Quince

Los escuadrones de Konoha corrían hacia la frontera de Amegakure e Iwagakure, entre ellos el Equipo Minato y Kushina, quien estaba deseando llegar para darle su merecido al Tsuchikage. Mientras se dirigía hacia el campo de guerra, estaba centrada en sus pensamientos. ¿Cómo estaría su pequeño? ¿Y Minato? ¿Resistía aún? Desde que Kakashi había vuelto a Amegakure no había tenido información sobre ellos.

Mientras tanto, Kakashi guiaba al ejército de Konoha hasta el lugar, que ya se podía divisar por los ataques de la guerra a lo lejos. Shikaku daba órdenes a cada escuadrón, que comenzaban a separarse según el plan de ataque. Mientras que el escuadrón médico, liderado por Tsunade, se quedaba en la retaguardia, a la espera de la llegada de heridos. Algunos escuadrones estaban encargados de trasladarlos hasta allí.

—¡Rin!—la llamó Obito. Ella se giró y vio al Uchiha acercarse—. Ten cuidado si os atacan. Nosotros haremos lo posible para encontrar a Naruto, ¿de acuerdo?

—De acuerdo. Tened cuidado vosotros también.

Obito asintió y no pudo evitar despedirse con un pequeño beso antes de marcharse siguiendo a Kakashi y Kushina. La Uzumaki, mientras Obito se despedía de Rin, buscó a Minato, encontrándolo a lo lejos luchando contra algunos shinobi de Iwa con su característica rapidez y habilidad. Nada más se unió Obito a ella, corrió en aquella dirección, decidida en ayudar a su pareja. El chakra anaranjado del Kyubi comenzó a sobresalir alrededor de su cuerpo por la ira, aunque no dejaba que ésta la inundase.

—Kushina-san...—la llamó Kakashi, pero ella no contestó.

Obito y Kakashi se miraron, sin saber qué hacer con ella. No querían que comenzara a combatir sin pensar debido a la ira, pero su mirada decidida les decía que ella sabría qué hacer. Antes de poder seguir, ya muy cerca de Minato, Kushina se paró de inmediato, con la mirada fija en un lugar. En el horizonte, el Tsuchikage se mantenía erguido, viendo cómo sus tropas peleaban contra los de la alianza.

Los ojos de Kushina se abrieron de par en par, sus pupilas se afilaron y de su habitual color violeta, cambiaron a un rojo oscuro. Tres bigotes aparecieron en cada una de sus mejillas, de forma aterradora, acompañando a sus colmillos que se hicieron más afilados.

—Maldito...—susurró y caminó hasta él. 

El chakra del Kyubi se hacía cada vez más intenso. Una, dos, tres colas comenzaron a salir. Los shinobi que pasaban a su lado, se apartaban asustados. Finalmente, fue el Tsuchikage quien la vio. Varios shinobi de Iwa corrieron para atacarla, pero las colas de chakra los apartaron de su camino con algunas quemaduras. 

La mirada de Kushina estaba fija en el Tsuchikage, que comenzaba a retroceder con algo de miedo pero que se recompuso al notar que todos sus shinobi lo miraban. 

—La Habanero Sangriento de Konoha... Vaya sorpresa.

—¿Sorpresa? ¿Pensabas que ibas a secuestrar a mi hijo y yo no iba a venir a por él?—preguntó intentando no descontrolarse, pero su rostro mostraba lo furiosa que estaba.

El Tsuchikage mostró una sonrisa. Lo tenía todo calculado, no podía hacerle ningún daño.

—¿Crees que te dejaré? Si me haces un solo rasguño, mis shinobi no dudarán en matarlo.

Kushina apretó los dientes. La ira sobrepasó el límite, y una cuarta cola apareció tras ella. Mientras un gruñido se escuchaba, su piel iba desprendiéndose, mostrando una forma escalofriante. El Tsuchikage comenzó a levitar, preparado para realizar el primer ataque.

Kushina gruñó con fiereza, haciéndose escuchar en todo el campo de batalla. Todos los shinobi miraron hacia su posición. Minato se sorprendió al verla. Había estado tan concentrado en no ser herido, que no la había notado. 

—¡Kushina! —gritó preocupado en el momento en el que el Tsuchikage lanzaba su primer ataque.

—¡Jinton: Genkai Hakuri no Jutsu!—Un cubículo de color blanco se dirigía hacia la Uzumaki.

Sin embargo, ella lo esquivó con impresionante rapidez, saltando hacia la posición del Tsuchikage y golpeándolo hasta lanzarlo al suelo. Nada más tocar la superficie, Kushina volvió al ataque, sin esperar que el kage se levantara. Varios shinobi de Iwa se interpusieron para proteger a su líder, pero las garras que ahora portaba la Uzumaki acababa con ellos rápidamente, todo por llegar hasta aquel que había osado dañar a su pequeño.

.o.O.o.

Por otro lado, aunque sorprendidos por la fiereza de Kushina, los dos restantes del equipo Minato buscaban rastros de los chicos. Los ninken de Kakashi olisqueaban y guiaban al dúo hacia el lugar donde los tenían retenidos. 

