Capítulo 22.


—Quiero que permanezcas en cama, un poco más— Tsunade se encontraba revisando una plantilla, con los resultados de los distintos análisis de sangre que me había hecho.

Había pasado poco más de dos semanas, tras la invasión de mis familiares. El terreno dedicado para el examen se encontraba en vistas de ser enmendado, según lo que había escuchado de los chismorreos provenientes de las enfermeras. La aldea poco a poco estaba volviendo a su ritmo y paz.

—Estoy bien, solo son unos pequeños dolores en el pecho— Sasuke estaba de pie al lado de la rubia, su vista fija en la mano que tenía colocada en el pecho, próximo a mi corazón.

—Estuviste al borde de la muerte, no te lo voy a pintar de otra forma. Tu sello, aunque estaba concentrado en tu vientre, se debilitó casi al completo. Un ataque más y no estuvieras aquí ahora mismo, recibiendo este sermón— hice una mueca, pero ella tenía razón.

En mi desesperación por ayudar a Sasuke y los demás, recurrí al poder que albergaba, y si eso no fuera poco, al momento de la colisión de fuerzas, cuando fuimos absorbidos y llevados a la otra dimensión, abusé de esa pequeña ventaja, y simplemente terminé por crear todo un alboroto, que me llevó casi a la muerte, y ahora estaba dejando sus repercusiones.

El dolor en el pecho era una de ellas, al igual que mi cabello, estaba casi en su totalidad de color blanco, igual al de los Ōtsutsuki.

—Verdaderamente aprecio que te intereses por la seguridad de la aldea, aunque sea debido a que tu hija vive aquí. . . pero estás embarazada de gemelos, y no puedes darte el maldito lujo de andar como la heroína— desvié la mirada y suspiré, no era la primera vez que me tiraba todo esto en cara.

—Ya basta Tsuande, creo que ya le diste suficientes noticias hoy. Así como dijiste, está embarazada y no debes estresarla— el pelinegro se inclinó a susurrarle algo, causando que mi amiga asintiera y se marchara, dejándome sola con él —, hazme un lado— con cuidado me moví un poco, dejándole el espacio suficiente para que se sentara a mi lado, y posara su mano en mi poco prominente vientre.

—No me vengas a sermonear tu por igual— mi esposo simplemente sonrió, antes de plantar un sonoro beso en mi mejilla.

—Sabes que ella tiene razón, cometiste una locura— habló con voz suave, otorgándome, junto a sus caricias, cierta sensación de tranquilidad y paz —, pero ya dejemos eso atrás, estás aquí junto a nuestros hijos, y conmigo. Todo lo demás pasa a un segundo plano— no pude evitar sonreír, este hombre es una verdadera maravilla.

—Si bueno, lo único que pueden hacer es aceptarlo, a fin de cuentas— cerré los ojos, recostando mi cabeza en su hombro.

—Duerme si quieres, no me iré a ningún lado— gruñí levemente. Gracias a los efectos secundarios de forzar un sello extraño en tu cuerpo, me ha tocado reducir las horas de sueño, gracias a que inmediatamente el reloj marcaba la medianoche, yo comenzaba a sufrir ataques silenciosos de ansiedad.

Ni siquiera Sasuke sabía de esto, aunque ya me había encontrado varias veces despierta a esa hora, simplemente le he dicho que no podía dormir, el pobre ha estado a mi lado desde que me ingresaron, y no quiero preocuparlo más de la cuenta, no se lo merece.

—Supongo que puedo descansar un poco— murmuré, colocando mi mano libre sobre la suya, acariciando su suave piel.

—Hubo. . . Hubo una época de mi vida, en aquellos años en los que parecía que mi salud mental era inexistente, que despertaba después de una pelea en un cuarto oscuro, sin nadie que me recibiera, o que se preocupara por mi— enarqué una ceja, escuchando atenta a su pequeña confesión —, hace doce años, cuando desperté, tú estabas a mi lado. Recuerdo claramente la expresión de alivio en tu rostro, y cómo repetías que no deseabas que una situación así volviera a pasar. . . Llevamos más de una década que no sabíamos del otro, y aun así, nada me provoca más incomodidad que verte en una camilla de hospital, es como si no pudiera evitarlo, en estos últimos tiempos— su mano se mantuvo quieta unos segundos —, quiero que sepas. . . que haré todo lo que esté a mi alcancé para evitar este tipo de situaciones, tanto para ti como para nuestros hijos— una pequeña gota cayó en la sábana, y no pude evitar alarmarme.

