Un posible futuro.


Los personajes y las imágenes utilizadas en la historia no son de mi propiedad. Todos los derechos a sus creadores.

Lenguaje y contenido fuerte.

Agradezco las portadas de yan_skiblue y de Mónica tadakatsu.
Una disculpa por la redacción.

©® Historia con derecho de autor.
No se permite, copiar, adaptar ni tomar prestada.

<<>>, " ": Son pensamientos del personaje.

Lemon explícito, leer bajo su propio riesgo.

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" Imagínate . . . que soy todo valor, sueña tú, que yo voy, a abrirte el corazón."












Sango, lo vió inclinarse mientras le separaba las piernas, apoyó la cabeza en sus muslos como si sólo saboreara el hecho de estar con ella. La ternura que seguía mostrando, le provocó un nudo en la garganta.
Sango acarició sus mejillas con barba de un día y él giró la cabeza para mordisquearle los dedos de un modo juguetón.
Sonrió, le acarició las piernas con sus labios, se arqueó al sentir su cálido aliento cuando se acercó a su centro, jadeó al sentir como su lengua se introducia en su entrepierna succionando su hinchado botón, sintió que se le aflojaban las rodillas, se sostuvo de sus hombros para no caer, la lamía y exitaba de forma deliciosa con su boca y su lengua, con la respiración entrecortada llegó a su primer orgasmo, fué intenso y largo, Bankotsu le susurraba cosas sin dejar de acariciarla.

- Así nena, vente para mí.

Gritaba mientras la consumía el éxtasis. A Bankotsu el escucharla gritar de placer le lleno de orgullo, no había nada más maravilloso que saberse capaz de satisfacer a una mujer como Sango.
Dejaba un camino de besos por su cuerpo, mientras se ponía de pie, le tomo la mano y la colocó sobre su erección. Sango tragó saliva recuperando la respiración, metió la mano por entre los vaqueros, encontrando y rodeando el miembro con sus dedos, escucho el gemido ronco de Bankotsu, la tenía muy grande, ya estaba húmeda y muy dura. Mientras lo acariciaba, él se acerco y le dió un beso sensual. La idea de tener ese miembro duro dentro, le hacía temblar de deseó. Bankotsu se alejó para quitarse las botas y el pantalón, bajando el cierre, Sango estaba en trance viendo cómo exponía a sus ojos el mejor cuerpo que hubiera visto, hasta quedar totalmente desnudo.
No había nada más sexy que este hombre dominante, atrevido y salvaje . . . La apartó de la pared, y la colocó de rodillas en el diván, él, se colocó a su espalda y la miró atravez del espejo. Era mucho más alto que ella, y la sonrisa que esbozó en esos momentos, termino por rendirla.

- Eres tan hermosa.

Le dijo con la voz ronca de pasión. Nunca se miraba a los espejos mientras tenía sexo, sin embargo, era muy erótico el estar contemplandose en los tres espejos del probador, Bankotsu le apartó el pelo del cuello y le dió pequeños mordiscos, sus manos tomaron sus pechos, deslizando una de ellas para situarse entre sus piernas. Sango jadeaba hechandose hacía atrás, rozando con sus nalgas la parte más dura y masculina del cuerpo de Bankotsu, le lamía el lóbulo de la oreja deslizándose hasta su cuello al tiempo que la penetraba por atrás, la sensación de tenerlo dentro le hizo lanzar un grito de placer, lo vió alzar la cabeza, observándola mientras se hundía hasta el fondo dentro de ella. Casi no podía respirar, abrumada, se limitó a verlo mientras le hacía el amor, Bankotsu emitió un gruñido en cuanto sintió la humedad y la estreches del interior de Sango, ella no exigía nada, él, se tomaba su tiempo y la poseía, despacio y con delicadeza, nunca lo había podido hacer antes de esa manera.
Sango se apoyó en su pecho y comenzó a gemir de la manera más increíble, cada vez que se hundía en ella, se rindió por completo a él y éso, exigía una gran dosis de confianza . . . Ella no lo conocía y sin embargo confío en él. Era una mujer grandiosa, en ese momento Sango elevó un brazo y lo acerco a ella tomándole por la nuca.

- Dios!! Bank . . .

