Capítulo 27: Chocolate sabor naranja

Narra ____________

Alexander tenía una mirada brillante en los ojos al momento que venía caminando hacia nosotros, al mismo tiempo que Jonathan cerraba su libro y lo volvía a acomodar cerca del sofá donde estaba sentado.

Yo alcé una ceja mirando como Tatcher se iba acercando cada vez más rápido hacia nuestros lugares y una vez que estuvo a tan solo un par de pasos de nosotros, levantó su muñeca izquierda, mirando el reloj azul rey que descansaba en ella.

-Bueno, todo indica que ahora si vamos a poder partir. –Soltó aire por la nariz, despacio y en sus labios se formó un diminuto esbozo de sonrisa. –Y aún es temprano. Creo que sí podremos recuperar el tiempo perdido. Díganme... –Musitó, levantando la vista hacia los tres que estábamos en el sofá. –¿Ya saben cómo vamos a llegar hasta la tumba? –Arqueó una ceja, dirigiendo su vista a mí y luego, al escarabajo dorado que flotaba entres mis manos. –¿Qué es eso? –Inquirió, señalando la brújula.

-Es lo que nos llevara hasta la tumba de Akenaton. Ya que el mapa que tenemos realmente... solo funciona en tierra, por algo es un mapa. –Rodé los ojos y desvié mi vista de él, para seguir observando maravillada el escarabajo en mis manos.

Toda mi vida escuché hablar de este artefacto pero, siempre había creído que era solo un mito y el hecho de tenerlo ahora entre mis manos, técnicamente ya que estaba flotando, era como si volviera a mi niñez y escuchara a mi padre relatarme las historias de sus aventuras y expediciones. Sí, mi padre es arqueólogo, retirado, pero lo es y mi madre, historiadora. De tales palos, tal astilla. No cabía duda.

-Pero no entiendo. ¿Para qué nos va a servir esta cosa flotante? –Alexander se cruzó de brazos mientras que Jonathan observaba la escena con mirada seria.

-En primer lugar, no es "una cosa flotante." –Replicó Steven, haciendo comillas con las manos y dirigiendo sus ojos hacia los de Tatcher hijo, parándose a mi lado derecho. –Es la brújula del escarabajo dorado. Este fascinante artefacto puede guiarnos a las más antiguas y excepcionales reliquias de la antigua civilización egipcia, si es que deseas encontrarlas.

-¿Y dónde la consiguieron? –Preguntó él, alzando ambas cejas, intentando tomar la brújula con su mano pero yo alejé mis manos y él frunció el ceño.

-Fue un regalo de mi padre. –Respondió Layla, posicionándose a mi lado izquierdo. –Así que, deberías agradecer a Abdallah El-Faouly, porque gracias a su descubrimiento, es que tu expedición va a ser un éxito. Si la brújula comienza a apuntar hacia un lugar en específico es porque realmente en ese lugar, hay algo que vale la pena descubrir.

Yo observaba con atención la conversación entre Layla y Alexander aún con la brújula flotando sobre mis manos unidas entre sí, cuando me percaté que tanto Steven como Layla, estaban parados justo a ambos lados de mí, como si trataran de hacer una especie de barrera entre Tatcher y yo lo cual sin lugar a dudas, era para evitar que me arrebatara el escarabajo y nos matara a todos ahí mismo.

-Entonces, gracias a su padre, señorita El-Faouly. –Lanzó Alexander en un tono cortés, al mismo tiempo que volvía a mirarme a mí. –Ahora, ¿podrían ser tan amables de explicarme por qué señala hacia abajo?

-¿Qué acaso no es obvio? –Le respondí con otra pregunta, llevando mi mano derecha al bolsillo de mi pantalón. –Nos está indicando que debemos sumergirnos, debemos ir hacia abajo, a las profundidades, ¡a la aventura! –Exclamé emocionada, provocando que todos los presentes en la pequeña habitación me miraran extrañados, a excepción de Steven, quién me estaba observando con una de esas miradas tiernas que te derriten el corazón. –¿Qué? ¿Nunca han visto a alguien emocionarse por algo? –Pregunté rodando los ojos y Steven me sonrió.

-Si bueno, creo que lo mejor será que les muestre sus habitaciones. Ya vamos a descender. Pero antes, necesito que vayamos a la cabina de comando. No sé hasta que profundidad se supone que debemos bajar y ya que, tienen con ustedes su brújula egipcia mágica, eso nos va a guiar. –Nos dijo Alexander, haciéndonos una seña para que lo siguiéramos, mientras su padre ya se había adelantado, llevándose su libro con él.