Levanté la cabeza de su hombro, al tiempo que él llevaba su única mano a su frente, cerrando los ojos con cierta fuerza.

— ¿Mi vida? — cuestioné, girando mi cuerpo para apoyarme en mis rodillas —, ¿Qué sucede mi amor? ¿Dónde te duele? — su rostro se relajó levemente, cuando acuné sus mejillas entre mis manos.

—Tranquila, solo es un leve dolor de cabeza, y otro pequeño en los ojos. Secuelas de usar mucho mis habilidades— mi corazón se estremeció, mientras me inclinaba y depositaba un beso en cada ojo —, relájate chiquita— sus palabras resonaron en mi cabeza varias veces, creando distintas sensaciones por todo mi cuerpo.

Este hombre. . . acabaría conmigo.

—Me dará algo— murmuré, mientras abrazaba su cabeza.

—Hmmm, hola mis amores— aquel comentario me arrancó una carcajada.

Horas más tarde estaba sentada en la camilla observando los últimos rayos del sol. Mis manos aferradas a mi vientre, disfrutando del silencio en la habitación, uno de los pocos momentos del día que tenía para mí misma y mis hijos.

—Lamento haber actuado con tanta negligencia, pero de verdad sentía que su padre me necesitaba, y, además, estaba muy enojada con los malvados esos— dos meses con dos semanas no había sido tiempo suficiente para similar que tres vidas habitábamos este cuerpo, todavía parecía un sueño lejano, una fantasía.

Y sin embargo mi vientre estaba extendiendo con el paso de cada día, recordándome que no debía ser tan estúpida y benevolente.

—Papá está muy emocionado, y su hermana mayor también— me levanté, caminando hasta el baño. Levanté mi bata, frente al espejo, observando.

Me coloqué de lado, sintiendo como mi corazón se aceleraba, al ver la pequeña curva hacia el frente. Aunque no debía, no pude evitar dar unos pequeños saltitos. Una conocida cabellera de color negro azabache se hizo presente.

Sasuke estaba vestido con una camiseta de color negro, con unos pantalones del mismo color, cortesía de Sarada, que le había obligado a ir de compras con ella un rato, luego les acompañé unos minutos, ya que estaba antes en la tienda para bebés.

La sonrisa en el rostro de mi Uchiha me iluminó el día, sus ojos irradiaban tanta ternura, que simplemente pudo conmigo.

—Ven aquí— ordenó, yo me acerqué a él, todavía sosteniendo mi bata, presumiendo mi barriguita —, están creciendo mucho en tan poco tiempo— se arrodilló, colocando su cabeza contra mi piel, mientras me abrazaba.

—Lo sé, casi parece un sueño— la puerta se abrió nuevamente, y Sarada entró a la habitación. Llevaba una bolsa en la mano, con cara de pocos amigos.

— ¿Qué pasó hija? — cuestionamos su padre y yo al mismo tiempo, mientras nos acercábamos a ella.

— ¿Ah? no pasa nada, estoy bien papá, mamá— se acercó a nosotros, sus ojos fijos en mí —, ¿Cómo te sientes? Ya haces falta en casa— extendí las manos en su dirección, y ella de inmediato me abrazó.

—Estaré de vuelta pronto— acaricié su cabello, aferrándola un poco más a mí.

—Lamento no haber venido tan seguido, la academia está hecha un caos y termino muy cansada. Además, ya pronto volveremos a las misiones— Sasuke se aproximó a la bolsa sobre la camilla.

—Mira, te han traído tu yogurt— sonreí.

—Gracias mi niña. ¿Por qué no disfrutamos todos de él? — los pelinegros asintieron, mientras me acompañaban a disfrutar de mi preciado postre.

— ¿Ya tienes fecha para salir? — negué, observando a mi pequeña.

—Tsunade me ha pedido que me quede unos días más, para descansar— habíamos ocultado todo lo que pasó en aquella dimensión. Por lo tanto, para Sarada solo tuve un ataque de estrés que me envió al hospital a realizarme estudios, solo para ver cómo estaba todo en mi organismo.