—¿No crees que deberíamos ayudar a Kushina?—preguntó Obito preocupado por la pelea de la pelirroja.

—No. Kushina es fuerte y tengo fe en que se controlará en el momento en el que deberá hacerlo. Y si no es así... Minato lo hará. Nosotros nos concentraremos en encontrar a Naruto. 

—Está bien... Vamos.

Ambos entraron por una puerta secundaria del enorme muro, siguiendo a los ninken. Esquivaban a los shinobi que hacían guardia, pero muchos de ellos salían con rapidez para ayudar en la batalla, dándoles más oportunidades de infiltrarse. 

—Pakkun... ¿Están muy lejos?

—Parece que hay que subir. No sé cuántos pisos...—susurró olisqueando los peldaños de una escalera.

Kakashi asintió y miró a Obito. Los dos sacaron sus kunai, preparados para cualquier ataque que se diera en las escaleras si los shinobi bajaban. Por suerte, no se toparon con ninguno de ellos. No fue tanta la suerte en el siguiente tramo. Tres shinobi bajaban rápidamente, cuando los vieron. 

Como buenos compañeros, se coordinaron lo suficientemente bien como para acabar con ellos sin alertar al resto. Pakkun, que se había escondido para no estorbar, siguió rastreando. Guruko, uno de los ninken de Kakashi, corría por el pasillo en su dirección.

—Los he encontrado. Sexto piso, tercera puerta. Id rápido, al parecer van a usarlos como contraataque. Nosotros nos encargamos del resto de shinobi.

Nada más escuchar eso, Guruko se marchó y ambos compañeros comenzaron a subir escaleras. Un fuerte chakra se sintió pisos más arriba y comenzaron a asustarse al notar que era muy parecido al de Kushina.

—Mierda... Eso no es bueno—comentó Obito dándose más prisa.

Kakashi lo siguió, preocupado.

.o.O.o.

En el escenario con Kushina, ella y el Tsuchikage se lanzaban ataques sin parar. A pesar de la rapidez de la Uzumaki, la habilidad del Tsuchikage con el Jinton ya había desintegrado una de las colas de Kushina. Pero eso no impidió que volviera a crearse usando más chakra. Cada vez más, se acercaban al muro que separaba ambos países. La ira de Kushina, la preocupación del Tsuchikage de ser herido. En uno de los ataques del kage hacia Kushina, su Jinton llegó hasta el muro, haciendo un enorme agujero que desestabilizó la estructura.

Este ataque se notó en el edificio, provocando un temblor que preocupó a Kakashi y Obito.

—Démonos prisa, Obito.

—Ya estamos llegando...

Cuando llegaron al Sexto piso, comenzaron a abrir puertas, no había tiempo de saber cuál era la tercera puerta a la que se refería Guruko. Durante unos minutos se vieron apurados, cuando Kakashi observó a Naruto con su boca y manos llenas de sangre. Se veía asustado por lo que el Hatake se preocupó.

—¡Naruto! Tranquilo, ya estamos aquí...

—Kakashi-nii... Obito...-nii...—susurró antes de desplomarse.

—¡Naruto!—gritó Obito.

Kakashi lo cogió en brazos, mientras Obito cargaba a Gaara, que aún estaba inconsciente. Antes de salir de la habitación, el edificio colapsó. Los dos mayores protegieron a los niños entre sus brazos, soportando los golpes al caer. Los quejidos de ambos se escuchaban en la caída hasta que uno de los pisos más bajos aguantó el derrumbe y, por lo tanto, hizo que chocaran contra el suelo.

—¿Estáis bien?—preguntaron los dos compañeros al unísono, sintiéndose un poco idiotas.

—El pequeño está bien, aunque no se ha despertado. Yo algo adolorido, pero puedo apañármelas.

—Naruto está inconsciente, creo que no se ha golpeado con nada...—habló el Hatake mientras se quejaba por las heridas—. Yo... tengo una viga aplastando mi pierna. No sé si podré salir...

—¿¡Qué!? ¿Por qué no lo has dicho antes?—se preocupó.

—Lo más importante ahora son los niños, mantenerlos a salvo.

Obito suspiró y tuvo una idea. Activó su Sharingan y miró a Kakashi. El peliblanco no sabía qué iba a hacer hasta que una especie de vórtice comenzó a absorberlo. Estaba utilizando el kamui, y aunque se sorprendiera por pensar aquello, supo que Obito había tenido una grandiosa e inteligente idea. Finalmente, Kakashi desapareció en el kamui, siendo la hora de Obito de desaparecer de allí.

—No sé  por qué no lo he hecho mientras caíamos... Qué idiota soy—se quejó antes de desaparecer.


*****

Buenas!

Intentando ponerme un poco a escribir, más o menos me ha venido la inspiración y he escrito este capítulo. Es un poco corto, pero seguirá la pelea en el siguiente.  Por el momento, ¿qué os parece?

Después de tanto tiempo sin escribir, no sé si quedó un poco soso. Decidme en los comentarios.

Espero que os haya gustado y espero no tardar mucho en escribir el próximo. Aunque con esta cuarentena no sé qué decir, la verdad jajaja

¡Nos vemos! <3

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