6. Silencio
La poderosa y risueña risa de Mar'i retumbaba en el apartamento ante las cosquillas de su madre, Jake a su lado, disfrutaba también ver sufrir a su hermana mayor, riendo mientras daba aplausos seguidos; más pronto que tarde, el nene comenzó a pedir atención también, haciendo un puchero que a amenazaba con volverse un llanto.
Kory hizo a un lado a su hija inquieta y sonriente, logrando distraerla al indicarle que trajera el control del televisor para buscar algo que ver juntos, al mismo tiempo que estiraba sus brazos hacia su hijo y le quitaba el comunicador de los Titanes de la boca.
—Esto no es un juguete, bebé —regañó cariñosamente colocando el comunicador en la mesa de al lado.
Mar'i pegó un enorme salto que la hizo flotar por unos segundos antes de apoyarse en un cálido hueco del cuerpo de su madre. Encendió la televisión y comenzó a buscar algo que ver mientras el menor se entretenía con los mechones rojizos de su madre.
La mayor intercambiaba una mirada amorosa y una amplia sonrisa entre sus hijos, desviando los ojos, por fragmentos de segundos, hacia el comunicador, en la espera de que algo sucediera, pero el aparato permanecía frío en la mesita de al lado.
Suspiró dejando que el sillón hundiera su cuerpo con el de sus hijos mientras los abrazaba de manera protectora y cálida, apretándolos demás, como si en un descuido fueran a esfumarse de sus brazos. Quería poner atención a la caricatura y a la felicidad que estaban irradiando sus bumgorfs, pero no podía. No cuando aquel comunicador seguía silenciado.
Jake comenzó a apoyar su cabeza en el hueco del cuello de la tamaraneana, la mencionada ahogó una risa enternecida. Estiró sus dedos adultos hacia las hebras ocre de su niño y le dio un beso en la frente. Jake se acomodó mejor y abrazó el cuello a su madre, cayendo dormido en cuestión de segundos.
Poco después, Mar'i cabeceó, aferrandose a la cintura de Kory, expulsando un suspiro, hasta que se quedó igualmente dormida que su hermano.
Atrapada entre los dos híbridos, Kory no tuvo más opción que apagar el televisor y coger a ambos nenes para llevarlos a un lugar más cómodo. Habían jugado juntos desde muy temprano, merecían un descanso, aunque internamente, Kory esperaba que no cayeran tan pronto.
Ahora estaba sola y en silencio. Mordió su labio inferior cuando el dolor en su pecho regresó con una oleada de ansiedad.
Cerró la puerta del cuarto de sus hijos y prácticamente voló de regreso a la sala, sosteniendo el comunicador T que seguía sin mostrar señales de haberse activado. Tomó su celular y reviso sus mensajes. Nada.
Bueno. Aún nada.
Cayo de vuelta en el sillón, tan cansada como si hubiera estado levantando edificios todo el día.
Quizás sólo estaba exagerando. Quizás su ansiedad realmente no tenía justificación y estaba llevando las cosas a otro nivel. Quizás debería comenzar a relajarse. Llamar a alguno de sus amigos, ver una película, perderse entre videos de YouTube... Tenía tantas opciones como para dejar de pensar y relajarse.
"Jason necesita ayuda".
Había sido una simple oración junto con una expresión de entera preocupación la que Dick le había dedicado segundos después que su celular había vibrado en su bolsillo. Ella sintió que el aire se escapó de sus pulmones y asintió.
"Los Titanes todavía no ven a Jason con buenos ojos. Estaré bien".
Starfire estaba dispuesta a llevar a su equipo al auxilio del hermano menor de su co–líder, aún si muchos de ellos todavía no estaban del todo cómodos con el ex titán.
Entendía que en las últimas semanas, Jason se había mostrado accesible, al menos para alguien más que no sea Richard Grayson, pero todavía era demasiado prematuro poner a los Titanes a disposición de un embrollo que seguro él se había metido solo, y no precisamente por intenciones heroicas. O al menos no tan heroicas.
Comprendía eso. Estaba al tanto. Pero, ¿por qué Dick no le había permitido acompañarle aunque sea? Estaría más cómoda luchando a su lado que encerrada y de pies cruzados en el apartamento. Varada en medio de todo ese abrumador y angustiante silencio que solamente colmaba su mente con más incertidumbre, mordiéndose las uñas mientras esperaba una señal en cualquiera de los dos dispositivos.
Levantó la cabeza y leyó la hora. Pronto se cumplirían las seis horas que le había dado a Richard como beneficio de duda. Al acabarlas, llamaría inmediatamente al equipo para ir a la dirección que le había indicado que se encontraba Jason Todd.
Sostenía ya el comunicador de los Titanes entre sus dedos mientras veía el tiempo avanzar en silencio y con tranquilidad, acelerando su corazón.
Comenzó a caminar en un intento por apaciguar la amarga sensación que tenía en los labios cuando, momentos antes de irse, Richard se había acercado para darle un cariñoso beso mientras sonreirá despreocupadamente, colocándose el antifaz y desapareciendo en un salto del balcón.
"Volveré pronto".
Jadeó y bebió agua fría para relajarse. No entendía porque su corazón palpitaba tan rápido. O porque estaban sudando sus manos. O porque no podía relajarse y dormir un poco. Seguramente cuando abriera los ojos, Dick ya estaría en el apartamento, sacudiendo el polvo de su traje, atendiendo sus pequeñas heridas, moviéndose con su característico sigilo por todas partes para evitar despertarla. Sonriendo con timidez y disculpa al verla con sus ojos abiertos en su dirección, rascándose la nuca. Revisando con interés como estaban sus dos híbridos para luego depositar un beso en la frente de cada uno y regresar con ella.