Gemía mientras se frotaba contra su mejilla e incremento el ritmo de sus embestidas, notó que su miembro se engrosaba, el gimió de satisfacción, verla expuesta a él mientras la penetraba una y otra vez, le llegó al alma. Sango casi no podía respirar por el placer que le provocaba, era el mejor sexo de su vida, lo sentía duro y henorme en su interior, y aunque pareciera raro, tenía la impresión de que seguía aumentando de tamaño, y la llenaba por completo, sin resultarle doloroso.
El siguiente orgasmo, fué mucho más intenso que el primero, grito de tal forma que se quedó ronca y cansada, se extremecia de forma incontrolable mientras Bankotsu continuaba embistiendola, agrandando el placer y la sensibilidad. ¡ Ése debía ser el orgasmo más largo de su vida! Bankotsu la estrecho con fuerza cuando se sintió al borde del clímax, acelerando más el ritmo de sus embestidas, ella giró la cabeza para darle un beso en los labios, un beso lleno de ternura. Y siguió abrazándola mientras se derramaba en su interior.
Aun abrazados siguió enterrado en ella, la movió con cuidado, mientras el orgasmo llegaba a su fin, la mantuvo entre sus piernas y observó su sonrisa, acerco su boca para darle un beso largo deleitándose con sus labios y rosada lengua, esa mujer era una diosas, con sus génerosos atributos era el sueño de cualquier hombre.

- Ha sido increíble.

Musitó mientras le acariciaba el mentón.

- Sí.

Suspiró.

Al otro lado de la cortina sonó un teléfono.

- Ho, no! Debe ser Ayame y kagome, quedé de cenar con ellas.

Bankotsu Suspiró, no quería apartarse de su lado . . . Aun no.
Quedarse con ella no era una opción, habían compartido algo genial, pero eso era todo. Salió de ella aún algo erecto, al tiempo que le daba un beso más, Sango se sintió vacía sin él dentro, se puso de pie para vestirse. La incomodidad que sintió ella fue palpable, ni siquiera le había pedido su número de teléfono ni nada, sólo lo miró mientras se ponía los vaqueros y terminaba de vestir.
« se arrepentiría de todo?»
Pensó ella, quería pedirle su número pero su corazón no resistiría otro golpe más, después de lo de Miroku.
Terminaron de vestirse, él le acariciaba el pelo, había cierta tristeza en sus gestos.

- Te gustaría que te acompañara?

Sango asíntio. No había rastro de alegría en él, sólo un aura de soledad. Salió para esperarle fuera, mientras ella se despedía de los vigilantes y se aseguraba que todo estuviera en orden.
Sango habrio las puertas de su camioneta y Bankotsu como un caballero le sostuvo la puerta para que subiera, rodeó el auto y se sentó en el lado del copiloto, Sango lo miraba de reojo, viendo cómo se volvía a poner los lentes, ya no pudo ver sus ojos para darse una idea de lo que pasaba por su mente. El silencio reinó dentro del auto, mientras recorrían las calles.
Durante el trayecto, volvió a sonar el teléfono.

- Hola?
Sonaron los parlantes del auto.

- Sango, dónde estás?

- Voy llegando, pidanme una ronda.

Colgó y ya entraba en el estacionamiento. Bankotsu se bajó y la esperó, salieron y ya en la acera, se detuvo para mirarla. Ella hiba a hablar pero Bankotsu se le adelantó.

- No te preocupes, entiendo que ésto fue . . . algo casual, y probablemente no volverá a repetirse.

Sango se le quedó viendo sin saber que pensar, el no se quitaba los lentes.

- No soy tan mal agradecida, sólo no quisiera que pienses que ésto, lo hago con cualquiera.

Bankotsu Suspiró.

- Entiendo.

- No, no entiendes, tú no eres cualquiera, de hecho eres el primer hombre al que le ha interesado hacerme sentir bien y . . . A sido fantástico!! Eres . . . Diferente, me hiciste sentir muy especial y, te lo agradezco.

Una pequeña sonrisa se dejó ver en el rostro de Bankotsu.

- Pero?

Sango se colocó un mechón de pelo de forma nerviosa tras la oreja.

- Pues . . . Podríamos . . . No se, ¿Salir otro día? Sin compromisos!!, Sólo que . . . quisiera conocerte mejor.

Bankotsu no dijo nada, estaba sopesando la situación, se le hiba a hacer muy difícil tratar con ella en un plan amistoso después de lo que acababan de compartir, además también su cuerpo sufriría, en este momento al ver que ella tenía un semblante de súplica y vergüenza, tuvo una erección. Diablos!!
Al fin tomó una descición de la cual esperaba no arrepentirse.

