III
Durante varios días ella lo espero y él ocasionalmente regresó, a veces pasaban días y otras veces semanas, Irena comenzó a tomarle cariño, a recordarlo cuando no estaba y a preocuparse cuando pasaban los días; por su lado Chris también comenzó a extrañarla cuando no la veía, intentaba convencerse que no era "aquello" lo que sentía pero ya era muy tarde para eso.
— Irena — su cálida voz resonó en el salón a su llegada y al verla sonreír se sentía contento él también.
— Chris — la sola mención de su nombre de los labios de Irena hacía que se erizara la piel a él — creí que sería bueno que les llevaras algo a los demás y prepare una cesta de frutas — le mostró la canasta con varias frutos en él.
— No creo que sobrevivan al viaje — se refirió Chris al exterior y se acercó a tomar una pera, quitándose la máscara de inmediato la saboreo — pero nosotros podemos comerlas — le sonrió con la boca llena.
— Bueno — tomó también una Irena.
— Explícame cómo funciona el huerto — pidió amable una explicación de cómo obtenía ella la comida.
— Ven conmigo — sujeto a Chris de la mano y lo condujo a la pequeña puerta secreta, al llegar al lugar Irena se percató de lo que había hecho y soltó rápidamente su mano — lo siento — murmuró.
Chris sintió la calidez de la mano de la muchacha, le pareció agradable el gesto, pero decidió ignorarlo para continuar con lo del huerto y para evitar un momento incómodo entre los dos.
— Así que esto es — señalo un mostrador cubierto de vidrio donde crecían varias plantas protegidas de los virus y gérmenes tras el cristal con una tenue luz blanca artificial que las mantenía con luz y temperatura adecuada.
— Así es — observaron ambos el cristal — mi padre lo inventó, la luz los mantiene calientes y el cristal los protege — le explicó a Chris.
— Ya veo, afuera es difícil mantenerlas vivas — se refirió al exterior.
— Bueno, ya te mostré mi secreto ahora te toca a ti — lo desafío Irena con una sonrisa pícara, pero Chris no dijo nada — dime más de tu hogar — lo encaminó para que le hablara del lugar donde vivía.
— ¿Hogar? — preguntó Chris confundido — no creo que pueda llamarse hogar — hizo una pequeña muesca de disgusto.
— No hablas mucho de eso — insistió Irena.
— Bueno no hay mucho que decir, es un lugar subterráneo donde convivimos, pero pues no es muy cálido, hay mucha desconfianza — confesó Chris.
— ¿Desconfianza? — indagó intentando conocer más Irena.
— Si — comenzó a caminar de regreso al salón — uno no sabe si alguno te va a traicionar o si ellos nos encontraran, vivimos atormentados por el mañana — manifestó en un tono melancólico.
— Ohhh, entonces tal vez debería quedarte aquí — le propuso nuevamente — conmigo — añadió al ver su tristeza cuando estuvieron cara a cara.
— No es tan simple — dijo él — no puedo dejarlos — le explicó esperando que comprendiera sus razones.
Irena comprendió de inmediato que había muchas cosas que él no le había dicho y entendía que era porque intentaba protegerla, intuyó que existía la posibilidad de que él fuera importante allá, pero también habían cosas que ella realmente necesitaba saber.
— Al menos podrías decirme ¿dónde están? — rogó Irena — ¿Cómo sabré donde buscarte si no regresas? — sintió un dolor agudo al pronunciar dichas palabras, no quiso hacerlo pero necesitaba saberlo, merecía saberlo.
Chris no pudo negarse, sabía que si él no regresaba ella no podría volver a la infamé soledad en la que estuvo sumida, tomó el diario que Irena le había dado y que siempre cargaba consigo, arrancó una página vacía y con un lápiz comenzó a trazar un mapa, lo conocía de memoria ya que sabía muy bien que era un peligro que cayera en las manos equivocadas. Dubitó un segundo cuando terminó de bosquejarlo y luego se lo entregó a Irena.
Irena tomó el mapa y lo contempló durante un segundo, luego se acercó a Chris y puso su mano en su mejilla, acarició suavemente la mancha de su ojo; él tomo su mano y la beso suavemente, sus miradas chocaron y lentamente Irena se acercó poniéndose de puntillas para juntar sus labios con los de él rodeándolo con ambas manos, Chris la tomo de la cintura y la acercó hacía el.
— Perdóname — se alejó Irena de pronto y dejo caer el mapa, para luego quitarse el vestido dejándolo caer también.
— ¿Qué haces? — Intento Chris cubrirse los ojos — eso no es necesario — agregó.
Irena se quedó inmóvil mientras su pecho se fragmentaba por la mitad para mostrarle a él su corazón biónico que latía dentro, el cual una vez hubo cumplido su cometido se detuvo por completo; Chris instantáneamente se asustó, tomó el mapa e intento salir huyendo de ahí, pero una luz intensa roja inundo la habitación y las puertas se sellaron dejándolo atrapado.
— Predecibles humanos — retumbó una voz robótica.
Chris sacó su arma y le disparó a la puerta repetidas veces.
— Es inútil — volvió a hablar aquella voz robótica — ya no hay salida — le informó.
Una débil niebla comenzó a inundar la habitación y junto con ella Chris comenzó a toser cubriéndose la boca con la parte interna de su codo.
— ¿Te gusto la princesa que fabrique para ti? — preguntó la voz, era neutra pero se sentían las malignas intenciones en ella — has condenado a toda tu raza, ya no hay nada que puedas hacer, ahora nosotros dominaremos el mundo, será perfecto como siempre debió ser.
— Jamás lograras vencernos — grito Chris con su voz ahogada por la niebla.
— Ya lo hemos hecho, ellos ya están allá y los exterminaran a todos en unos segundos, se acabó Chris...
FIN
Posdata: Este es un retelling basado en el cuento clásico Rapunzel. Si llegaste hasta aquí, espero que te gustara y que puedas dejar un voto o un comentario si lo deseas, me ayudaría mucho.
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