Capítulo 4.

Desperté con un dolor de cabeza de los mil demonios. Aún así, he podido ver que estaba recostada en la cama matrimonial, en la cual duermo. Fruncí el ceño, lo último que yo recuerdo, era una voz que me hablaba, me indicaba que no me preocupara. . . 

¿Será que Sasuke había vuelto en la noche?

No, hace menos de una semana que él partió a continuar con su misión. No volvería hasta que surgiera una emergencia, o que tuviera información importante, para Naruto. 

Alguien se había metido en la casa, de eso estaba segura. No pude alucinar esa voz, no es igual a las que solía escuchar todo el tiempo. Las cuales avisaban la llegada de Momoshiki y Kinshiki. 

No le tomaré mucha importancia, no pareciera que hicieran especial daño a la casa, mucho menos a Sarada, Shiro o a mí. Me coloqué en pie, y caminé hasta el pasillo principal. Los ladridos de nuestro cachorro, en dirección a la niña, llamaron mi atención. 

Sarada permanecía sentada en el sofá, mientras miraba la taza de té, entre sus manos. Parecía estar lejos del mundo. Sabía el motivo de ello, los exámenes se acercaban a una velocidad vertiginosa, logrando ponerla verdaderamente nerviosa. 

─No parece oportuno darte los buenos días, cuando tienes tal expresión de preocupación─ rápidamente, mi pequeña pelinegra levantó la vista en mi dirección. Tenia unas ojeras levemente marcadas, lo que me indicaba que no había podido dormir bien, esa noche. 

─Buenos días mamá─ murmuró, e intentó sonreír. Lamentablemente no le salió más que una mueca. 

Odio ver a mi bebé con el estrés a tope, únicamente por esas malditas pruebas, que determinan si se le puede considerar una ninja de mayor rango o no. 

─Desearía que tu padre estuviera aquí, para que te explicara, en base a su experiencia, en qué consiste verdaderamente ese examen─ me senté a su lado,  y la abracé. Sarada no dudó ni un segundo, en corresponder a muestra de cariño. 

─Entonces tú no lo tomaste. . . ─ negué.

─Nunca quise ser ninja. Si puedo usar dos técnicas hoy en día, es gracias a que tu padre me dió un pequeño entrenamiento, antes de partir de vuelta a tu lado. . . Pero si debo convertirme en una, entonces lo haré sin dudarlo─ nuestra hija me miró durante unos segundos, antes de asentir. 

─Bueno, podemos estudiar juntas la teoría─ sonreí y besé su frente, Shiro permanecía recostado junto al sofá.

─Si eso te ayuda, entonces lo haremos─ concluí.

Pasamos día tras día estudiando. Desde que ella llegaba de la academia, se encerraba en su habitación y releía una y otra vez sus apuntes, y libros que había tomado prestados de la biblioteca. Yo la ayudaba desde que volvía del hospital, a casa. 

No entendía ni la mitad de las cosas que ella decía, aunque verdaderamente me esforzaba por comprender. Era prácticamente un idioma distinto al mío, el que hablaba cada vez que leía en voz alta esos escritos. 

Una mañana desperté nuevamente con malestares, pero eran bastante débiles, en comparación a los que había sufrido, meses atrás. En mi ser resonaba una y otra vez el motivo de ello, algo que me negaba a creer, y prefería ignorar. 

Estoy embarazada.

 Sería una completa desilusión para todos, el anunciar mi ligera sospecha, de que por fin mi cuerpo se había dignado a permitir, que se forjara en mi útero una vida nueva, y que al final todo fuera en vano, y ahí no existiera más que un óvulo que se negaba rotundamente a ser fecundado. 

Hace unos días debió llegarme mi visita mensual, y según mi opinión, las pequeñas manchas color carmesí indicaban que la madre naturaleza no se había olvidado de mi existencia. Aunque las manchas se fueron casi tan rápido como llegaron. 

No quería hablar de ello, prefería mantener ese pequeño secreto para mi. SI de verdad. . . SI de verdad la luna se había apiadado de mí, y me permitió quedar en cinta una segunda vez, entonces cuidaría de que nadie se enterara de ello, hasta que pasara el primer trimestre, y estuviera fuera de peligro. 

En el caso de estarlo. 

Los malestares persistían, por lo que tomé la importante decisión de comprar en la farmacia, una prueba de embarazo, la cual mantuve escondida, por miedo a realizarla. Era una estupidez ese pensamiento, para algo pagué por ella, pero el terror que me invadía, al tan solo imaginar que me estaba haciendo ideas erróneas. . . 

