8. Galletas

En una vida de patrullajes y vigilantes, combatiendo metahumanos, seres de otros planetas y dimensiones, los pequeños momentos de completa relajación eran bien recibidos y apreciados. Momentos donde podían ser los adolescentes y adultos jóvenes normales que eran en el fondo, o lo más normales que podían llegar a ser.

El mitad kryptoniano junto al polimorfo hacían de las suyas haciendo bromas a los demás miembros de la Torre, con un Jaime Reyes corriendo detrás de ellos, aguantándose la risa mientras la joven amazona los amenazaba de muerte alzando su espada, agitando su larga cabellera de un divertido tono rosa.

—Yo creo que te queda bien —acotó Raven a un lado, con las piernas cruzadas, levitando.

Dick no pudo evitar reír un poco junto a ella, haciéndole compañía en la meditación. La amazona se volteó con una mirada en llamas. Estaba a punto de lanzar otra injuria y amenaza al aire cuando un particular olor a vainilla y harina perfectamente cocida, inundó sus fosas nasales. Como si un sedante efectivo se tratara, Donna bajo los brazos y dejó caer su espada, agudizando su nariz para percibir con mayor énfasis en delicioso olor.

—¿Damian? —tanteó la amazona recibiendo un carraspeo como respuesta. Sonrió emocionada—. Excelente.

Con la curiosidad de un felino, Donna camino de puntillas exageradamente hasta llegar al filo de la isla ante la mirada soporífera y divertida respectivamente de Raven y Dick.

Los ojos negros de la guerrera de Diana, atentos a ver el interior de la cocina, fueron obstruidos por una larga cortina roja qué pasó a su lado. Perpleja, levantó la mirada hacia los dos pelinegro que estaban meditando.

—¿Kory?

La líder de los Titanes esbozó una pequeña sonrisa, tenía un poco de harina en su delantal y un gorro protegiendo su cabeza, llevaba en su mano una bandeja de galletas que ofreció a Raven y Dick. El olor del postre hizo que la amazona se acercara también y cogiera algunas.

—Te has puesto muy en serio con esto de mejorar con la cocina, ¿no? —admitió Donna, saboreando el postre desasiéndose en su boca. Delicioso.

—Es agradable una vez le encuentras el gusto y no explota nada —respondió orgullosa la tamaraneana—. ¡Esta noche haremos una cena tailandesa!

—Ciertamente esa primera humillación te pegó fuerte —agregó Dick pegando una enorme sonrisa burlona. Kory resopló y le dio un golpe suave en el hombro—. Sabes que siempre puedo cocinar algo o pedir comida.

—A diferencia de ti, Grayson, Starfire no se conforma con mediocridad —siseó el menor de los Wayne asomando la cabeza fuera de la cocina.

—Auch, ¿tan horrible cocino, mi amor? —agregó divertido Dick, enarcando una ceja hacia su novia.

—No, pero me gustaría mucho ayudarte y ser más útil en nuestro hogar —admitió, lanzando unas pequeñas risillas.

—Eres un ángel, ¿lo sabias?

—Me gusta mucho que lo repitas.

—Lo dire hasta que ya no respire.

—Ughhhhh, ¡deja de distraer a mi ayudante, Grayson! —farfulló Damian, interrumpiendo el dulce beso que se estaban dando los mayores, con Starfire apoyando su cuerpo en el del pelinegro y este entrelazando uno de sus fuertes brazos alrededor de la cintura femenina.

Raven rodó los ojos, no pudiendo evitar sonreír ante la felicidad contagiada de la pareja y la de Donna, que juntaba sus manos y contemplaba la escena con una brillante mirada. El amor también era una de las más grandes batallas de la vida y como toda una amazona entrenada por la mismísima Wonderwoman, estaba dispuesta a deleitarse en ella.

—¡Huelo galletas! —Donna se encendió en calor cuando escuchó la voz de Connor asomándose a la habitación.

Con un movimiento tímido, apretó un mechón de su cabello, colocándolo tras una de su oreja, notando el tono rosa anormal del mismo y sintiendo como una nueva oleada de calor azotaba su cuerpo.

—¡Ustedes...! —gruñó furiosa la amazona, encarando al trío que se había detenido en la mesa en torno a la charola de galleta.

Los chicos tragaron duro al encontrarse frente a frente con la chica. Donna se acercó a paso acelerado y colérico hacia los tres; Gar, siendo el único capaz de reaccionar, se transformó en una serpiente y se movilizó rápidamente al estéreo de la Torre, encendiéndola con una divertida música. Lanzó un silbido hacia Connor que tenía a centímetros a la amazona desconcertada por la melodía, aprovechando los segundos de confusión femenina, el mitad kryptoniano la tomó de una mano y comenzó a moverla como si de una muñeca de trapo se tratara.

Donna se descoloco sintiendo su rostro quemar, ¿estaban bailando? Por alguna razón, todo el enojo podía irse al garete. Esbozó una enorme sonrisa recuperando el control de su cuerpo y respondiendo el baile.

