Veintidós

Konoha, fin de año.

Una vez que Minato llegó a la Torre Hokage, se encontró a Shikaku Nara sentado en el sofá de su oficina con su pequeño hijo Shikamaru en brazos, aún dormido. Con una sonrisa, se acercó a su mesa y lo miró.

—¿Cómo es que estás aquí tan temprano? Y con tu hijo...—preguntó divertido.

—Buenos días para ti también. Vengo a decirte que tengo malas noticias— la sonrisa del rubio desapareció con aquellas palabras. Se sentó en su silla y entrelazó sus dedos esperando que el Nara siguiera hablando—. Anoche mi mujer Yoshino se puso enferma y tuve que llevarla al hospital. Al parecer, más de la mitad de los aldeanos de Konoha comenzaron a enfermar a partir de ayer por la tarde. Mareos, fiebre, dolores de cabeza... y lo más preocupante: sueños de muertes de gente que ahora mismo sigue viva o recuerdos del ataque del Kyubi de hace dos años.

Minato entrecerró los ojos, pensativo. Era un hecho preocupante, y que todos los que habían enfermado lo hicieran tan repentinamente en tan pocas horas lo era mucho más. Con un profundo suspiro volvió a levantarse y comenzó a caminar nervioso por la oficina.

—¿Estás seguro que todos ellos comenzaron a tener síntomas desde la tarde? ¿Ninguno de ellos los tenían desde antes?

—Cuando llevé a Yoshino al hospital, los médicos me comentaron lo que sucedía y estuve interrogando a todos los que habían entrado al hospital durante el día de ayer. Teniendo en cuenta todas las posibilidades, decidimos aislar a todos aquellos que tuvieran los síntomas por si se tratara de una enfermedad infecciosa. Incluso hay ninjas médico que están en las mismas condiciones. Los que no han enfermado no saben a qué se debe y están investigándolo.

—¿Por qué no me avisasteis ayer?—preguntó con brusquedad.

—Lo lamento. Estaba demasiado preocupado en saber qué le ocurre a mi mujer.

La tensión se podía palpar en el ambiente. El rubio no dejaba de pensar en su alumno Kakashi, quien desde aquella mañana tenía aquellos síntomas, aunque no sabía si había tenido ese tipo de 'sueños'. Se puso entonces en la piel del Nara y asintió culpable.

—Es cierto, perdona.

—No hay problema. Antes de salir los médicos me han hecho un análisis por si me hubiera contagiado, pero no tengo síntomas. Siento decirte que en este momento estoy a cargo de mi hijo hasta que haya novedades.

—Claro, no te preocupes. Yo me ocuparé a partir de ahora. Descansa, se nota que no has podido dormir en toda la noche—Shikaku le agradeció mientras se levantaba— Y gracias por ocuparte de esto.

—No hay de qué. Llámame si dicen algo, ¿vale?

Minato asintió y dejó que su consejero se marchara por fin. Sin esperar mucho más, caminó hacia la puerta y la cerró tras él dirigiéndose hacia el hospital. En el camino, se encontraba pensativo. ¿Por qué tan de repente? ¿Por qué esos aldeanos en concreto? ¿Qué determinaba si un aldeano se enfermaba o no? 

Así, llegó por fin al edificio. Nada más entrar, la sala de espera estaba a rebosar de personas preocupadas, tristes y algunas incluso llorando por la situación de sus familiares. Con una mueca, buscó a algún médico que pudiera informarle de la situación, aunque seguramente no tenía mucho más que decir después del resumen de Shikaku. Sabía perfectamente que si necesitaba una mente cualificada para resolver aquel problema, Shikaku era de los mejores sino el que más; sin embargo, se merecía un descanso después de todo su esfuerzo en conocer la razón de aquella enfermedad.

En cuanto vio a una enfermera muy apurada, Minato se acercó a ella, llamándola.

—¡Hokage-sama! Lo lamento, no me había dado cuenta de que estaba aquí...

—No te preocupes. Me han informado de la situación. ¿Cómo está todo?

—Siguen llegando más enfermos con los mismos síntomas. No sabemos dónde meterlos... Dentro de poco, necesitaremos de otros establecimientos para ingresar a los pacientes.

