65 - A contrarreloj

El aire fresco que salía de las rejillas negras de aquel lujoso coche refrescaba la piel de ambos jóvenes.

El calor de verano parisino era más abrasador de lo que recordaban.

Ese calor de la noche de verano que les golpeaba cruelmente sobre sus cuerpos al salir de aquel restaurante con ambiente fresco hacia más difícil aquella tarea de lidiar con él. Algo que Ichiji supo remediar prendiendo el aire acondicionado de su coche.

Pudding- La cena estuvo deliciosa. -dijo con una sonrisa.

Ichiji - No estuvo mal.

Pudding - ¿Te gustó el músico?. -preguntó mirándolo. - Tocaba hermoso...

El pelirrojo la miró, la joven tenía su pelo suelto decorado con dos lazos que caían sobre sus tirabuzones perfectamente peinados. Llevaba un fino vestido rosado que enmarcaba su delicada figura. Aquella mujer era realmente hermosa y hasta esa noche él no se fijó en ello.

Ichiji - No estuvo mal. -repitió.

Pudding sonrió un poco y el mayor suspiró sacando su móvil. Lo colocó sobre una placa metálica negra tras las marchas y el dispositivo comenzó a cargarse bajo la atenta mirada de la joven.

Ichiji - ¿Te apetece ir a algún lugar?.

Pudding - Oh... -musitó siendo incapaz de guardar su asombro. - ¿Tienes la noche libre?.

Ichiji - Te propuse ir a cenar, eso incluye tener tiempo disponible para ti.

Pudding sonrió sintiendo calidez expandirse por su pecho por aquellas palabras y asintió con una sonrisa.

Pudding - Me gustaría pasear por los jardines del Trocadero, son hermosos en la noche.

Ichiji - ¿Los que hay junto al río Sena?. -preguntó.

Pudding - ¡Esos!. -respondió alegre. - Tienen perspectiva con la Torre Eiffel y son muy románticos...

Ichiji tomó un poco de aire sintiendo una ligera oleada de recuerdos al escuchar el nombre de aquel último sitio. Unos recuerdos que iban alineados con el anillo que permanecía colgando de su cuello.

Ichiji - Vamos entonces. -respondió tratando de sonar lo más serio posible.

Pudding sonrió feliz por aquello y el mayor arrancó el coche dirigiéndose a ese lugar, comenzando así un trayecto silencioso donde ninguno de los dos hablaba. Pudding permanecía en silencio por los nervios que sentía, e Ichiji por la pasividad y frialdad que reinaba en su corazón.

No fue hasta que al fin aparcó el coche cuando ese silencio se rompió dando paso a unas palabras igual de frías y distantes.

Ichiji - Vamos.

Pudding asintió desabrochando su cinturón y ambos bajaron del coche sintiendo ese calor veraniego golpear su cuerpo.

Aquellos jardines rebosaban de belleza y delicadeza. Unas cualidades que los transeúntes eran capaces de apreciar y que por ello tomaban miles de fotos de aquel lugar.

Pudding - Qué hermoso... -susurró observando como las aguas de las fuentes brillaban con las luces que las rodeaban.

Ichiji alzó su mirada hacia la Torre Eiffel, comenzando a sentir un sentimiento que hacía mucho que no permitía sentir.

Un sentimiento que sentía debilitante y mediocre.

Cerró un poco los ojos y los abrió deslizando su mirada hacia Pudding, quien lo miró con una sonrisa comenzando a caminar de forma lenta por aquellos jardines.

El pelirrojo la siguió en silencio, observando a las personas que se encontraban allí, observando los rostros de felicidad de las familias y amigos que aprovechaban aquellas vistas para inmortalizar el momento en una foto memorable, otros se hacían fotos más amorosas. Enamorados capturando el beso bajo las luces de la Torre y otros, que simplemente se encontraban sentados en el césped mirando el lugar.

Todo el lugar parecía llamar su atención, todo menos la joven, quien emitió un sonido de sorpresa tomando del brazo al mayor.

Pudding - ¡Mira allí!. -exclamó señalando a un punto en concreto.

