Capítulo 6: El departamento de Steven Grant

Narra ______________

Cuando la policía terminó de levantar nuestro testimonio, rápidamente me acerqué con los visitantes del museo para validar que nadie estuviese herido, sobre todo, los niños. Cuando me aseguré que todos estuvieran bien, lo primero que hicieron los niños, fue preguntarme por Steven; querían saber si su guía favorito se encontraba bien.

Justo cuando iba a decir que se encontraba dando un testimonio, Steven venía acercándose a nosotros, abriéndose paso entre la gente, los policías y los paramédicos que también habían llegado a apoyar. En el momento que puso un pie frente a los niños, todos se lanzaron sobre el a abrazarlo, y fue tan grande el impacto que tanto Steven como los pequeños, terminaron en el piso.

-Señor Grant, creíamos que le había pasado algo. –Dijo una pequeña mientras aún estaban en el piso, limpiando con las magas de su suéter las lágrimas que se le escapaban y corrían por sus mejillas.

Steven, al ver la escena, se levantó del piso lo más rápido que pudo y al mismo tiempo, ayudo a la niña a levantarse con él. Cuando ambos estuvieron de pie, lo siguiente que vi, casi me derrite el corazón de ternura.

Steven levantó a la pequeña niña del piso, alzándola de tal forma que ella quedó recargada en su cadera y aún con algunas lágrimas brotando de sus ojos, Steven despejó un poco su rostro, haciendo su cabello hacia un lado y con su pulgar, limpió sus lágrimas.

-Ya no llores, princesa, por favor. No pasó nada, no te asustes. Dime, ¿cuál es tu nombre? –Le preguntó Steven a la niña, que entre algunos sollozos más, le mostró el gafete que colgaba de su cuello. –¿Samantha? Oh, pero que lindo nombre. ¿Está bien si te llamo Sam? –Se dirigió a la niña con una gran sonrisa, a lo que Sam asintió con un simple movimiento de cabeza. –Perfecto Sam, como te dije, no hay porque asustarse. Tú estás perfectamente bien, mira. –Le mostró, chocando levemente su frente con la suya, haciendo reír a la pequeña Sam en el proceso. –¿Ves cómo te encuentras perfectamente? ¡Eso me dolió más a mí que a ti! –Exclamó Steven, haciendo una falsa mueca de dolor, provocando risas entre los otros niños, en la maestra que los acompañaba y en mí.

-Estábamos asustados de que le pasara algo, señor Grant. Nosotros lo queremos mucho, y queremos que esté bien. También ella quiere que esté bien, ¿verdad que sí, señorita? –Preguntó Sam, dirigiéndose a mí.

En ese momento, sentí mis mejillas arder. –¿Yo? Ahhhh si claro, c-claro. Sí, estaba preocupada por el señor Grant, como todos aquí, d-de hecho. –Dije algo nerviosa, acomodando un mechón de cabello detrás de mí oreja. Y fue ahí cuando sentí mi rostro quemarse mucho más cuando mi mirada encontró a Steven, con sus ojos clavados en mí y sin poder dejar de sonreír.

-¿Acaso usted estaba preocupada por mí, señorita Lennox? –Me preguntó Steven, manteniendo su sonrisa, que se había hecho aún más grande.

-Sí, así es, señor Grant. Ella se veía muy preocupada por usted, porque cuando se aseguró que nosotros estábamos bien, regresó al museo a buscarlo. –Comentó Sam, aún en los brazos de Steven.

-¿Eso es cierto, señorita Lennox? –Steven alzó una ceja.

-Pues sí, ¿o es que no me viste cuando choqué "contigo"? –Pregunté cruzándome de brazos y haciendo comillas con los dedos cuando mencioné contigo, refiriéndome al extraño encuentro que había tenido con ese tal Marc Spector. Que si bien, se parecía físicamente a Steven, no actuaba ni hablaba como él. Y yo tenía que averiguar sí o sí, que había pasado.

Steven entendió a qué me refería con las comillas y él solo se aclaró la garganta y volvió su vista a la niña que ahora, lo tenía abrazado por el cuello.

-Es lindo que se preocupe por el señor Grant, señorita. –Exclamó Samantha. –Además, usted es muy bonita y el señor Grant también es bonito. Yo creo que si fueran novios, se verían muy lindos juntos. –Comentó la niña, con una gran sonrisa.