Kory expulsó una cantarina risa, regresando a la cocina antes que Damian volviera a gritar interrumpiendo tan bonita escena que se estaba desarrollando. Detrás de ella, se incorporaron Richard y Raven, el primero porque quería continuar hablando con su pareja y la segunda porque con todo ese ambiente alocado ya no le permitía meditar, admitiendo que la cocina en ese momento era el lugar más tranquilo de momento.

—Te quedaron deliciosas las galletas —aduló Raven llegando a la cocina. La sonrisa de la alíen se incrementó.

—¡Gracias! ¡Esta vez me salieron mucho mejor con la dictadura de Damian!

—La vez anterior también te habían quedado ricas —añadió Richard haciendo memoria de esa primera vez que su novia se había animado a hacer algo sin la supervisión de su hermano pequeño.

—Si aún sigues con vida, seguramente fue muy pasable —respondió Damian indicándole a Kory que lavara las verduras.

—Kory ha mejorado mucho bajo tu tutela, lo admito, mucho más que podría haber mejorado conmigo.

—Eso es claramente obvio. Pennyworth me contó acerca de tus desaciertos en la cocina. Eres un desastre, es un alivio que alguien en la relación esté dispuesto a salir de ese círculo vicioso —El cuchillo en manos del menor de las Wayne se movía con gran agilidad a la hora de hacer los cortes a las verduras peladas.

—No todo es tan malo, Richard —Kory agregó girándose a novio, guiñándole un ojo—. Ahora puedes aplicar el dicho: "puedes besar al chef".

Richard emitió una carcajada.

—Me gusta mucho ese dicho entonces —Con un tono seductor, añadió apoyándose en la mesa.

Kory ronroneo y casi voló de regreso para apoyarse en la mesa también, su pequeño intento de escaparse fue frustrado por Damian, quien le colocó más cosas que hacer, lanzándole una mirada mordaz a Dick.

—¡Grayson! ¡Deja en paz a mi ayudante!

—También podría darte un beso a ti, hermano —agregó divertido Dick después de bufar por su tono.

—¡Pudrete!

—Yo podría hacerlo...

El trío se giró hacia una silenciosa Raven, cuyo tono suave apenas se había hecho audible. La empática lo había dicho sin pensar, extasiada de todo ese ambiente cariñoso y coqueto, percatándose muy tarde de lo que había pasado.

Sintió sus mejillas arder en su pálida piel, disimulándolo con jalar su capucha había adelante para tapar su rostro.

Damian tosió, sonrojado también, farfullando que eso quizás sería agradable, antes de volver a su trabajo. Los adultos se lanzaron una mirada complaciente, antes de volver cada uno a lo suyo. Con Kory ayudando al hermano de su novio y Dick observando grupo de jóvenes titanes bailando en la sala.

El ambiente tranquilo y acogedor fue interrumpido por un tono de celular que se alzó por sobre la música, deteniéndola de golpe, atrayendo el silencio.

Damian se paralizó, reconociendo el tono del timbre, girándose hacia donde, segundos atrás, estaba el cuerpo relajado de su hermano, encontrándolo ahora saliendo del salón, contestando el teléfono.

El co-líder sintió las miradas completas del equipo, lanzó una pequeña risa diciendo que no era nada y que volvería en un momento. Garfield se notó escéptico para finalmente encogerse de hombros y retomar la música.

—Vuelvo enseguida —musitó en bajo Damian a Kory, ella asintió viendo por unos momentos a donde se había ido su pareja para luego volver a la cocina.

—¿Hola...? Si, estoy aquí... No, sólo estábamos esperando la cena... Si, jeje, Kory estaba ayudándole... Oh... No, prosigue... Comprendo...

Damian se quedó en silencio en una esquina oscura, haciendo gala de todas sus habilidades de sigilo mientras permanecía lo suficientemente cerca para escuchar la conversación incompleta de su hermano. El hecho que Richard estuviera hablando entre susurros y apretara su puño con cierta frustración le daba toda la información que necesitaba para confirmar su sospecha inicial.

Batman estaba al teléfono.

Y por la manera en que Dick terminó suspirando resignado, parecía algo inevitable.

—¿Qué sucede?

Dick tuvo que usar mucha fuerza de voluntad para no lanzar un grito súper masculino cuando encontró a su hermano pequeño al girarse, después de colgar. Sostuvo su pecho como si de esa manera pudiera evitar que su corazón se saliera de él, Damian rodó los ojos. Tan dramático.

—Casi me matas... —confesó Dick dando una risa nerviosa.

—¿Qué sucede? —repitió con hastío—. ¿Mi padre te necesita en Gotham?

La pequeña sombra de diversión que se había alojado en los zafiros de Dick se esfumó al escuchar el nombre de su ciudad. Lanzó un suspiro de tedio y se revolvió el cabello. Suspiro de nuevo e hizo un esfuerzo para encogerse de hombros y restarle importancia.

—Ha surgido una especie de misión galáctica o algo así, que requiere el apoyo de la Liga. Y ya sabes, Batman necesita a Gotham...

