Capítulo 15.


Sabaku no Gaara no parecía totalmente convencido, pero ese era el menor de mis problemas ahora mismo. Frente a mi estaban las personas que jugarían un papel importante, en las próximas horas, y necesitaba convencerles de que nos ayudaran. 

—Pero entonces, si eres una de ellos, ¿Cómo estamos tan seguros de que no nos vas a traicionar? — un hombre moreno con cabello blanco me miraba fijamente.

— ___, el es Darui, el quinto Raikage — aclaró Naruto, mientras le señalaba. 

—Gracias— murmuré, algo apenada, de no conocer demasiado acerca de quienes ocupaban los cargos actuales de los Kages, a parte de Naruto y el nuevo Mizukage.

—No creo que debas dudar de ella. Yo mismo la he visto asesinar a los de su. . . supuesta familia— la mano de mi esposo se deslizó por mi espalda baja, acariciándola. 

—Claro que la vas a defender, es tu esposa— agregó el Kazekage. —Debemos tomar en cuenta que estamos en una situación muy delicada, miles de vidas están en juego, si lo que nos han dicho termina siendo cierto— suspiré, desactivando mi Rinnegan y llevando una mano a mi vientre. 

Mi poder se fue calmando, lo sentía arremolinándose en mi vientre, probablemente mi cuerpo estaba por fin aceptando que ahora habían dos seres creciendo en mi interior, y los protegería de la misma forma que lo hizo con Sarada, años atrás. 

—Entiendo su falta de confianza, señor Kazekage. Pero ni siquiera yo misma sabia que era una Ōtsutsuki, hasta hace unos años. Y créame, que si yo quisiera hacerles daño, muy bien pude quedarme con la boca cerrada y permitir que les tomaran desprevenidos mañana. Pero aquí estoy y arriesgo mi vida al igual que ustedes— el séptimo Hokage sonrió, antes de girarse a ver a los demás. 

—Hace doce años observé a esta mujer asesinar a uno de los suyos, estando embarazada, y después de haber sido torturada. Les pido que depositen un poco de confianza en ella— Shikamaru me acercó una silla, en la cual no dudé en sentarme. 

—Bien, entonces ¿Cómo planeas ayudarnos? ¿Usaras tus poderes? — sentí mis mejillas arder, mientras desviaba mi mirada. 

—No, yo solo estoy aquí para ayudarles con el plan— el Mizukage enarcó una ceja. 

—Mi esposa no está en condiciones para ayudarnos— bramó Sasuke, el cual no se había apartado de mi lado, desde que llegamos. 

Permanecía de pie junto a mi, en estado de alerta. Podía notarlo por sus hombros rígidos y tensos. Ambos sabíamos que iba a ser difícil la charla que nos esperaba, pero debíamos jugar todas las cartas posibles para asegurar, o al menos intentar cambiar, el destino de Konoha y los exámenes. 

—Pues yo la veo perfectamente bien, además, nos acaba de hacer una demostración del alcance de su poder. Seria un desperdicio que no nos ayudara— Darui me observaba con seriedad.

—Yo no puedo ayudarlos, más allá de contribuir con lo que sea que se organice esta noche. Lo lamento mucho— dije, claramente apenada. 

—Pero—

—La participación de mi esposa en el campo de batalla está fuera de negociación. Ahora debemos hablar de lo que nos compete, y es asegurarnos de que mañana podremos contraatacar a nuestros invitados— observé a Sasuke, y no pude evitar sonreír levemente. 

—En base a lo que puedo confirmar, los Ōtsutsuki manejan el Rinnegan, o al menos la mayoría de ellos. Además, son usuarios de técnicas espacio-tiempo y puede que tengan algún conocimiento acerca de control mental. Ya deben saber, gracias a su experiencia con Kaguya, que son extremadamente fuertes— dije, al tiempo que recogía mi cabello. 

Aunque aquí dentro estuviera fresco, yo comenzaba a sentir mucho calor. 

—Lo que me lleva a pensar, que debes ayudarnos en lugar de quedarte de brazos cruzados. Piénsenlo, una mujer que logro asesinar a uno de los suyos, es también la que debería ayudarnos a hacerles frente— Hiashi miraba fijamente a Naruto. 

