11. Muerte
El tecleo insistente junto a los pequeños balbuceos de dos niños dormidos en una esquina de la habitación era lo único que se separa a los presentes de un silencio total. Las miradas sombrías de Starfire y Robin se movilizaban por quinta vez en todo el plano de la fábrica Alejandrina, revisando cada detalle minuciosamente con toda la esperanza de encontrar algo que no habían encontrado en las cinco inspecciones anteriores.
Hacia falta algo. Debía de hacer falta algo. Un lugar que no habían revisado, un detalle que habían pasado por alto. Todavía debía faltar darle vuelta a todos los restos de la fábrica, zonas de difícil acceso o con señales de derrumbe. Algo nuevo que habían pasado por alto. Cualquier detalle. Todavía no habían señales quien buscaban, o al menos un indicio que había estado ahí o se había ido a otro lado.
Habían pasado un par de días sin ningún rastro de Nightwing o Dick Grayson. Era como si la tierra se lo hubiera tragado. Desaparecido para siempre y ninguno de los Titanes estaba dispuesto a permitir que siguiera así. Era un miembro esencial del equipo, de la familia.
Starfire se desinflaba pensando en que si su esposo estaba bien y había logrado escapar del desastre antes de que un daño irreparable lo alcanzara, ¿por qué no había vuelto a su apartamento o a la Torre? ¿Por qué los estaba haciendo tontear de esta manera en su búsqueda?
Ni siquiera podía estar molesta si era una especie de broma a la cual no le encontraba gracia. Solo quería encontrarlo.
Prefería atormentase con cuestiones sobre porqué no había regresado qué pensar en la posibilidad de que no regresaría. Negó con la cabeza, iban a encontrarlo. Si estaba herido o necesitado, los Titanes iban a respaldarlo, lanzó un suave gemido al mortificarse con el hecho de que si hubiera sacado al equipo antes que todo este embrollo de la misión encubierto con Red Hood pasara, entonces Dick seguro estaría en su hogar, con sus dos hijos en su regazo y un cariñoso brazo entrelazado con su espalda.
—Deberíamos revisar nuevamente las comunidades aledañas a la colisión —opinó Robin a su lado con un tono tan frívolo como nunca, enmascarando toda su preocupación.
Starfire se giró a encararlo con el ceño suavemente fruncido, notando como algunas quemaduras y mallugaduras en el traje que resaltaban por sobre sus ojos cansados sin el antifaz. No quería verse a sí misma en el espejo a sabiendas que sus ojos estarían en peor estado que el de él. Todavía no había llorado pero estaba seguro que no tardaría mucho tiempo antes de romperse; estaba acumulando demasiado en tan pocos días, guardando las lágrimas para cuando lo encontraran, ahogando a su esposo en sus lágrimas de alivio, susurrando con gran emoción de que sabía que regresaría a ella.
Más tiempo pasaba y el agujero en su pecho estaba consumiéndola, solamente quería aferrarse y pensar en cualquier otra cosa menos en la última posibilidad que agobiaba su alma.
Muerte.
La muerte de Nightwing.
La muerte de Dick Grayson.
—Si, deberíamos —Espantó sus horrores con un asentimiento de cabeza, proyectando la información que habían recopilado de las comunidades en la súper computadora del frente.
Un docena de golpes y forcejeos se escucharon detrás de la puerta principal, haciendo que Robin y Starfire se giraran con cierta molestia y curiosidad. El equipo había estado demasiado apagado últimamente gracias al ambiente fúnebre que había en la Torre, por lo que todo ese alboroto estaba más que llamativo. Aunque ninguno de los dos héroes estaba seguro si tomarlo como algo bueno, sonaban como si estuvieran combatiendo y discutiendo. Starfire contuvo un suspiro, no con ánimos de querer detener una pelea cuando quería poner toda su atención y energía en los datos de su búsqueda, pero aceptando que inevitablemente iría a intervenir de continuar escuchando el ruido.
El sonido inquieto fue suficiente para que la pequeña nena Grayson de cuatro años de edad se incorporara con timidez en el sillón del salón, sin moverse mucho al estar abrazando al bebé de su hermano, cuidándolo con su cuerpo. Pegó un pequeño salto cuando las puertas se abrieron de golpe, revelando a todos los amigos de sus padres con un rostro nada amigable mientras trataban de sacar a un sujeto con una máscara roja que la ponía nerviosa.
