Veintisiete

Sunagakure

En la Aldea de la Arena, un hombre pelirrojo observaba a su hijo pequeño jugar con sus hermanos. Después del incidente de Amegakure, Rasa había decidido visitar la mazmorra donde anteriormente se encontraba Bunpuku, el anterior jinchuriki del Ichibi; quien, antes de morir por la extracción del bijuu, lo había conocido recién proclamado Yondaime Kazekage. Era un hombre sabio, pero temido por albergar en él un monstruo de chakra. Nunca culpó a los demás de estar encerrado y murió en paz. Pero recordaba perfectamente sus últimas palabras, dirigidas a él: "Algún día... el jinchuriki será aceptado como es, y será entonces cuando las bestias se proclamen libres de ira y sufrimiento. Rasa-sama, sé el pilar del jinchuriki al que des la bienvenida, pues será así como el auge de Sunagakure aflorará".

Así que, tras haber escuchado a Minato defender a su hijo sin importar su condición, entendió que más valía profesar amor que temor, cariño a miedo, ser aquel que hiciera del mundo shinobi un mundo libre de prejuicios. Respiró profundamente y mantuvo el aire que había recogido en sus pulmones antes de soltarlo levemente. Quería que Gaara entrenara a su bijuu desde pequeño, que liberara todo el poder del bijuu para comenzar a entablar una amistad con él y negociar sus ratos de libertad a cambio de no descontrolarse.

Sin embargo, tenía que elegir sus palabras, porque desgraciadamente el Shukaku era famoso por su locura y descontrol. Si no quería que el bijuu lo odiara mucho más de lo que ya lo hacía, entonces tenía que poner unas condiciones que le gustaran tanto a él como a la aldea.

Observó por segunda vez a sus hijos, quienes jugaban alegremente sin preocuparse de que él los regañara por jugar con Gaara; y entonces sonrió. Ojalá estuviera allí Karura para verlos crecer. Unos toques en la puerta lo alertaron y, al mirar hacia la puerta vio a su cuñado Yashamaru.

—Rasa-sama, ¿requiere de algún otro trabajo?

—Sí... Quiero que juegues con los niños y que te diviertas con tus sobrinos—El semblante sorprendido del shinobi le dio a entender que no sabía el objetivo de esa misión—. No quiero que vigiles a Gaara, solo... dale amor y cariño como lo haces con Kankuro y Temari. ¿Podrás hacerlo?

Yashamaru sintió entonces sus ojos llorosos y una sonrisa en su boca. Fue entonces cuando, aliviado de que todo el dolor de aquella familia se había esfumado, asintió con determinación, sabiendo que le daría todo su amor como Karura lo hubiese hecho.


Kumogakure

Dos figuras se encontraban en lo alto de una montaña rodeada de nubes blanquecinas, dando una sensación de paz. Una joven de cabellos rubios recogidos en una trenza rápida y un hombre corpulento de tez oscura entrenaban taijutsu como habitualmente hacían al comenzar el día.

Tienes que darle marcha, o estaremos así hasta mañana, bakayarou—comentó él.

—¡Lo hago lo mejor que puedo! Pero...

Nada de peros, ow yeah. Si no aguantas en este entrenamiento, el Nibi no te dará sustento.

—¡Y si tú no hablas normal, nadie te entenderá, B-sensei!

El jinchuriki del Hachibi rió fuertemente antes de defenderse del ataque de la chica, quién intentaba por todos los medios darle un golpe que lo desestabilizara. Sin embargo, Killer B la esquivaba y se defendía de tal forma que no le quedaban espacios que aprovechar un ataque.

—¡Me rindo! No puedo más...

El jinchuriki suspiró algo decepcionado, pero dejó que descansara. Yugito estaba respirando de forma entrecortada y tenía que coger aire, así que decidió sentarse apoyando su espalda en una roca. Ella se tiró al suelo aliviada de poder descansar, quería ser más fuerte pero B no le daba explicaciones de qué postura realizar, los pasos que tenía que dar o a qué puntos debía atacarle. Solo se quejaba de que no lo hacía bien y que ella misma tenía que entenderlo practicando una y otra vez. Al menos eso era lo que había entendido después de tanto rapeo sin sentido.