-Cierren la escotilla. –Ordenó Jonathan Tatcher a sus hombres, quienes no dudaron ni por un instante en cumplir con lo que se les había ordenado.

Nuestro verdadero viaje acababa de comenzar.

***

Una vez que logramos atravesar unos pasillos que parecían interminables y que además, eran demasiado poco espaciosos, con paredes de acero repletas de tableros con botones de colores, palancas, volantes, pantallas con comandos e instrucciones en distintos idiomas, las cuales suponía, controlaban todas y cada una, una parte del submarino en el que nos encontrábamos de pie, fue que logramos llegar a la cabina de comando que había mencionado Tatcher hijo hacía unos momentos.

Al adentrarnos en ella, varios hombres nos saludaron de forma amable al mismo tiempo que volvían a sus estaciones de trabajo. Había uno de ellos que estaba cerca del timón, observando por el periscopio que estaba a su alcance para luego, volver su vista a un cuaderno frente a él y tomar notas. Cuando nos acercamos a él, Tatcher padre llamó su atención.

-Capitán Summers, un gusto saludarlo de nuevo. –Jonathan levantó su mano y saludó al hombre, que correspondió su gesto al instante y luego, hizo lo mismo con Alexander.

-Los Tatcher. ¡Ah! ¡Qué bueno es volver a verlos! –Sonrió el capitán con una sonrisa, para luego dirigir su vista a nosotros. Y esta vez vienen acompañados, ¿quiénes son sus invitados? –Preguntó el hombre con gorra blanca.

-Ellos son invitados de mi hijo más que míos, pero igualmente estoy encantado de tenerlos aquí. –Sonrió Jonathan, para luego presentarnos con el hombre frente a nosotros.

Los tres lo saludamos amablemente, y luego, Alexander habló. –Capitán, solo le pido que mantenga su mente abierta a raíz de lo que le voy a pedir que haga, ¿está bien? –Miró al capitán Summers de forma perspicaz.

-Claro que sí, señor Tatcher. Tenga por seguro que eso no será problema. –Juró el capitán, haciendo que una sonrisa se presentara en los labios tanto del padre, como del hijo.

-Excelente. –Murmuró Alexander mirándome y haciendo una seña para que me acercara a él y así lo hice. -___________, ¿podrías sacar la brújula, por favor? –Me pidió en tono amable y yo asentí, colocando el escarabajo en mi palma de forma cuidadosa.

Fue cuando entonces, éste comenzó a flotar de nuevo y en menos de un segundo, giró frente a la vista de todos los que estábamos presentes, apuntando nuevamente hacia el suelo. El capitán Summers abrió sus ojos con una expresión de asombro.

Necesito que nos haga sumergirnos hasta que este artefacto cambie de posición, ya que es lo que nos va a indicar hacia dónde dirigirnos. –Le explicó Alexander al capitán, quién lo miraba incrédulo. –Es una... especie de brújula egipcia mágica. –Rodó los ojos, negando con la cabeza. –Pero eso no importa, lo que importa es que debemos seguirla, ¿de acuerdo? –El capitán asintió. –Perfecto. Entonces por favor, haga que descendamos.

-¿Qué parte de que no es un artefacto mágico no entiende ese hombre? –Replicó Steven, colocando sus manos en su cadera y frunciendo el ceño con una mueca en su rostro, mientras que Layla soltó una leve risa.

Yo miré a Steven con una ceja alzada y deje escapar una pequeña carcajada. –Steven, si no fuera porque sé que eres tú el que está consciente en este momento, juraría que eres Marc. Estas parado de la misma forma que él cuando se molesta y tienes la misma mueca.

-Si te peinaras hacia atrás, en serio serías su copia exacta. –Rio Layla, llevándose sus manos a su cara y cubriendo su boca para tratar de ocultar la risa. Yo hice lo mismo. –Aunque en teoría ya lo eres. –Exclamó y ya no pudimos aguantarnos la risa.

***En la mente de Steven***

-Jake, corrígeme si estoy mal, pero, ¿___________ y Layla se están burlando de mí? –Preguntó Marc, desde el espacio mental, posicionándose justo de la misma manera en la que estaba Steven y haciendo justo la misma mueca.

-¡A la madre! Pero es que tienen razón, hacen las mismas expresiones. Ha de ser por todo el tiempo que pasaron juntos sin darse cuenta. –Jake empezó a reírse también.

-¿En serio que tú también, Jake Lockley? –Marc rodó los ojos, observando a Jake llevar sus manos a su abdomen a causa del ataque de risa que estaba teniendo.

***

-¿Se están burlando de mí, señoritas? –Preguntó Steven, mirándonos a Layla y a mí con una sonrisa divertida.

