35 Bizcocho
Puede que en cierta manera perdiera el foco principal distraída por intentar caerles bien a los cuatro monstruitos. Pero también era cierto que habíamos llegado hasta aquí para intentar salvar a los niños de algo, no sabíamos de qué exactamente, pero que la situación era turbia estaba más que claro. Y empezar por los niños rebeldes de Eskola me parecía que tenía sentido. Además la mención de Tomás sobre Oliver Twist me había dejado sorprendida y con muchas preguntas todavía sin respuesta. Esperaba ganarme algunas con los dulces que les iba a preparar.
Y para poder hacerlo me pasé todo lo que quedaba de tarde buscando por las cocinas distintos ingredientes. Pasé por las casas donde viven los profesores y por la cocina del edificio principal. Sorprendentemente encontré azúcar y harina, pero seguía necesitando por lo menos unos huevos para hacer un bizcocho sencillo o unas magdalenas.
Para mi sorpresa encontré a Tara y me enseñó un cajón de la cocina principal dónde no había mirado. Me dijo que no cogiera todo, pero me dio permiso para coger unos pocos huevos y unas virutas de chocolate. Estaba segura de que esas virutas amansarían a las fieras. Tara dio por hecho que iba a hacer algo para los profesores de la casa naranja, yo no dije nada, pero tampoco quise contradecirle ni darle los detalles.
Estaba anocheciendo cuando llegué ya finalmente a la casa naranja. Me encontré a Daryl andando de un lado para otro justo delante de la puerta principal. En cuanto me vio paró de andar y cambió su expresión de preocupación por una de enfado.
—¿Podrías avisar? —preguntó con un susurro molesto y sin esperar una respuesta siguió la reprimenda —. ¿Qué habría pasado si hubiera ido dando palizas para preguntar dónde estás? ¿De quién habría sido la culpa, Beth?
A lo lejos ya había visto que estaba cabreado, pero aquello que tomó por sorpresa.
—Yo... —no sabía muy bien que decir y tras una pequeña pausa seguí con una respuesta bastante desafortunada — Voy a hacer un bizcocho.
—A veces se me olvida que eres una cría — dijo y entró a la casa cerrando la puerta con un portazo.
Sus palabras cayeron sobre mi como una pesada losa. Mis ojos se comenzaron a llenar de lágrimas que yo intenté por todas mis fuerzas que no salieran.
No supe qué hacer, miré hacia el suelo y mis manos comenzaron a temblar como consecuencia del esfuerzo que era para mi no llorar. Había salido a buscar algo tan simple como ingredientes para un bizcocho, con la esperanza de ganarme a los niños, y ahora todo parecía haber salido mal. Me pregunté si él tenía razón, si de verdad yo no encajaba aquí, si solo era un peso más para él. Esas palabras hacían daño y él lo sabía. Puede que hubiera sido más sensato avisar antes de quedarme por ahí hasta las tantas buscando ingredientes, probablemente sí. Aún así esas palabras eran una forma de recordarme que él todavía tenía dudas. Yo cometía un error y él se planteaba si yo era una igual para él, si podía estar conmigo o si valía la pena estar con una cría.
Respiré profundamente sintiendo el frío a mi alrededor y me dirigí hacia la cocina. Mis ganas de cocinar se habían esfumado, pero no quería que todo el esfuerzo que había invertido en buscar los ingredientes fuera en vano así que me puse manos a la obra.
No me costó mucho preparar la masa del bizcocho, así que terminé enseguida y me quedé a esperar en la cocina intentando ventilar lo máximo posible para que el maravilloso olor no llegase a alertar a nadie. Estaba nerviosa por si alguien entraba y me preguntaba sobre lo que estaba haciendo o si se daba por hecho que era para los que vivíamos en la casa naranja.
Por eso, cuando alguien entró en la cocina me sobresalté poniéndome delante del horno para que no se viera lo que había dentro. Un impulso bastante estúpido, porque dentro de la cocina olía a dulce, era inevitable.
Era Daryl el que había entrado y permaneció unos instantes callado antes de hablar. Evitaba mirarme a la cara y apretaba la mandíbula claramente nervioso.