—¿Otra vez serás Batman? —Damian junto las cejas—. ¿Por cuanto tiempo?

—No lo sé, B dice que un par de meses...

—Voy contigo —concluyó el menor, cruzándose de brazos. Inmovible.

—Damian, preferiría que te quedaras con los Titanes —se apresuró a refutar—. Al fin se adaptaron a trabajar contigo y hacen un trabajo excelente.

—Yo sé que soy una maravillosa influencia en los Titanes —sonrió con arrogancia, desapareciendo rápidamente para dejar una expresión seria—. Pero este no es mi equipo, no es mi destino. Yo seré Batman. Yo heredaré la protección de Gotham. No tú, ni Drake, ni nadie más. Yo voy a ser el próximo caballero de la noche —apretó los dientes con molestia, puede qué haya sido muy problemático al inicio de su entrenamiento, pero hasta la Liga reconocía que ahora era un Robin diferente, ¿por qué su padre seguía sin solicitarle portar el manto de Batman para estas situaciones?

—Créeme, seria feliz contigo como Batman —manifestó Dick sin ningún ápice de broma pese a sonreír—. Me gusta ser Nightwing, me gusta ser un titán y vivir con ellos. Incluso me gusta pasar tiempo en solitario en Blüdhaven.

—Debes odiar mucho Gotham.

Dick se encogió de hombros en respuesta. Dejándolo a libre de interpretación para su joven hermano.

—Es impresionante como tú te aferras a ella pese a no haber crecido ahí y no haya nada que realmente te ate. Tú vas a Gotham porque quieres, tienes la opción de ser libre pero prefieres quedarte.

—Por supuesto, ser Batman es todo lo que quiero.

—¿En serio? ¿No eres feliz aquí? —Con un tono más serio, Dick se cruzó de brazos y encaró a su hermano.

La respuesta hace un par de años hubiera sido inmediata y sin duda alguna. Ahora, Damian abrió la boca y titubeó, quedando paralizado un par de minutos sin ser capaz de dar la respuesta completa.

—Me gusta —admitió desviando la mirada—. Pero entre tú y yo, es obvio quien merece más esta vida.

—No es cuestión de merecer, Damian. Es cuestión de querer —contestó con indulgencia, tratando de ver más allá de la expresión severa del joven.

—Como sea, voy a ir contigo. Vas a echarlo a perder si no estoy ahí —concluyó cerrando los ojos y alzando su pecho.

Richard lanzó una pequeña risa, se acercó ágilmente y revolvió el cabello de su hermano con cariño. El menor bufo con ganas y le dio un manotazo con furia.

—¡No soy un niño, bastardo!

—Gracias, Dami. Salimos mañana temprano.

Las esmeraldas de Damian se vieron en su esplendor ante su expresión perpleja. ¿Tan pronto? No pudo evitar pensar con cierto pesar.

Grayson se adelantó rascándose la nuca, seguro pensando en una manera de decírselo a Starfire de una manera sutil. Aunque de igual forma, él se miraba un poco miserable por su misión.

Caminó detrás de él con mayor lentitud, pudo observar como Dick Grayson se reunía con su equipo, sonriendo ampliamente ocultando tras ella el torbellino de emociones que seguramente sentía. Damian se sintió molesto consigo mismo al envidiar la posición de Batman a la cual Grayson iba a someterse.

Era obvio que Grayson no quería ser Batman. Y no era sólo el hecho de ser Batman, sino todo lo que eso significaba. Batman estaba encadenado a Gotham, a la soledad, a la violencia y a la oscuridad. Nightwing era diferente a él. Un caballero de la oscuridad que hacía movimientos exagerados y daba discursos elocuentes antes de patearle el trasero a alguien. Un tipo risueño que adoraba ahogarse en preocupación por su equipo, pendiente de ellos más que de su propio bienestar, con una novia realmente cálida que estaba dispuesta a dar su vida por él, logrando equilibrar el hecho de que él era descuidado con los atentos cuidados de su pareja.

Batman ya no tenía alas para volar, solamente un par de puños y colmillos que se negaban a matar. Pero Nightwing todavía tenía todo un futuro como volador, sus alas eran nuevas y fuertes, eran suyas.

Y él, siendo un Robin apenas, podía volar cuanto quisiera y golpear cuanta gana tuviera, permaneciendo en un equilibrio entre ambos héroes, pero algún día, iba a quebrar sus propias alas, iba colocarse una cadena en el cuello y se estancaría en Gotham para seguir el legado que le daba sentido a su vida. Dejaría de volar.

Grayson llegó al lado de Starfire y le lanzó una mirada llena de amor mientras la observaba en silencio. Damian contuvo el aliento.

Él estaba dispuesto a estar atado y sacar sus colmillos para Gotham, pero no quería que ese fuera el futuro de su hermano. Él quería más que todo que Dick Grayson continuara volando para siempre.

Le demostraría a su padre que estaba más que capacitado para ser su heredero y para ello, iría con Grayson, junto al nuevo Batman. Y ambos, serían un dúo dinámico espectacular.

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