Capítulo 24.

Cuatro meses. Tengo cuatro meses de embarazo y me siento un poco mejor.

Me he privado del trabajo en el hospital, aunque me ayudaba siempre a distraer mi mente, ahora mismo no es lo que necesito. Las noches en vela por mi ansiedad son intermitentes, a veces puedo dormir, otras no.

Sasuke ha estado viviendo todo el proceso conmigo, se levanta cuando nota que no estoy en cama, me abraza cuando nos acostamos, trata de ayudarme con las tareas del hogar, ahora que también ha dejado los viajes a un lado, para estar más en familia.

—Quiero volver a Kirigakure— Sarada dejó caer la taza de té en el suelo, causando que esta se rompiera en pequeños pedacitos.

—Pero. . . ¿Y eso por qué, mamá? — se apresuró a sentarse a mi lado, colocando una de sus manos sobre mi hombro.

—Quiero ver a mi nana— murmuré. Era una mentira a medias. Sí, quería ver a la mujer que cuidó de mí por tantos años, pero también quería volver a mi aldea natal. Secretamente mantenía las esperanzas de que, si me marchaba, entonces sería más rápida mi recuperación.

De todas formas, creo que no estoy hecha para Konoha.

—Aquí están los mejores doctores para tratar tu diagnóstico, querida, en caso de que sea esa la razón por la cual te quieras marchar— desvié la mirada a mis manos, indecisa si tocar el tema frente a nuestra hija.

—Solo quiero descansar un poco allá, creo que me haría bien— murmuré.

—Sarada, ¿te importaría dejarme solo con tu madre un momento? Quiero hablar algo con ella— la pelinegra asintió, dedicándome una última mirada de tristeza antes de partir.

Mis ojos dieron con los de mi esposo, el cual me miraba con tristeza.

—Todo va a salir bien. . . — comenzó, extendiendo su mano para tratar de tocarme, giré mi cabeza evitando mirarle, él se detuvo, sorprendido.

—No quiero que hablemos de mentiras Sasuke. No estoy bien, y aunque ahora me sienta mejor, eso no significa que las recaídas se han detenido. Quiero volver a Kirigakure, aunque sea por dos meses— afirmé, decidida.

—Cielo. . . — suspiré, al parecer no contaría con su apoyo.

—Lo necesito. . . te lo suplico, no me niegues esto con el pretexto de lo que sea que esté sufriendo— llevé una mano a mi vientre, mientras me levantaba.

—___, tienes que estar clara de que no estás del todo sana, y buscas sobre esforzarte para probarte a ti misma y a todos, que no quieres dejarte caer por tus malestares, eso está bien. . . pero te estás haciendo daño, tu cuerpo lo que necesita es descansar— el Uchiha estaba serio, bastante para mi gusto.

—Ya no es cuestión tuya, es mi decisión y -- — un dolor punzante me invadió el pecho, nublando mi vista.

Las piernas me temblaron levemente, causando que cayera de rodillas. Mi respiración se tornó irregular, las manos me temblaban y tenía unas ganas intensas de toser.

— ¡___! — fue cuestión de una fracción de segundo, para que mi esposo estuviera aquí a mi lado.

— ¡Mamá! — Sarada abrió la puerta de su habitación con fuerza, causando un sonido estrepitoso.

Llevé una mano a mi boca, comenzando a toser. En mi boca comenzó a ser cada vez más prominente el conocido metálico sabor de la sangre.

—Cielo por favor debes ser fuerte— Sasuke mantenía una mano en mi espalda, acariciando y dando palmaditas.

Llevé mi mano libre al pecho, y cerré los ojos con fuerza cuando mi garganta le dio paso a una mayor cantidad de ese líquido preciado.

—Llama a Tsunade Sarada, ¡AHORA! — su grito me pareció tan lejano, poco a poco iba perdiendo noción del tiempo. Todo pasaba tan lento, Sasuke tratando de mantenerme consciente, sus labios se movían, pero yo no escuchaba lo que decía.

