Capítulo 1.

─Sarada no está en casa.

Sasuke se encontraba entrando en la habitación. Había venido de visita, y para traer un reporte de su viaje a Naruto, ignoro el hecho de si consiguió abundante información acerca del infame clan Ōtsutsuki.

─ ¿Ah si? ─ cuestionó. ─ ¿Dónde se supone que está? ya es muy tarde─ me dí media vuelta en la cama, observando atenta los movimientos bruscos, de su único brazo, para poder desvestirse. Parece que se acostumbró ya al completo, el hecho de que le hace falta el otro.

─Me pidió permiso para ir a dormir en casa de Chōchō. Al parecer venían organizando una pijamada desde hace ya algunos días─ la respuesta de mi esposo fue solo un asentimiento. ─Están bajo el cuidado de Karui, no debes preocuparte─ me miró de reojo, antes de entrar al baño.

─Lo mismo pensamos de Tsunade, y estuvimos casi tres días enloquecidos, buscando a Sarada─ cerró la puerta tras de sí, yo suspire.

No sería lo mismo. No cuando la persona que la está cuidando, es madre también. 

No quiero ofender a Tsunade, pero ella no es madre, Karui si. Ambas sabemos lo importante que son nuestras hijas para nosotras. . . Nuestras hijas.

Me levanté con cierta pesadez, y caminé hasta la puerta del baño. El sonido de la ducha era lo único que se podía escuchar. 

─No te vistas cuando termines─ pronuncié, y luego salí de nuestra habitación. Caminé por el apartamento, algunas luces se encontraban encendidas, y había trastes por lavar. Mi pelinegro al parecer había comido algo, antes de que yo me diera cuenta de que estaba en casa. 

─Me pides que te espere desnudo, y lo que haces es ir a terminar los deberes del hogar─ no necesitaba mirarlo para saber con lo que mis ojos se encontrarían. ─A eso yo llamo matar pasiones.

─Bueno, si te hubieras molestado en limpiar los platos que ensuciaste, y apagar las luces, entonces ya estaríamos en la cama─ tomé una pequeña toalla de manos y la pasé por las mías.

─Me causa curiosidad que seas tú la que tenga la iniciativa, esta noche─ sonreí un poco, y apagué la luz de la cocina. Todo quedó sumergido en una armoniosa oscuridad, bueno, no por completo. 

La luna iluminaba levemente la zona del balcón, cuyas cortinas bailaban al compás del ritmo, marcado por el viento.

Su Sharingan me delineó por completo, antes de que yo rodeara su cuello con mis manos. Lo hacía para excitarme, estaba consciente de ello.

Y siempre lo lograba.

─Tenemos toda una noche para nosotros. Sarada no se encuentra, y podemos aprovechar para. . . Intentarlo─ su mano viajó por toda mi espalda, acariciándola.

Solo lo habíamos intentado una vez. Ambos todavía nos adaptamos a la idea de traer otro bebé al mundo, parecía una fantasía.

─Vamos a la cama─ asentí.

Caminamos ambos hasta nuestra morada, y mi Uchiha cerró la puerta tras de sí, una vez entró.

Se acercó a mi persona, y besó mis labios, al mismo tiempo que sus ágiles manos levantaban mi corto vestido de noche, y lo arrojaban lejos de mi cuerpo. Un escalofrío me recorrió completa, cuando una corriente fría entró a la habitación, gracias a una de las ventana, que permanecía abierta. Sasuke soltó una risita.

─Cálmate, señora Uchiha. Ya mismo te hago entrar en calor─ murmuró, con voz grave y seductora, en uno de mis oídos. Suspiré.

Retrocedimos dos pasos, podía sentir el colchón chocando contra mis piernas. 

─Te amo─ murmuré sobre sus labios. Jamás me cansaría de repetirlo.

─Lo sé─ clave mis uñas en su espalda, en forma de protesta ante su ego. ─Cuidado gatita, te encargarás tu de curarme las heridas que me hagas─ su lengua encontró mi cuello, luego sus dientes, y por último sus labios.

─En el cuello no─ protesté, en cuanto sus intenciones quedaron demasiado claras. ─Sarada sospechará cuando lo vea.

─Sarada sabe lo que hacemos, no hay por qué esconderlo ahora─ en un ágil movimiento, ya me encontraba acostada en la cama, con su cuerpo desnudo frente a mí.

