19 Clandestinos
Ahora tocaba pensar como saldríamos de esta. Había guardias de Elden en las dos entradas de la casa y algunos de ellos hacían patrullas al rededor vigilando las ventanas. Los oímos hablar sobre nosotros, comentaban entre risas que Elden se inventaría cualquier excusa para acabar casándome con él. Las palabras que habían utilizado eran bastante más rudas y violentas, pero en resumidas cuentas teníamos que salir de esa casa sin ser vistos, para poder salir de Hope sin ser vistos y de esa forma evitar acabar siendo una víctima del psicópata que manejaba los hilos en Hope.
Apenas nos movíamos en la casa, y lo hacíamos intentando hacer el mínimo ruido posible, evitando las ventanas e incluso arrastrándonos por el suelo en ocasiones evitando estar en el punto de mira.
Daryl estaba preocupado, intentando pensar un plan para salir de ahí. Estaba realmente horrorizado ante el hecho de que el jefe de Hope estuviera tan obsesionado conmigo y a mi eso me enternecía. Tendría que estar horrorizada también, en parte lo estaba, pero no era el tema principal que recorría mi cabeza. Mis malditas hormonas estaban a lo suyo y solo podía pensar en acercarme a él, en su necesidad de protegerme y en lo mucho que se había excitado en el armario.
Sentados uno al lado del otro debajo de una ventada de la habitación para poder oir si decían algo los guardias que patrullaban los alrededores, Daryl se agarró la cabeza y suspiró preocupado. Yo innecesariamente pegada a él, debería estar pensando en cómo salir de ahí, pero no lo hacía. Mi corazón a mil como cada vez que estaba cerca. Pasé una mano acariciando su nuca, intentando tranquilizarlo.
- ¿Cómo vamos a salir de aquí si no se van ni un segundo? - preguntó en un susurro sin esperar respuesta.
En un primer momento no contesté y seguí pasando mis dedos por su cuello.
- Aunque el peligro está cerca. - dije insegura de poder convencerlo. - Sabemos que no van a buscar dentro de la casa. En vez de pasar horas y horas preocupados intentando pensar en un plan, podríamos cogernos unas pocas horas de descanso. Quiero decir, no sabemos cuando vamos a volver a estar así, ni siquiera sabemos si vamos a sobrevivir.
- Claro que vamos a sobrevivir. - contestó mirando me a los ojos, una mirada que intentaba proyectar seguridad, aunque no lo conseguía del todo.
A pesar de todo lo que había pasado en el ascensor me enfadaba que todavía no tomaba la iniciativa de un beso, una caricia o cualquier otra muestra de afecto física. Habíamos pasado un día escondidos en la casa y parecíamos colegas.
Le sostuve la mirada acercándome para reclamar un beso. Juntamos nuestros labios en un encuentro dulce y breve.
Sostuvo sus ojos cerrados más tiempo, parecía saborear el beso que nos habíamos dado, intentando retenerlo más tiempo. Aproveché para atraer su cara hacia mí y darle un beso con más intensidad, metiendo tímidamente la lengua dentro de su boca. Daryl pareció reaccionar positivamente entrelazando sus dedos entre mi pelo mientras intensificaba el juego con su lengua.
- Tenemos que salir de aquí... - susurró parando el beso.
- Vale. - contesté con cierto enfadó.
A Daryl pareció hacerle gracia y comenzó a reírse de mi reacción, lo que me indignó más todavía.
- ¿Qué crees que yo no quiero besarte? - preguntó.
- Pues no lo sé, llevamos aquí un día y ni siquiera me has tocado. - contesté insegura mirando al suelo.
Pasaron unos instantes y volvió a coger mi nuca acercándome hacía él, un pequeño mordisco en el labio inferior hizo que se me escapará un gemido. Daryl me levantó con facilidad para sentarme encima de él, y comenzó a pasear sus manos desde mis rodillas pasando por los muslos y quedándose agarrando mi culo, presionando me cada cierto tiempo contra su cuerpo, de manera que lo sentía crecer cada vez que presionaba de nuevo.
Mi cuerpo estaba ardiendo, fisicamente estaba pidiendo más. Nuestras bocas jugaban una con la otra sin timidez, y cada vez que notaba su pantalón crecer y presionarse contra mí, se le escapaba un gemido ahogado de deseo. Su deseo era hacer desaparecer la ropa, él mismo que él mio.
- ¿Por qué siempre dudas de si te deseo o no? - susurró despegando lo mínimo sus labios de los míos.
- Yo quiero más, pero tú... no das el primero paso... y no lo sé... parece que soy yo la única que te busca...
En ese momento me besó y me apretó contra su entrepierna para que lo notara como parte de su respuesta.
- ¿Crees que yo no quiero más? Es casi en lo único que pienso, y la realidad es que tenemos que pensar en cómo salir de este maldito lugar...
- Vamos a la cama. - susurré.
- No vamos a hacerlo sin preservativo.
- Podemos hacer otras cosas.- contesté mientras intentaba presionar más, intentando hacer desaparecer la ropa.
- Joder, vas a ser mi perdición...- susurró mientras se levantó un poco para mirar si había alguien cerca de la ventana.