—Entiendo... ¿puedo verlos?

—No sabemos de qué se trata... ¿y si se enferma usted también?

—No te preocupes, tomaré las medidas necesarias para prevenirlo.

La enfermera asintió inquieta y lo llevó a las salas donde se encontraban los enfermos. Muchos médicos iban de un lado al otro con protecciones como mascarillas o guantes. Entre las camillas, podía reconocer a muchos de sus shinobi; entre ellos algunos como Akimichi Chôza o jóvenes como Maito Gai o Yuhi Kurenai.

Siguiendo a la chica, llegó a una sala contigua donde se encontraban algunos médicos con muchos papeles sobre la mesa. Algunos de ellos revisaban libros de medicina intentando buscar una cura. Los que revisaban los papeles, ayudaban a otros a hacer las estadísticas de los pacientes. En cuanto entró, todos los médicos lo vieron y se levantaron para hacer una leve reverencia.

—No hace falta que hagáis eso. Por favor—insistió angustiado. Aún no se acostumbraba a aquellas cosas.

—Entiendo que ha venido a informarse, ¿no?—preguntó uno de ellos, por lo que Minato asintió—. Shikaku-san nos ha ayudado durante la noche pero no hemos llegado a ninguna conclusión.

—Sí, ya me ha comentado. Por eso estoy aquí... Desde que Shikaku se marchó, ¿habéis encontrado algo nuevo?

—Nada aún, pero con los nuevos pacientes estamos intentando comparar las distintas analíticas. Lo más extraño es que todas las analíticas parecen normales. Según las pruebas, todas estas personas están sanas. Por ello estamos buscando qué pruebas hacerles para descubrir cuál es el problema.

—¿Podría ser un virus indetectable?—preguntó asustado.

—No lo sabemos. Hemos hecho pruebas para detectar alguna bacteria o virus pero no hay nada.

—Y todos ellos comenzaron a tener síntomas desde el día de ayer a la tarde, ¿verdad?

—Así es.

El Namikaze se apoyó en la pared y miró por una ventana que daba directamente hacia los enfermos. Una idea pasó por su cabeza y decidió que era hora de actuar.

—Investigaremos dónde estaba cada uno de ellos en el momento en el que empezaron a encontrarse mal. Avisad a los que estén en el hospital que comenzaré a interrogar a todos los aldeanos de Konoha para saber qué hicieron el día de ayer. Volveré a la Torre Hokage y pondré a todos los shinobi disponibles a investigar esto.

Todos los que estaban allí aceptaron la propuesta del Hokage y ordenaron los papeles que se expandían sobre la mesa antes de repartírselos y comenzar a interrogar a los pacientes. Por otro lado, Minato llamó a los dos ANBU a su cargo y les ordenó que avisaran a todos los shinobi que no estuvieran en alguna misión mientras él llegaba a la Torre Hokage.

Cuando lo hizo, pudo ver a su compañero Fugaku saliendo de su oficina. El Uchiha también lo vio, por lo que se acercó a él.

—Pensaba que estabas en el hospital...

—Vengo de allí.

—Ya veo. Me he enterado que Shikaku está cuidando de su hijo... ¿Cómo está Yoshino?

—No he ido a verla—dijo culpable—. Pero habiendo visto a muchos de los hospitalizados puedo sospechar que no se encuentra muy bien. ¿En tu casa todo bien?

—Mi familia está bien... y sorprendentemente ninguno del clan Uchiha ha caído enfermo...

—Eso... es extraño. Parecía que todos los pacientes eran de clanes aleatorios... Algunos con más infectados que otros, pero...

Al entender lo que estaba insinuando, dejó de hablar y observó a su amigo. El Uchiha se encontraba con el ceño fruncido y los brazos entrecruzados. La tensión volvió a aparecer por segunda vez en aquel día y el rubio respiró hondo al saber lo que se avecinaba.

—No estarás sospechando de nosotros... ¿verdad?

—Confío en ti, Fugaku. Pero admite que la situación es extraña. Tiene que haber una razón para que ningún Uchiha esté enfermo...