-Técnicamente no. –Le contesté, limpiando unas pequeñas lágrimas que corrieron por mis mejillas a causa de la risa.

-Nos reíamos de que te pareciste mucho a Marc. –Respondió Layla, recogiendo su cabello en una coleta.

Steven negó con la cabeza con una dulce sonrisa en sus labios y volvimos a poner atención a los hombres frente a nosotros, que se encontraban revisando las pantallas centrales de la cabina. 

-Estamos listos, señor Tatcher. –Exclamó el capitán Summers. –Podemos empezar a descender.

-Hagámoslo entonces. –Respondió Alexander. –Nos detendremos hasta que el escarabajo cambie de posición.

Y fue en ese momento, que la tripulación del submarino empezó a hacer descender la nave. Yo tenía entendido que el nivel máximo del profundidad del Río Nilo era de 1.4 kilómetros, aproximadamente, y por lo que habíamos escuchando de la conversación de hace unos momentos entre el capitán y la tripulación era que el SS Seattle tenía la capacidad de sumergirse hasta 3 kilómetros bajo el agua, así que eso no iba a ser un problema.

Mientras los minutos pasaban, más nos adentrábamos en las profundas aguas del río y mientras lo hacíamos, los hombres de la tripulación le informaban al capitán del estado de la nave desde sus puestos de trabajo.

-Vamos a 540 metros señor, a 8 nudos de velocidad. –Comentó uno de los hombres.

-Aumenta a 10 nudos y sigamos bajando. –Respondió Summers y el tripulante asintió.

Layla, Steven y yo, así como los Tatcher teníamos puestos los ojos en la brújula. Teníamos que estar atentos al momento exacto en que este cambiara de posición para poder entablar el rumbo correcto, sin embargo, seguía apuntando hacia abajo.

De nuevo, el mismo hombre de antes llamó al capitán. –925 kilómetros, señor. ¿Seguimos a 10 nudos?

-Seguimos a 10 nudos.

El escarabajo seguía apuntando hacia abajo y nuestras miradas estaban fijas en él, esperando expectantes el momento en que cambiara de dirección.

-1025 kilómetros señor, ¿seguimos bajando? –Preguntó de nuevo el hombre al capitán quien se giró a ver a Alexander. Él le indicó que siguiera.

Layla se veía bastante tranquila, sin embargo Steven no tanto, su mano se había aferrado a la mía con mucha fuerza y sus ojos estaban cerrados y su cabeza recargada en mi hombro. Yo traté de darse seguridad sosteniendo su mano con más fuerza y le di un beso en la cabeza. Lo cierto es que, la sensación en el submarino se sentía bastante desequilibrada, dada la velocidad con la que íbamos bajando.

-1080 kilómetros... 1085...

Y fue en ese momento que, ante nuestros ojos expectantes, el escarabajo cambio de dirección hacia el frente.

-¡Alto! –Exclamó Alexander, haciendo que el capitán repitiera lo mismo.

El comandante que conducía el submarino detuvo el descenso, observó la pantalla del monitor principal y luego a nosotros. –Nos encontramos a 1.1 kilómetros de profundidad. Podemos ir a unos 7 nudos de velocidad para avanzar a una velocidad considerable y de pronto, todo se sintió más normal y fue cuando Steven abrió los ojos.

-¿Ya está todo más tranquilo? –Preguntó, sin soltar mi mano.

-Todo bien, amor. Ya todo está mejor. –Le respondí, aún con el escarabajo flotando en mi mano, pero ahora apuntando hacia enfrente.

***

Después de lograr encontrar la profundidad adecuada y de que Tatcher nos mostrara nuestros camarotes los cuales no me esperaba fueran tan grandes considerando los angostos espacios en los pasillos, fue que pudimos tomar un pequeño descanso.

Los Tatcher estaban en los suyos, Steven también, Layla se quedó en la cabina de comando ya que de acuerdo a lo que habíamos hablado, la brújula se quedaría con ella mientras yo tomaba una siesta y les diría al capitán y a su tripulación hacia sonde dirigirse en dado caso de que el escarabajo cambiara de dirección.

Yo, no me opuse, porque realmente necesitaba esa siesta. Quería recostarme por un momento, me sentía bastante agotada y mi intención era dormir unos minutos, así que estando en mi camarote, me acosté sobre la cama individual que se veía bastante cómoda.

Justo en el momento que mi cabeza sintió la almohada, escuché que alguien tocó a la puerta de mi camarote, así que me levanté para ir a abrir y cuando lo hice, me encontré con los rulos de Steven asomándose por el umbral.

