Capítulo 34.

Primera parte. 

—Ya casi los puedo ver en mis manos— la pelinegra sostenía un body de color blanco para sus hermanitos —. ¡Falta muy poco! — negué varias veces, mientras empacaba distintas ropitas en un bulto.

—Sé que estás emocionada, pero ¿me puedes pasar el body? — Sarada asintió, entregándome la vestimenta. Observé la pieza en mis manos, era diminuta y causaba ternura.

— ¿Dónde está mi papá? — alcé la vista para ver a mi hija, sonreí.

—Ha salido a encontrarse con Naruto, según me dijo, hay algunas cosas que quiere discutir con él— guardé el pequeño body en el bulto y lo cerré —. Bien, creo que ya tengo todo lo necesario para los bebés— coloqué ambas manos en mis caderas, orgullosa de mi propio logro.

—No me extraña, les empacaste más ropa de la que ellos podrán usar ¿Qué? ¿tres días que duren en el hospital? — Sarada me miraba con cierta incredulidad, la cual me hacía gracia.

—Mujer precavida vale por dos, ¿por qué crees que tu padre se quedó conmigo? — cuestioné, sintiendo mi ego inflado, consecuencia de estar casada con un Uchiha.

—Estoy segura de que se casó contigo porque vio y pensó ̈ La tengo que cuidar, porque sino se va a matar ella sola ̈ — estalle en carcajadas ante la ocurrencia de la niña. Como se nota que es hija de Sasuke.

—Bueno, ahora me toca preparar mis cosas, puedes acompañarme si gustas— mi compañera asintió, agarrando mi mano y dirigiéndonos a la habitación principal.

Sobre la cama ya se encontraban varias prendas mías, previamente seleccionadas junto a mi esposo, y dobladas perfectamente por él, antes de que saliera a encontrarse con su amigo.

—En el armario tengo un bolso para mí, si pudieras pasarmelo sería un éxito— Sarada asintió, abriendo la puerta del mueble, justo cuando iba a agarrar e bolso, el apartamento tembló violentamente.

— ¡Sari! — extendí la mano, agarrándola con fuerza del brazo, para alejarla del closet. Segundos después cayeron al suelo un montón de ropas de su padre y mías.

—Pero. . . ¿Qué ha pasado? — me encogí de hombros, incapaz de darle una respuesta clara. 


—Ve a la casa, yo trataré de sacar a la mayor parte de los que se quedaron atrapados— giré la cabeza para ver al padre de mi esposa —. No te preocupes por mí— este sonrió levemente.

— ¿Tienes idea de lo que pudo haber pasado? — el rostro de Erasshiki se descompuso.

—Mi hermano. . . Ha tenido que ser él— el peliblanco sacudió la cabeza —. Mi hija está en peligro Sasuke, tienes que irte ahora, luego te explicaré lo que necesites saber— asentí, dándome media vuelta. Encontrándome frente a mí se encontraba alguien que conocía bien.

— ¿Qué haces aquí? cuestionamos mi suegro y yo al mismo tiempo, para luego compartir una mirada de interrogación.

—No hay tiempo para explicar las cosas, debemos sacar a la niña de Konoha— la antigua nana de mi esposa se encontraba mirándonos seriamente —. He venido para llevarla a Kirigakure, conmigo— rápidamente negué.

—No puedo permitir eso— dije.

—No es cuestión de que lo permitas o no, tengo que llevármela lejos del peligro— la mujer se dio media vuelta, yo me apresure a agarrar su brazo.

—Está embarazada, próxima a dar a luz, no puedes forzarla a movilizarse tan lejos— reproché.

—No, yo ayudaré a que la llevemos a Kirigakure— Erasshiki colocó una mano en mi hombro —. Confío en ella, podrá cuidar bien de ___ — mordí mi labio inferior.

—No puedo hacerle eso, no ahora. Además Sarada. . . — la señora gruñó con intensidad.

—Sarada se quedará aquí contigo, yo me llevaré a la niña con ayuda de su padre. Buena suerte Sasuke— sin tener mucha más opción, solté el brazo de la nana y la vi marcharse.

—Quiero que sepas Erasshiki, que no estoy de acuerdo con esto. Aquí hay algo que no me gusta— observé al Ōtsutsuki con toda la seriedad que pude.

—Es lo mejor que podemos hacer para protegerla, si mi hermano es el que de verdad está detrás de todo esto, entonces debemos buscar una ventaja sobre él a toda costa, y eso es alejándole de mi hija a toda costa— desvié la mirada al suelo, la tierra tembló nuevamente, algo de polvo cayó sobre nosotros.