Pero ella, después de haber escuchado a Nagato, estaba dispuesta a ser parte del Escuadrón Jinchuriki de Amegakure. Ya había cumplido los 16 hacía unos meses y, aunque entre sus compañeros tenía un gran potencial, contra su maestro Killer B era prácticamente un molesto mosquito. Lo único que ella creía que B le había enseñado era que todavía tenía mucho que aprender. Y sí, ella había realizado excelentemente todos los entrenamientos y jutsus que le habían enseñado, pero con todo el problema resuelto.

— B-sensei—lo llamó mientras se incorporaba hasta el abdomen, observando al jinchuriki.

—¿Hm?

—¿Usted va a meterse en el Escuadrón Jinchuriki de Nagato-san?

Primero va tu entrenamiento, pero tal como vamos esto será lento, oh yeah...

—Sí, sí. Lo sé... Venga, sigamos...


Kirigakure

2 semanas atrás...

Comenzaba a oscurecer en el País del Agua, donde un joven jinchuriki estaba siendo guiado por su maestro a un extraño lugar, construido en piedra. Los monolitos se distribuían en círculos alrededor de una mesa de piedra, dando un aspecto místico y aterrador. El miedo comenzaba a provocarle escalofríos.

—S-Sensei... ¿Por qué hemos venido aquí?

—No te preocupes, a partir de ahora serás mucho más feliz...—contestó a espaldas del joven sin mostrar ninguna expresión.

Por la confianza en él lo siguió, pero su pecho se encogía sin saber por qué. Como su maestro le ordenó, hizo todos los preparativos para algún tipo de ritual del que todavía no tenía información. En cuanto dijo que ya estaba todo preparado, sintió un golpe en la nuca antes de caer inconsciente.

—Pronto estarás libre, Utakata...

Minutos después, el joven recobró la consciencia. Aún aturdido, intentó levantarse, pero en sus muñecas y tobillos resonaba algo metálico que le impedía incorporarse.

—¿Harusame-sensei?—preguntó, pero no hubo respuesta—. ¡Harusame-sensei! ¿Qué ocurre? ¿Por qué estoy encadenado?

Unos pasos a su espalda resonaron, asustándolo. No solo era uno, sino algunos otros shinobi que no llegaba a conocer también estaban allí, rodeándolo.

—¿Q-Quiénes sois?—preguntó asustado. Nadie respondió.

Entonces, llegó Harusame. Con una sonrisa que le parecía aterradora, se acercó a él. Utakata lo llamaba, preguntando constantemente que iban a hacer con él, pero su maestro no le respondía, eso aterrorizó aún más al jinchuriki.

—Comencemos...

El anciano salió del círculo de piedras y Utakata comenzó a ver a los shinobi hacer numerosos sellos de mano, antes de que un círculo de sellado con tonalidades rojas apareciera en el suelo, debajo de él. 

Sus ojos comenzaron a lagrimear cuando notó dolor en el pecho. Seguidamente, Harusame volvió a acercarse para continuar con el ritual.

—Con esto nos desharemos del Rokubi...

Utakata sintió ardor extendiéndose por todo su cuerpo, sentía cómo el poder aumentaba. Le envolvía un chakra rojizo que lo asustaba, aunque sabía de antemano que se trataba de aquel monstruo que le habían sellado años atrás. Aun así, le asustaba aquel poder y su cuerpo quemaba cuando lo usaba.

Cada minuto que pasaba era más fuerte, y su capacidad de control disminuía significativamente, hasta que llegó un punto en el que su consciencia pasó a manos del Rokubi, sumergiéndolo en lo más profundo de su mente.

Cuando despertó, ya había amanecido. Él se encontraba en el suelo, dolorido. Al abrir los ojos, lo primero que vio fue su mano y ropas manchadas de sangre, lo que lo obligó a despertarse de sopetón. Con solo echar una mirada a su alrededor, pudo ver varios cuerpos de shinobis de Kirigakure y el de su maestro.