Ichiji iba a protestar por aquel contacto, pero su mirada se deslizó al punto que la joven señaló y su corazón pareció saltar por un instante.

Pudding - Vamos a ver. -sugirió com emoción comenzando a caminar hacia allí.

El joven no quería ir, pero la mano de la chica permanecía sujetando su brazo, dejándose llevar simplemente por ella, llegando así a aquel lugar al que la joven apuntaba con tanta ilusión.

Había tiendecillas de todo tipo: artilugios de moda, accesorios, productos de higiene caseros, inciensos con hierbas e incluso puestos de comida y dulces. Pero hubo uno que llamó la atención en especial de la joven.

Uno por el que el joven no quiso ir.

Pudding- ¿Podemos entrar allí?. -preguntó mirándolo.

Ichiji - No es buena idea.

Pudding - ¿Por qué?. -preguntó esta vez en un tono más bajo.

Ichiji - Son solo charlatanes en busca de dinero.

Pudding - Puede ser divertido. -sonrió. - Tengo curiosidad, nunca fui a un sitio así.

Ichiji iba protestar y tratar de eludir su propuesta pero la joven volvió a pedir ir.

Suspiró pesadamente y asintió de forma seca.

La joven dio un saltito de felicidad y caminó de forma apurada e ilusionada hacia la tienda, dejando un margen de unos segundos de tiempo desde su llegada hasta la llegada del pelirrojo.

Al entrar, un olor a inciensos inundó sus fosas nasales. Alzó la mirada y se topo con los ojos oscuros y misteriosos de aquella mujer, quien lo observaba atento. Una mirada que él joven vio que se deslizó desde él hasta Pudding, comprendiendo casi los pensamientos que podían estar atravesando la mente de aquella anciana.

- Buenas noches, jóvenes. -saludó con una sonrisa.

Pudding - Buenas noches, señora. -respondió sonriendo tomando asiento.

Ichiji permaneció de pie, con sus manos metidas en sus bolsillos y su mirada sería fija en la anciana, quien deslizó su mano hacia la silla vacía que había al lado de la joven.

- Tome asiento.

Ichiji - Estoy bien de pie.

- No sentarse no nos hace sentirnos menos culpables por nuestras decisiones.

Pudding frunció un poco el ceño confusa por aquello y miró al chico, quien tomó aire manteniendo su mirada con la mayor.

- Hay que tomar decisiones que nos den resultados, no castigos. -sonrió. - Siéntese.

Ichiji apretó sus labios y tomó asiento provocando una sonrisa aún mayor en aquella anciana.

Pudding - Disculpe. - interrumpió llamando su atención. - ¿Qué es usted?.

- Soy la pitonisa de esta feria ambulante. Recorremos todo París ofreciendo nuestros servicios.

Pudding - Y... ¿es real todo esto?.

- Tan real como usted está aquí sentada ahora mismo.

Pudding - ¿Cómo funciona?. -preguntó curiosa.

- Hago lecturas de todo tipo y doy consejos a seguir para lograr objetivos. Pero solo si la persona en cuestión ejerce bien su papel, logrará dicho éxito. -dijo mirando a Ichiji.

Pudding - Oh... ¿podría poner un ejemplo?.

- Yo te puedo ofrecer la solución al problema que presenta tu vida amorosa, pero eres tú quien al final decide tomar acción y seguir mis consejos para conseguir a tu amada; o bien puedes ignorarme e irte con otra mujer que te hará infeliz.

Ichiji se cruzó de brazos sintiendo esas palabras como balas.

Pudding - Comprendo... tiene sentido.

Ichiji - El problema es cuando no se es li suficientemente clara.

- O cuando no se sabe escuchar al corazón.

El pelirrojo frunció el ceño mirando a la mujer, quien no se sintió amenazada por aquel gesto.

Ichiji - Es usted quien debe dar el consejo, no el corazón.

- No puedes escuchar la voz de las almas que te rodean si no eres capaz de escuchar la tuya propia.

Pudding - Es hermoso lo que dice. -susurró.

Ichiji chasqueó la lengua y la mayor sonrió deslizando su mirada hacia los brazos de él.

- Pero a pesar de todo, algo en ese corazón sigue añorando esa idea.

