Capítulo 3.
La aguja atravesó mi piel, llenando el pequeño contenedor que estaba unido a ella.
Era la tercera prueba de sangre que me hacían ese día.
─Debo advertirte Tsunade, que ___ no es igual a nosotros. . . Su sangre puede parecerlo, sin embargo, ella es diferente─ Sasuke permanecía a mi lado, en cada extracción que me hacían.
─Lo sé, Sasuke. Y aunque a simple vista no lo parezca, su sangre es diferente a la nuestra, no sabría como explicártelo, aunque tampoco es necesario─ y dicho esto, se marchó, cerrando la puerta detrás de sí.
─Debes comer algo─ mi esposo me extendía una cantina, que contenía yogur con manzana. Misma que peló él mismo, sentado junto a mi, mientras hablábamos.
Sarada se encontraba en la academia. Se llevó una de las copias de la llave del piso. Iba a darse un baño, antes de volver al hospital, para hacerme compañía.
─Deberías darte una vuelta por la casa igual, Sasuke. Descansa un poco y luego regresa─ éste se mantuvo pensativo unos segundos, antes de asentir levemente.
─Me marcharé en un rato, descuida.
Devoré dos contenedores medianos de yogur con fruta, antes de que mi marido decidiera irse, para cuando se marchó, yo masticaba un trozo de pan tostado.
─Necesito hablar contigo─ mi rubia amiga entraba por la puerta, con papeles en la mano. Su rostro tenía una faceta de preocupación que desconocía.
─ ¿Qué encontraste? ─ cuestioné.
Ya estaba mentalizada, en que probablemente encontrarían cosas raras en mi sangre. No es como si tuvieran reservas de la sangre de Ōtsutsuki. Es más, estoy segura de que ni siquiera han experimentado con ella, debido a que no tienen ejemplares bajo su poder. No conocen los componentes de ese fluído, por lo tanto, no conocen lo que me sucede.
─Debes ser honesta─ asentí, ante su petición. ─ ¿Estás tratando de quedar embarazada una segunda vez? ─ se acercó a paso lento hasta mi camilla.
─ ¿Qué te lleva a pensar eso? ─ pareció dudar unos segundos, antes de suspirar.
─Es tu sangre, parece que no está aceptando ciertos fluidos en tu cuerpo. Entre ellos, la "semilla" de Sasuke. Es como si no pudiera enlazarse con el ADN de tu esposo─ mordí levemente mi labio inferior.
─ ¿Me estás diciendo que no puedo quedar embarazada una segunda vez? ─ Tsunade extendió su mano, hasta poder tomar una de las mías. La apretó con cierta fuerza.
─Tu sangre no es la misma de aquel entonces, cuando tuviste a Sarada. Si sabes que tienes sangre Ōtsutsuki, ¿no crees que pueda estar sucediendo algo en tu cuerpo? ─ desvié la mirada hasta las sábanas, con mi mano libre, la apreté con fuerza, mientras negaba. ─Como amiga tuya que soy, te pido que desistas. No sabemos cómo tratarte ahora, con todos esos nuevos componentes en tu sangre. Si vuelves a estar en un estado de emergencia, no te garantizo que puedas recibir los cuidados necesarios, ___ ─ su sinceridad quemaba en lo más profundo de mi ser, pero era lo mejor. Por eso agradecía tener a Tsunade, ella me decía las cosas sin pelos en la lengua, además, como ninja médico, sabe lo que es mejor para mí. ─Lo lamento.
─Gracias de todas formas, me alegra poder contar contigo─ unos segundos más tarde, me encontraba sola nuevamente en la habitación.
Con cuidado, me coloqué en pie y caminé arrastrando el suero que estaba conectado a mi, y me mantenía hidratada. Podía ver los niños dar alguna que otra caminata, frente al hospital, con ayuda de sus enfermeras.
Llevé una mano a mi vientre bajo, alguna vez Sarada estuvo desarrollándose ahí dentro.
Sarada. . .
Era mi pequeña, concebida antes de que mi sello se debilitara casi al completo. De repente comencé a sudar, en cuanto un pensamiento se estableció en mi cabeza.
¿Heredaría nuestra hija. . . Mi lado Ōtsutsuki?.
Recé una y otra vez, a todo lo que pudiera, para que no fuera así. Odiaría saber que Sarada algún día tendrá que pasar por esto, debido a que Sasuke y yo no somos de. . . ¿Los mismos mundos?. Todo este tema comenzaba a causarme ansiedad.