Sin asimilar aquella situación, corrió todo lo que pudo. Tenía que huir...


Amegakure 

Actualidad...

El día comenzaba en la Aldea de la Lluvia con nubes oscuras, lo que confirmaba para todos los aldeanos que aquel día era mejor quedarse en casa. Sin embargo, aquello no era compatible con el trabajo de Yahiko, quien como líder tenía que ocuparse de todo el papeleo y los asuntos que atañen a la misma.

Gracias a Konan y Nagato, el trabajo no era tan tedioso, pero días como aquellos en los que era preferible quedarse en la cama y relajarse, para ellos era adelantar trabajo que en días soleados (por la gracia de Nagato) se acumulaba sin cesar. Unos golpes en la puerta alertaron a Yahiko, permitiendo su paso.

—¿Yahiko?—lo llamó Konan con un tono preocupado—. Tenemos noticias de Kirigakure. Al parecer, ha habido un incidente con Utakata, el jinchuriki del Rokubi.

—¿Un incidente?

—Parece que el poder del bijuu se salió de control y asesinó a algunos miembros de ANBU de Kiri y a su propio maestro.

Yahiko mostró una mueca insatisfecha y se levantó de su mesa. ¿Qué había podido pasar para que perdiera el control?

—¿Se sabe algo de él?

—Según la carta del Mizukage Yagura, encontraron los cuerpos pero él no estaba. Dice que posiblemente huyó. Nos mandan a tres ANBU para darnos más información al respecto.

Yahiko asintió y desvió su mirada hacia la ventana. Aquel día había amanecido lluvioso, lo que ayudaría al riego de las plantaciones que se habían creado desde su nuevo liderazgo; sin embargo, les recordaba a la guerra, por lo que los ánimos aquellos días no eran muy alegres.

—¿Nagato no ha llegado?

—No, aún no. Pero creo que no tardará mucho, ayer dijo que hoy se encargaría de organizar la construcción del nuevo edificio con los arquitectos.

—Sí, cierto. Espero que llegue pronto, tiene que enterarse de esto. Habrá que crear un equipo de búsqueda para encontrar al joven Utakata, y no sé si necesitaremos la ayuda de Obito y Rin.

—Pero Obito y Rin...

—Sí, lo sé. Están conociendo a sus alumnos y preparando las clases de la academia... Les dejamos a ellos todo lo referente a la escuela.

Ambos quedaron en silencio, pero aun así, se miraron. Konan sabía cómo le afectaba a Yahiko amanecer con estos días y Yahiko que Konan se ponía triste cuando lo veía tan desanimado, por eso sonrió.

—Estoy bien, me voy acostumbrando—comentó acercándose a ella, tomando su mano—. Pero estaría mejor si... probara los labios de una preciosa peliazul.

Konan rió divertida mientras Yahiko se le insinuaba románticamente. Sin embargo, una visita cortó el rollo que ambos habían comenzado. El de pelo anaranjado bufó decepcionado mientras Konan seguía riendo, ahora interiormente al ver el semblante serio de Yahiko. Fue Nagato el que entró, viendo el panorama que se había formado.

—Oh... Estabais haciendo cosas de pareja, ¿verdad?

—Si tú no nos dejas, Nagato. Eres igual de inoportuno que siempre—rechistó, aunque Konan y Nagato rieron. Aun así, la seriedad permaneció en la cara de Yahiko, lo que detuvo a ambos—. De todas formas, tenemos malas noticias que te conciernen.

—¿Malas noticias?

—Así es. Utakata ha perdido el control y después de matar a algunos shinobi de Kiri ha huído, según el mensaje del Mizukage.

Nagato se ensombreció y agarró con fuerza los papeles.

—Crearé un equipo de búsqueda de inmediato e iremos a...

