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Serena escribía en su diario. Es curioso, como en un texto se expresan emociones; alegrías y penurias de una chica adolescente como ella. Su lápiz , algo desgastado, producía un curioso sonido sobre el papel. El ambiente en general, era una calma digna de un largometraje, el sylveon de la pelimiel emitía unos inaudibles ronquidos a su lado, y a parte de este y el lápiz, nada se percibía.
- ¡Serena!- gritó Bonnie desde su tienda de campaña- ¡Son las dos de la mañana! ¡Ven a dormir, mañana madrugaremos!- La pelimiel sonrío.
- No te preocupes, en seguida voy.- En verdad, aquella niña le caía en gracia, y de alguna manera, se había convertido en algo así como su hermana.
Recordó aquellos tiempos en los que vivía en casa de su madre, cuando no tenía una meta definida, cuando se sentía sola.
Fue entonces cuando llegaron ellos.
Primero, Clemot. El inventor de gran corazón y no demasiado bueno en cuanto a deportes, había sido el dueño de innumerables risas y consejos, un gran amigo para Serena.
Bonnie, la benjamina del grupo, era una niña de 8 años, no tan inocente como podía parecer en un principio. Ella, muy risueña y pícara, solía molestarla con aquel tema: Satoshi.
Él, el chico que la conquistó desde el preciso instante en el que la ayudó en el campamento. Su sonrisa, su aptitud y su carácter hacían que la pelimiel suspirara a menudo. El único problema; el viaje concluiría en breve, y ella sabía que el chico no se daría cuenta de sus sentimientos.
Era por ello por lo que escribía en su libreta, su eterno consuelo, sus esperanzas estaban allí. Sí, ella pensaba que sonaría algo siniestro para alguien ajeno a la situación, mas era algo así como un diario en el que ella guardaba celosamente sus sueños e ilusiones, donde podía vivir en sus fantasías . Era por ello, que muchas de las madrugadas se sentaba en el césped, y con la libreta sobre sus muslos, dejaba sus sentimientos fluir.
Silenciosa, abrió las tapas del diario por última vez antes de marcharse a dormir.
Era simplemente perfecta; de un color lila con estampas florales en la parte de arriba. Releyó las primeras páginas, cuando recién se había reencontrado con el amor de su infancia, en las que soñaba con un viaje perfecto, en el que fantaseaba con que Satoshi se enamoraría de ella. Conforme avanzaban las hojas, Satoshi aparecía cada vez menos, sin embargo, otro avanzaba: las performance, aunque de una manera u otra, el azabache siempre estaba presente. Serena perdió la masterclass, el diario pasó a ser una eterna confusión, Yashio le ofertó algo que cualquier otra chica hubiera aceptado sin dudar, mas, ¿era realmente lo que ella quería?
La liga y el problema del team flare había pasado hace unas escasas semanas, y la partida de el chico se sentía en el ambiente. ¿Iba a dejarlo ir sin declararse?
Imaginó, entonces, cómo sería todo si Satoshi sintiera lo mismo, y una sonrisa se dibujó en su tez blanquecina. Debía averiguarlo.
- Pronto- musitó.
Cerró el cuaderno y se dispuso a levantarse, mas sus párpados pensaron demasiado.
(----)
Hacía tiempo que Satoshi no sufría tal imsomnio como el de aquel día.
Había algo mal, él abandonaría Kalos en breve. Los dejaría a todos; dejaría a Serena. Sabía que su despedida le dolería más que las demás; Clemont le dijo una vez que la extraña calided en su pecho era causada por Serena.
A decir verdad, el amaba sus ojos y su cabello, pero sobre todo, ese dulce carácter que la distinguía a todas las demás. Si, Serena le gustaba desde hacía un tiempo, y percatarse de ello le concedió aquella ya conocida calided.
Pero, ¿que pasaría cuando se separaran? ¿Debía él decírselo antes de mancharse? ¿Pero y si ella no sentía lo mismo?
Frunció el ceño, claramente frustrado. Necesitaba ir a tomar el aire...
Con cautela, abandonó el saco de dormir y contempló las estrellas. En verdad, aquella era una bella vigilia; la luna llena se alzaba imponente en la oscuridad de la noche, mientras las estrellas la acompañaban. Una ligera brisa despeinó su corto cabello y sonrío.
La sonrisa se desvaneció de su rostro, cuando se dió cuenta de que algo más alante, sobre el pasto, un bulto sobresalía..
Se acercó, atento; podría ser un pokemon salvaje, y sin protección, podría acabar mal. Sintió como sus músculos se relajaban y su corazón aceleraba sus latidos al percatarse de que la dueña de la sombra se trataba de su "amiga". Ciertamente, la chica lucía linda dormida. Esbozó una sonrisa de nuevo y se sentó a su lado, observándola atento. ¿Cuándo algo que no fueran las batallas había quitado importancia a su descanso?
La respuesta estaba allí, ante sus ojos.
Fue entonces cuando se percató de aquello: A su lado, una libreta de tapas moradas, estaba entreabierta en el piso. Frunció el ceño, nunca antes la había visto, ¿debía mirarlo?
Satoshi mordió su labio, indeciso, ¿la estaría traicionando si lo hiciera?
Agarró la libreta encuadernada, e, indeciso, la abrió. Como sospechaba, no era mas que el diario de la chica. Nadie lo sabría, ¿no es así? Además, de esta manera, aclararía algo más sobre sus sentimientos por la chica, y sobre lo que ella sentía.¿ Estaba bien curiosear en sus pensamientos?
Nadie lo sabría
Consultó las primeras páginas, intentando buacar resquicios del inicio del viaje.
28 de marzo, 2005
¿Te hablé alguna vez de él?
Del chico del campamento.
Hoy me reencontré con él.
Ayer, Mamá y yo veíamos la televisión, y yo reflexionaba sobre mi futuro, definitivamente las carreras de Ryhroms no eran lo mío.
Algo, mejor dicho, alguien, me sacó de mis pensamientos.
En el televisor emitía la imagen de un chico, que se lanzaba peligrosamente desde la Torre Prisma. Era Satoshi, el chico del campamento.
¡Y aquí está la primera parte de este one- shot! Tendrá otra o dos más, pero depende de vosotros, no podré actualizar esto hasta el sábado o domingo de la semana que viene, pero para hacerlo, debemos llegar a la meta de 40 votos (lo cual es imposible y lo sé) para más. Deja tu estrellita y comentario! Me motiva y ayuda!
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