Agarro el filo de su frazada y la tumbó encima de ella, como si con ese simple gesto pudiera volverse invisible y fundirse en el sofá, además de tener una escudo para su hermano y ella misma.
—¿Qué diablos estás haciendo TÚ aquí? —La voz colérica de Damian retumbó por la sala, poniéndose enfrente de Starfire como signo de protección—. Te dejamos en claro que nunca queri-
—Kory... —Red Hood ignoró olímpicamente al actual Robin y buscó la mirada verdosa de la mujer alienígena que yacía tras él—. Debo contarte algo, debo confesar al-
—¡Ya lárgate, Jason! —Blue Beetle e Impulse al mismo tiempo, detrás de Jason, el primero activó un poderoso cañón frunciendo el ceño marcadamente mientras gruñía de furia.
—Si no retrocedes, esta vez si vamos a lastimarte, Red Hood —La amazona estiró su lazo mágico como amenazada, siendo secundada por la furia roja que tenía en su mirada Superboy.
—Perdónanos por no detenerlo a tiempo, nos tomó por sorpresa —Raven se posicionó enfrente de Damian, con Chico Bestia transformado en un tigre a su lado, mostrando los colmillos al renegado caballero de Gotham—. Lo sacaremos de inmediato, Kory.
—Kory, por favor, tienes que escucharme...
—¡Cállate, imbécil! ¡Lárgate de aquí! —La voz de Damian sonaba con cada vez con menos control, más eufórica y potente, era obvio que razonar con él estaba fuera de discusión.
Tras su máscara, Red Hood buscó desesperadamente un hueco en la única persona que no había dicho nada desde que entró. Kory Grayson estaba solemne detrás del actual Robin, viendo a cada uno de sus compañeros, analizando sus semblantes furibundos, dispuestos a golpear hasta al cansancio al recién llegado, descargando toda esta frustración acumulado en su interior por la búsqueda infructífera de su amado compañero de equipo, para finalmente detenerse en el alter ego de Jason Todd. Su mirada se estremeció y una mueca desoló sus facciones delicadas haciendo entrar en pánico al tipo de la máscara roja.
—Vete, Jason... —finalmente habló Starfire, desviando su mirada.
—Kory, escucha...
—¿No escuchaste a nuestro líder? —El tono venenoso de Damian hubiera hecho retroceder a cualquiera menos al segundo ex Robin—. Lárgate antes de que te pateemos tu malnacido trasero lejos de nuestra Torre.
—Mira, enano, no tengo nada que hablar contigo —Red Hood se removió su máscara revelando el rostro pálido de un joven de veintitantos años—. Necesito confesar algo a Kory y no me importa el estúpido protocolo de la Torre, así que-
El chillido a un costado captó la atención de los Titanes y Red Hood, Starfire abrió sus ojos como platos al notar como su hija tenía la mirada perpleja en Jason. Mar'i le había conocido en contadas ocasiones, ella siempre había estado en los brazos cálidos de su padre cuando lo veía y aunque le daba algo de miedo podía sentir como su padre le sonreía con cálido aprecio. ¿Por qué estaban peleando todos ellos? ¿Por qué se veían tan angustiados? ¿Qué era lo que este hombre sabía y quería decir? ¿Acaso sabía dónde estaba su papá?
Lo único que Mar'i quiso en ese momento, fue hacerse pequeña en los brazos protectores de su padre y conciliar de nuevo, el ambiente tenso la estaba agobiando y había demasiadas emociones poderosas en los varios pares de ojos que ahora la estaban viendo.
—Bien, te escuchare —Bajo todo pronóstico, Starfire se salió de ellos, cruzándose de brazos en busca de calmar la ansiedad que reflejaban los ojos verdosos de su hija. Tomando la decisión de escuchar a Red Hood en lugar que se hiciera un escándalo por sacarlo. No parecía que él quisiera irse al menos que ella escuchara lo que tenía que decir.
Por más indispuesta que estuviera de verlo, pondría el bienestar de sus hijos por sobre sus desbordantes sentimientos.
—¿Qué? —artículo apenas Damian, en total shock.
—Titanes, afuera. Rachel, Damian, saquen a los niños de aquí.
Rachel asintió sin articular respuesta, podía sentir el estreñimiento de emociones que asolapaban la mente de su líder, así que para no darle mayores problemas mentales, se dispuso a obedecer en silencio, cosa que Damian no estaba dispuesto a hacer.
El actual Robin se cruzó de brazos, lanzando una mirada mordaz, cargada de desprecio, hacia Jason.
