Capítulo 27.
Llevé una mano a mi pecho, mientras Sasuke señalaba las distintas opciones para cuna, que venían en el catálogo que había conseguido. Eran todas tan delicadas y lindas, que me resultaba casi imposible escoger.
—Ya debemos ir preparándonos, en cuatro meses más o menos estarán aquí— frente a nosotros, sentada al borde de la camilla, estaba Sarada. Tenía en sus manos un segundo catálogo, pero éste mostraba ropa para recién nacidos.
—Me gusta éste par, creo que les quedarán muy bien— alcé la vista, mientras ella señalaba dos enterizos de color azul marino —, se verá genial con el emblema del clan— sonreí, asintiendo.
A mi lado, el padre de los niños se estiró, deslizando luego su brazo por mis hombros, acercándome a él. Sus dedos estaban algo fríos, sin embargo me hacían sentir cómoda. ¿Y cómo no estarlo? Si estaba en los brazos del amor de mi vida.
—Uhm, mamá, papá— el pelinegro observó a nuestra primogénita deslizar la revista a un lado —, bueno. La academia está organizando un día familiar y me gustaría que ustedes fueran— Sarada llevó una mano a su nuca, ladeando la cabeza —. Sé que estás en proceso de recuperación, madre, pero me gustaría que asistieras un rato. . . si no te supone mucho esfuerzo, claro— abrí la boca, para decir algo, pero automáticamente fui interrumpida por mi pareja.
—No podemos prometerte nada, pero haremos lo posible por estar ahí, tanto tu madre como yo— afirmó, y mientras lo hacía, yo recostaba mi cabeza en su hombro.
—Descansaré mucho para poder recibir el visto bueno de Tsunade, y así iré a tu actividad— los ojos de mi pequeña brillaron, mientras ella asentía.
Nuevamente volvimos a concentrarnos en los accesorios necesarios para la llegada de los gemelos, el tema me emocionaba tanto, que simplemente se me humedecían los ojos, cada vez que veía las pequeñas ropitas, o los zapatitos.
Sarada se marchó en cuanto cayó la noche, dejándome sola con su padre y sus hermanitos. Como era de costumbre, rápidamente me vi despojada de mi bata, y Sasuke de su camiseta. Piel contra piel, inhalé su aroma y me aferré lo más que pude a él.
—Podemos usar la cuna de Sarada— murmuró. Sus labios en mi hombro izquierdo, depositando pequeños besos —, puedo viajar a Kirigakure, para buscarla— me mantuve en silencio, durante unos segundos, mientras recordaba mi deseo.
—Quiero ir contigo. . . — suavemente arañé su espalda, sin hacerle daño —, quiero ver la aldea una vez más— su cuerpo se tensó, y supe que no obtendría su visto bueno.
Pero Sasuke permaneció en silencio, durante lo que me pareció una eternidad.
— ¿Es lo que quieres, mi vida? — su piel abandonó la mía, y tuve que abrazarme a mí misma, tratando de brindarme cierto calor.
—Sí— respondí, los ojos de mi pareja irradiaron tristeza, sin embargo asintió.
Se recostó nuevamente, aferrándome a él. Sus manos acariciaron todo el contorno de mi figura, de una manera tan dulce que bien parecía que estuviera tratando con su posesión más preciada, sus músculos relajándose poco a poco.
—Entonces está bien— murmuró —, ahora descansa— asentí, cerrando los ojos, siendo mi última visión su pecho desnudo.
—No me queda— Tsuande me observaba, recostada contra el marco de la puerta del baño. Estaba tratando de probarme ropa para la actividad de Sarada, sin embargo ninguna parecía encajar con un embarazo gemelar.
—Pensé que te habías comprado ropa— admitió la rubia, con una sonrisa burlona.
—Pues no tenía este vientre tan grande, cuando me indigesté con mi propia sangre y caí en esa especie de coma— me retiré la camiseta, al tiempo que escuchaba a Sasuke regresar.
—Pero mira nada más. Estás a la moda, Uchiha— estiré la cabeza, sin entender mucho la situación. Hasta que mi vista dio con mi esposo, el cual llevaba al hombro uno de mis bolsos.
—Tsunade—saludó, con su tono aburrido de siempre, hasta que me vio semidesnuda —, oh, hola preciosa, ¿necesitas ayuda para quitarte el resto? — sentí mis mejillas arder, mientras le sacaba la lengua —. Cuidado, me estás dando ideas— alcé la vista al techo, escuchando la risa de los presentes.
—Tu amada está teniendo una pequeña crisis, ya que ninguna ropa le queda— asentí, mientras me cubría los senos con el brazo, lo cual se me había dificultado un poco, dado a que habían aumentado de tamaño.
—He pensado que tendría ese problema, así que me he dejado la espalda buscando entre las cajas de la mudanza. Encontré algo que te gustará— enarqué una ceja, antes de que me arrastrara con él al baño.
Cuando me deslumbró con su descubrimiento, no pude evitar llenarme de nostalgia.
—Lo llevabas cuando fuimos a comprar las cosas de Sarada, me ha parecido un lindo detalle— asentí, mientras observaba el blanco vestido con flores de distintos colores.
—Lo es, mi vida, lo es— llevé ambas manos a su rostro, al tiempo que le daba un pequeño beso en los labios —, te amo— murmuré.
—Te amo— respondió.
Y yo me dispuse a vestirme.