─ ¿No tienes vergüenza? ─ cuestioné, al tiempo en que abría las piernas, para que me retirara la ropa interior. ─Es nuestra hija, no tiene que saber que sus padres andan creando bebés─ casi me ahogo con mi propia saliva. hablando, pues el muy orgulloso, dejó caer todo su peso sobre mi. ─Oh, diablos. Sasuke no te recordaba tan pesado─ no pude evitar soltar una risita, y acariciar su espalda, colocando mis piernas en cada costado suyo. 

─Gané masa muscular, gracias a lo bien que me alimenta amada esposa─ tenía toda la razón, estaba más robusto, y resultaba mucho más sexy.

Nuevamente sus labios atacaron mi cuello, estaban húmedos. Cerré los ojos, dejándome llevar por el momento, y por él.

Mis manos acariciaban sus bien marcados músculos, a ocasiones incluso los apretaba. Este hombre sobre mi, era el único capaz de enloquecerme en su totalidad. 

Acomodó su rodilla entre mis piernas, y yo moví mis caderas, frotándome contra su suave piel. Un gemido escapó de mis labios, cuando aumentó la fricción.

Empezaba a sentir como la temperatura iba subiendo entre nosotros. Escuchaba el ruidoso viento de fondo, sin embargo su frío no me llegaba ni siquiera a los dedos de los pies. Tenía una fogata andante junto a mi, la cual me mantenía caliente. 

Su boca buscó la mía, y yo gustosa se la otorgué. Adoro besar a Sasuke, esos labios, su cuerpo, todo él. . . Resultaba el mejor adictivo para mí.

En cuanto dejó de besarme, aproveché para darme media vuelta y flexionarme, levantando mis caderas y trasero para él. Para este punto, había olvidado casi al completo, el motivo por el cual hacíamos esto. Era por un bebé, no para disfrutar el proceso. . . 

Pero eso era casi imposible. 

El Uchiha apartó mi cabello de mi espalda, y depositó un pequeño beso en la base de mi cuello. Extendí la mano hasta una de las almohadas, y la coloqué de forma horizontal, apoyé la parte superior de mi cuerpo en ella. 

Sasuke deslizó su mano por mi intimidad, y acarició un punto importante de esta. 

Gemí contra la almohada, cuando sus jueguitos subieron de tono. 

Mi voz se ahogaba contra aquel suave objeto, mientras Sasuke hacía conmigo, lo que su voluntad dictara.

─Ven─ obedecí sus ordenes, mientras el se acostaba, y me permitía colocarme arriba.

Tomé su hombría y la rocé varias veces contra mí. La sonrisa pícara en el rostro de mi esposo me ponía a mil. 

Bañado por una muy ligera capa de sudor, el señor Uchiha se encontraba tomando mi mano, mientras yo me autopenetraba. Pasé mi mano libre sobre mi cabello, apartándolo de mi rostro, y tirándolo en su totalidad hacia mi espalda. 

─Parece que mi gatita no ha perdido la práctica─ susurró, cuando acerqué mi rostro al suyo. Sonreí, al mismo tiempo que comenzaba nuestro jueguito de placer.

Me perdí entre sus gruñidos y mis gemidos. Cuando estuve a punto de llegar entrar en el paraíso, Sasuke cambió nuestra posición. Ahora quedaba yo recostada, y mis piernas sobre sus hombros.

─Tu misma dijiste que tenemos toda una noche─ argumentó, y supe que estaba perdida, a la merced de mi marido.

A la mañana siguiente, cuando desperté por el sonido molesto de la alarma, Sasuke no estaba junto a mí. Como pude, me incorporé y caminé hasta el baño.

El espejo me devolvió el reflejo de una mujer que lucía radiante. Mis mejillas estaban levemente sonrojada, y mantenía una ligera sonrisa. El resto de mi cuerpo contaba otra historia, y eso me causaba gracia. 

Estaba llena de chupetones, algunos ni siquiera recordaba que Sasuke me los hubiera hecho.

En cuanto mi ducha terminó, cubrí mi desnudez y cepillé mis dientes. La puerta de entrada al apartamento sonó, al tiempo que yo salía de la habitación. El cabello mojado me humedecía mis ropas y el suelo, yo mantenía una toalla en mis manos, para secarlo.

─Buenos días, mamá─ me sorprendí ante la voz de mi hija, detrás de ella, Sasuke dejaba algunas cosas sobre la mesa.

─Hola Sari, ¿tu padre fue a buscarte? ─ cuestioné, llevando la toalla a mi cabeza.