Apreté ambos puños.

—Estará bien, Sasuke. Volverás a verla cuando todo esté segura— le miré de reojo.

—Ella nunca estará segura si de eso nos llevamos— suspiré, mirando mi anillo de matrimonio —. Prométeme que me contactaras antes de la llegada de los bebés. Debes asegurarme eso— la expresión de mi suegro se suavizó y asintió.

—Te veré en el apartamento, desde que termine aquí— y dicho esto, ambos partimos por caminos distintos. 


—Necesito saber si tu padre está bien— observé el edificio frente a nosotras. Todos nos encontrábamos en la calle, con distancia de las construcciones. Los temblores eran cada vez más constantes.

—Es hora de llevarte a un lugar seguro— Kakashi estaba de pie a un lado mío, un clon de Naruto al otro.

—No me iré a ningún sitio hasta que Sasuke aparezca— afirmé. Sarada en mis brazos simplemente suspiró.

—No tienes tiempo de esperar a tu esposo niña— abrí la boca para protestar, sin embargo rápidamente la cerré.

— ¿Nana? ¿Qué haces tú aquí? — cuestioné, alzando una ceja.

Esto no tenía buena pinta.

—He venido a llevarte a Kirigakure, no hay tiempo de explicar lo demás— su mano se ciñó con fuerza sobre mi brazo izquierdo, me removí.

—Lo siento, pero por mucho que quiera ir a Kirigakure, necesito hablarlo con mi esposo e hija. Como ves estoy embarazada y a nada de dar a luz, las cosas no se hacen a la ligera cuando se está así— Sasuke aterrizó a mi lado, echándome una vista rápida.

—Yo tampoco tuve opción en esto, cariño— admitió, depositando un beso en mi frente y recibiendo a Sarada en un abrazo —. Pero debes marcharte con ella y. . . con tu padre— parpadeé varias veces, sin procesar bien la última palabra.

—Sasuke mi padre está muerto, ¿Qué cosas estás diciendo, amor? — cuestioné incrédula.

—Discutiremos eso luego, ahora, vámonos— me giré para poder ver a mi nana.

— ¿Cuál es tu maldita insistencia? — volví a zafarme de su agarre —. No me iré a ningún maldito lado. ¡Y deja de estresarme! — una mano se colocó en mi hombro, furiosa, me di media vuelta para encontrarme con. . .

Con un Ōtsutsuki

—Soñé millones veces con este momento hija, y te puedo asegurar que así como está sucediendo nunca pasó por mi cabeza. Ya tendremos tiempo para charlar, pero ahora mismo debo sacarte de la aldea— observé al alienígena como si me estuviera blasfemando, ¿Qué diablos estaba sucediendo el día de hoy?

—No me voy a ir a Kirigakure, estoy a nada de dar a luz y necesito estar con mi esposo y con mi hija— sentencié —. Y si dices ser mi padre, entonces deberás estar a favor, y no en contra. Después de 32 años sin aparecer en mi vida, es lo menos que puedes hacer— bramé.

— ¿Tengo un abuelo? — cuestionó Sarada, aún en brazos de su padre.

—No, no lo tienes— respondí.

—Sí, si lo tienes pequeña— contrarrestó mi esposo.

—No estás ayudando— reproché.

— ¡No hay tiempo! ¡Debemos marcharnos ya! — ladeé la cabeza, sonriendo ante mi nana.

— ¿Y a qué le tienes miedo? ¿Unos temblores? — cuestioné, lo más cínica posible.

—Amor— Sasuke dejó de abrazar a nuestra primogénita, para colocar ambas manos en mis hombros —. Es mejor que te vayas. No pasarás mucho tiempo sin nosotros, lo prometo. Además, en Kirigakure estarás protegida por tu padre y la nana— coloqué ambas manos en las mejillas de mi marido.

— ¿Pero qué será de ti y de nuestra hija, mi amor? No puedo estar apartados de ustedes, no otra vez— Sasuke sonrió levemente, antes de depositar un beso corto en mis labios.

—Nosotros iremos más adelante, tranquila, no estarás sola en el parto— sus manos bajaron a mi cintura, abrazándome levemente.

—No quiero— murmuré, sintiendo mis ojos picar —. No quiero dejarlos . . .  

¡Nos leemos en la segunda parte de este episodio! 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top