Capítulo 20.
Uchiha Sasuke.
Mientras caminaba en dirección a nuestro punto de encuentro, no pude evitar observar a la aldea, todavía sumida en la magia del amanecer, y en el poderoso hechizo del sueño. Eran muy pocas las personas que estaban abriendo su negocio a esta hora.
—Lamento que debas de encontrarte en esta situación— me giré ante la voz conocida, sus ojos verdes brillaban, como si de cierta forma estuviera feliz de verme. Claramente el sentimiento no era mutuo —. A tu esposa le encanta meterse en problemas, ¿no crees? Se parece mucho a Naruto en eso— los intentos de Sakura por ser graciosa, simplemente me incomodaban.
— ¿Qué es lo que quieres? Me restas tiempo— mi voz salió más ronca de la cuenta, imagino que ahora sí puedo presumir de parecer un gruñón.
—Nunca cambias Sasuke— caminó hasta quedar a mi lado —, simplemente quería disculparme por todo el daño que he causado en tu vida, y darte las gracias por darme el privilegio de ser la madre de Sarada— enarqué una ceja mirando en su dirección.
—No eres su madre, más bien simplemente la criaste— solté, sin el más mínimo miramiento.
—Madre no es la que engendra, sino la que cría, Sarada es tan mía como lo es de ustedes, y debes de estar claro— su altanería me hizo gruñir, y como si se hubiera dado cuenta del tono en su voz, se ruborizó —. Sé que hay muchas cosas que no hago bien, todavía estoy aprendiendo, pero. . . bueno— suspiré, completamente negado a permanecer un segundo más ahí.
Por cada respiración de ambos, podía ser dos y tres menos tanto para Naruto como para ___, lo mejor era partir de una vez por todas, y cierta Haruno me estaba robando el tiempo, tratando de lucirse con su arco de redención.
—Escucha, Sakura, luego hablaremos de todo esto, ahora no tengo tiempo para andar derrochando— comencé a caminar, sin siquiera girarme para despedirme, pues esta situación no lo ameritaba.
— ¡Espera! — la escuché gritar, pero eso solo hizo que caminara más rápido.
Los demás ya estaban listos cuando llegué al punto acordado. Boruto incluido.
— ¿Tu madre te ha dado permiso para venir? — cuestioné, mientras lo miraba utilizar el viejo conjunto de su padre.
—Bah, no necesito permiso de mamá para ir a salvar al viejo ese, además, estoy seguro que ella se alegrará mucho por tenerlo devuelta— esto último fue más un susurro para sí mismo, que para todos los demás que estábamos aquí.
—Bien, entren todos— pedí, mientras abría el portal —, como saben, solo mi esposa posee ahora mismo un Rinnegan completo, yo solo tengo uno, y por ende, no puedo mantener esta cosa abierta mucho tiempo, y tampoco puedo llevar demasiadas personas, así que les sugiero que se den prisa— uno a uno atravesaron la puerta a la nueva dimensión en la que posiblemente se encontraban nuestros enemigos.
—Por favor Sasuke-san— antes de que yo mismo pudiera atravesar el portal, la voz de Hinata captó mi atención —. Tráelos a los dos de vuelta, y no permitas que a Boruto le pase algo— suavicé mi mirada ante su petición, esas mismas palabras las usaría ___, si en algún momento nos encontráramos en una situación parecida.
—Trataré de traerlos a todos de vuelta— prometí, más para mí mismo que para ella. A lo lejos pude divisar la cabellera negra de Sarada, que bailaba con el viento de la mañana. Sus ojos somnolientos y una pequeña sonrisa en su rostro.
Había venido a despedirme.
Te amo gesticulé, sin la necesidad de pronunciarlo en voz alta. Nuestra hija sabía perfectamente como ambos nos sentíamos con respecto a ella, como daríamos cada respiración con tal de asegurar su bienestar.
—Cuídate— un brazo en mi hombro, el aroma a tabaco me indicó quién era —, sé que lo que menos deseas escuchar es que salves a Naruto, no cuando tu esposa e hijos están de por medio, pero por favor, tráelo en una sola pieza— sonreí levemente, antes de asentir.
—Luego de que me asegure que ___ esté a salvo, me encargaré de ese idiota— Shikamaru asintió, tratando de disimular la sonrisa que comenzaba a formarse en su rostro.