—Cuando dejes de sospechar de que ha sido algún miembro de mi clan, avísame. Tengo mucho trabajo que hacer...

—¡E-Espera! —lo llamó Minato con apuro antes de que se marchara—. No sospecho de vosotros, lo juro. Estaba pensando en la posibilidad de que genéticamente seáis inmunes a esta enfermedad... De todas formas, quería informarte de una medida que he estimado oportuna...

Fugaku paró de caminar y miró a Minato. El Namikaze era su mejor amigo y su compañero, por no decir que él lo consideraba su mano derecha. Con un resoplo, decidió aceptar la disculpa de Minato y le dio a entender que lo escuchaba.

—Necesitamos todos los shinobi posibles para interrogar a todos los aldeanos de Konoha. Necesitamos saber qué hicieron y a dónde fueron el día de ayer, cuando comenzaron a enfermar. 

—Está bien. Dispondré todo lo necesario para empezar con el interrogatorio.

—Gracias...

Fugaku asintió marchándose por fin. Minato suspiró ante el gran malentendido que se había formado. Aunque como Hokage tenía que ver todas las posibilidades, y el hecho de que ninguno de ellos se hubiese enfermado era muy sospechoso. No quería pensar en ello, pero tampoco lo descartaría por completo. Podía confiar en Fugaku y estaba seguro de que él no había sido, pero no conocía tan bien a otros miembros del clan.

Mientras tanto, Minato caminó a su oficina y vio el montón de papeles sobre su mesa. Cansado del papeleo, suspiró. Era su deber, pero en aquel momento lo más importante era todo lo que estaba sucediendo. Viendo a su secretaria, le ordenó que le pasaran todas las declaraciones de los aldeanos para revisarlas y compararlas para encontrar un patrón o algo que explicara por qué pasaba aquello. 

Y como él también era un habitante de Konoha, comenzó a redactar todo lo que había hecho el día anterior. Comenzó con explicar su caminata de camino a la Torre Hokage con Kakashi como ANBU personal. Toda la mañana había estado revisando y firmando informes y revisando nuevas misiones en las que repartir a sus shinobi. Volvió a casa a la hora de comer y dejó a Kakashi cuidando de Kushina y los niños para...

Entonces su mente entró en shock. Todo comenzó a hilarse como un mapa conceptual y una teoría se formó en su mente. Miró la hora. Ya era el momento de ir a comer a casa, pero el tiempo libre que tenía pensado para aquel último día del año no iba a ser posible. Intentó mantener la compostura y carraspeó. Justo en ese momento, la secretaria entró junto a Fugaku con dos pequeños montones de papeles.

—Traigo las primeras declaraciones del interrogatorio. He ordenado comenzar por los clanes más pequeños para ir más rápido y hacer tiempo para recoger el resto de declaraciones. Estamos haciendo una lista de los que ya han sido interrogados para no duplicar el interrogatorio.

Minato asintió y miró a su secretaria, que estaba por hablar.

—Yo tengo noticias de algunos de los shinobi que han salido de misión. Hay equipos que tienen bajas por la misma enfermedad y que salieron antes de que comenzaran los síntomas. Además, otros equipos también nos informan que las aldeas cercanas tienen también tienen enfermos.

—Bien... Dejadme todo aquí. Podéis avisar a todos que hagan un descanso para comer. Yo tengo algo importante que hacer.

Fugaku lo observó con una ceja alzada mientras la chica dejaba los papeles y se marchaba. Esperó a que cerrara la puerta tras ella antes de preguntar.

—¿Qué tienes que hacer?

—Yo... te prometo que te lo contaré. Quiero estar seguro de algo... Sólo te pido que vayas al hospital después de comer y me digas cómo evolucionan los síntomas de los pacientes a lo largo de la tarde. Además... si hay algún cambio, ya sea para mejor o para peor... necesito que me digas la hora exacta. ¿Puedo contar contigo?

El Uchiha lo observó desconcierto.

—No sé qué estás tramando. Pero si te ayudo quiero que me cuentes qué estás haciendo y la teoría que  se te ha ocurrido. 