Lo peor sería mentalizarme, con la idea de que Sasuke y yo no podremos tener otro bebé, gracias a que mi estúpido organismo, por creerse la gran cosa, ahora que el sello se había debilitado por segunda vez, y no me permitiría ser madre otra vez.
Entonces. . . Mientras a medida que este sello se debilite, yo iré cambiando, yo me iré transformando cada vez más en uno de ellos, y quién sabe el daño que podría causarle a Konoha. A mis amigos. . . A mi familia.
Miré mis manos, estaban pálidas. Mis anillos resplandecieron bajo un rayo de sol. Mi alianza con Sasuke, esa que duraría toda la vida.
Ahora tenía miedo de ella.
No sabía nada de mis orígenes, no tengo conocimiento de ese mítico clan. Tampoco sé como proceder cuando las cosas se salgan de control, si producto de mi ira, el sello se debilita totalmente.
Los cambios en mi fuerza, el despertar del Rinnegan, y hasta lo blanco de mi cabello, ahora más que nunca parecía tomar sentindo.
Apreté los puños, y miré de vuelta a la ventana. Me devolvió el reflejo de una desconocida. Cabello blanco, expresión triste, y el Rinnegan activo. Sus facciones eran tan parecidas a mí, que me causaban pavor.
Grité, y ella pareció hacerlo conmigo.
Sasuke volvió unas horas más tardes. En cuanto se acercó a mí, y se sentó en la camilla, me aferré a su espalda y lloré.
Lloré por los bebés que jamás podría tener, lloré por no saber quién soy, y en consecuencia, no entender el peligro que represento, o puedo llegar a representar para mis seres amados. Lloré por miedo a mí misma, y al reflejo que me devolvió la ventana.
Lloré por no conocer en lo que me convertiría, una vez el sello dejara de existir en mí.
Sasuke se mantuvo todo el rato en su posición. Permitió que mis lágrimas mojaran su camiseta, que mis sollozos se ahogaran contra su espalda, y que mis uñas se clavaran en su piel. No emitió una sola palabra, dejando que me entregara al dolor, que lo afrontara, y lo extirpara de mi alma. Accedió en silencio a ser mi refugio, todo ese rato.
Una vez mi respiración volvió a la normalidad, mis ojos ya no podían derramar más lágrimas, y mi garganta estaba seca por tantos sollozos, solo ahí, se movió ligeramente para poder abrazarme. Su cabeza se acomodó sobre la mía.
─Tengo miedo. . . ─ murmuré. ─No sé quién soy. No sé que peligro represento para ti, para nuestra hija, siendo una Ōtsutsuki. No puedo darte hijos, mi sangre y organismo no lo aceptan. . . Cielo yo─ sus ojos dieron con los míos. Sonreía con ternura.
─Los bebés no me importan, cuando eres tú la que está en peligro por ello─ una de sus manos acarició mi mejilla, mientras sus labios acariciaban los míos, en un pequeño beso. ─Eres ___ de Uchiha, la mujer más hermosa, fuerte y segura que conozco. Que no te abrume el no conocer tus orígenes, te prometo que juntos lo descubriremos, no te dejaré sola en esa travesía, aunque así me lo pidieras─ su nariz rozó con cuidado la mía. ─Estoy aquí mi amor, y jamás me marcharé de tu lado. Aún cuando físicamente no me encuentre, mi corazón estará junto a ti, al igual que mi alma─ oculté mi rostro contra su pecho, él me lo permitió.
─Lamento lo de tu camiseta─ comenté, en voz baja.
─Lamento que tuvieras que guardarte todas tus preocupaciones de esa forma. De ahora en adelante, por favor confía más en mí, no esperes que el vaso se llene, para que hablemos de las cosas que te atormentan. . . Es un martirio escucharte llorar tan indignada─ cerré los ojos, cuando sus labios se apoderaron de los míos, una vez más.
El apartamento estaba gratamente limpio, cuando volvimos, unos días más tarde. Era bastante reconfortante el estar fuera de las paredes del hospital, y permanecer unos días de licencia, en la casa, junto a mi familia.
─Sarada, ven aquí─ llamé, en cuanto Sasuke salió de la casa, para poder ir y hablar con Naruto.