Ichiji llevó de forma inconsciente su palma hacia su muñeca ocultando la pulsera roja que aún seguía adornando su cuerpo.

- Veamos el consejo que os da el oráculo. -dijo sacando una baraja oscura.

Pudding echó su torso hacia delante expectante por aquello mientras el mayor parecía mirar enfadado como la mujer barajaba sus cartas pronunciando unas palabras casi inaudibles.

Dos cartas saltaron de aquella baraja y la mujer sonrió observándolas.

Alzó su mirada hacia la joven, quien se tensó ligeramente por los nervios.

- No temas, joven. -le dijo sonriendo. - Abrirás tus ojos y mostrarás al mundo una versión de ti que tenías oculta por miedo al rechazo. Será doloroso y desgarrador, pero será necesario para ti.

Pudding - Suena triste...

- No lo es, pues de aquí resurgirás más llena de amor y felicidad.

La joven sonrió un poco y asintió.

Pudding - Gracias...

Permanecieron en silencio durante unos segundos e Ichiji alzó una ceja viéndola como la mayor recogía ambas cartas.

Ichiji - ¿A mi no me dice nada?.

- Oh, pensé que no le interesaba. -dijo de forma juguetona.

Pudding sonrió por su tono y miró al pelirrojo.

Ichiji - Tsk...

- ¿Quieres saber?. -preguntó sonriendo.

Ichiji no respondió.

- Eso es un no.

Ichiji - Ya dígame la maldita carta.

- Pídalo bien.

Ichiji - Será bruja des...

Pudding - Ichiji...

La mujer sonrió y el mayor tomó aire intentando mantener en línea sus emociones.

Ichiji - Diga que dice la carta.

La mujer lo miró en silencio provocando que el chico frunciera el ceño.

Ichiji - Por favor...

La anciana sonrió satisfecha mientras que Pudding sonreía divertida al ver aquella escena.

Deslizó la carta mostrándola a los chicos, pudiendo ellos observar aquellos dibujo poco alentadores.

- Tu corazón amenaza con volver a congelarse.

Ichiji - ¿Volver?.

- En un pasado se congeló al perder, y ahora estás perdiendo. -sonrió. - Dentro de poco tiempo, será demasiado tarde.

Aquellas palabras confundieron a Pudding mientras que a Ichiji le provocaron un ardor en su pecho y una necesidad de levantarse e irse de allí tratando de negar sus palabras.

Tratando de negar lo evidente.

Bajó su mirada tomando aire, intentando pensar y procesar aquello. Pero aquella sensación de desespero comenzó a apoderarse de su pecho, algo de lo que la mujer pudo percatarse.

- Sé sincero en tus sentimientos, y las puertas se abrirán a una mejora.

Ichiji - Otra maldita vez me está diciendo que...

- Qué escuches a tu corazón, niño ciego. -riñió.

Mientra tanto...

(Tn) cerró la puerta del laboratorio ocultando un bostezo tras su mano.

Se dirigía hacia la salida de aquella planta cuando escuchó una voz que la detuvo.

Una voz que hizo que se girase emitiendo una sonrisa.

Katakuri - ¿No es muy tarde para salir del laboratorio?. -preguntó acercándose a ella.

(Tn) - Se me fue la noción del tiempo... por suerte desperté al ver la llamada de mi mejor amigo.

Katakuri- Me alegra que él te hiciera salir del trabajo, ya tenías que descansar.

(Tn) - Si, no sabía que ya era media noche.

Katakuri- Te invitaría a salir a cenar a un restaurante del centro, pero dudo que aceptes por las horas.

(Tn) - Suena tentador, pero es tarde ya. -sonrió un poco. - No es por falta de hambre.

Katakuri - Si, escucho a tu estómago llorar desde aquí.

(Tn) - Exagerado. -dijo riendo un poco.

Katakuri- No es un restaurante, pero aquí tenemos una gran cocina en la que puedes investigar.

La joven iba a declinar su oferta pero el mayor volvió a hablar.

Katakuri- Yo tampoco cené, me gustaría que me acompañaras.

(Tn) - No... ¿no habría problema?. -preguntó apenada.