-Hola, querida. ¿Cómo estás? –Me preguntó, entrelazando sus manos y observándome directo a los ojos. –¿No interrumpo nada, cierto?

-Pues, además de la siesta que quería tomar, lo dudo mucho. –Reí.

-¿Crees que pueda pasar?

-Oh, claro. Adelante, por favor. –Sonreí y abrí más la puerta, haciéndome a un lado y permitiendo así que Steven pudiera entrar al camarote. Una vez que estuvo dentro, volví a cerrar la puerta.

-¿Cómo está todo en la cabina de comando? –Inquirí, sentándome en la cama, mirando a Steven que se quedó parado frente a mí. Yo reí un poco. –Anda, ven y siéntate conmigo. –Le dije, dándole unas palmaditas a la cama para que se sentara a mi lado.

-Al parecer todo va bien. Layla está con la tripulación como nos dijo y los temibles Tatcher están en sus respectivos camarotes... Tal vez tramando su siguiente plan. –Steven soltó una suave risa, haciendo que sus rizos en su frente se movieran al compás de su cuerpo y entonces, noté que metió su mano a la bolsa de su pantalón.

Yo reí junto con él, sonriendo de lado. –¿Qué traes ahí? –pregunté curiosa, señalando su mano en su bolsa.

-Oh... Bueno, n-no es nada. Y-yo solo traía ese chocolate sabor naranja que no pudimos probar esta mañana y p-pensé que tal vez podríamos h-hacerlo ahora. ¿Te gustaría probar un poco? Recuerdo que te había encantado el aroma. –Me dijo sonriendo.

-Si, tiene razón, señor Grant. –Confirmé, tomando la barra de chocolate entre mis manos y llevándola cerca de mi nariz para aspirar su aroma. –Mmmmm, es que huele tan rico, imagino que debe saber mejor. –Mencioné, retirando de forma delicada la envoltura plateada que envolvía el chocolate. Cuando lo abrí, notamos que estaba dividido en tablillas. –¡Vaya, pero qué conveniente! –Asentí con una sonrisa. –Así podremos dividir el chocolate más fácilmente.

Steven asintió y quite dos tablillas del chocolate y una se la di a él. –Hay que probarlo al mismo tiempo.

-Va, va. Me agrada la idea. –Respondió él, esbozando una sonrisa más grande.

Cuando ambos probamos el dulce, una onda de placer inmensa arrasó con mi cuerpo. El sabor del chocolate era exquisito. Se derretía en la boca al saborearlo y las notas cítricas de la naranja hacían que cada bocado fuera único. Mi paladar se estaba deleitando de una manera excepcional.

-¡Wow! Esto... esto está delicioso. Nunca, en toda mi vida, había probado chocolate más sabroso. –Exclamé, aun saboreando un bocado del chocolate en mi boca.

-Realmente es muy bueno. Yo no acostumbro comer chocolate o dulces, ese es Jake, pero en serio, estoy agradecido de poder disfrutar de éste. Es una pena que haya que venir tan lejos para conseguirlo. –Comentó, haciéndonos reír a ambos.

-Tienes razón. Creo que entonces, deberíamos disfrutarlo mejor. –Sonreí, volviendo a comer otro poco de chocolate y entonces, sentí la mirada de Steven fija en mí.

Cuando le iba a preguntar qué sucedía, lo encontré mirándome atento. Pude ver como sus pupilas se dilataron y como pasó saliva con un poco de complicación. Él inhalo profundamente, haciendo que su pecho se elevara y luego, soltó un suspiro sin dejar de observarme, sin embargo, lo que más me sorprendió fue que de pronto lo tenía a solo unos milímetros de mi rostro, haciendo que nuestros labios casi se rozaran, pero no me besó, lo que hizo fue que, bajo mi atenta y confusa mirada, de forma suave y rápida, con su pulgar limpió el residuo de golosina que tenía en la comisura de los labios, deslizando después su yema por mi labio inferior para después, llevarlo a su boca y lamer lo que quedaba de chocolate en su dedo.

-Sí, de hecho, también pienso que deberíamos disfrutarlo mejor. –Me miró con media sonrisa, alzando una ceja.

Por mi parte, fruncí el ceño dejando mi vista sobre él. No comprendía que estaba pasando. Definitivamente ni Marc ni Jake tenían el control del cuerpo en este momento, este era Steven pero, se notaba un poco más... extasiado de lo normal. Se estaba comportando como cuando estábamos a punto de entrar en el submarino pero, fue entonces que entendí que ese lado atrevido solo se atrevía a mostrarlo cuando estábamos solos. Y eso me pareció adorable.

