Capítulo VIII
Domingo por la noche. Mismo espacio y tiempo.
Evidentemente tenías sangre en las manos, y al subir por la escalera ibas dejando marcas a medida que tocabas las paredes. Cada una de las salas estaban completamente en oscuras, y lo único que pensaste fue en tomar una ducha, como si de un largo y cansador día de trabajo se tratara.
La bañera se llenó, te desnudaste y te sumergiste. En cuestión de segundos el agua se convirtió totalmente roja, con un brazo colgando fuera de la bañera quedaste, con espuma rodeando y ondas de vapor por toda la habitación. Mirabas las grietas en el techo pensando en lo que habías hecho, y con un suspiro tu mirada se posicionó en la puerta esperando lo peor.
A los segundos, las gotas caían por tus dedos y la policía entro a tu casa. Escuchaste esa frase: "las manos arriba.", entraron al baño y te encontraron en shock, resulta que un vecino escuchó semejante grito de dolor y dio aviso a las autoridades. Ese pequeño error te delató, sino tu plan habría sido perfecto.
En simple bata te esposaron, manos en la espalda y saliste escoltada por dos policías. Al estar afuera, completamente de noche y en baja temperatura miraste a tu alrededor y los vecinos susurraban afuera de tu casa que había pasado, muchos se dieron cuenta en el instante y otros no lo podían creer.
A los segundos los paramédicos iban corriendo con una camilla, sí, te habían encontrado.
Habían encontrado al amor de tu vida. Tu único y gran amor.
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