Katakuri - Para nada. -sonrió. - ¿Me acompañas?.

La joven lo miró durante unos segundos y sonrió un poco asintiendo. Un gesto que provocó en él mayor una sensación agradable.

Ambos caminaron hacia las grandes cocinas de las que salían los exquisitos platos que nutrian a la familia de Charlotte Linlin.

Katakuri le señaló una brillante y amplia mesa alta de mármol blanco con taburetes altos del mismo estilo. La joven se sentó y el joven comenzó a sacar frutas, quesos, panes, carnes y alimentos fríos junto a dos copas para tomar el vino que sacó de la bodega de madera que adornaba una de las paredes.

Katakuri - Muchas veces vine solo a altas horas de la noche a cenar por la carga laboral. -comenzó a decir comenzando a vertir el vino en las copas. - Se siente agradable el ver que ahora no estoy solo.

La joven sonrió tomando su copa.

(Tn) - Ahora somos dos quemados por el trabajo cenando a destiempo.

Katakuri intentó guardar una ligera risa convirtiéndose en una mueca.

Katakuri  - Eso merce un brindis.

La chica rió un poco y ambos hicieron chocar su copa.

(Tn) - Por más trabajo que nos haga cenar tarde. -dijo bromeando.

Katakuri- Qué nos haga cenar juntos. -corrigió.

La joven sonrió un poco y tomó de su vino bajo la atenta mirada del mayor.

Una mirada que se deslizó hacia su muñeca.

Katakuri- Siempre sentí curiosidad por tus dos pulseras. -dijo dejando su copa sobre la mesa. - Reconozco una de ellas por el diseño, es una muy costosa y la otra es algo más sencilla. Una combinación peculiar.

(Tn) - Si... es peculiar. -sonrió un poco.

Katakuri- ¿Simbolizan algo?.

La joven permaneció en silencio unos segundos.

Un silencio que el mayor supo interpretar.

(Tn) - Fueron un regalo de alguien que creía especial. -dijo esta vez en un tono más bajo y apagado.

Katakuri- ¿Qué creías?.

(Tn) - Pensé que... yo le importaba de la misma forma en la que él a mi. -sonrió un poco. - Pero me equivoqué...

Una sonrisa llena de tristeza.

Katakuri- ¿Y por qué la sigues llevando?. -preguntó en tono suave intentando no dañarla.

(Tn) - No lo sé... -susurró mirando su muñeca. - Quizás... una parte de mi no quiere soltar... quizás una parte de mi desea regresar...

Katakuri- Te deseo lo mejor, (Tn). -habló provocando que ella lo mirase. - Y eso incluye en qué encuentres a alguien que no te permita dudar, alguien que no te permita marcharte.

La joven sonrió un poco sintiendo sus ojos empañarse.

(Tn) - Es lindo cuando se dice así...

Katakuri - Mejor será cuando te lo demuestren.

(Tn) - No sé si tendré esa fortuna.

El mayor deslizó su mano por la mesa y tomó la de ella, sintiendo ambos la calidez y la suavidad de la mano del otro en aquel acto.

Un acto que sorprendió a la joven.

Katakuri- La tendrás, y la fortuna será para quien consiga tener tu corazón.

(Tn) lo miró guardando silencio, manteniendo su mano con la de él.

Katakuri- No sabes el tesoro que hay en ti, (Tn)... mi madre está convencida en que en ti encontró a una gran científica, pero yo encontré algo más.

(Tn) - Katakuri...

Katakuri - No pierdas el tiempo en esperar a quien no te merece. Mereces a alguien que luche por ti, a alguien que no se rinda ni te haga daño... a alguien que sea capaz de satisfacer todas y cada una de tus necesidades.

La joven sonrió un poco.

Katakuri- Espero que te des cuenta algún día.

(Tn) - Si nuestras cenas serán así de motivadoras, acepto todas y cada una de ellas. -dijo comenzando a reír un poco.

Katakuri sonrió al ver las mejillas de ella tornarse de un color carmesí.

Una imagen que provocó que por primera vez en mucho tiempo comenzará a sentir un calor extenderse por su pecho.

Un calor que comenzó a a aparecer cuando estaba con ella.

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