Tenía que admitir que el verlo limpiar el chocolate de mis labios y luego, lamer su dedo había sido una imagen que me había provocado sensaciones más intensas de lo que esperaba y entonces, mi mente empezó a divagar, imaginando escenarios en donde Steven y yo usábamos esas tablillas de chocolate si para comerlas, pero de forma más peculiar.

Apreté las piernas al imaginarme mordiendo una tablilla de chocolate de sus labios o, dejando pedacitos de chocolate a lo largo de todo su cuerpo para poder tomarlos con mí boca... Fruncí mi boca en una línea delgada tratando de disipar esas imágenes de mi mente. Porque, después de todo, no sabía si él estaba dispuesto a hacer eso... ¿O sí?

***+18***

Nota de la autora: ASÍ ES GENTEEEEEEEEEEE, ¡YA LLEGÓ EL MOMENTO DE STEVEN DE DISFRUITAR! Por favor, pónganse cómodas y cómodos porque este momento va a ser digno de recordarse y sí, efectivamente, después de esto ya no verán el chocolate de la misma manera y menos, el chocolate sabor naranja. Jajajaja, pueden seguir disfrutando de su lectura.

Bueno, tenía que averiguarlo. Así que, me atreví a dar un paso más. –¿Y qué estamos esperando entonces para disfrutarlo como se merece? –Arqué una ceja, tomando otra tablilla del chocolate con mi mano al mismo tiempo que me acerqué mucho más a Steven.

-Abre la boca. –Le dije con cierto tono autoritario que él pareció recibir encantado y al instante, hizo lo que le pedí y entonces, noté un brillo bastante llamativo en sus ojos. Sonreí de lado al percatarme de eso.

Deje el pedazo de chocolate en su boca para luego, acercarme a sus labios y morder el dulce, apoyándome con una mano en la cama y la otra la lleve hasta las piernas de Steven, en donde fui subiendo despacio, hasta llegar en medio de sus piernas.

Steven cerró los ojos cuando él también mordió el último trozo del chocolate que estaba en su boca y soltó un suave y leve gemido cuando hice que nuestros labios conectaran en un beso, mientras que mi mano acariciaba suavemente su miembro sobre la tela de su pantalón. Poco a poco, podía sentir como iba despertando un poco más con cada momento que pasaba.

Nuestro beso se fue haciendo más intenso y la sensación era aún más agradable, puesto que la boca de Steven tenía notas dulces y cítricas gracias al chocolate que habíamos comido en la boca del otro. Él tenía ambas de sus manos apoyadas en la cama, pero en un momento las quitó, para poder dejarlas en mis mejillas, acercado mi rostro más al suyo y dándole un mayor acceso a mis labios y mi boca y me hizo soltar ahora a mí un gemido cuando sentí que me había mordido el labio.

-¿Quiere jugar más atrevido, señor Grant? –Le pregunté, alejándome un poco de él para verlo a los ojos mientras llevaba ahora ambas de mis manos hasta el botón y el cierre de su pantalón. Él jadeo, mirándome directo a los ojos y sin decir ninguna palabra pero su mirada, por los Dioses de la Enéada, esa mirada decía todo, y no necesite ninguna palabra, ningún sonido de su boca, sus ojos me dijeron todo.

Con calma, desabroche su pantalón y bajé el cierre. Él me ayudo a quitarme la camisa de botones que llevaba puesta. Yo fui quién le quitó la camisa que cubría su piel y el hizo desaparecer mi pantalón en un santiamén.

Ambos estábamos solo en ropa interior. Y en mi caso, esta no era la primera vez que veía su cuerpo, después de lo sucedido con Marc y... considerando que comparten la misma anatomía, estrictamente esta era la segunda vez que o veía, pero la primera en la que Steven estuviera al frente.

Por su parte, él recorría mi cuerpo entero con su mirada, soltando suspiros con cada segundo que pasaba y con sus mejillas total y completamente sonrojadas. Él estaba sentado en la cama y yo, para frente a él, con las manos entrelazadas detrás de mi espalda.

