Capítulo 11.
─Los exámenes están a la vuelta de la esquina, solo nos quedan dos semanas─ murmuró mi pequeña pelinegra, mientras, con una cuchara, creaba círculos en su taza de té a medio tomar. ─Papá tampoco da señales de regresar─ sus dedos apretaron con fuerza, la cerámica pintada de blanco, que se encontraba entre ellos.
Yo masticaba algo de pan, mi apetito no ha sido demasiado variado durante estos casi dos meses de embarazo, y no sé si debo estar agradecida o preocupada al respecto. Mientras no termine en emergencias, con dos fetos a punto de ser abortados, entonces creo que todo bien.
─Tu padre estará aquí cuando menos lo esperes, ya verás─ sonreí, mientras estiraba mi mano y acariciaba su suave mejilla. ─Desde que estamos todos juntos, ¿cuándo te ha fallado? ─ cuestioné.
Sarada se sonrojó levemente, mientras desviaba su mirada a la mesa.
─Tienes razón, mamá─ y sonrió.
Dos semanas, solo eso nos separaba de la llegada de esos dos seres. Eso es lo único que yo tendía seguro ahora mismo, y cuando ese día llegue. . . Que el cielo nos ampare.
─No he visto a Kakashi hoy, ¿no vendrá? ─ reí levemente ante la observación de la pelinegra.
─Ha de estar por alguna parte escondido─ resté importancia al asunto, mientras llevaba una cucharada a rebosar de mi amado yogur con frutas. Ahora acompañado de avena, gracias a las recomendaciones de Tsunade.
Mis papilas gustativas saltaron de placer, en cuanto pude saborear plenamente mi pequeño capricho. Jamás me cansaría de ingerir esto, la empresa que se encarga de preparar el yogur se hará con todo el dinero de nuestra familia.
─Creo que iré a descansar un rato, Shiro, ven conmigo─ asentí mientras hacía un ademán para que supiera que su mensaje había sido recibido. El pequeño cachorro corrió hasta Sarada, enredándose en sus piernas, haciéndola tropezar. Y en lugar de enojarse, mi pequeña Uchiha se rió, y lo último que escuché fue la puerta cerrarse.
Mientras terminaba mi postre, pensé en mi esposo. Hace ya un tiempo que no recibía alguna nota de su parte, notificando su bienestar, o recordándonos con pequeñas frases, que nos quería, y expresando lo mucho que le hacíamos falta.
Cada vez que se marcha, un vacío enorme se hace presente en nuestro piso, de una forma u otra, ese hombre debe de hacerse sentir. Eso me causaba cierta gracia.
─ ¡Buenas tardes! ─ conocía perfectamente esa voz, caminé hasta la entrada de la casa, todavía con el sabor de las fresas frescas de mi postre, en la boca. En cuanto abrí, unos conocidos y vibrantes ojos de color azul me recibieron.
No podía decir claramente si era Naruto, o si simplemente se trataba de un clon, pero igual le agradecía estas pequeñas visitas que me hacía, desde hace un tiempo para acá.
─Buenas tardes Naruto, Shikamaru─ el pelinegro sonrió en forma de saludo, yo procedí ─ ¿por qué no entran un rato? ─ ante mi proposición, ambos hombres negaron.
─Es muy amable de tu parte, pero nosotro solo veníamos a supervisar. Ya sabes, verte, saber cómo está Sarada, los bebés─ los ojos del rubio fueron a parar directamente a mi vientre.
Sonreí levemente. Desde que sasuke se fue, todos sus amigos han estado como moscas con Sarada, y conmigo. Es como si mi pelinegro les hubiera amenazado de muerte, si algo nos sucedía. No me parecía una idea tan descabellada, viniendo de Sasuke Uchiha.
─Estos pequeños están bien─ afirmé, pasando una mano por mi vientre bajo y acariciando con cuidado. ─Sarada se fue a tomar una pequeña siesta hace un rato, la pobre ha estado entrenando muy duro para el exámen─ Shikamaru entornó los ojos.