Media hora más tarde, estábamos tomados de la mano, en camino a la academia. Sasuke llevaba una camisa de color blanco, para complementar mi atuendo, el vestido por poco y no me quedaba, lo encontró a tiempo para que lo llevara una vez, en este segundo embarazo.
A lo lejos pude divisar una cabellera negra, me detuve para apreciar lo hermosa que se encontraba Sarada. Llevaba una falda de color azul marino, con una blusa blanca, al igual que su padre.
Mi niña. . . no puedo creer lo rápido que pasa el tiempo.
— ¡Sarada! — llamé, ella de inmediato se giró y sonrió.
— ¡Han podido venir! — en cuestión de segundos, sus brazos ya estaban ocupados rodeando el cuerpo de su padre, en conjunto con el mío.
— ¿Y esa poca fe? No vayas adoptando los malos hábitos de tu madre— gruñí, causando que ambos se rieran.
—Justo estaba con Sakura, vengan, vamos— una mirada me fue suficiente para notar que Sasuke no estaba cómodo con esta situación. Y yo en mi interior rogaba que todo saliera bien, no quería que el día familiar se arruinara.
En cuanto la Haruno nos divisó, su rostro se descompuso en una mueca, creo que todo gracias a la enorme panza que me cargaba.
—No pensé que fueran a venir, es por eso que me presenté— llevaba una falda rosa, con una blusa del mismo color, siendo honesta, se veía muy linda.
A su lado se encontraba Gaara, el cual se inclinó levemente en cuanto vio a Sasuke, y tuvo que disimular su sorpresa cuando sus ojos se posaron en mí.
—Sí, lo sé. Estoy enorme— dije, al tiempo que llevaba mis manos a mi vientre —, es un dos por uno, ni más ni menos— el pelirrojo sonrió, como si mi comentario le hubiera hecho gracia.
—Muchas felicidades, ¿Qué son? — me encogí de hombros.
—Creo que son niños, pero mi esposo está empeñado en decir que aquí hay otra niña— el Uchiha me miró, y yo le sonreí.
—B-bueno, se dice que la madre es la que tiene la razón— me giré para ver a Sakura.
—Esperemos que sea así— ella simplemente asintió.
— ¡Vamos! Están por comenzar— Sarada sostuvo nuestras manos, mientras nos arrastraba hasta la entrada del edificio, Sakura y Gaara venían detrás de nosotros.
Dentro todo estaba gratamente decorado, con guirnaldas y muchos accesorios de varias formas y tamaños. Estaba maravillada, todo esto resultaba gratamente hermoso.
A mi lado Sasuke deslizó una mano por mi espalda baja, brindándome soporte. El lugar estaba lleno de personas, cosa que me abrumaba un poco dado a mis algo torpes movimientos por la barriga, y debido a que casi no podía ver mis pies. Fue un martirio al inicio.
En una gran pantalla, iban desplegando diversas fotos que estaban siendo tomadas por un fotógrafo. Las familias desfilaban una tras otra, y la verdad es que, se veían fenomenales.
—Me gustaría que nos hiciéramos una foto— dije. Sasuke, el cual le estaba dando una gran mordida a su onigiri, me observó desconcertado.
— ¿Puedo comer primero? — solté una carcajada, mientras asentía. Mi marido se sentó en una de las sillas, junto a Gaara, mientras que Sakura y yo permanecimos de pie.
—Sasuke-kun, no comas así, pareciera que no te dan comida— coloqué una mano en el hombro de la chica, la cual se estremeció al instante.
—Le encantan los onigiris, vas a tener que perdonarlo— mi Uchiha simplemente continuó comiendo, ignorando por completo la presencia de la Haruno —, oye, ¿me acompañas a dar una vuelta? Ya sabes, es bueno para las embarazadas— Sakura enarcó una ceja.
—Uhm. . . ¿Conmigo? — asentí.
—Cuídala, es como una comadreja— nuevamente le saqué la lengua a mi esposo, él simplemente me guiñó un ojo.
—Creo que está bien, volveré en un momento, Gaara— el chico asintió, restándole importancia al asunto.
Y así fue como le di varias vueltas al lugar, junto a Sakura. La mayor parte del tiempo estuvo en silencio, acompañándome a donde se me antojara ir.
—Te envidio— dejé de observar al fotógrafo, para luego verla a ella, de reojo —. Tienes todo l o que yo deseaba, Sasuke, una hija, y dos más en camino— su voz se rompió, mientras siguió expresándome sus sentimientos. La dejé hablar todo lo que necesitara, hasta que, simplemente, quedó en silencio.
Su vista estaba fija en la pared de fondo, mientras se abrazaba a sí misma. Podía notar sus ojos cristalizados.
—Te perdono, Sakura— dije, mientras me giraba totalmente para darle la cara —, sé que es difícil ver al hombre que amas estar con alguien más, y sé que muchas cosas de las que hiciste, no fueron por mal. Me gustaría que dejáramos todo eso atrás, y simplemente nos concentráramos en el ahora— afirmé, sonriendo.
Ella se quedó callada.
Observé a mi esposa dormir, junto a ella en la mesa de noche que tenía el hospital, descansaba enmarcada una de las fotos que nos hicimos. Me había resultado una total sorpresa el ver su ofrecimiento de que Sakura se hiciera algunas con nosotros, pero no le tomé demasiada importancia.
Me coloqué en pie, saliendo de la habitación, dispuesto a encontrarme con la Senju, en su oficina.
—Hola, Tsunade— saludé, mientras entraba.
—Tengo buenas noticias— fue su respuesta.
—Habla— dije, mientras me sentaba frente a ella.
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