-Por los Dioses __________. Eres... e-eres la mujer más hermosa que he visto en toda mi vida... C-considerando que, eres la primera a la que veo de esta forma. –Mencionó, haciendo que su lengua humedeciera sus labios, parándose detrás de mí y dejando sus manos en mi cintura, hablándome al oído y yo sonreí, llevando un mechón de mi cabello detrás de mí oreja. –Je suis ravie, fascinée, enchantée par ta beauté si ineffable que je ne peux même pas la décrire. Je l'ai dit une fois et je le redis, tu es la plus belle femme que j'ai jamais connue, à tous points de vue et mon amour, crois-moi rien ne me rendrait plus heureux si tu me laissais être avec toi, si tu me laisses te rejoindre et enfin pouvoir savoir ce que ça fait d'être à toi. Il n'y a rien d'autre dont j'aie plus envie, ma chère. S'il vous plaît, laissez-moi être à vous. (Estoy embelesado, fascinado, encantado por tu belleza que es tan inefable que ni siquiera puedo describirla. Ya lo dije una vez y lo digo de nuevo, eres la mujer más bella que jamás he conocido, en todos los sentidos y mi amor, créeme que nada me haría más feliz si me permitieras estar contigo, si me permites unirme a ti y al fin poder saber lo que se siente ser tuyo. No hay otra cosa que anhele más, querida. Por favor, déjame ser tuyo.) Me dijo con ese exquisito acento francés, que me hacía sentir derretir y sentí como mi cuerpo se hacía débil por la voz de Steven en mi oído. Palabras que pude entender a la perfección y que me hicieron sentir un escalofrío recorrerme el cuerpo entero.

Él seguía detrás de mi espalda y empezó a dejar besos por mi hombro, subiendo por mi cuello hasta mi mejilla. Yo incliné un poco mi cabeza hacia un lado, permitiéndole un mayor acceso a mi cuello. Mi piel se erizó al sentir sus labios sobre mí y aproveché para llevar mi mano hacia su cabeza, acariciando su cabello en mi proceso, echando mi cabeza hacia atrás sobre su hombro izquierdo.

-Entonces ven... Porque yo también quiero que seas mío. –Le dije aún con los ojos cerrados, tomando su mano.

Fue cuando ambos caminamos de vuelta a la pequeña cama del camarote. Puse mis manos sobre los hombros de Steven e hice que se recostara, mientras que yo volví a tomar el paquete del chocolate entre mis manos.

Tomé un par de tablillas del mismo y fui partiéndolas en muchos pedazos y  esparciéndolas todas desde su clavícula, pasando por su cuello y pecho, dejando algunos por su abdomen hasta terminar en su cadera, muy cerca de la zona donde de nuevo, estaba una erección comenzando a despertar.

Con Steven recostado en la cama, yo me subí sobre él, quedando sentada sobre su miembro y mis piernas, cada una a un lado suyo. Comencé a frotar mi feminidad contra su erección al mismo tiempo que me inclinaba hacía él y con mis labios fui recogiendo cada uno de los trozos de chocolate en su pecho y clavículas. Cada vez que tomaba uno con los dientes, me dirigía a su boca y lo besaba, haciendo que ambos mordiéramos el trozo de chocolate para después, seguir con el beso que me sabía cada vez más exquisito y todo esto, sin dejar de frotar mi entrada contra su miembro, que cada vez sentía que iba despertando más.

La boca de Steven y sus labios combinados con chocolate sabor naranja era como el paraíso mismo.

Él llevó sus manos hasta mi espalda, acariciándola suavemente y dibujando pequeñas figuras con sus dedos mientras yo seguía moviéndome y llevando trozos de chocolate a su boca para luego besarlo.

Cuando llegue a su abdomen, tuve que recorrerme un poco de su regazo, por lo que ahora la fricción que hacía con su miembro era un poco más cerca de mí punto más sensible, lo que estaba provocando que me lubricara más rápido, gracias a la excitación que mi cuerpo estaba sintiendo, lo que provocó que de mis labios se escapara un gemido un poco más fuerte y eso hizo que Steven gimiera también, pero mi nombre, seguido de un suspiro. Sin embargo, tanto Steven como yo, todavía llevábamos puesta la ropa interior.

-Q-querida, ¿p-puedo quitar la ropa que aún llevas p-puesta? –Me preguntó jadeante, con los labios semiabiertos y respirando agitado.

-Claro que sí, m-mi amor. –Le contesté, acariciando su mejilla con mi mano. –¿Puedo q-quitar yo la tuya? –Pregunté, igual de agitada.

Él asintió, mientras que con sus manos quitaba los seguros de mi sostén, deshaciéndose de el y liberando mis pechos que quedaron justo frente a él. –Qué maravilla. –Habló, soltando un suspiro y empezando a deslizar mis panties hasta quitarlas.

Por mi parte, yo quite su ropa interior con cuidado y tratando de ser delicada, considerando que sobre su abdomen aún había trozos de chocolate. Y ahí me di cuenta de las consecuencias de la excitación de hace un momento... Su erección era bastante voluminosa, alcé una ceja al notarlo y volví a tomar mi posición sobre su abdomen, haciendo que de nuevo su miembro quedara cerca de mi entrada, empezando a frotarme sobre él de nuevo.