***En la mente de Steven***

-¿Alguien me explica que acaba de pasar? –Preguntó Marc, parpadeando un par de veces.

-Pasa, tarado, que la damita que tiene en brazos el otro tarado, acaba de decir lo que efectivamente yo llevo diciendo desde hace semanas: que esa bella mujer ahí parada y con mejillas sonrojadas y yo haríamos una pareja perfecta. –Respondió Jake alzando una ceja.

-¿Tú y ella? Por favor. –Respondió Marc rodando los ojos. –En todo caso, se refiere a Steven. Además, tú ni siquiera las haz conocido Jake. –Exclamó Marc observando al contrario fijamente. –A mí ya me conoció. –Le dijo con una sonrisa burlona y salió corriendo del espacio mental.

-Pronto lo hará... Pronto. –Jake se gira para ver a Marc, pero se da cuenta que ya se había ido. –Ven acá, imbecilazo. Yo si te parto toda tu madre. –Contestó Jake y se fue corriendo detrás de Marc, desapareciendo del espacio mental al igual que él.

***

Yo levanté las cejas sorprendida y me cubrí la boca con mi mano para evitar reír a carcajadas cuando miré a Steven, que ahora era él quién tenía el rostro completamente sonrojado.

-Bueno Sam. –Comentó Steven aclarándose la garganta. –Creo que es hora de que regresen a la escuela con su maestra. Les prometo que cuando vengan a otro tour, les mostraré otras salas que nos faltaron visitar. –Mientras decía esto, bajo a Sam y la dejo en el piso. –Además, no se asusten, niños. Esto que sucedió hoy nunca pasa, pero les prometo que será la primera y la última vez que pase. –Les dijo Steven a los niños, colocándose de rodillas para poder estar a su altura y llevándose una mano a su pecho, cerca de su corazón para demostrar que había hecho una promesa.

Al instante, los niños se lanzaron sobre él de nuevo y lo llenaron de muchos abrazos y muestras de cariño.

Yo veía la escena desde atrás, sintiendo algo muy extraño al ver ese momento de Steven con los pequeños.

***

Cuando llegó la hora de cerrar el museo y que el doble de agentes de seguridad se quedaran a resguardar el edificio, yo me encontraba en mi oficina revisando unos documentos del seguro para la reparación de los cristales de las ventanas que se habían roto con la explosión de la bomba y para cubrir otros daños causados por la misma que, aunque eran menores, resultaba imprescindible darle al tema la atención necesaria.

Estaba guardando mi laptop en mi mochila, cuando escuché que tocaron la puerta.

-Adelante. –Respondí sin mirar la puerta.

-Ammmm, ¿__________? –Preguntó Steven de forma tímida, asomándose por la puerta.

Yo levanté la vista para verlo a los ojos y cuando lo hice, no pude evitar reírme. –¿Por qué tan tímido? ¿Qué pasó con el Steven de hace unas horas que me preguntaba cosas de forma muy decidida? –Reí.

-Se fue de sabático. –Respondió él con una risa nerviosa. –Lo siento, no sé qué me pasó. Tal vez, me arme de valor porque la pequeña Sam estaba conmigo. –Me dijo, acomodando su portafolio en su hombro.

-¿Una niña de 6 años te dio valor para hacer sonrojar a tu jefa? –Le pregunté con media sonrisa.

-Creo, creo que s-sí. –Soltó una risa nerviosa y dirigió su mirada al piso. –Además, si tenía a la niña conmigo, eso evitaría que me despidieras.

Yo lo miré extrañada. –¿Y cómo por qué despediría al mejor guía que ha tenido el museo desde hace tanto tiempo?

-Pues n-no sé. –Contestó terminando de acomodarse su chaqueta.

Yo negué con la cabeza, tomé mis cosas y lo empujé hacia la puerta de la oficina para irnos. –Deja de decir cosas sin sentido, ahora sal de la oficina para que también pueda salir.

-¡Espera! –Gritó Steven y me detuve al instante.

-¿Qué pasa? –Le pregunté extrañada.

-Es que, venía a preguntarte s-si entonces sí me vas a dar oportunidad de explicarte lo qué pasó esta mañana. ¿Recuerdas que te pregunté si te podía invitar un café en mi departamento?

-¿Y tú por qué crees que quiero que ya nos vayamos del museo? Por supuesto que iremos a tu departamento y me inventes ese café o té, lo que tengas. Steven, yo no necesito dormir, yo necesito respuestas. –Le dije, tomándolo de los hombros y empujándolo para salir de la oficina.

