28 - Destinados

Las rodillas de aquel hombre ensangrentado y dolorido cayeron al suelo de una oscura calle a las afueras de París.

El sonido del aire entrando en aquel lugar se mezclaba con el de su agitada y cansada respiración observando a las figuras que lo rodeaban.

Una de aquellas figuras caminó hacia el poniendo al mayor en alerta, provocando que con las únicas fuerzas que le quedaban sacase la última pistola de su cinturón apuntando hacia su agresor.

Una acción que a pesar de no darle ninguna opción a huir, le hacia sentir que no se había rendido.

-Eres un monstruo... tu familia son unos monstruos... ¡Estáis locos!.

La figura se agachó posando su rodilla en el suelo y con tranquilidad giró la pistola hacia aquel hombre.

Ichiji - Ya no me interesa tu empresa. -dijo con tono frío y calmado. - Y ya no me interesa tu vida... ¿sabes lo que hago con la gente que deja de interesarme?.

El hombre separó sus labios sintiendo las lágrimas brotar de sus ojos mientras veía los ojos de él.

Unos ojos vacíos y sin vida.

Unos ojos que fueron lo último que vio en esta vida tras el pelirrojo presionar el gatillo de la pistola.

Mientras tanto en otro punto de aquella ciudad...

Las risas y la cálida charla inundaba aquel apartamento de una agradable atmósfera a pesar de estar tan solo iluminado por una tenue luz en la pequeña salita.

La joven sonreía viendo la pantalla del portátil observando a todos sus amigos realizar aquella videollamada, sintiendo con ella una compañía tan especial que provocó que la joven mantuviera silencio observando a cada uno de sus amigos reír y hablar de cualquier cosa.

Ace - ¿Todo bien, (Tn)?. -preguntó provocando que varios chicos callasen observando la pantalla, concretamente buscando la camarita de la joven. - Estás muy callada.

(Tn) - Estoy bien. -dijo sonriendo. - Es lindo observaros, se siente como si estuvieseis aquí conmigo.

Sanji - Te extrañamos mucho, (Tn). -le dijo sonriendo. - Han pasado 4 meses desde que te fuiste, pero se sienten como 4 años...

Sabo - Domeo lo shaman. -dijo con su boca llena de comida.

Luffy - ¿Lo meo? -ladeó la cabeza.

Sanji - Solo digo la verdad.

Nami - ¿Conociste a un lindo francés, (Tn)?. -preguntó sonriendo con picardia.

Sanji abrió sus ojos alarmado mientras Ace se atragantó con su propia saliva.

(Tn) - Apenas salgo de la universidad... no creo tener tiempo para eso.

Nami - En la universidad igual se come.

Sanji - ¡Nami-swaaam no digas eso!

Ace - ¡Calla!.

Nami - ¡Amargados! -les gritó. - No coméis y no dejáis comer.

Robin - ¿Buscaste ya empleo?. -preguntó ignorando la pelea que se formó entre los tres.

(Tn) - He estado buscando cerca de casa, creo que solicitaré empleo en la cafetería que hay cerca de la universidad. Me quedará cerca de casa y de clases.

Zoro - ¿No será demasiado trabajo?. -preguntó viéndola.

(Tn) - Si... pero es la única forma de terminar de completar el pago del alquiler. -sonrió un poco. - Quiero esforzarme y salir por mi misma.

Sanji la miró preocupado.

Robin - Si necesitas ayuda siempre puedes decirnos.

Sabo - Exacto, estamos aquí para ti.

Luffy - Te comparto todo menos la carne. -dijo tajante.

Los chicos rieron un poco y siguieron con aquella agradable conversación por varios minutos más hasta que concluyó con una tierna despedida.

La joven suspiró apagando la pantalla y alzó la mirada a su apartamento, oscuro y solitario.

Tomó sus libros de texto y se recostó en aquel sillón comenzando una nueva sesión de estudio a aquellas horas de la noche.

Desde que comenzó en aquella prestigiosa universidad no había día en el que no iniciara su sesión de estudio. Ya no sólo porque comenzó a amar más profundamente el área, si no porque quería demostrar de lo que era capaz de lograr allí.

Quería demostrar lo que era capaz de hacer. Y por ello se pasaba la mañana y gran parte de la tarde en la universidad, ya sea tomando clases o estudiando en el laboratorio. Algo que provocó que tras cuatro meses no hubiese conocido a nadie, pero sus notas reflejaron el gran esfuerzo que estaba dedicando.

Mientras tanto, en la planta baja de aquella mansión se encontraban los cuatro hermanos reunidos con un señor que vestía una bata blanca mientras este les explicaba el funcionamiento de cada uno de los frascos y píldoras que tenía sobre la mesa de aquel laboratorio.