—Entiendo, bueno, te estaremos esperando allá en casa, Shiro y yo— asentí, sonriente.

Pasamos un buen rato hablando de todo y de nada. Sarada nos comentaba acerca de sus días, de las posibles misiones, y ese tipo de cosas, Sasuke narraba el desastre que había hecho nuestro cachorro, con las cortinas y los cojines. Al parecer tendríamos que comprar algunas cosas nuevas, para gusto del canino.

Sasuke se fue con Sarada cuando el reloj marcó las diez en punto, para llevarla al apartamento y descansar. Mis ojos se cerraban para ese punto, puesto que me encontraba sumamente agotada.

El peso de los últimos días ya estaba pasando factura, así que me recosté, y cerré los ojos, cayendo casi de inmediato en los brazos de Morfeo.


—No estamos aquí para jugar— Suigetsu estaba casi tan serio como yo, al parecer había notado la gravedad del asunto.

—Para que vengas de visita, y en alianza con ex la quinta Hokage, tiene que estar sucediendo algo muy malo, no tenemos que ser inteligente para ello— asentí en su dirección, él hizo lo mismo, mientras nos guiaba hasta donde se encontraría el hombre que nos ayudaría.

Y junto a él, Karin.

—Cuando tu mensaje llegó, no pensé que tomaríamos acción tan rápido— aquella voz siempre me había desagradado. Pero aquí estábamos, ya no había vuelta atrás.

—Es una emergencia, y creo que te lo dejamos saber muy bien— el pelinegro se giró a ver a la rubia mujer, que a mi lado se encontraba.

—Ha pasado mucho tiempo, Tsuande. Me sorprende que quieras acoplar tus conocimientos con los míos— la Senju suspiró, antes de tenderle la tablilla con los alarmantes resultados, el rostro de Orochimaru se descompuso —, esto es espeluznante— sus ojos dieron con los míos, asentí levemente —, dime cuáles síntomas ha estado presentando y desde cuando— me apresuré en responder.

—Dos semanas, dolores en el pecho, ataques de ansiedad prolongados, estrés, falta de sueño, debilidad, fatiga. . . la lista no termina— estoy seguro de que la preocupación en este punto era palpable en cada parte de mi ser.

—No podemos suministrar tratamientos demasiado fuertes, tiene un embarazo gemelar. . . y, además, no sabemos cómo reaccionará su organismo, ahora que el sello está a punto de romperse— Karin llevó una mano a su boca, sorprendida al ver el contenido de los papeles, que Orochimaru amablemente le había mostrado.

—Pero esto no pasó en el primer embarazo— la pelirroja se acercó más a nosotros, el papel en sus manos temblando levemente—, no lo entiendo— y yo tampoco lo hacía, y estoy seguro de que estaba igual de perdido que ellos.

—He traído una muestra de sangre para que ustedes mismos lo vean, tengo a mis mejores médicos trabajando en este caso, desde que comenzó— Tsunade extendió el frasco con el líquido oscuro, depositandolo en la mesa que se desplegaba a su lado.

Orochimaru agarró el frasco, moviéndolo un poco. Parecía verdaderamente indeciso.

—He tratado con casos levemente similares, pero esto. . . — señaló vagamente los resultados de Tsunade, con la cabeza —, esto parece un cáncer fabricado por su propio cuerpo— sus ojos dieron con lo míos nuevamente —, lo lamento pero. . . no estoy seguro de tener una solución para ella— apreté el puño.

—Haz lo que sea necesario para que la salvemos, yo. . . yo no puedo perderla a ella, nuestros hijos tampoco— mordí mi labio inferior, buscando toda la fuerza interna posible. Yo prometí que no me doblegaré ante nadie, pero ahora que su vida estaba en riesgo. . . —, te lo ruego, ayúdanos— todos miraron en mi dirección sorprendidos.

Si eso no les dejaba saber cuánto peso tenía esta situación en mi vida, entonces nada más lo haría.

Orochimaru permaneció callado unos interminables segundos, antes de asentir.

—No puedo prometer que la salvaremos, pero haré todo lo posible Sasuke. Acepto trabajar contigo, Tsunade— suspiré aliviado, Jūgo, que había aparecido hace unos minutos, colocó una mano en mi hombro, sin pronunciar palabra.

Y no le fue necesario. Entendía perfectamente su mensaje. 


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top