Al tener ms pechos ya libres, las manos de Steven se fueron directo a ellos y suave y delicadamente empezó a acariciarlos, provocando que una sensación de placer pasara por mi cuerpo. Y fue cuando entonces me di cuenta que estaba lista para lo que seguía.

Terminé de recolectar los trozos de chocolate de su abdomen, pasando mi lengua por los sitios donde los tomaba de vez en cuando y, una vez que terminé, subí de nuevo por su abdomen hasta encontrarme de nuevo son su mirada.

-Mi amor, sé que quieres hacer esto, y yo también pero, ¿realmente estas seguro? –Le pregunté, mirándolo con ternura.

-Él me sonrió de forma dulce. –Sí, mon amour, estoy más seguro que nada. Ya te dije que lo único que quiero es ser tuyo y hasta ahora... y-yo, me he sentido como le h-hombre más afortunado de la t-tierra. –Suspiró, llevando sus manos a mis mejillas para poder besarme. –Por favor, ayúdame a ser tuyo, ayúdame a hacerte sentir bien. Quiero hacerte sentir bien. –Susurró, con un leve tono de sonrojo en sus mejillas.

Yo le sonreí de vuelta. Sus palabras me llenaron de ternura el corazón y simplemente no podía sentirme más dichosa.

-Está bien, mi amor. Yo te ayudo, descuida. Yo también quiero ser tuya al fin. –Le confesé, juntando nuestras frentes y acariciando su nariz con la mía. –Pero lo haremos despacio. Y sin prisa. Tiene que ser perfecto, así como tú. –Le dije y él me besó.

Y entonces, aun estando en la posición en la que yo estaba montada en él, me coloqué justo en su regazó, elevándome un poco para poder colocar su miembro en mi entrada. Cuando estaba a punto de hacerlo, lo miré de nuevo. –¿Es-tás listo? –Le pregunté y él asintió frenéticamente.

-S-sí. Por favor, hazlo.

Tras estas palabras, despacio y con cuidado, fui introduciendo la longitud de Steven en mí. No me fue difícil acostumbrarme ya que, como dije, después de lo que Marc, ya me era conocida la sensación pero, seguí yendo despacio, por Steven.

-Oh... P-por Isis, q-querida... Eso se siente t-tan bien. Sigue haciéndolo, por favor... -Steven jadeo, llevando sus manos a mis caderas y haciendo su cabeza hacia atrás.

Yo comencé a moverme de atrás hacia adelante. Consideré que era la posición más cómoda para ambos, dada la situación que se estaba presentado. Así que, simplemente movía mi cadera despacio, hacia atrás y hacia adelante, sintiendo a Steven dentro de mí. Y me encantaba.

-¿Te gusta a-así, querido? –Le pregunté con una sonrisa pícara y maliciosa, empezando a moverme un poco más rápido y Steven ahora había llevado sus manos a mis pechos, apretándolos y acariciándolos al mismo tiempo que yo me movía sobre él, fundiéndonos juntos. Estaba siendo tan perfecto.

-S-sí, querida. Por f-favor, sigue así. Me e-encanta. Dame todos tus e-encantos, por f-favor. –Steven soltó un gemido aún más fuerte. Miré su rostro. Era un poema. Su ceño estaba levemente fruncido debido al placer que estaba sintiendo, sus labios entre abiertos y su boca jadeante eran divinos, sus rizos azabaches se movían al compás de nuestros movimientos y verlo así, de esa manera, derritiéndose de amor por mí, era de las escenas más tiernas y eróticas que mis ojos hubieran podido ver.

Fue cuando entonces, llevé una de mis manos a su mejilla y la otra la apoyé en el colchón de la cama, al lado de su cabeza y me acerqué a sus labios para besarlo. Él correspondió mi beso al instante, capturando mis labios en un beso apasionado y encantador que se volvió más perfecto aun cuando volví a saborear el chocolate en sus labios.

Unos momentos después, Steven alejó sus manos de mis pechos y las llevó a mi espalda, para abrazarme y hacer que ahora su pecho quedara cerca del mío. Yo me abracé también a su cuello, y hundí mi rostro en él, deteniéndome un poco cuando comencé a sentir que ya no faltaba mucho para que mi orgasmo llegara.

De pronto, sentimos un leve movimiento en el camarote. Seguido de otro un poco más agitado y luego, uno de nuevo más tranquilo. Tenía que alargar este momento lo más que se pudiera. Parecía que había un poco de turbulencia marina así que pensé que, podríamos aprovecharlo...