Nuestra hija se sentó junto a mí, en la cama. Yo deslicé uno de mis brazos por su hombro, y la acerqué más a mi cuerpo.
─ ¿Qué sucede, mamá? ─ cuestionó, mientras buscaba mi mirada.
La observé unos segundos, antes de tomar su mano.
─No puedo tener bebés─ solté, tras un rato de silencio. ─Papá y yo lo hemos intentado, pero ha sido en vano. . . ─ ella permanecía callada.
De repente, sus ojos se aguaron levemente.
─ ¿Estuviste tanto tiempo en el hospital, solo por querer cumplir mi deseo de tener un hermanito? ─ sus palabras me dejaron levemente descompuesta.
─Nosotros de verdad queríamo- ─ me interrumpió, negando con la cabeza.
─No quiero un hermanito, no si eso significa volver a verte tan mal, y que nadie pueda hacer algo al respecto, más que mantenerte casi una seman acostada en una camilla, tomando pastillas─ escondió su cabeza en mi pecho, así como yo lo había hecho con Sasuke, días atrás.
Solo pude abrazarla, y rogarle a los cielos que jamás, ni en un estado de locura, le hiciera daño a mi pequeña ángel.
─Estoy en casa─ la voz de Sasuke resonó por todo el piso, yo aún estaba en cama, Sarada permanecía en la sala. ─Mira lo que tengo para ti, pequeña─ unos gritos de emoción captaron mi atención.
Me levanté y caminé rápido hasta la entrada. En el suelo, un pequeño cachorro olfateaba la mano de nuestra hija.
─ ¿Qué significa todo esto? ─ cuestioné, llevando ambas manos a mis caderas.
─Le he traído a este amiguito─ casi pude escuchar la otra parte de la oración, que se negaba a pronunciar: en ausencia de un hermanito.
Sonreí, levemente, y me acerqué a la pelinegra. Sarada sonreía a más no poder.
─Shiro─ emitió, mientras alzaba al cachorro. ─Tu nombre será Shiro.
Sasuke y yo compartimos una mirada de complicidad.
Pronto Shiro se acostumbró a estar junto a todos nosotros. Sarada lo mimaba y cuidaba bastante bien, me encantaba ver su sonrisa, cada vez que llegaba de la academia y lo veía. O cuando dormía abrazada a él, por las noches.
Sasuke partió tres días después de traer a Shiro, encontré al cachorro una mañana sentado, mirando fijamente a la puerta. De inmediato supe el motivo.
─Volverá en un tiempo─ murmuré, mientras me arrodillaba tras de él. Al escuchar mi voz y verme, el cachorro se subió a mi regazo, y lamió mi cara, con bastante ánimo, no pude evitar reír por ello.
El tiempo pasó volando, y ya tan solo quedaban alrededor de 2 meses, antes de la fecha anunciada para los exámenes Chunnin.
Yo me preparaba para lo peor, Momoshiki y Kinshiki Ōtsutsuki aparecerían en aquella celebración, debía alertar a Sasuke también, para que se andara con cuidado.
Sasuke. . . Su última visita había sido hace tan solo unos días, y ya le extrañaba como si tuviéramos largos meses sin vernos.
Aguanté 12 años, parece mentira que ahora no pueda soportar unas pocas semanas, me burlaba de mi misma, en mi mente.
Era de noche, Sarada estaba dormida junto al cachorro, y yo cepillaba mis dientes. Miraba mi reflejo, lucía verdaderamente cansada, habíamos tenido un largo día en el hospital.
Mi vista se nubló, y tuve que sostenerme del lavabo, para no caer. Mi cepillo de dientes, en cambio, no tuvo el mismo destino. La cabeza comenzó a darme vueltas, y tuve que lavarme un poco la cara.
Era la primera vez que ocurría eso, tras los malestares que tuve, meses atrás.
Comencé a preocuparme, ¿mi salud se estaba debilitando?. No, no podría ser aquello, siempre me mantengo tomando los suplementos y vitaminas que me recomendó Tsunade.
─Necesitas dormir, ___, es solo eso─ murmuré, secando mi rostro.
Solo me bastaron dos pasos, para caer sin fuerzas en el suelo del baño. era como si me hubieran drenado, de un instante a otro.
Lo último que recuerdo haber visto, fue una figura, que se arrodillaba junto a mí.
─Yo te ayudo, pequeña─ y luego perdí completamente el conocimiento.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top