***

En el espacio mental

-Creo que no tenemos café en el departamento. –Dijo Marc pensativo, llevándose una mano a la barbilla. –Steven no toma café, solo nosotros y, ya que tú y yo no hemos tenido el cuerpo por suficiente tiempo para hacer nuestras cosas personales, no hemos podido comprarlo. –Comentó,dirigiéndose a Jake.

-Eso es lo menos importante, Spector. Lo que importa es que la dama va a llegar a nuestra casa y voy a poder salir a presentarme. –Sonrió Jake de forma misteriosa.

-No seas pretensioso. –Replicó Marc, observando de mala manera a su compañero presionando el puente de su nariz, exasperado.

***

Cuando llegamos al departamento de Steven, me sorprendió muchísimo verlo. No por el hecho de que fuera algo pequeño, en realidad, eso me pareció normal, ya que solo vivía él, tenía suficiente espacio.

Lo que me sorprendió, fue la cantidad de seguros, candados, cerrojos y llaves que tenía para abrir la puerta de entrada. Si mal no recuerdo, uso al menos 5 llaves. Y luego, vi una cinta pegada en esa misma puerta.

Me invitó a pasar y, lo primero que vi al entrar fue una enorme pecera con un pez dorado en ella. Sin más, fui rápido a verlo. Me pareció encantador. Él se dirigió a lo que parecía la cocina, no sin antes decirme que me pusiera cómoda.

-¿Cómo se llama? –Pregunté mientras veía al pez de aletas simétricas nadando de un lado a otro.

-Gus II. –Me contestó Steven desde la cocina.

-¿Y, puedo saber qué le pasó a Gus I? –Le pregunté desde la sala.

-Un... accidente. –Contestó tosiendo un poco mientras se escuchaba el sonido de agua siendo servida en tazas.

-Ya veo. –Contesté de forma simple, sin querer indagar más en el "accidente" del pobre Gus I.

Me moví un poco más por la sala y vi un escritorio de madera, en el cual había muchos libros sobre historia antigua. Sobre todo, del antiguo Egipto. Apuntes con letra perfecta y un par de gafas y una taza que al parecer, tenía restos de té.

Al estar en casa de Steven, lo más obvio y evidente, era pensar que ese escritorio era suyo. Es lógico, porque era su hogar. Sin embargo, al acercarme un poco más a un mueble cerca de la que parecía ser la habitación de Steven, noté otras cosas bastante, interesantes. Como por ejemplo, una katana. Y junto a ella, muchos cuadernos de notas, de los cuales, parecían ser notas de viaje, ya que al ver un cuaderno, logré distinguir que en una página decía una fecha y el lugar a donde se había hecho el viaje: El Cairo. Tambiénhabía una colección de cuchillos y una puerta en el mueble que tenía uncandado.

Pestañé un par de veces sorprendida y luego, al girarme, me encontré con otro mueble, pero un poco más pequeño. Lo descubrí debido a que, al darme la vuelta, me golpee la rodilla con él. Y mientras intentaba quitarme el dolor con un masaje, me llamo la atención que sobre ese mueble estaban las llaves de lo que parecía ser un auto, una boina negra y unos guantes del mismo color, además de una cajetilla de cigarros.

¿Qué demonios pasa aquí? –Me pregunté a mi misma tratando de entender por qué había secciones tan distintas en la casa de una misma persona.

Narra Steven

Me encontraba en la cocina tratando de encontrar la lata de café de Marc que siempre compra. No la veía por ningún lado hasta que después de unos minutos, la encontré detrás de unas cajas de pasta en la alacena. Cuando la abrí, me llevé la gran sorpresa de estaba vacía.

-Ay no. ¿Y ahora qué hago? –Pensé.

-¿Servirle uno de los muchos tés de sabores que tienes? ­–Me contestó Marc, desde el espacio mental. –Sabía que no había café. –Gruñó.

-Entonces, al fin la señorita está aquí. Mmmmmm, que buena noticia. –Apareció Jake, totalmente entusiasmado. –Y díganme, par de idiotas, ¿cómo nos vamos a presentar con la dama? ­–Preguntó interesado.

-Opino que sería mejor que Steven se presente primero, ya que, después de todo, es a quien ___________ conoció primero. –Comentó Marc.