Me quedé quieta por un momento y Steven también, solo que él seguía recorriendo mi espalda con caricias y dejando besos en mi cuello y hombros.

-¿Por qué te detienes, amor mío? –Me preguntó, alejándose un poco para ver mi rostro.

-Espera un poco. –Contesté con una sonrisa.

Y en ese mismo instante, el camarote se movió  de forma un poco más impetuosa, provocando que, al estar nosotros quietos aún dentro del otro, esa ligera turbulencia nos moviera también, haciendo que mis caderas se sacudieran un poco estando sobre el regazo de Steven y provocando que el movimiento nos causara una sensación placentera.

-¿Sentiste eso? –Le pregunté, mordiendo mi labio.

-Sí... Y, me encantó. –Respondió, con un hilo de voz.

De nuevo, otra turbulencia un poco más agitada se hizo presente, moviéndonos a ambos, provocando que a los dos se nos escaparan gemidos.

Aprovechando la situación, empecé a moverme un poco más rápido y ligeras turbulencias que a veces se intercalaban entre otras más tumultuosas, provocaban que nuestras embestidas fueran más profundas. Unos minutos después, ya de nuevo la sensación de que el orgasmo iba a arrasar con mi cuerpo estaba llegando de nuevo.

-S-Steven, amor... Ya no puedo a-aguantar mucho más. –Gemí, sintiendo como otro ligero de turbulencia nos movía.

-Sí, y-yo tampoco... ¿Q-qué hago ahora? –El gimió también cerrando los ojos.

-Tienes que salir, ahora-a. –Le dije con un hilo de voz, y Steven hizo lo que le pedí.

Rápidamente, yo me levanté y él salió de mí, justo cuando el orgasmo me alcanzó, invadiendo mi cuerpo con un éxtasis embriagador que hizo temblar mi anatomía por unos segundos. Me abracé a Steven y él me siguió, abrazándome también y sentí su cuerpo temblar, dándome cuenta de que había alcanzado su clímax también.

-Mon amur... E-eso fue, espectacular. –Soltó un suspiro, dejando un beso en mi frente y abrazándome con más fuerza. –Gracias por ayudarme a ser tuyo. –Se alejó un poco de mí, para verme a los ojos.

-Gracias a ti, por permitirme ayudarte a que fuéramos de los dos. No olvides que ahora también yo soy tuya... Mi querido Steven con V. Y quiero que sea así siempre. –Le confesé, llevando los dedos de mi mano a viajar por entre sus rizos.

-Siempre será así entonces. Te adoro, ma belle lune. (Mi bella luna). Y gracias por... ayudarme a comer chocolate sabor naranja de una forma nueva. –Me dijo con una sonrisa tímida, y un rubor en sus mejillas.

-Cuando quieras, mon bien-aimé seigneur lune. (Mi adorado señor luna). Y no, gracias a ti por traer el chocolate. También te adoro, no lo olvides. –Le dije, para luego volver a besar sus labios.

***

BUENAS NOCHES, MIS PRECIOSAS Y PRECIOSOS LITTLE MOONS. Hoy si llegó el capítulo que les había dicho. Al fin quedó y estoy más que feliz con el resultado. Espero que, a ustedes también les haya gustado porque, es un capítulo de 5584 palabras en donde, 2854 de esas 5584 son del momento especial son Steven... 7u7

Así quedé después de escribir este capítulo ajsjajsa. 

Espero te todo corazón que les haya gustado. :3 A mí me encantó. <3

¿Qué les pareció el lado atrevido de nuestro amado Steven con V? 7u7 Decidido, este capítulo también es de mis favoritos. <3 

¿O la complicidad entre la bella Layla y la señorita Leenox al burlarse de Marc? xD

¿O la forma tan extraña de empezar a buscar una tumba perdida descendiendo a tremenda velocidad en un submarino?

¿Y qué tal la nueva forma de comer chocolate sabor naranja usando a Steven de plato? A mí me gusta mucho la idea JSJJAJSAJJSA.

Ahora, ¿qué creen que nos espere en la tumba con los Tatchis? Uy, ya veremos... :O

En fin, espero les haya gustado mucho, la verdad ya hacía falta un capítulo largo. :3 Como siempre, gracias por su apoyo, por sus comentarios y votos y por apoyar esta historia que amo tanto. :'3

Su autora de despide épicamente, poniéndose los lentes como Oscar bebé my love en The Card Counter. *-*

Como siempre, les dejo a mi viejo sabroso, porque en términos de antojar, este señor si se me antoja mucho jasjajjsaj. X3

Nos leemos pronto (tal vez mañana) Laters, gators. <3 

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