Ella se levantaría para atender sus heridas mientras escuchaba como había salido todo. Y quizás, como había hecho más avances con su hermano. Incluso le preguntaría si en algún momento podría invitarlo a una cena familiar. Kory se carcajearía y aceptaría encantada. Jason había cambiado mucho y se merecía otra oportunidad.
Pero no podía.
Una parte de ella se sentía horrible por continuar dudando tanto de Todd y sus trabajos cuando ella misma había visto que había hecho progresos. Había sido difícil, pero finalmente se estaba presentando algo. Richard no se había rendido hasta ver resultados. Incluso habían salido los tres juntos, hablando de cualquier cosa. Menos tensos, menos cohibidos, menos rencorosos.
Y otra parte de ella, le susurraba que eran obvias sus inseguridades y ansiedades. Jason la había traicionado. Había puesto en peligro a sus amigos y la confianza depositada en ella. Su reacción era justificada y no tenía que sentirse mal.
Apretó los ojos y se tapó la cara con ambas manos, ahogando un grito. No podía ocultar lo doloroso que resultaba la situación. Si Dick miraba como ella seguía atormentándose por ese desastroso evento, seguro la reprendía, argumentándole mil y una cosa más para justificarla con tal de que dejara de mortificarse por ello. Si Dick sabía que seguía dudando del cambio de Jason, seguro se entristecía, pero lo comprendería, reaccionando con limitar la información que compartía de sus avances con su hermano, apartándola poco a poco del asunto para no incomodarla más. Cualquier opción le resultaba fastidiosa de aceptar. Permanecer en silencio y observar había progresado mejor.
De igual manera, ya había pasado mucho tiempo, ¿por qué no podía sólo soltarlo?
Estiro sus piernas en el sillón y dejo caer sus brazos, quedando con uno colgado fuera del mueble. Cuando Richard volviera le iba a pedir que citara a Jason para poder hablar con él. Iban a hablar de ese evento desastroso y a llegar a un acuerdo mutuo para comenzar de nuevo. Posiblemente, sólo así podría liberarse de ese peso de una vez.
Enfrentando al precursor de toda esa ansiedad.
Dejo el comunicador T en la mesa donde estaba antes, ajustó la almohada del sofá y se dispuso a dormir un rato antes de ser la hora acordada. Confiaba en Dick. Todo saldría bien.
Sintió un ligero temblor, tan suave que al principio creyó que lo imagino. Comenzó las respiraciones profundas para relajarse y descansar cuando un segundo temblor fue percibido, esta vez, con mayor fuerza.
Frunció el ceño y se dispuso a levantarse extrañada cuando un tercer temblor, mucho más agresivo que los anteriores, prácticamente la botaron del sofá. Espabilándola en el acto.
Jake comenzó a llorar del susto y Kory corrió a consolarlo.
No supo porque, pero su mirada viajó al primer reloj que encontró. Habían pasado ya seis horas desde la partida de Dick.
Corrió de regreso a la sala, estaba apunto de hacer una llamada al equipo cuando el comunicador se encendió por su cuenta.
Ahogó un gemido mientras veía el aparato apagarse y encenderse a espera de una contestación.
Contestó con un nudo en la garganta. La voz agitada de Blue Beetle salió del comunicador.
—Starfire, te necesitamos.
La pregunta quedó ahogada en su garganta cuando el timbre de su casa comenzó a sonar.
El pretzel en su estómago casi se hizo añicos con la esperanza de que se tratara de su esposo.
Quería ver su rostro. Quería escuchar su voz. Quería oírlo decir que de nuevo se había preocupado de más para que ella podía responderle burlonamente que había aprendido del mejor. Necesitaba oír su risa y sentir su calidez. Sólo eso podría tranquilizarla ahora, ya luego escucharía su merecida reprimenda.
Así que no se lo pensó mucho cuando abrió la puerta con una velocidad y desesperación mayor de lo que le habría gustado, solamente para encontrarse con un rayo amarillo pasar por su nariz.
Impulse sostenía del brazo a Bumblebee en su traje de civil. Karen Beecher saludó cordialmente a la señora Grayson.
—Yo cuidare de tus hijos —indicó la morena ingresando a la casa para consternación de Kory—. Ve con los Titanes.
Blue Beetle seguía en línea, ignorante de que su líder se había distraído con la chica morena, prosiguiendo a informar de la situación.
—Es Nightwing, su señal se distorsionó alarmantemente hace unos momentos. Te enviamos a Impulse para que te guíe.
Y eso fue todo, el mundo podría estar ese cayendo y aún así no reaccionaría. Sólo era ella en medio de la oscuridad, en silencio, sin la capacidad para asumir lo que estaba sucediendo o si eso estaba pasando realmente.
Había pasado horas con aquella horrible sensación en su cuerpo de que algo estaba mal, y cuando por fin podía dejarla de un lado, su mundo se sacudía, literalmente.
Impulse como su mano, llamando por quien sabe cuántas veces ya.
Kory se puso de traje y salió disparada hacia la dirección que Impulse le indicaba, pero no era necesario, ella sabía hacia donde ir. Después de todo, era la misma dirección a donde Dick le había confesado que se dirigía.
Su vuelo se vio alterado por sus emociones, teniendo un marcado desnivel en su línea de viaje. Cosa que preocupo a su compañero velocista.
Starfire no tenía tiempo para darle una sonrisa consoladora, no cuando una enorme estela negra de humo se elevaba en la distancia, hacia el lugar donde se dirigían.
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