─No, me lo encontré de camino y fuimos a comprar la comida juntos─ caminó hasta mí, y depositó un beso en mi mejilla. Luego entró en su habitación.

─Me levanté temprano, para llevarle el informe a Naruto─ emitió Sasuke, mientras me miraba. ─Hablamos un poco acerca de él, y luego, cuando salí, me encontré a Sarada que ya venía para el piso, le dije que compraramos comida, ya que probablemente tu estarías dormida, al no tener la alarma bien programada─ traté de hacer memoria.

Mi alarma siempre estaba programada para las 9. Y eran casi la 1 ya.

Como si me estuviera leyendo el pensamiento, el azabache sonrió.

─Me lo agradeces luego. Además, es domingo. No te necesitarán en el hospital.

Me había ofrecido como voluntaria, para ayudar a Shizune en el hospital. Atendía heridas menores, y programaba las citas. Podía sonar sencillo, pero era verdaderamente agotador. A veces llegaba a media noche, por las emergencias que solían presentarse.

─Nunca digas eso, siempre surge algo─ argumenté, acercándome a la bolsas, para extraer de ellas su contenido.

Dos libros me llamaron la atención. 

─Amor, ¿y esto es? ─ alcé la vista, pero no había rastro de Sasuke. Seguro se había ido a descansar, en nuestra habitación.

─Mientras comprabamos comida, vi ese libro en la tienda del frente y me llamó la atención─ Sarada volvía, y terminaba de ayudarme con las compras. ─El otro lo eligió para ti. Dijo que era para que te entretuvieras en tus ratos libres, cuando estés en el hospital─ sonreí.

Aunque el mundo dijera lo contrario, Sasuke era atento y cariñoso. Hace unos días, nuestra hija recibió una pequeña mención en la academia, por su constante esfuerzo. Le escribí una pequeña nota a mi esposo, como usualmente lo hago, para mantenerlo al tanto de lo que hacemos y cómo estamos (es algo que me hizo prometer, antes de irse de viaje), y a la mañana siguiente, en nuestra puerta había un gran ramo de flores, con una pequeña nota.

Estoy orgulloso de ti, bebé.

En cuanto vió aquello, Sarada comenzó a dar saltitos de alegría. Era un recuerdo que me conmovía. Además, no era la primera vez que pasaba. En nuestro aniversario, recibí gracias a Garuda, una carta en la cual me citaba para ir a una cena. Sarada se quedó despierta hasta tarde, y nos recibió casi dormida en el sofá, cuando volvimos. Su padre debía partir de inmediato, sin embargo se había tomado el tiempo de venir a verla. 

No me importaba lo que Sasuke hubiese sido en el pasado. Ahora era un hombre completamente distinto, estaba segura de ello.

Solo permaneció dos días, tras nuestra noche alocada. Compartió con nosotras lo más que pudo, y luego se marchó, mientras Sarada y yo dormíamos. Odio cuando hace eso, no me gusta verlo partir, es una realidad, pero tampoco me agrada la idea, de que se vaya sin siquiera un abrazo de nosotras.

Lo hago porque no me gusta verlas tristes por mi partida─ me dijo una vez. 

Supongo que debo respetar su decisión.

La mañana en que se fue, la casa se sentía vacía. Como siempre, cada vez que se debía de ir. Es como si las paredes estuvieran al tanto de la ausencia, de un miembro importante de nuestra familia. Nuestra hija se fue un tanto desanimada a la escuela. 

Han pasado ya unos cuantos días después de ello, y he tratado de mantener la cabeza fría, pendiente de las cosas que suceden en el hospital. Me estaban llamando para que observara una práctica quirúrgica. No se si estaba mentalmente preparada para ver los órganos del cuerpo humano. No es que estuviera asustada por ello, más bien, me daba algo de asco. No tengo la sangre tan fría, como la tienen ellos. 

Sentía como el estómago se me revolvía, a cada paso que daba.

─Por Dios ___, estás pálida─ ni siquiera tuve la fortaleza para mirarla a los ojos. 

De repente todo a mi alrededor daba vueltas, y el desayuno amenazaba con salir de mi boca.

─Yo. . . 

Me dí media vuelta y vomité en el contenedor de basura, que quedaba cerca de mí. El pan tostado con mermelada, el jugo, absolutamente todo, salió de mi estómago.

─No debí llamarte, no sabía que no estabas en condiciones─ permanecí sentada unos segundos, con una botella de agua entre mis manos.

─Tranquila, solo ha sido que el desayuno me cayó mal.

Eso quise creer.

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