—Eso queda fuera de discusión— fue la respuesta del rubio. —Estaremos ahí los cinco Kages, y todos los lideres de los clanes mas influyentes en Konoha, creo que será suficiente— Hinata permanecía sentada junto a su padre, con la vista fija en su esposo. 

Gaara abrió la boca para responder, y sin embargo no pude escuchar nada. En mi cabeza sonaron con fuerza las voces. Están cerca, están muy cerca. De seguro ya estaban a punto de penetrar la atmosfera. 

—Ugh— lleve una mano a mi cabeza, y trate de alzar la otra para tocar el brazo de Sasuke. 

El ruido en mi mente seguía en aumento, sentía como si la cabeza me fuera a reventar en cualquier instante. 

— ¿___? — mi respiración comenzó a faltar, y no pude hacer mas que girarme en dirección a mi marido. 

—Naruto, Sasuke, están aquí. Ellos o ya llegaron, o están a punto de. . . — Ni siquiera pude continuar, una oleada de dolor me recorrió y temblé.  — ¡Maldición! — Naruto estaba de rodillas a mi lado. 

— ¿Qué ha dicho? — los hermosos ojos de mi esposo entraron en mi campo de visión, podía leer la clara preocupación en ellos. 

Y de repente, todo fue silencio, uno tan abrumador que por un segundo, temí haber quedado sorda. Los ojos bien abiertos y la boca seca. Mis manos habían sido tomadas Por Ino Yamanaka. 

Vamos a por el Kyūbi.

Lentamente, muy lentamente, levante la vista hasta poder ver a la chica que se encontraba frente a mi, tan pálida como el mismo papel. 

— ¿Lo has oído? — cuestioné, mi voz sonaba tan frágil, que fácilmente los demás seguro tuvieron la impresión de que en cualquier momento me echaría a llorar. 

—Naruto, debemos de armar un plan y rápido— fue únicamente lo que salió de los labios de mi amiga, mientras apretaba mis manos entre las suyas. —Lo que llegué a escuchar, es que venían por el Kyūbi, lo que significa que, si no queremos que ocurra un accidente, lo mejor será que nos preparemos ya— los chicos asintieron, y comenzaron a charlar entre ellos.

Hinata y Temari estuvieron a mi lado en un parpadeo. 

— ¿Estas bien? — cuestiono la esposa de Shikamaru, colocando una mano en su cadera. 

—Con el cerebro bien batido, si es lo que quieres saber— solté, a modo de broma. 

Hinata coloco una mano en mi hombro, y no tuvo que decir nada, pude leer todo en sus ojos tan claros que a veces me asustaban. 

Esa noche se ideo un plan de defensa, ante la amenaza que teníamos encima. Sasuke, Naruto y yo fuimos los últimos en marcharnos, el reloj daba casi las cuatro de la mañana, cuando me deslice entre las cobijas de la cama, y abrace a Sasuke como si fuera la ultima noche que compartiríamos juntos. 

 —Pase lo que pase mañana— dije —quiero que sepas que te amo—. 

—También te amo, ___ y puedes estar tranquila, haremos todo lo posible para que todo salga bien— y quise creer lo mismo. Pero lo único que tenia asegurado en ese preciso instante, era que nos atacarían. 

Dormimos poco más de dos horas, aferrados el uno al otro, incluso cuando despertamos, nos tomamos nuestro tiempo para tratar de apaciguar las ansias del otro. 

Estaba frente al espejo, a solas en mi habitación, cuando dije: —sea lo que sea que vaya a pasar, desataras el poder necesario para mantener a Sasuke y a Sarada a salvo— era una promesa, para mi misma. —Es hora de que te demuestres a ti misma de lo que eres capaz, ___ — me aseguré, aun si eso rompía la promesa que le había hecho a Sasuke, de quedarme al margen de la situación. 

Me sonreí a mi misma, y por un segundo, el espejo me devolvió la imagen de la misma mujer de pelo blanco, que solía ver en mis sueños. 















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