─Estás muy distraída, últimamente─ la mano de Tsunade se posó en mi hombro, causando que ahogara una exclamación, por la sorpresa. 

─Si, tienes razón─ murmuré, aferrando a mi pecho, la tablilla que contenía información de distintos pacientes, a los cuales le servía como enfermera. 

─ ¿Problemas en casa? ─ cuestionó, mirándome de forma fija. 

─No, solo es que me he quedado hasta altas horas de la noche, estudiando la teoría para los exámenes Chunnin, junto con Sarada─ mi rubia amiga soltó una carcajada. 

─ ¡Es Sarada Uchiha! ─ exclamó. ─Hija de dos poderosos contrincantes. Será extremadamente fácil para ella, pasar este examen─ escuchar eso, me alivió de cierta forma. 

Tsunade organizó esa actividad durante un tiempo, es normal que me diga si mi hija es capaz de pasarlo o no. 

─No desconfío de ella, al contrario, estoy segura de que le irá de maravilla─ comenzamos a caminar, en dirección a la pequeña oficina que tenía asignada. 

Podía ser enfermera, o algo parecido, pero tenía unos cuantos privilegios, gracias a mi arduo trabajo, durante mi periodo de prueba, en los primeros meses de mi llegada al hospital. 

─No creo que le cambiaran la gran cosa, pueden estar ambas tranquilas, que todo saldrá bien─ empujé la puerta de entrada, y me encaminé hasta mi escritorio. Coloqué la tablilla sobre él, y me senté. 

─Lo único que me molesta, es ver a la pobre ahogada en estrés. . . Su afán por ser la número uno, la agobia─ solté un suspiro, y moví las piernas, causando que mi silla se moviera con ella. 

─Sabrán sobrellevar ese tipo de cosas, no te preocupes─ la rubia ojeó los papeles colocados en mi escritorio, antes de sonreír. ─Hasta aquí llego yo, se ve que alguien tiene mucho trabajo─ asentí, y la vi desaparecer tras la puerta. 

Transcribí los avances tomados el día de hoy, al registro que tenía, de cada paciente. Me sentía feliz al ver que mejoraban poco a poco, bajo mis cuidados. Un gañido llamó mi atención, y me di vuelta con mi silla. 

Garuda me miraba desde la ventana de la oficina, en su pierna venía atada una nota. 

Extraje algunas de las semillas que me gustaban comer, y se las dí de comer, mientras leía la letra de mi esposo, un breve mensaje, como siempre. 

Volveré, una semana. Estancia no establecida. 

Reí levemente ante su intento de "mensaje a codificado". Garabateé una respuesta en un pedazo de papel que tenía a mano, y lo até a la pata del Halcón, de la misma forma en que lo hacía Sasuke. 

Acaricié levemente su plumaje, antes de dejarlo partir, a quien sabe donde.

Me quedé observado el pueblo de Konoha. Parecía tan tranquilo y seguro. Nadie tenía por sentado, que pronto seríamos atacados nuevamente, durante la evaluación. Esta aldea se había convertido en mi hogar, y no tan solo eso, era el lugar donde pude tener un nuevo comienzo. 

En el cual me convertí verdaderamente en madre, y comencé a ejercer mi función a todas horas. Conseguimos un nuevo hogar, Sasuke y yo contrajimos matrimonio, de forma oficial, en una hermosa actividad. Al mismo tiempo, me permitió conseguir un trabajo estable, donde ayudaba a las personas y recibía buena paga. No podía estar más agradecida. 

Supongo que todo aquello, era la vida que siempre soñé tener. . . Y la estaba viendo pasar ante mis ojos, sin darme cuenta de ello. Todo por culpa de la monotonía y negatividad en la que me había estado enfrascando, durante las últimas temporadas. 

A mi mente volvió nuevamente la prueba de embarazo. Hoy llegaría más temprano de lo normal a casa, y Sarada decidió tomarse el día, para poder salir un poco con su mejor amiga. Accedí de inmediato a su petición, la pobre lo necesitaba. 

Mi turno de ese día acabaría pronto. . . Quizá en casa tuviera el valor de ejecutar la prueba, y salir de mis dudad de una vez por todas. 

─Señora Uchiha, el paciente de la habitación 059 necesita otra revisión, ha vuelto a subir la fiebre─ una de las nuevas enfermeras, abrió la puerta de mi espacio, y pronunció aquellas palabras.