No habría nadie ya que se levantó subiendo me también con él y caminó conmigo, yo abrazando le por la cintura con las piernas. En ese preciso instante, mientras caíamos juntos encima de la cama entró Eugene por la puerta de la habitación.
- Emmm, yo... quería decir, nosotros...hemos decidido aparecer aquí, en este edificio, que podría denominarse cómo casa, para buscar pistas sobre vuestro paradero. - empezó a parlotear Eugene, se había dado la vuelta y hablaba mirando hacia la puerta de la habitación. - No me esperaba encontraros practicando el acto, por la misma razón por la que no esperaba encontraros en la casa. Hay guardias en las puertas las veinticuatro horas del día. Creo que es una buena razón para no hacerlo.
Daryl y yo ya nos habíamos levantado de la cama, casi inmediatamente y permanecíamos separados y claramente avergonzados. Tampoco podíamos negar nada de lo que había dicho Eugene así que por ahora decidimos ignorar lo que decía y continuar con el plan de escape.
- Eugene, puedes darte la vuelta.- dije para intentar normalizar la situación.
Rosita apareció, y se tapó la boca en señal de sorpresa.
- ¿Pero estáis locos? - susurró y nos indicó que saliéramos todos al pasillo para estar más lejos de las ventanas. - ¿Qué hacéis aquí? No me lo puedo creer... Tenemos que sacaros de aquí... ¡Sssh! Dejarme pensar. Les hemos dicho que queríamos llevarnos algunas cosas de vuestra casa que os habíamos dejado. Cómo llevamos ya tiempo aquí y no hemos dado problemas, nos han dejado venir.
- ¡Ya sé! - exclamé animada - Hay un especie de carrito en el garaje, nos podríais sacar desde el garaje dentro del carrito, junto con mantas y alguna cosa más para disimular.
- No sé si cabemos ahí los dos, Beth. - contestó Daryl negando con la cabeza.
- Hacer dos viajes me parece demasiado peligroso. - afirmó Rosita y continuó. - Tendréis que caber.
Tras varios intentos y numerosas quejas de Daryl pudimos encajarnos en el carrito. Tapados por una manta y junto algún objeto más por si necesitaban enseñar algo como distracción. Si querían destapar la manta estaríamos vendidos, pero no nos quedaba otra opción. Eugene y Rosita se la estaban jugando por nosotros, éramos conscientes de que no habría vuelta atrás para ellos si nos pillaban. Pero eso era lo que hacía la familia, Daryl y yo lo haríamos por ellos sin dudarlo.
Oí como la puerta del garaje se comenzó a abrir y cerré los ojos como si de aquella manera sería menos vista o menos oída. La manta que nos cubría dejaba pasar algo de luz, pero aún así sentía que me faltaba el aire. Puede que Daryl hubiera notado que estaba intranquila por que me agarró la mano y me dio un suave apretón para infundirme seguridad.
Miré su mano sujetando la mía y pensé en lo mucho que me dolería si algún día me tuviera que soltar, en lo acompañada que me sentía con él y en lo sola y vulnerable que me sentiría si se fuera.
Eugene comenzó a mover el carro, la salida del garaje tenía una pequeña inclinación lo que dificultaba más aún su tarea.
- ¡Eh! ¡No esperaba que fuerais a llevaros un carro lleno! - exclamó uno de los guardias.
- Acababan de llegar y les trajimos muchas cosas, pero ahora ya no las van a necesitar.- respondió Rosita.
- ¿Necesitáis ayuda para subir el carro a la furgoneta? - preguntó otro de los guardias.
- No, no, gracias. - contestó Eugene y se le notó nervioso.
Pasaron unos segundos de incertidumbre en los que nadie decía nada y Eugene no movía el carrito. ¿Estaríamos perdidos? ¿Se habría acabado? Si conseguíamos matar a esos guardias, no llegaríamos demasiado lejos. La casa de Rosita y Eugene ya no sería segura para esconderse y estábamos demasiado lejos para llegar a alguna de las zonas seguras que conocían a raíz del movimiento rebelde.
- Elden ha convocado a todos para hablar de las murallas - se escuchó por una radio que llevaban los guardias.
- Pero nosotros estamos vigilando la casa dónde vivía la rubia. - contestó el guardia que estaba más cerca del carrito.
- No importa, dice que lo dejéis por ahora. - contestaron desde la radio.
Sentí una ráfaga de alivio. Eugene siguió empujando el carrito, muy despacio y ayudado por Rosita consiguieron llegar hasta la furgoneta. Los guardias se habían ido tras el mensaje por radio. Se aseguraron de no ver a nadie al rededor y salimos rápidamente del carrito para entrar en los asientos de atrás de la furgoneta. Nos tumbamos cómo pudimos y Rosita nos echó por encima la manta.
Próxima parada, la casa de Rosita y Eugene.
Hola mis walkers!
Tal y como os dije en el anuncio de la cuenta, necesito un poco de tiempo para pensar hacia dónde va a ir esta historia por eso me está costando más actualizar, pero iré subiendo poco a poco. Tengo algunos capítulos ya pensados :)
Espero que os haya gustado este capi :D y vuestra opinión será SUPER bienvenida, ¿qué creéis que va a pasar ahora? ¿o qué queréis que pase? ;)
FELIZ SEMANA
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top