldas.

(Tn) - Ay... -susurró con los ojos llorosos por los nervios. - Vamos...

Se acercó con paso cauteloso a la puerta y colocó su llave en la cerradura, la giró y la puerta se abrió.

Miró a la puerta de su lado vigilando que la dama de llaves no saliera y rápidamente se deslizó por aquel lugar y salió.

Vio una larga pasarela que llevaba hacia la parte trasera de la mansión, conectando con una calle de la ciudad.

Corrió de forma apresurada y cuando salió a la calle saltó hacia la parte de atrás de uno de los coches al ver a los guardias de la mansión hacer la ronda de vigilancia.

Espero a que pasarán y cuando lo hicieron, echó a correr hacia una arboleda que rodeaba la ciudad, un lugar lleno de luces, olores a diferentes comidas y el jaleo de la gente.

Quería alejarse de la mansión para poder entrar en la ciudad y no encontrarse con ningún guardia.

Iba tan sumergida en sus pensamientos y en la adrenalina del momento que no vio a la persona con la que chocó violentamente haciéndola caer al suelo.

(Tn) - Ay... -musitó tomándose su rodilla. - Perdón... no vi... -dejó su frase en el aire al ver a la persona con la que había chocado, alguien que la reconoció por su voz y que la miraba asustado. - ¡¿Sabo!?.

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