─Enseguida voy. 

Si todo era un mal instinto, entonces la pena la llevaría yo, y mi esposo e hija no tendría el por qué saberlo jamás, por lo que yo sola sería la que llevaría el peso de la decepción, cargado e mi pecho. . . Y muy probablemente lo olvidaría pronto, bajo un montón de listados de nombres de pacientes, tareas y cosas que necesitara la casa. 

De lo contrario, si marcaba positivo. . . 

No. No me permitiría tener la más mínima oportunidad de esperanza, no podía hacerlo una vez más. 

En cuanto llegué a casa, y el pequeño Shiro me recibió, caminé con paso decidido al baño de mi alcoba, y llevé conmigo el test. La ansiedad me iba a carcomer, si no salía de es maldita cosa, de una vez por todas. 

Seguí los pasos al pie de la letra, y dejé el pequeño objeto reposando sobre la mesita que estaba al lado del lavabo. 10 minutos, era lo que eso necesitaba. Para mí, serían los 10 minutos más largos de la vida. 

Dí vueltas por la casa, evitando los impulsos que tenía a cada segundo, de asomarme por la puerta del baño. Sarada todavía no llegaba, y yo parecía una leona enjaulada, bajo su propia voluntad. 

─ ¡Shiro! ─ exclamé. ─ ¿Dónde estás travieso? ─ los pequeños pasitos apresurados, producto de la pequeña corrida de nuestro cachorrito, me causaron gracia, mientras lo veía aparecer, con una de las pelotas de juguete que le compramos. 

La dejó en el suelo, y me observó, como pidiendo que jugara con él y la pelota. 

Me senté en el piso, y tomé entre mis manos el objeto. Estaba húmedo, por las babas de su dueño. 

─Anda, búscala─ ordené, al tiempo que lanzaba la pelota a una distancia media.

Pasé un buen rato jugando a la pelota. Luego me tumbé junto a él, cuando estuvo cansado. Aún así, se acercó más a mí, y me permitió mimarlo durante varios minutos, antes de que se quedara dormido. 

Ya era hora, habían pasado más de los 10 minutos estipulados. Las manos me temblaron ligeramente, mientras abría la puerta del baño. Estaba a tan solo unos segundos de conocer el resultado, de mi pequeño secreto. 

Dos pasos fueron suficientes, para ver la respuesta clara en la pantalla. 

Los ojos se me llenaron de lágrimas que no pude contener, y llevé ambas manos a mi rostro, como si aquello sirviera de algo. 

El corazón se me iba a salir del pecho, de eso estaba segura. Estaba anonadada, tanto, que no sabía como tomar la noticia. Me había preparado mentalmente para ella, pero. . . ¿Verlo materializado frente a mi?.

─ ¡Estoy en casa! ─ el llamado de Sarada me desconcertó por un momento, sin embargo, acerté a enrollar la prueba en papel higiénico, y tirarla a la basura. La caja continuaba en mi cartera, por lo que no era necesario que me preocupara por ella. 

Miré mi reflejo en el espejo, los ojos todavía no estaban demasiado rojos, por lo que simplemente me lavé la cara y salí del baño. Justo a tiempo, ya que Sarada estaba entrando en la habitación. 

─ ¿Ha sucedido algo, mamá? ─ cuestionó, mientras dejaba una caja de chocolates sobre la cama, y tomaba mis mejillas entre sus manos. ─Tienes los ojos rojos, ¿acaso estuviste llorando? ─ sonreí levemente, y besé cada una de sus manos, antes de apartarlas de mi rostro.

─Estaba viendo hace unos minutos, esas películas de romance que te hacen llorar, y pues, aquí me tienes─ mentí, ella pareció notarlo, sin embargo, no me preguntó nada más. 

─He comprado unos chocolates para ti─ dijo, mientras me extendía la caja, llena de las envolturas que ocultaban el dulce. ─Es mi forma de agradecerte, por ayudarme a estudiar tanto─ sus mejillas se tiñeron de un dulce color carmesí, que me causó ternura. 

─Lo haría siempre, mi vida─ aseguré, mientras besaba su frente. 

Ya caída la noche, Sarada estaba dormida. No hubo estudios este día, por el bien de su paz mental, puesto que se lo prohibí a toda costa. 

Comimos unos chocolates juntas, antes de que ella se fuera a dormir, producto de lo exhausta que se encontraba. Yo por mientras, observaba la luna. 

Y quién me diría a mí que se encontraba destrozada. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top