Luego llegó Tsuande, y un desfile de ninjas médico. Por obra y gracia de mi difunta madre, había quedado consciente en todo ese tiempo.

Mi vista se fijó en una luz de color blanco, que se reflejaba en el final del pasillo, se distorsionó hasta dar paso a la forma de un hombre, su cara contraída por la preocupación. No puedo afirmar si era por mi repentina recaída, pero parecía tener rasgos distintos al de todos nosotros, salvo por su cabello.

Luego todo se volvió negro.

La mano de Sarada temblaba, mientras la sostenía. ___ había sido ingresada al hospital de emergencia, y nosotros no podíamos acceder a su habitación. A través del cristal podíamos verla recostada en una camilla. Una máquina de oxígeno la acompañaba, sin contar con todas las demás que estaban para medir su presión cardíaca, y cosas que ni siquiera entendí.

—Mamá está muriendo— murmuró nuestra hija, su voz sonaba tan rota y triste. . .

—Sarada. . . — alcé la vista, para encontrarme con un presunto clon de Naruto.

El rubio miró rápidamente a mi esposa, para luego ver a la pelinegra: —ven conmigo, creo que lo mejor es que te quedes en nuestra casa por un tiempo— y extendió la mano en su dirección.

Sarada retrocedió, tratando de evitarlo. Sin embargo yo solté su mano y me arrodillé frente a ella.

—Naruto tiene razón bebé. . . es mejor que te quedes con ellos— murmuré, acunando sus mejillas entre mis manos.

—Pero. . . mamá me necesita— traté de sonreír, sin embargo estoy seguro de que fue solo una mueca.

—Mamá estará mejor sabiendo que estás bien cuidada, ahora ve con el 7mo, nos veremos en la mañana— besé su frente de manera corta, y sin dejar que protestara, la acerqué al Uzumaki.

Al notar que no tenía otra opción, simplemente aceptó la mano que continuaba extendida para ella.

—Cuídala, Naruto— ordené, lo más serio que mis nervios me permitían estar.

—Con mi vida, Sasuke. Lamento mucho toda esta situación— observó nuevamente en dirección a mi. . . peliblanca, la tristeza rebosando en su mirar —, ella no se merecía esto. Espero que se recupere pronto— y dicho esto, partió con Sarada rumbo a su casa.

—Yo también lo espero, Naruto, yo también— murmuré. Por mi mente desfilaron los distintos momentos que vivimos juntos, y no tuve la fuerza para retirar la pequeña gota salada que se deslizó por mi mejilla.

¿Cómo es que ella pudo terminar así? ¿Qué diablos había hecho la pobre? Si es uno de los seres más puros que conocí en toda mi vida. De todas las personas del mundo, ¿Por qué mi esposa?

Ya había perdido a mi madre, mi padre, mi hermano y mi clan entero. . . No soportaría perderla a ella y a los niños, eso me destrozaría. Ni siquiera puedo afirmar que podría mantenerme firme para Sarada, una vez ocurriera la tragedia.

—No es momento de derrumbarse, Sasuke— Tsunade estaba a mi lado, mirando —. Ella necesita que seas fuerte. Al menos dale la tranquilidad de que, si se marcha ahora mismo, entonces puede irse en paz— aquellas palabras terminaron por derrumbarme.

—Por favor no me digas eso— murmuré, bajando la vista mientras sentía las lágrimas deslizarse lentamente por mi rostro.

La rubia colocó una mano en mi hombro, antes de marcharse, pude alcanzar a escuchar un pequeño sollozo de su parte.

Maldita sea.

Mordí mi labio inferior, mientras colocaba mi mano en el cristal. Tiene que salir de esta, ella debe salir de esta situación.

—Uchiha Sasuke— no me moví, no tenía ganas de hablar con nadie en este preciso momento.

Sin embargo algo me impulsó a mirar de reojo, y lo que vi me dejó pasmado. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top