—Yo me quedo —espetó.
—Damian, estas demasiado tenso... —trató de razonar Kory sobándose el puente de la nariz.
—Yo me quedo —siseó con determinación.
Ante el suspiro derrotado de la pelirroja y su firmeza por escuchar lo que Jason estaba apunto de decir, el equipo comenzó a retirarse con preocupación, no sin antes, lanzarle un mirada de advertencia hacia Red Hodd. Kory sabía que ninguno se alejaría demasiado de la puerta, estando pendientes por si su líder los necesitaba, una calidez protectora y orgullosa se aglomero en su pecho sirviendole de consuelo, agradecida con su equipo.
Impulse se movilizó hacia Raven para ayudarle con los pequeños y ambos salieron de la habitación a la velocidad de un rayo. Dejando tras sí que la tension creciera.
—Hay algo que tengo que decirte, Kory... Porque no es justo para ti continuar buscando cuando yo tengo la respuesta —comenzó Jason acercándose lentamente a la mujercita alíen. Damian sacó su katana sin dudarlo y le apuntó a la yugular con muchas ganas de hacer correr su sangre.
Kory se encogió en su puesto, queriendo taparse los oídos y salir volando por la ventana para no tener que seguir escuchando está conversación. No era ajena a que Jason había estado buscando en la fábrica también, por casi el mismo tiempo que ellos, solo y apartado del grupo, pero eso no evitó que en algunas ocasiones, terminaran topándose.
Él siempre había parecido como si quisiera decirle algo, pero nunca se atrevía, no sabía si era porque estaba inseguro de sus palabras, porque todavía no podía creerlas ni él mismo o porque no se sentía digno a hablarle. Ahora parecía estar dispuesto a sacarlo todo y ella no sabía si quería oírlo. Su corazón le suplicaba silenciarlo, que lo próximo que se avecinaba sería el vaso derramado que estaba tratando de evitar.
Escuchar por fin la verdad, la versión de los hechos de Jaspn era la única variante que todavía no habían analizado. Su confesión dependía de una nueva oleada de posibilidades o el final estrepitoso de todas sus esperanzas.
Jason ignoró el pequeño corte que la afilada arma del actual Robin había dejado en su cuello, alejándose lentamente de él mientras alzaba las manos en signo de rendición, sin despegar su triste mirada de la alienígena.
—Yo estaba con él... —comenzó, sintiendo que la voz le fallaba desde el inicio—... Habíamos logrado detener el brote de metahumanos que se intentaba comenzar en la fábrica, destruirla era la mejor opción para asegurar que el rastro se eliminaría, así que estábamos por salir de ahí cuando se nos adelantaron a destruirla. Una parte del techo iba a caer sobre mí pero... pero Dick me salvó y cayó sobre él...
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Starfire, disimulandolo al cruzarse de brazos y afirmar su espalda, incitandolo a que continuara. Desde su puesto escucho como Damian crujia sus dientes y su arma temblequeó con su ira contenida.
—La fábrica seguía viniendose abajo así-
—¿Lo dejaste atrás? —gruñó Damian, interrumpiendolo. Con acidez, con rencor.
Jason puso los ojos en blanco, casi olvidando la precencia del Robin en la habitación. Su pregunta descolocó su rostro y arrugó su ceño, ofendido.
—¡Volví por él! —escupió con un leve pánico—. ¡El lugar se estaba viniendo abajo! ¡Ambos ibamos a morir y él estaba demasiado herido...!
El tono exaltado iba decayendo con cada palabra, volviendo al silencio que ambos heroes deseaba evitar. Todd se estremeció y su mirada por fin se despego de los ojos esmeralda de la alíen, su vista parecía estar fijada a una imagen encapsulada en el pasado, tan vívida en su mente como si se reproduciera cada vez que cerraba los ojos.
Lentamente, alzó la mirada, observandolos a ambos con lo más parecido a una disculpa que habían conocido por parte del chico. Sin saber que sería lo próximo que diria, Damian ya había comenzado a acercarse a Todd dejando caer su arma, apretando los puños con ferocidad.
—Lo cargué, lo ayude hasta donde pude, él... sólo me pidio que lo dejara descansar así que me retire para darle su espacio y enfrentar a los enemigos que se venian encima. No sabía que estabamos sobre más bombas... —aspiró profundamente—. Lo siento, Kory, pero... él esta muerto.