Niji - ¿Puede producir más?. -preguntó después de aquella extensa explicación.

- Necesitaría más componentes, señor.

Yonji - Denos la lista y nosotros nos encargamos. -le respondió. - Necesitamos producir una cantidad considerable de este producto.

El mayor le extendió unas notas con todos los componentes necesarios, detallando los gramos de cada uno de ellos.

Ichiji - ¿Conoce el lugar en el que se puedan encontrar todos?.

- Si, señor. -afirmó llamando la atención de los cuatro. - Hay un lugar que os dará todo el material necesario, sin preguntar nada al respecto.

Niji - Excelente. -puntuó sonriendo.

Al día siguiente...

La puerta de aquel restaurante se abrió llamando la atención de Sanji, quien se encontraba en ese momento tras el mostrador colocando los platos de la comida para que el camarero los sirviese.

Sanji - Kureha. -saludó viendo a la mujer entrar. - ¿Qué desea?.

Kureha- Vine a hablar contigo.

Sanji tomó aire cruzándose de brazos y lo miró atento esperando que comenzase.

Kureha - Quiero que me digas como le va a mi nieta en París.

Sanji - ¿Por qué no le preguntas a ella directamente?. -preguntó viéndola. - Lleva cuatro meses sin hablar con (Tn), quizás ya es hora de hacerlo.

Kureha - Responde, mocoso.

Sanji - No le voy a decir, porque es usted la que debe escribirle.

Kureha - Cómo lo este pasando mal y no me lo digas te dejo en la sala de espera del hospital dos días sin atenderte.

Sanji se encogió de hombros. - Ella ya lo pasó mal cuando usted la trató así por querer seguir su sueño, y no le importó. Desde entonces no le habló y ahora viene haciéndose la preocupada.

Kureha frunció el ceño cruzándose de brazos.

Sanji - Hable con ella, seguro que se alegra a pesar de haberle dicho que esperaba no verla más.

Kureha - ¿Y ese tono enfadado?.

Sanji - Me enfado con todo aquel que haga daño a mi mejor amiga, y eso la incluye a usted.

La mayor lo miró durante unos segundos pudiendo ver el gesto serio del chico, algo que provocó que sonriera un poco sorprendiendo a este.

Kureha - Me agrada ver que ella tiene tan buenos amigos... prometo darle una disculpa y hablar con ella, pero quiero hacerlo en persona. Quiero saber como está ahora.

Sanji la miró serio y suspiró un poco tomando la balleta del mostrador.

Sanji - Ella está bien, está estudiando muy duramente y ahora está por entrar a trabajar en una cafetería para completar el pago del alquiler de su apartamento.

Kureha - ¿Trabajar en una cafetería?.

Sanji asintió.

Kureha - ¿Por qué no me dijo para poder ayudarla?.

Sanji frunció el ceño y la mayor emitió una pequeña risa.

Kureha - Ah si... ya recuerdo.

Sanji - De igual modo no aceptaría su dinero aunque se lo diera en la mano. Dice que quiere probarse a si misma para ver hasta donde puede llegar por ella sola.

Kureha sonrió. - Qué tozuda ... salió a su abuela en inteligencia y en determinación.

Sanji - Si, menos en corazón. -le dijo provocando que la mayor lo mirase. - Ella es una hermosa persona, cálida y amable; y usted es... usted.

Kureha - Mocoso estúpido...

Sanji sonrió y entró a la cocina ignorando a la mujer.

Mientras tanto en el campus de la universidad parisina, (Tn) se encontra caminando bajo su paraguas por los jardines rumbo hacia sus clases de laboratorio de la tarde.

Era un día lluvioso y varios alumnos, algunos más despistados que otros, corrían hacia la entrada del campus resguardándose de aquella lluvia.

La joven sonrió un poco viendo hacia el cielo gris hasta que su mirada se distrajo con la llegada de un gran coche negro a la entrada del otro extremo del campus.

Observó como varios hombres vestidos de blanco bajaron de aquel coche abriendo unos paraguas negros. Dos de ellos cubrieron la entrada de una de las puertas trasera de aquel vehículo, de la cual salió lo que parecía ser un hombre cuyo rostro era tapado por aquellos hombres con sus paraguas, dificultando así la visibilidad de la joven.

(Tn) caminó un poco para lograr ver de quien se trataba para semejante recibimiento pero su móvil vibró provocando que su mirada bajase hacia el dispositivo que llevaba en su bolsillo.

(Tn) - Genial... llego tarde... -susurró para si aumentando la velocidad ignorando ya el suceso de antes.


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