Luego de eso, me giré para poder ir a reunirme con mi esposa.
Lo que me recibió al otro lado del portal, me heló la sangre. Momoshiki Ōtsutsuki mantenía su mano fija frente al vientre de Naruto, mientras mi rubio amigo gritaba en agonía. Estaba detenido y le estaban dejando sin el chakra de la bestia con cola en su interior.
Pero ese era el menor de mis problemas, no cuando Kinshiki Ōtsutsuki luchaba de forma brutal con los demás, y ellos no alcanzaban a realizarle gran daño.
—Debes permanecer atrás, Boruto— ordené, mientras me preparaba para luchar —, mientras más seguro mejor— aclaré, mirando en su dirección.
—Mientras ustedes distraen a esos dos iré a por papá— y dicho esto, se esfumó. Cuanto se notaba que era hijo del Uzumaki.
—Cuidado, el de la capa negra utiliza el Rinnegan— escuché decir a Momoshiki, el cual se encontraba mirando en mi dirección —, ya veo, la pequeña tiene gusto por los hombres que aparentan ser poderosos— gruñí, dispuesto a utilizar mis dos poderes oculares.
—Se los preguntaré de manera amable, ¿Dónde está mi esposa? — el desconcierto en el rostro de ambos, prácticamente me sacó de mis casillas —, ¡díganme dónde está! — vociferé, extendiendo mi mano hasta mi Katana.
—Por mucho que me gustaría decirte donde se encuentra, la verdad es que ni yo mismo sé— juré a todos los demonios que llevaría a este desgraciado a la puerta del infierno yo mismo.
—Te prometo que te mataré— de un salto ya me encontraba a su altura, preparado para atacar, los demás Kages secundaron mi movimiento. Por el rabillo del ojo observé a Boruto ayudar a Naruto, por lo menos él estaba bien.
Unos cuantos golpes y yo estaba aterrizando junto a los dos rubios, podía notar el cansancio en la postura de mi amigo, me incliné a su lado, colocando una mano en su espalda.
—Lo lamento Sasuke, me la arrebataron antes de llegar aquí— mi corazón se aceleró.
— ¿Quién te la arrebató? — ante su silencio, no pude evitar obligar a mirarlo —, por favor dime, ¿no llegaste a ver quién la apartó de tu lado? — para aumentar mi agonía, él negó.
—Lo lamento mucho— repitió.
Yo sentía mi ser retorcerse en medio del dolor. Le había fallado, por primera vez le había fallado a la única persona a la cual me prometí nunca hacerlo. La había faltado no sólo a ella, a nuestros hijos.
Estoy seguro de que todo habría resultado en otro desenlace, si tan solo yo hubiera sido más firme en mi postura, y no la hubiera dejado luchar en contra de los Ōtsutsuki. Ahora ella probablemente estaba muerta, su cuerpo enfriándose en algún rincón de este lugar.
—No creo que ellos la mataran, si eso te ayuda teme— la mano de Naruto se posó en mi hombro, apretando con fuerza. Si a eso le sumamos que los idiotas aquellos no sabían en dónde ella se encontraba, todo esto podía significar solo una cosa.
Había sido una trampa para distraernos, para distraerla, y luego secuestrarla. Alguien más estaba detrás de mi esposa, no simplemente Momoshiki y Kinshiki. No, por mucho que la odiaran, ellos iban tras el objetivo de crear un nuevo árbol, y robar el chakra del nueve colas.
Lo que significa que de una forma u otra, el hombre que había secuestrado a Sarada había vuelto, y estaba tomando ventaja de la situación. O quizá no sea él, pudiera ser otro de ellos.
Para este punto no podía pensar con claridad. Ni siquiera cuando podía escuchar el conmovedor discurso de Naruto a su primogénito.
Y luego Kinshiki vino a parar frente a nosotros. Desenvainé mi katana, dispuesto a defender a los Uzumaki a mi espalda, aunque mi mente no estuviera del todo puesta en el asunto. El grandulón me apuntó con su arma, y luego todo se limitó al choque de nuestros artefactos entre sí.
Hasta que, en cuestión de un segundo, me encontré desprevenido, terminando con la mano vacía, dejándome a merced de mi única mano. El peliblanco parecía estar orgulloso con la situación, y aprovechó la gravedad a su favor, para arremeter contra mi cuerpo.