El corazón atorado en la garganta de Starfire se detuvo.
—Las paredes explotaron a nuestro alrededor, Dick me pidió que no volviera por él al germinar viéndome comprometido con ello, me sonrío y dijo que lo resolvería por su cuenta; pero yo sabía que estaba demasiado herido para moverse por su cuenta y aun así yo no...
—Lo abandonaste —terminó Damian por él, estando enfrente de Todd, pese a que él era mas bajo que el segundo, su sombra resulto muy intimidante junto a su iracunda mirada—. Grayson arriesgo muchas cosas por ti, estuvo tras de ti, fue el único ser viviente que seguro se preocupada por ti y le diste la espalda.
—¡Eso no es...! ¡Yo...! Yo... no es...
El poderoso golpe que sobrevivino desconcerto a Kory, quien se había perdido en sus mortificantes pensamientos, no pudiendo asimilar cuando Robin ya estaba encima de Jason, golpeandolo con toda vehemencia sin que el segundo pusiera alguna resistencia, como si de alguna manera comprendiera que se lo merecia.
—¡Lo asesinaste! —bramó con tal tono colérico que casi no podía distinguirse el dolor inmensurable que estaba sintiendo—. ¡Nadie merecía salvarte, Todd! ¡Deberías haberte podrido hace mucho! ¡Tu vida no vale nada!
Starfire se agarró de la consola para evitar caer de rodillas, sentía sus ojos picar, arder, pero no era nada con la oleada de calor infernal que sentía en su interior. Ella, siendo un ser que se alimentaba de las estrellas, era demasiado dificil lograr quemarla, pero está sensación calcinaba su cuerpo y mente lo estaba logrando de manera insoportable. No supo cuanto tiempo estuvo escuchando a Damian maldecir y azotar contra el suelo a Jason, ni tampoco en que momento había dejado atras la consola para precipitarse al lado de Robin y detener su siguiente puñetazo.
La mirada afilada de Damian podría haberla descuartizado si tan sólo no estuviera asfixiandose con el humo que desazonaba su alma.
—¿Dónde? —habló en un hilo de voz, pero firme. Ninguno de los dos comprendió a que se refería— ¿Dónde está? —puntualizó observando el ojo morado de Jason con frialdad.
El hombre abrió la boca timidamente, cerrándola por unos segundos, relamiendose la sangre de sus labios fruncidos.
—Ala oeste, bajando las escaleras del piso 5, la zona de experimentación...
Starfire asintió, jalando a Damian para alejarlo de él, indicándole con una mirada que fuera a la consola. El chico se negó a moverse de su lado, con los ojos ardidos de odio hacia el segundo ex Robin.
—Es una zona de difícil acceso por la cantidad de pilares que fueron demolidos —inquirió Damian haciendo memoria del plano de la fábrica—. Arriesgado e inestable, que conveniente para ti ¿no? —El ácido en su voz desfilaba sin vergüenza alguna.
Jason apretó sus dientes ensangrentados.
—Estoy diciendo la verdad, puedo guiar-
—No.
Tan cortante y fuerte había sido la voz de Starfire que calcinó cualquier otro argumento y ruido presente. Incluso Damian a su lado, había dejado de respirar.
—Quiero que te vayas, Jason. Ahora.
—Ko-
—Ahora. No hagas que lo diga dos veces.
Jason no se movió.
—¿Eres sordo, maldito? —rugió Damian, enderezándose por fin—. Largo de nuestra Torre. No quiero verte cerca de ninguno de los Titanes.
El largo suspiro de Todd fue lo último que se escuchó antes de que se colocara de nuevo la máscara y diera media vuelta. Dejando atrás una desolación sin descripción. Tan potente y denso que ninguno de los dos fue capaz de moverse incluso cuando las puertas volvieron a abrirse, y Jaime y Bart se asomaron tímidamente.
—¿Todo bien?
Kory negó con la cabeza, su intención era dar un paso hacia adelante y revisar el estado de sus hijos, su mente quería aferrarse a sus dos pequeños como consuelo sin ser capaz de asimilar completamente lo que había pasado. Su cuerpo pareció estar más dispuesto a ceder de lo que le hubiera gustado.
Un paso basto para hacerla caer, emitiendo un ruido seco y profundo. Su cuerpo trémulo y frío como nunca, deseando desesperadamente calor.
Sus ojos, cargados de pesar, finalmente dejaron abrir el grifo y deslizaron todas las lágrimas que había albergado.
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