Minato asintió y le agradeció antes de volver a casa. Si la Uzumaki no se mostraba preocupada, no diría nada. No quería preocuparla con todo lo que estaba pasando, por lo que decidió mantener la compostura y hacer que nada había pasado. Al llegar, Kushina ya había preparado la comida. Naruto estaba de pie sobre su silla y el pequeño Menma se encontraba sentado en la suya mientras se metía la mano en la boca, mirando hacia su madre quien se movía con soltura echando la comida en los platos.

—Bienvenido a casa—comentó Kushina con una sonrisa—. Has llegado justo para comer.

—Hola, cariño. Huele delicioso—dijo mientras la besaba—. ¿Cómo está Kakashi?

—Sigue durmiendo. He ido a verlo varias veces en el día y parece que la fiebre no remite... Es mejor que lo dejemos descansar. 

—Ya veo. Estoy de acuerdo contigo—contesto. Posteriormente recordó lo que tenía que hacer—. Por cierto, al final no voy a poder quedarme esta tarde. Tengo mucho papeleo y además tengo que ocuparme de algo. 

—Pero Minato, es fin de año... ¿No puedes hacer una excepción?

—Lo siento... Pero te juro que intentaré terminar lo antes posible. ¿Está bien?

Kushina bufó con los mofletes hinchados. Minato la observó con ternura. Cada vez que se ponía así era lo más tierno del mundo. Adoraba que Naruto se pareciera tanto en eso a su madre. Menma en cambio era más serio.

—Está bien, pero te quiero en casa para cenar. Hoy es el último día del año, es esencial dejar esta etapa atrás y empezar un nuevo año con fuerza.

—Lo intentaré, lo prometo.

Dejando la conversación del trabajo y centrándose en las preguntas que el pequeño Naruto hacía, la familia comenzó a comer. Cuando terminó, Minato se despidió de todos y fue a ver a Kakashi. Se encontraba dormido, pero estaba sudando y parecía tener un mal sueño. Posó su mano sobre la frente del peliplata y, preocupado, suspiró.

Sin decir nada, desapareció con el Hiraishin. Gracias a su técnica, fue con velocidad a un lugar algo lejos de Konoha. Ni más ni menos que el Valle del Fin. Confirmando que nadie lo había seguido, caminó hacia la cascada. Por un camino de tierra detrás de la misma llegó hasta una enorme pared de tierra. Sin preocuparse, hizo varios sellos de fuinjutsu e hizo desaparecer la ilusión que él mismo había colocado allí. 

La entrada a una cueva apareció y el rubio entró volviendo a crear la ilusión tras él. Caminando por uno de los pasillos llegó a una de las habitaciones. En ella había varias estanterías con pergaminos y una mesa con varios de ellos abiertos de par en par, tal cual los había dejado el día anterior.

Con una mueca, se acercó a la mesa y miró las investigaciones que había estado llevando a cabo desde hacía poco más de un mes. Observó sus últimas notas. No sabía si había sido aquello, pero casualmente fue el día anterior cuando había conseguido dar un gran paso en su investigación. Las volvió a memorizar y, después de mirar la hora y apuntar las seis de la tarde en uno de los pergaminos, se acercó a un sello de fuinjutsu pintado en el suelo de la habitación. 

—Espero que no sea esto... —comentó antes de formar varios sellos de manos y gritar— ¡Taimutoraberā no Jutsu!

Un pequeño torbellino se formó en el centro del sello pintado y una fuerte energía salió de él como una brecha abriéndose en el aire. Una brillante luz lo acompañaba hasta que segundos después se desvaneció sin dejar rastro, tal cual había sucedido la primera vez.

Sólo esperaba que todo el esfuerzo que había puesto en aquello no fuera lo que causaba la enfermedad. Y si era eso... tenía que descubrir el motivo por el cuál a unos les afectaba y a otros no... Iba a ser un nuevo año complicado.


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Buenaaas, siguiente capítulo para vosotros. Espero que os esté gustando! Jeje

También deciros que intento mantener el suspenso, pero creo que se sabe perfectamente lo que está sucediendo, o al menos podéis sospecharlo. Si no... bueno, pues entonces ya se irá explicando a medida que vayan pasando los capítulos.

Eso es todo, queridos lectores. Nos vemos en el próximo capítulo <3

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