— ¡SASUKE! — esperé el impacto que nunca llegó. Solo un desastroso crujido, que prácticamente redujo el cuerno de Kinshiki a tan solo un mito.
El cabello de ___ estaba más blanco de lo normal, y su piel más pálida. Pero ahí estaba, mi amada esposa estaba a salvo, estaba bien. Pero no había rastro de piedad en su rostro cuando se giró a verme, y las venas estaban marcadas alrededor de sus ojos, como si estuviera utilizando un ¿Byakugan?
El Ōtsutsuki salió volando con una patada, y fue a parar a los brazos de los demás Kages, los cuales rápidamente se hicieron cargo de él.
Las palabras no fueron necesarias, no cuando en cuestión de segundos mi cuerpo estaba fundido contra el de mi amada, en uno de los abrazos más fuertes que nos habíamos dado, en toda la historia de nuestro romance.
—Estaba tan preocupado— murmuré.
—Viniste. . . — estaba débil, podía notarlo en sus manos temblorosas que sostenían a duras penas mi cuello, y su voz que parecía más un recuerdo de lo que siempre había sido.
Todo su peso chocó contra mi cuerpo, y sus piernas temblaron, incapaz de sostenerla mucho tiempo más. Me arrodillé con ella todavía aferrada a mi, las venas alrededor de sus ojos comenzaban a desaparecer una tras otra.
—Los bebés están bien, me aseguré de concentrar todo mi poder en el sello— murmuró, todavía con los ojos cerrados y los labios casi blancos. Remojé un poco los míos, para luego darle un pequeño pico, intentando hacerle el pequeño favor de humedecerlos en su lugar.
—Pero que lindo reencuentro, pensé que estabas muerta ___, tal parece que me equivoqué, como siempre con todo lo que está relacionado contigo— giró levemente su cara, en un ángulo que le hacía parecer un poco más demente —, pero a juzgar por tu condición física, no estás muy lejos de. . . oh— y sonrió.
Los ojos fijos en el vientre de mi esposa. Lo que significaba una sola cosa, había logrado divisar el chakra de los bebés. El rostro de Momoshiki se arrugó, producto de la rabia.
—No puedo permitir que esos fetos lleguen al mundo— mi castaña era incapaz de abrir los ojos, y estaba jadeando levemente. No podía permitir que luchara en su condición, y ella de por sí no tenía las fuerzas para hacerlo, no cuando todo su poder giraba en torno a la protección de los bebés.
Solo quedaba una cosa por hacer.
—Boruto, necesito que te quedes aquí con ella— recosté a mi amada completamente contra el árbol y me retiré la capa, procurando cubrirla completamente con ella.
—Cielo, no. . . — su mano trató de tocar la mía, sin embargo la detuve.
—Es hora de que terminemos con esto, de una vez por todas— declaré, volviendo la vista al personaje frente a nosotros —, ya ríndete, tu compañero está acorralado, y tu vas por el mismo camino— con cierta dificultad, Naruto se colocó de pie, a mi lado.
—Bueno, pues entonces es momento de que vean cómo nos encargamos de preservar el poder en el clan Ōtsutsuki— y extendió la mano en dirección al otro de ellos, el cual salió disparado, como si estuviera respondiendo a su llamado. Y frente a nosotros, prácticamente lo convirtió en una fruta —, ¡ya verán! después de que acabe con todos ustedes, los asesinaré a ellos dos— Naruto y yo permanecíamos serios, observando como el caníbal acababa por devorar el fruto en sus manos.
—Debes tener cuidado, mi amor. Ha ingerido al completo el chakra de Kinshiki, duplicando su poder— me giré para ver como Boruto mantenía una mano en el brazo de ___, ella mirando en nuestra dirección —, si antes la cosa parecía estar fea, entonces ahora les parecerá un horror— el Uzumaki a mi lado rió.
—Bueno, bueno. Al parecer tienes que lucírtela frente a tu mujer, Sasuke— sonreí de lado, mientras tomaba mi katana, la cual había terminado clavada en el árbol, gracias al previo ataque del ahora inexistente Kinshiki —, espero que no estés fuera de forma— soltó, en forma burlona.
—Ya veremos quién es el viejo, Naruto— observé a nuestro enemigo, mientras por mi sangre fluía la adrenalina que no había sentido desde aquella vez que luché contra Kaguya.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top