- Qué te parece si te invito a cenar?
Cuando tú digas!

La vió lanzar un suspiro, dibujandose en su rostro el alivio que sintió, no quería ser rechazada.

- Veré como está tu agenda, y también la mía y nos ponemos de acuerdo. ¿ Cuando te veo?

La sonrisa de Bankotsu se ensanchó aún más.

- Nos vemos todos los días.

Sango se puso roja cómo tomate.

- Hou! . . . Tienes razón, ¿ En qué pensaba?
« en que te estás poniendo caliente de nuevo» le decía su conciencia.

— Ok, te veo mañana, descansa.

Y se encaminó al restaurante, pero se giró cómo si olvidara algo.

— Tienes en que irte?

Bankotsu asíntio, y se despidió con una inclinación de cabeza. Sango se giró de nuevo para llegar a la entrada, de pronto fue jalada del brazo, la tomaron por la cintura y se encontró estampada en el pecho de Bankotsu, a varios centímetros del suelo, dándole un beso tan sensual, que casi la hicieron tener un órgasmo.

Mi dios! Se sintió volar.
Con la misma rapidez fue colocada de nuevo en el piso, tenía los labios hinchados, abrió los ojos, Bankotsu le sonreía, sus piernas parecían de gelatina.

— Buenas noches.

Se escuchó la voz ronca de Bankotsu, y se alejó rápidamente, antes de que Sango pudiera reaccionar, ya se había ido.

Mientras se dirigía al departamento, una desesperación lo asalto de repente. No tenía ni idea de cómo cortejar a Sango. El último beso que le robó, lo exito al instante, sabía que en la parte sexual, la haría gritar, pero no quería una amante, él, quería una relación ( que no sabía si funcionaría) , quería la ternura que Sango le mostró está noche . . . La quería a ella.

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Raizo estaba en casa, tomando un baño relajante para limpiar toda la sangre ,pues siempre le había gustado presentarse con su madre, limpió y fresco, para que lo tocará sin sentir que la contaminaba con la suciedad del mundo, ella siempre lo había querido y aceptado desde que lo conoció hasta ahora, apesar de en lo que se había convertido. Ella lo era todo para él. Salió del baño con una toalla atada a la cintura, en la recámara estaba ella, Naguna, otra joven como él, con su piel blanca y su largo cabello negro, de complexión pequeña pero preciosas y juveniles curvas, tenía, 16 años. Su madre también la había rescatado, ella al verle le tendió otra toalla y agachó el rostro con un rubor en sus blancas mejillas, él con sus ojos sin luz, siempre percibió la bondad de esa chiquilla, apesar de la maldad de la que había sido objeto, irradiaba pureza.

— Gracias, Naguna,¿ y mi madre?

— Vendrá a traerte la cena en un momento.

Y volteando a verle con timidez en sus grandes ojos verdes, lo examinó, buscando alguna herida o golpe, siempre que salía a algún "trabajo", ella se moría de preocupación, sabía que siempre estaba en riesgo, apesar de que su madrina le dijera que él estaría bien.

— Te duele algo?.

Volvió a preguntar, Raizo volteo a "mirarle", acercándose para tomarle el rostro y sonreír, ella siempre preocupada, siempre se aseguraba que estuviese sin ninguna herida, con todo y que la veía morirse de vergüenza al ver su cuerpo, casi desnudo.

— Estoy bien, Naguna, gracias por preocuparte, me cambio para esperar a mi madre.

Le tomó de la barbilla y le dió un beso en la mejilla, se dió la vuelta y dejó caer la toalla, dejando al descubierto su cuerpo firme y esculpido, era un joven de casi 18 años pero a causa del ejercicio su cuerpo era marcado y bien definido. Naguna lo contempló llena de vergüenza y admiración, finalmente salió de manera rápida, le avisaría a su madrina que ya estaba listo.

Cómo todas las noches, después de cenar con sus niños, se quedaba con Raizo en su recamara, se sentaba con la cabeza de su niño en el regazo, y mientras le peinaba el  sedoso cabello con los dedos, Se dispuso a cantarle la canción de cuna de cuando lo recogió, había descubierto que si no hacía eso cada noche, él, sufría de horribles pesadillas y no podía dormir. Era un ritual que con mucho cariño y amor realizaba, noche tras noche, después de todo, era su hijo, apesar de que podía convertirse en el monstruo, de la peor pesadilla de quién se atravezara en su camino.

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