─Digna hija de Sasuke─ añadió, y los tres reímos.
─ ¿Puedo? ─ miré al Uzumaki, el cual no apartaba sus ojos de mi barriga. Cuando extendió levemente la mano, supe exactamente lo que quería.
─Si, claro─ las caricias del rubio sobre mi creciente vientre, no pudieron provocar en mí, más ternura.
─Esto es como volver a los tiempos en los cuales Hina-chan estaba embarazada de Boruto, y luego de Himawari─ su lado paternal aparentemente estaba saliendo a flote. ─Es increíble que el Teme vaya pasar por esto una vez más, y ahora gemelos, quién lo diría─ coloqué mi mano sobre la suya.
─Yo anteriormente hubiera pagado una fortuna, solamente para ver a Sasuke Uchiha cambiando un pañal lleno de excremento de bebé─ el Nara parecía estar disfrutando mucho de su comentario.
─Bueno, por si te sirve de consuelo, doce años atrás, los cambiaba sin problema─ aclaré, antes de volver a mirar a Naruto, el cual no separaba su mano de mi cuerpo.
─Perdona, es que me trae buenos recuerdos─ me encogí de hombros, restándole importancia al asunto.
─Han. . . ¿Han recibido algún mensaje de mi esposo, saben si está bien? ─ si en Konoha existían personas que sabían del paradero de Sasuke, sin ser yo, definitivamente eran estos dos.
─Nada─ suspiré desanimada ante la respuesta del Hokage.
─El vientre de una embarazada no se toca tanto, Naruto, siempre te lo he dicho─ en las escaleras resaltaba la rubia cabellera de Tsunade, sonreí en su dirección, a manera de saludo.
─Lo sé abuela, pero siempre me dejo llevar por la emoción─ el Uzumaki colocó una mano en su nuca, antes de reír con nerviosismo.
─Sabemos que te emocionan estas cosas, pero es mejor que no la toques mucho, menos aún cuando cierto papá Uchiha celoso a morir, esté cerca─ y cuánta razón tenía mi amiga.
─No lo creo, el Teme dejaría que tocara a los bebés─ aseguró, levantando un pulgar.
─Ay Naruto, tu solito te acabas─ afirmé, mientras me recostaba levemente de la puerta de entrada, los demás rieron ante la cara del rubio.
─Ustedes dos definitivamente forman la pareja perfecta─ sentenció, antes sonreir. ─Bueno, nosotros ya nos vamos, tengan buena tarde damas─ y dicho esto, tras un leve gesto de manos por parte de su secretario, los dos desaparecieron por las calles de Konoha.
─No pensé que fueras a venir─ me hice a un lado, para que Tsunade pudiera entrar al piso. En cuanto lo hizo, cerré la puerta.
─Acabo de salir del hospital y pensé en darme una vuelta por aquí─ aclaró, al tiempo que se sentaba en el sofá. ─ ¿Cómo van esos pequeños? ─ cuestionó.
─Extrañamente tranquilos, todavía no me han enviado a vomitar la comida o el desayuno, es un gran progreso─ dije orgullosa, acariciando mi barriguita.
La curvatura hacia el frente era casi diminuta, pero ahí estaba. Recuerdo que cuando la comencé a sentir, las lágrimas se me salieron. Era verdad, era una realidad.
Lo habíamos logrado.
─Me alegra saber eso, ¿y el prófugo padre, no se ha sabido nada de él? ─ negué, al tiempo que me sentaba a su lado.
─Ni siquiera Naruto sabe donde se encuentra─ murmuré.
─Bueno, de todas formas te conseguirás a alguien si algún día le llega a pasar algo al Uchiha. Aunque creo que no debes perder la cabeza por eso, simplemente se asustó porque tendrá que cambiar y limpiar dos traseros en vez de uno─ no pude evitar soltar una carcajada ante su ocurrencia.
Si Sasuke estaba asustado, definitivamente sería más por mis cambios de humor, que por un par de pañales llenos de excremento.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top