-Naaaaa, yo digo que mejor voy yo primero, a mí ni siquiera me ha visto. –Exclamó Jake.

-Y es por eso que vas hasta el último. –Le regañó Marc, tratando de poner su voz más autoritaria.

-Ammmm, chicos... –Los llamé, sirviendo el té en las tazas.

-¿Qué pasa, Steven? –Respondió Marc tranquilo.

-¿Qué? –Preguntó Jack con un tono más seco.

-Ammmm, ¿y si mejor se presenta Marc? Después de todo, el cuerpo es de él y nosotros somos, como sus alter egos. Deberíamos ir después de él. Tal vez en orden de aparición. Después de Marc, yo y al final tú Jake. –Les expliqué, moviendo las bolsitas de té en la taza.

-Está bien, lo mejor para el final. –Dijo Jake, sonriendo. –¿Y mostraríamos nuestros trajes? -Preguntó

-Gracias Steven, eso es muy considerado y, te lo agradezco mucho. –Comentó Marc. –Y sí, creo que sería lo mejor. Si ____________ va a saber la verdad de nosotros, es mejor que la sepa completa.

-Está bien Marc, no es nada. –Sonreí y terminé las tazas de té. –Y estoy de acuerdo con ustedes. Ahora que nos pusimos de acuerdo, es hora. –Dije, mientras salía de la cocina con las dos tazas de café en mis manos.

Narra _____________

Mientras seguía tratando de encontrar una lógica a lo que estaba viendo, la voz de Steven resonó en la habitación.

-Oh, ahí estás. –Exclamó Steven detrás de mí. Y yo me giré para verlo, aun tratando de aliviar el dolor del golpe en mi rodilla.

-Sí, aquí estoy. –Le sonreí y vi que traía en sus manos dos tazas humeantes. Al verme con la mano en la rodilla, Steven dejó las tazas sobre el escritorio y me ayudó a sentarme en la silla que estaba frente a éste.

-¿Estás bien? ¿Qué te pasó? –Me preguntó con preocupación en su rostro.

-No es nada, no te preocupes. Es solo que me di un golpe con ese mueble de allá. –Le señale en dónde había visto la boina, las llaves, los guantes y los cigarros.

-Ya veo. –Contestó Steven rascando su nuca. –Déjame ir por un poco de hielo y... –Lo interrumpí.

-No es necesario Steven. –Lo tomé del brazo para que se detuviera y me miró a los ojos. –Estoy bien. –Le sonreí. –Ahora, me gustaría que me contaras acerca de lo que vinimos a hablar. -¿Qué taza puedo tomar? –Le pregunté, señalando las tazas que había dejado hace un momento en el escritorio.

-O-oh si claro, la que gustes. Hice té de fresa con vainilla. Ya no tenía café, lo siento. –Comentó, algo apenado y encogiéndose de hombros.

-No te preocupes, también me encanta el té. –Sonreí y tomé una de las tazas. Cuando di el primer sorbo, me encantó. –Está delicioso, muchas gracias. –Le dije acomodándome mejor en la silla y él se sentó en otra silla frente a mí. –Bien, ahora si me pudieras explicar qué fue lo que pasó esta mañana en el museo, te lo agradecería mucho.

Steven suspiró cerró los ojos y cuando los abrió, me encontré de nuevo con esa mirada profunda, mucho más oscura, más seria y con facciones mucho más duras. Esa ya no era la mirada tierna y brillante de Steven. ¿Ese era Marc Spector, de nuevo?

***
Hola queridas y preciosas lectoras, amables lectores. ¿Cómo están esta noche? Acá en mi rancho, son las 3:20 de la madrugada del sábado y yo justo acabo de terminar el capítulo, calientito y recién hecho como pan recién horneado para que lo disfruten.

¿Cómo creen que será la presentación de nuestros preciosos Moon boys con la señorita Lennox? ¿Cómo creen que reaccione ella? ¿Qué creen que pase después?

Bienvenidos a otro fin de semana de capítulos nuevos de En lo profundo del Nilo. Como siempre, un gusto compartir mis palabras con ustedes, espero les guste este capítulo tanto, como a mí escribirlo.

Nos estamos leyendo pronto, gracias por estar aquí y espero poder leer sus comentarios, que por cierto, amo profundamente y que trato de contestar todos jejeje, gracias por tanto amor.

Les dejo esta fotito de Oscar nada más para alegrarnos la pupila. Disfruten. 

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