Capítulo 13.

─ ¡Papá! ─ nuestra pequeña Sarada nos recibió al llegar al piso del apartamento. Al ver a Sasuke junto a mí, saltó directamente a su encuentro, emocionada. 

─Mi pequeña─ murmuró mi esposo, besando el cabello de la pelinegra. 

─No sabíamos que era de ti, ¡nunca vuelvas a preocuparnos así, ya sabes el estado de mamá! ─ no pude evitar soltar una pequeña risa, ante ese reproche. Había sacado esa parte de nosotros dos, sin duda alguna. 

─Lo sé y lo siento, pero ya estoy aquí junto a ustedes─ afirmó, sonriente.

Shiro vino a recibirnos, entre sus conocidos ladridos y muchas vueltas alrededor de nosotros.

─Me parece que cierto cachorro también estaba ansioso de verte, amor─  Sasuke se retiró la capucha que llevaba, y acarició levemente a Shiro. 

─Dejen que tome una ducha y me coloque algo más apropiado de andar por casa, ¿si? ─ tanto Sari como yo asentimos, y luego mi pelinegro despareció por el pasillo que conducía a las habitaciones. 

Inmediatamente mi hija se acercó a mi vientre y lo abrazó, levantando mi blusa para depositar un pequeño beso. 

─No les he saludado─ se colocó en puntillas, y yo me incliné para que ella besara mi mejilla. ─A ti tampoco, mamá─ le devolví el beso, y ella se sentó en el comedor. 

─ ¿Qué te gustaría cenar? ─ cuestioné, mientras recogía mi cabello, y me colocaba el delantal que Sasuke me había regalado, hace un tiempo. 

─No tengo mucha hambre, ¿pero qué tal si salimos los tres? o bueno, los seis─ aclaró, señalando a nuestro perro, el cual mordisqueaba uno de los juguetes que había adquirido para él. 

─Por mi encantada, pero debemos tener en cuenta que tu padre acaba de llegar de un viaje que resultó ser más largo de lo planeado, y creo que lo mejor para él es descansar─ inmediatamente, Sarada se sonrojó. 

─Tienes razón─ murmuró, y yo caminé hasta donde ella, y le revolví juguetona el cabello. 

Para cuando Sasuke salió de nuestra habitación, con ropa de andar por casa, terminaba de preparar la mesa, para que todos cenáramos un poco de fideos instantáneos. 

─No puedes comer mucho de esta cosa, no creo que sea bueno que les des mucha sal a los bebés─ levanté la vista hacia él, los cachetes inflados por lo llena que tenía la boca. 

─ ¿Me emtas comficionando? ─ Sarada rió. 

─Mamá, traga primero. Recuerda que no se habla con la boca llena─ asentí, apenada. 

Para cuando me las arreglé para tragar, mi hermoso Uchiha me estaba observando con una pequeña sonrisa, podía ver la ternura que se reflejaba en sus ojos, y eso me conmovió totalmente. 

─ ¿Qué me estabas diciendo, amor mío? ─ ah, casi olvidaba que se supone debía estar indignada con este hombre, por condicionar mis alimentos. 

¿Pero quién podía mantenerse indignado con este Uchiha? Definitivamente, yo no. 

─Ya déjalo─ gruñí, volviendo a llenar mi boca con los fideos. 

Escuché su pequeña risa, y no pude evitar sonreír nuevamente. 

Mas entrada la noche, fuimos los dos juntos a darle las buenas noches a Sarada, que tenía entrenamiento con los demás miembros de su equipo, a la mañana siguiente a primera hora, y quería estar descansada. 

─Me alegro mucho de que estés de vuelta, papá─ murmuró, mientras cerrábamos la puerta, pude apreciar la gran sonrisa que se dibujó en los labios de mi pareja. Sarada significaba nuestro amor, nuestra vida entera, y estoy segura de que cada vez que ella le pronunciaba frases así, hacía saltar el corazón de su padre. 

─Se te nota muy feliz─ dije, al tiempo que me sentaba en la orilla de nuestra cama, y me soltaba el cabello. 

─Las extrañaba un montón, eso no lo dudes─ le vi retirarse la camiseta y acercarse a mi, sonriente. 

─ ¿Pero qué haces? ─ cuestioné, cuando sus manos se posaron en mi blusa, y la levantaron. 

─ ¿Sabes? No se deben perder las viejas costumbres─ le permití desnudar la parte superior de mi cuerpo, para que después besara mi frente. 

─ ¿Lo recuerdas? Cuando hacíamos esto con Sarada─ se recostó junto a mí, piel contra piel, nuestros pequeños en mi vientre, que estaba pegado al abdomen desnudo de su padre. 

─Si. . . ─ murmuré, más para mi misma que para él. 

Su calor fundiéndose con el mío, su mano acariciando mi cabello, esa preciosa sonrisa que le caracteriza, y que tanta falta me hacía. . . 

─No podía dejar que luego se sintieran celosos o celosas, ya que hicimos esto con su hermana mayor desde que nos enteramos que venía, y aún no les habíamos consentido de esta manera. . . creo que no me lo perdonaría, si se sienten menos, estos dos pequeñines, es a lo que me refiero─ deslicé mi mano por su mejilla. 

─Oh, mi amor. Eres el mejor─ y besé sus labios de manera corta. 

─Mm─ fue su respuesta, y luego deslizó su mano hasta mi vientre. ─Están todavía tan pequeños. . . puedo sostenerlos a ambos en mis manos, y aun así creo que nunca sentiría que están lo suficientemente protegidos─ observé atenta, la manera en que hablaba, sus expresiones. 

Grabando cada una de ellas en mi memoria, llenándome de él hasta que me cansara. . . Y nunca lo haría. 

─ ¿Por qué lo dices? ─ me removí un poco, para poderle dar más acceso a su mano. 

─Son un milagro, ___ ─ sonrió ─, son nuestro milagro. A veces despierto y no creo la noticia de que estás verdaderamente embarazada─ ladeó la cabeza, y un mechón de su cabello le cubrió su Rinnegan. ─Pero esta pequeña curva lo demuestra─ su mirada brilló, y yo me pregunté cuánto él había estado anhelando esto en secreto. 

─Te amo─ declaré. ─Te amo con todo mi corazón, Sasuke─ su mirada volvió a mi rostro, y sonrió de lado. 

─Tu me haces sentir que por fin tengo un lugar al que pertenezco─ y no podría asegurar si eran las hormonas alborotadas, por el embarazo, o la nostalgia de no verlo por tanto tiempo, pero mis ojos picaron, llenándose de lágrimas. 

─Tu perteneces aquí, a nuestra familia. Me perteneces, le perteneces a Sarada, le perteneces a nuestros pequeños milagros, mi vida─ y como si fuera de golpe, él estuvo abrazándome con fuerza, sin hacerme daño. 

─Gracias, ángel─ murmuró y yo cerré los ojos. 

Por un momento, por esta noche, al diablo mis parientes extraterrestres, al diablo todas las preocupaciones, al maldito carajo todo lo que nos hiciera daño, aquello que representaba una amenaza. 

Un momento de felicidad, en medio de esta tempestad, era lo que todos necesitábamos.

Lo que Sarada necesitaba. 

Lo que Sasuke necesitaba. 

Lo que yo, necesitaba. 

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