—No es buena idea estar enfadados, no es seguro.
—No estoy enfadada —contesté dolida volviéndome hacia el horno para no mirarle —. Siento no haber avisado, pero tal y como has dicho, soy una cría.
Escuché como se acercaba sin decir nada. Se quedó tan cerca, que podía notar su respiración acariciar mi pelo. Intenté controlar mi cuerpo que se estaba despertando, era inevitable el cosquilleo que sentía al notar el aire que salía de él, el único aire que yo quería respirar. Era extraño sentir aquello, era diferente a otras veces, como un cosquilleo que deseas pero al mismo tiempo duele. A pesar de que él ya había dado el paso y me había dicho que yo lo gustaba, yo no podía dejar de pensar que no iba a funcionar.
—Beth, perdona — susurró —. Yo no quería decir eso.
—Puede que fuera exactamente lo que querías decir — contesté con un nudo en la garganta.
Se acercó más y me abrazó suavemente.
—Todo lo que ha pasado entre nosotros y todo lo que siento estando cerca de ti es más de lo que me hubiera imaginado y esta tarde cuando no volvías... — dejó la frase inacabada y tras un profundo suspiro siguió — Creía que me volvía loco. Siento que si algo te pasara prendería fuego a vivos y muertos sin importarme el culpable. Dejaría Hope, Eskola y el mundo entero en llamas.
Me di la vuelta para mirarle y vi una profunda tristeza en sus ojos. Me acerqué para besarle, pero noté como se alejaba levemente para evitarme. Su respiración estaba agitada y me fije en el temblor de sus manos. Pocas veces lo había visto así, no supe interpretar qué estaba pasando para que se estuviera así.
—He pensado mucho, y creo que mientras estamos aquí deberíamos parar de hacer eso — dijo con un tono tranquilo.
—¿Qué quieres decir? — pregunté asustada ante sus palabras.
—Mantener una relación profesional mientras intentamos salir de...
—¿Cuándo hemos mantenido tu y yo una relación profesional? ¿Qué significa mantener una relación profesional? ¿Qué somos compañeros de trabajo? — las preguntas salieron disparadas de mi boca, no me creía lo que estaba oiendo.
—Tenemos que salir de aquí y después hablaremos sobre lo que somos fuera. Pero ahora tenemos que estar concentrados en ello. Sin distracciones.
Parecía que hablaba en serio. Mi incredulidad cambió a enfado. Estaba muy enfadada, parecíamos un péndulo, nunca estables, siempre pasando por los mismos patrones con disfraces distintos. Él siempre se alejaba de mi, por unos motivos o por otros. Mi corazón se estiraba como un chicle cada vez que pasaba, en algún momento se rompería.
—Vamos a estar aquí no sé cuánto tiempo, recabando datos y esperando a Andrea y tú en vez de querer estar conmigo vas a alejarte de mi. Puede que nunca salgamos de aquí, o puede que solo lo consiga uno de los dos y tú no quieres pasar este tiempo que Dios, el destino o la casualidad nos han regalado.
Mis palabras eran tanto para él como para mi misma. Era una manera cruel de explicarme lo que estaba pasando e intentar asimilarlo.
Su expresión cambió a algo que no supe interpretar. Tampoco lo intenté tal y como lo solía hacer. Este tira y afloja me había cansado y me estaba dando cuenta. Lo quería, pero no iba a luchar más de aquella manera. Aunque en aquel momento mi cuerpo estaba hecho de miedo, me armé de valor y le dije algo cuyo resultado no sabía si podría afrontar. Solo pensaba en una posibilidad, ignorando completamente la otra.
—Si no quieres estar ahora conmigo, es que no quieres estar. Sólo se valiente y dilo. Ya no quiero medias tintas. Eres mío o no lo eres. No podré esperarte mucho más.
Mi corazón siguió estirándose, esperando a que él reaccionara para salvarlo o acabar rompiéndolo en mil pedazos.
Hola mis walkers,
La verdad es que me ha encantado escribir este capítulo. ¡Qué pesado e intenso se pone a veces Daryl! Qué opináis ¿Daryl le pedirá tiempo a Beth o se dará cuenta de que la puede acabar perdiendo?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top