18

Chuck:

La reina actúa de inmediato una vez llegado al palacio, le ordena a la guardia seguirla, exige un mapa del reino, el mismo que se extiendo sobre la mesa del comedor.

Y ahora estoy aquí al lado de ella, mientras dialoga con los guardias buscando la opción más efectiva y que salvara al pueblo.

—¿Cuánto tiempo tenemos?—Pregunta el jefe de la guardia.

—Tal vez horas. —Responde la reina y señala con el índice de la mano derecha las posibles rutas. —Si nos damos prisa, podemos sacar a todos por estos caminos.

—¿Pero mi reina, a donde irán? —La pregunta desconcierta a su majestad.

—¿Qué hay del demás reinos? —Pregunto yo, obteniendo los ojos de Diana en mí.

Diana vuelve a tomar la palabra.—La reina de Arcaria.. —Escoge a uno de los guardias. —Tú y un grupo vayan a decirle lo que está pasando. Díganle que yo, la reina Diana solicita su ayuda para resguardar a mi pueblo.

—Entendido, mi reina.

Un grupo se marcha y el jefe de la guardia se dirige a ella.

—Eso podría ayudar, pero... ¿Sacar a todos, mi reina?

—Consideremos que muchos no querrán dejar sus cosas y sus negocios.

—Tendrán que hacerlo. —Habla la reina. —No hay tiempo para pensar en cosas materiales, sus vidas están en peligro. Cada minuto que estamos aquí es una pérdida de tiempo...

—Mi reina, aunque la reina de Arcaría aún no está enterada... ¿Qué podemos hacer ahora? Dijo que los caminos están destruidos y si no actuamos ahora.

—Ya he pensado en eso, hasta que Alexandra de Arcaría conteste, quiero que vayan por mi gente. —Vuelve a mirarme. —Y la traigan aquí a palacio.




Diana:

—Mi reina... Lo siento ¿Escuche bien? —Pregunta el jefe de guardia y los demás lucen desconcertados. —¿Quiere que...?

Respiro profundo. —Quiero que traigas al pueblo de Obsidiana aquí, al palacio.

Se miran.

—El único camino a salvo y que está protegido de la ira de un volcán es el palacio. —Curiosamente. —Aunque no sabemos la magnitud de la erupción, hasta que la reina conteste y no tenga más opciones ante mi vista, resguardaremos a la mayor cantidad que se pueda en el palacio. No voy a abandonar a nadie. —Niego. —¿Entendido?

—¡Ssi, si mi reina!

Me dirijo a todos los guardias, a cada hombre en el comedor.

—Quiero que todos vayan, se dividan y protejan a mi pueblo. —Ordeno. —Que traigan a cada hombre, mujer o niño. Cada persona que viva en Obsidiana... —Me vuelvo hacia un grupo. —Que un grupo se encargue de los alimentos y quiero carpas de dormir desde los jardines hasta dentro del palacio—Me dirijo a los demás miembros de mi guardia. —Los demás asegúrense de buscar hasta el último lugar.

—¡Como ordene, mi reina! —Escucho que gritan todos.



(***)



Observo el trono en el gran salón, cuando Chuck interrumpe ingresando por esas enormes puertas y parándose a mi lado.

—El jardín empezó a llenarse.

—¿No hay disturbios?

—Por el momento no y esperemos que siga igual. No hay guardia que la defienda ahora si todo se sale de control, mi reina, todos están en pueblo y usted esta expuesta.

—Sí, lo sé. —Aparto la mirada del trono y me vuelvo hacia él. —No me preocupa, pero veo que tienes dudas.

—Hay detractores allá afuera, traerlos al palacio es arriesgado para usted. —Contesta de inmediato. —No me pida que no me preocupe por usted.

—No puedo darle la espalda a Obsidiana, Chuck. Soy su reina.

—Una muy benevolente.

—Que desea lo mejor, por muchos detractores que existan, ninguno merece morir calcinado por lava hirviendo.

Respiro profundo.

—Deberías estar con la guardia, aquí no hace falta hombres, dijiste que no había disturbios.

—Lo sé, mi reina... pero no puedo solo tener confianza, permítame mantenerme a su lado.

Trago saliva.

—Chuck, también deberías ir.

—No la dejare.

—Estoy en palacio, estaré bien.

—Me asegurare que lo estará estando aquí.

Aprieto los labios y me acerco a él, sus labios rozan los míos y mis ojos se cierran.

—No te agradecí por llevarme a las minas.

—Lo menciono.

—Pero no dije gracias.

Una de las esquinas de sus labios se eleva, me aferro a él con las manos y mi boca aplasta la suya, las manos de Chuck me rodean la cintura mientras sus besos compartidos me hacen perder la razón.

Al menos hasta que una intromisión nos hace apartarnos.

¿Qué demon...

Es Lucian y no...No viene solo.

Miro a los hombres a su lado, hombres de Obsidiana.

—Diana, esperaba verla aquí.

—¿Y esa falta de respeto al hablarme asi ¿ Y qué es esto? —Paso de mirar a todos a mirar al anciano. —No tengo tiempo para discutir contigo hoy.

—No, no he venido a discutir, vine con un solo propósito.

—Ese propósito puede esperar e intuyo que a estas alturas ya te habrás enterado de la clase de emergencia que estamos pasado —Respondo.—Y estas no son las maneras de entrar a mi palacio

—Lo siento, mi reina. —Niega y la sonrisa en su cara me dice que no. —He venido... hemos venido...—Observa a los hombres a su lado. —A derrocarla.

Mis oídos no dan crédito a lo que escuchan

—Lucian... —Arrastro su nombre.—¡¿Pero qué significa esto?!

Chuck reacciona rápido con la palabra, desenvainando la espada y se pone delante de mí, retrocedo cuando su mano se coloca sobre mi vientre protegiéndome hacia atrás.

—Hoy reina Diana, usted deja de llevar el título. —Se dirige a mí. —¡Esto es un golpe de estado contra la corona y contra usted, Diana de Obsidiana!




Nos leemos.

>>Yiemir.

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