Capítulo 25.


—Buenos días, mi amor— saludé, mientras tomaba su mano y depositaba un beso en ella, con cuidado de no causar molestia, debido a las agujas que atravesaban su piel —, Sarada me llamó para decirme que viene hoy a verte, ya que por fin nos dejan acceder a tu habitación— y estaba aliviado por ello.

Me desgarraba verla solo a través de un cristal. No podía tocarla y hacerla sentir que yo estaba aquí, y que jamás la dejaría sola.

Con cuidado, coloqué mi cabeza sobre su vientre, cerrando los ojos, tratando de olvidar lo fría que se sentía su piel contra la mía. Los últimos días habían sido el mismo infierno, encontraba las fuerzas para levantarme de la cama, y salir de la casa, ya que las esperanzas habían aumentado, desde que la ingresaron.

Una nueva medicina estaba en proceso de creación, Orochimaru y Tsunade habían estado trabajando en ella, Karin por igual. De vez en cuando debían extraer algo de la sangre de mi esposa, para hacer más estudios y encontrar la forma de ayudarla.

Su caso era particular, algo nuevo para ellos, según lo que me explicó la Senju. El cáncer normalmente desarrolla células con anomalías, debido a distintos factores. Pero la situación era distinta, en cierto sentido. Ese había sido el diagnóstico en primer lugar, puesto que habían supuestas células anormales en el cuerpo de mi esposa. . .

Pero la cosa se tornó turbia, cuando nos enteramos que esas células anormales habían estado desde el inicio ahí, sin actuar de forma agresiva. Contando esto a que el sello está casi destruido, forzarlo de esa manera, de alguna forma activó la reproducción masiva de las células perteneciente a la sangre Ōtsutsuki de ___, la cual previamente, quizá a inicios de su embarazo, había recibido una cantidad extra de esas cosas, como si su cuerpo fuera obligado a aceptar su otro linaje.

En conclusión, su sistema inmunológico comenzó a tener problemas, y eso desencadenó una serie de cosas, una tras otra. Su cabello blanco, la constante guerra en su interior, y. . . que nuestros hijos tengan una gran posibilidad de heredar más del lado Ōtsutsuki de su madre, que Sarada.

Analizando bien la situación, el sello estaba intacto para el primer parto, lo que significaba que el linaje alienígena todavía estaba siendo retenido. Para ser honesto, me cuestiono constantemente si esto tiene algo que ver con desear con tanta fuerza, tener más hijos. . .

A veces creo que lo mejor hubiera sido dejar eso atrás, como un lejano sueño de mi infancia. Ahora probablemente gracias a eso, debo estar viendo a la mujer de mis sueños, luchar por su vida y la de nuestros gemelos.

—Te he fallado ___ — murmuré, acariciando sus dedos con mi pulgar —, no debí. . . yo soy el culpable de que estés aquí— la puerta del cuarto se abrió, levanté la cabeza, para ver a Sarada. Había traído un pequeño peluche.

—Es para que mamá no se sienta sola cuando no estás, debe ser difícil para ella pasar la noche en soledad— nuestra pequeña se acercó, depositando el pequeño muñeco junto a la cabeza de su madre, luego acarició su cabello, sus ojos cristalizandose rápidamente —, eres una heroína mamá— trató de contener el primer sollozo, pero se le escapó el segundo, y ya para el tercero yo estaba a su lado, abrazándola con fuerza.

Si quería llorar, aquí siempre estaría mi hombro y pecho para ella, todas las veces que mi hija los necesitara.

—Buenas. . . — una cabellera rubia, acompañada de unos ojos azules hicieron aparición, los demás miembros de la familia Uzumaki entraron en la habitación.

Hinata llevó una mano a su boca, mientras observaba la condición de su amiga. Su expresión se descompuso, arrugando la frente y cerrando los ojos, como si le doliera verla así.

Himawari se acercó a paso lento, mirando el cuerpo de la señora Uchiha.

— ¿Cuándo despertará? Me gustaría decirle que hoy en la escuela hice un dibujo muy lindo— la pequeña Uzumaki apoyó sus codos en la camilla —, ___-san despierte, traje el dibujo para que lo vea— mi corazón se contrajo.

—Ella. . . Lleva unos días descansando, debes darle tiempo— respondí, tratando de apreciar su inocencia, en medio de mi dolor.

—Sasuke— Naruto colocó su mano en mi hombro, asentí, mientras le daba la espalda y abrazaba más fuerte a Sarada, la cual lloraba en silencio.

—Ella no merecía esto. . . Estaba tan llena de ganas de vivir con ustedes— Hinata se acercó a nosotros, Sarada levantó la mirada, cuando ella le acarició el cabello.

Boruto permanecía en la entrada, parecía levemente impactado por toda la situación. Y no lo culpaba, yo estaba igual, todo esto resultaba tan extraño, un día tenerla en casa y después verla con máscara de respiración.

La máquina que medía sus latidos comenzó a sonar un poco más rápido, el pulso se me aceleró, al ver que ___ comenzaba a tener problemas para respirar, su ceño fruncido, como verdaderamente estuviera pasando trabajo.

—Llamaré a las enfermeras, vuelvo en un momento— justo cuando Naruto salía de la habitación, se devolvió, dando paso a Tsunade y las enfermeras.

—Tenemos un sistema que nos avisa de cada anomalía en los resultados, así que no se alarmen. Me gustaría revisar, para eso deben salir— los ojos de la rubia se posaron en nosotros, mientras que sus subordinadas ya estaban revisando el oxígeno y las demás maquinarias.

—Salgamos niños— Hinata tomó la mano de Himawari, luego la de Sarada, y comenzó a caminar en dirección a la salida, cerrando la puerta a sus espaldas, yo permanecí ahí.

No había día que no lo hiciera, de todas formas.

—Debes descansar, no quiero tener que atender al padre de Sarada, cuando ya estoy tratando con su madre— aunque sé que lo dijo en broma, no pude evitar sentirme levemente ofendido.

—No me marcharé de su lado, Tsunade, pensé que habíamos dejado eso claro— ella se limitó a acercarse a mi peliblanca, comenzando a revisar —, cuando. . . cuando éramos más jóvenes, una vez llegué muy herido a la casa, de una misión. Ella estuvo día y noche, luchando junto a mí contra mis propios demonios, limpiando el sudor de mi frente, recordándome que no estaba solo— me senté en la camilla, acariciando las piernas de mi amada —, yo haré lo mismo con ella, todas las veces que sea necesario— murmuré, observando.

Y planeaba mantenerlo, hasta mi último suspiro de vida.

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