—Nagato—lo interrumpió Konan—. Vienen tres ANBU de Kiri de camino para explicarnos la situación, así que tenemos que esperar. Por el momento, sería aconsejable que mandáramos un mensaje al resto de kages de la alianza para que puedan ayudarnos a buscarlo, y también a Kumogakure para avisar a B-san y Yugito.

—Está bien, eso haré.

Sin decir nada más, Nagato dejó la oficina dispuesto a escribir unas cuantas cartas para cada uno de ellos. Así, Konan y Yahiko se quedaron solos.

—Tengo que seguir trabajando...—comentó ella.

—Sí, está bi...

Konan lo besó en los labios antes de que terminara la frase, por lo que Yahiko comenzó a sonrojarse severamente mientras veía a Konan dejar la oficina, no sin antes guiñarle un ojo con picardía. Al cerrar la puerta, él tapó su boca aún sin saber cómo reaccionar.


En otra parte de la aldea, donde la lluvia había parado recientemente, Han y Roshi hacían servicio comunitario, siendo en este caso una misión de recogida de malas hierbas para una anciana que vivía sola. A pesar de que ellos desearían no estar allí, la mirada de tres shinobi los obligaban a trabajar aunque no quisieran. En sus muñecas tenían una pulsera que anulaba su chakra y solo el Amekage, sus consejeros y los shinobi que los vigilaban sabían la clave para abrirla.

—Maldito servicio comunitario... Para esto me habría quedado en Iwagakure—reprochó Roshi.

Han sin embargo, no sé quejó. Simplemente se encogió de hombros y siguió arrancando hierba. Por un lado, le resultaba tedioso volver a misiones rango D como en la academia, pero si algo había en Amegakure que no existía en Iwa era toda la hierba que crecía debido a las intensas lluvias incluso en invierno gracias al poder de Nagato, y el respeto que los aldeanos les tenían por ser Jinchuriki.

—Alguna vez podrías hablar, Han.

Aun así, por suerte o por desgracia, Nagato llegó a la casa siendo bienvenido por la anciana quien se encontraba sentada en tras la ventana de su casa mientras observaba a los dos jinchuriki trabajar.

— Roshi-san, Han-san, tengo una misión que proponerles. Tiene que ver con el Escuadrón Jinchuriki.

—Siempre que sea más entretenido que arrancarle la hierba a una vieja, lo que sea—volvió a quejarse Roshi.

—Aún tenemos que esperar noticias de Kirigakure, pero los primeros datos son buscar al jinchuriki del Rokubi, quien hace apenas unas semanas huyó al descontrolarse su poder.

Roshi iba a preguntarle su opinión a Han, cuando este último dejó caer en seco la bolsa llena de hierba para dirigirse a Nagato. Levantó la mano en señal de trato, con la intención de aceptar la misión. Nagato aceptó el gesto y seguidamente miró a Roshi.

—Está bien, me uno. Pero con la condición de que se me libere de la pulsera anti-chakra.

—Eso no será posible mientras no haya peligro. Solo cuando la situación lo requiera, decidiré si es oportuno desactivarlas.

—Trato...


Takigakure

Mientras tanto, en la Aldea Oculta de la Cascada, el líder de la aldea conocía a una pequeña niña de piel oscura y cabello verdoso. Su madre la alzó en su dirección, con la premisa de que la reconociera como parte de Taki. Una sonrisa surgió en él y la sostuvo. La pequeña bebé rió divertida mientras miraba al hombre con sus ojos anaranjados mientras mordía su puño.

—¿Su nombre?

—Fû, líder-sama.

—Fû de Takigakure. Una niña con mucha vitalidad, seguro tendrá potencial.

—Gracias...

Y sabiéndolo, no dudó en tenerla en su mente como posible contenedor del Siete Colas, Chômei. 

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Buenas, aquí nuevo capítulo de Jinchuriki. Espero que os esté gustando.

Poco a poco voy escribiendo los capítulos y quiero organizarme para volver a publicar cada semana. Aun así, no puedo prometer nada.

Eso es todo. Disfruten y hasta el próximo capítulo.

Luthien

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