Especial: Naruto
Habían pasado algo más de una hora cuando Naruto ya se había aburrido de estar esperando su padre. Su madre había dormido finalmente a su pequeño hermano Menma y él ya había probado a jugar con todos los juguetes que Konan le había traído. Kushina esta sorprendida por la paciencia que Naruto estaba mostrando, cuando el rubio corrió hacia ella impaciente.
—Oka-san, ¿Cuándo vuelve papá?—preguntó con cara de aburrimiento.
—No lo sé, Naru. Seguramente tarde un poco más. Tienes que entender que es una reunión muy importante.
—Pero estoy aburrido, dattebayo... y Menma siempre está llorando o durmiendo... ¿Por qué no puedo jugar con él?
—Porque es muy pequeño todavía, cuando sea un poco mayor entonces podréis jugar juntos.
Naruto se quejó y empezó a rodar por el suelo con desacuerdo. Entonces, Kushina tuvo una idea al recordar al pequeño niño que Naruto le había comentado ver.
—¿Por qué no vamos a preguntar por ese niño que habías visto? A lo mejor quiere jugar contigo.
La sonrisa de Naruto apareció en milisegundos al escuchar la propuesta de su madre. De un salto se acercó a ella y comenzó a saltar y gritar que sí repetidamente, lo que provocó que Menma se despertara por el alboroto y comenzara a llorar.
—¡Naruto!—gritó enfadada—. Acababa de dormirlo, dattebane...—se quejó antes de suspirar y mecer al bebé en sus brazos.
—¡Quiero jugar con él! ¿Podemos ir? ¡Porfi, porfi, porfiiii!—pidió con una sonrisa, dejando de lado la regañina de su madre.
—Vamos, a ver si así estuvieras entretenido un rato antes de que llegue Minato...
Mientras mecía a Menma, salieron de la habitación y Naruto la guió hasta la habitación de la que había visto salir al niño pelirrojo. Ya en la puerta, Kushina llamó a la puerta y un ANBU de la arena abrió la puerta. Un poco más atrás se podía ver al pequeño niño. Naruto lo saludó, pero el ANBU se colocó de tal forma que no pudieran verlo.
—Buenas tardes, soy Kushina, la mujer del Hokage. Esta tarde mi hijo me dijo que había visto a un niño... y quería preguntarle si podrían jugar juntos.
—El chico no puede ver a nadie, señora. Así son las reglas que el Kazekage me encomendó y así las acataré. Si no es molestia...
—¡Pero es un niño! ¿Lo vais a tener encerrado todo el día en esta habitación a oscuras?
—Usted no tiene derecho a decidir aquí. No es su madre.
—No, pero aun así...
—He dicho que no, y me da igual quien sea usted, pero las órdenes son órdenes y no las desobedeceré. Gaara no jugará con el idiota de su hijo, así que no moleste.
Las palabras del ANBU hicieron mella en la Uzumaki y nueve mechones de pelo comenzaron a levitar con una enorme aura negativa. El ANBU se alarmó por eso y observó a la pelirroja, quien se encontraba furiosa y una mirada penetrante que te helaba el alma.
—¿Cómo... has... llamado a mi hijo?—preguntó con seriedad asustando al ANBU.
Segundos después se lanzó a él e hincó el dedo sobre su armadura cabreada. Menma, quien estaba despierto, no lloraba, sino que observaba con sorpresa y algo de miedo a la que era su madre. Mientras que Naruto miraba a su madre y al ANBU como si fuera un partido de ping pong, con la misma cara que su pequeño hermano.
Sin embargo, cuando el otro niño se acercó para ver la pelea, Naruto dirigió su mirada hacia este, conectándola con la de él. Con una sonrisa, lo saludó esperando que él también lo hiciera. Pero como no decía nada, se acercó a él huyendo de la pelea de su mamá y aquel tipo.
—Hola, me llamo Naruto, dattebayo... ¿Y tú?
—Gaara...—se presentó.
*Mocoso... Ten cuidado con él... Shukaku está loco*, dijo una voz dentro de su cabeza, por lo que Naruto se extrañó.
—¿Shukaku?—murmuró el rubio sorprendiendo a Gaara.
—¿Conoces a Shukaku?—preguntó con la cabeza ladeada. Naruto negó y el pelirrojo alzó una ceja sin comprender.
—Es que lo ha dicho una voz en mi cabeza, dattebayo... Es la primera vez que la oigo.
—Shukaku dice que el zorro es un perezoso.
—¿Zorro? ¿Qué zorro?
Gaara se encogió de hombros sin saber y miró cómo discutían los mayores. Naruto, al verlo, tuvo una idea.
—Oye, Gaara... Tengo muchos juguetes en mi habitación, ¿quieres jugar? Así ellos no nos molestarán.
Gaara lo pensó y volvió a encogerse de hombros. Naruto rió y lo cogió del brazo antes de arrastrarlo hacia fuera y esperando que no les dijeran nada. Al entrar en la habitación, Naruto le enseñó el oso de peluche.
—¡Mira! Se parece al tuyo, ¿a que sí?
—Sí...—habló agachándose mientras observaba a Naruto revolver los juguetes.
Gaara no sabía qué pensar. Shukaku le había dicho que el zorro de Naruto era muy amargado y enfadón, pero él no lo creía así. El rubio no paraba de sonreír y de moverse hacia todos lados, así que no entendía por qué le decía eso. Además, le sorprendía que él no mostrara miedo hacia él, en Suna todos lo evitaban porque le temían. Así que jugar con él lo hacía feliz, a su manera.
—¿Gaara?—lo llamó Naruto desconcertado. Cuando lo miró, Naruto sonrió—. No me decías nada, dattebayo. ¿Quieres ser mi amigo?
Aquella pregunta lo sorprendió y no pudo evitar sonreír con los ojos llorosos. Sin hacerle esperar, él asintió alegre y se acercó a el para jugar cuando escucharon unos pasos. Se habían dejado la puerta abierta y podían escuchar las voces de alguien.
—Se supone que Han y Roshi se hospedan aquí...
—Aun así, veo imposible que podamos encadenar a esos dos... ¡Son Jinchuriki, por kami-sama! Nos matarán antes de que los ataquemos la primera vez.
—Esperad...—dijo otro—. Mirad esa puerta... está abierta.
—¿Y si nos han escuchado?
—Sea quien sea, los mataremos.
Naruto y Gaara se miraron asustados. Pero no pudieron esconderse antes de que ellos los vieran. Los ninjas los observaron sin saber qué hacer cuando el tercero habló.
—Esos niños... Tienen un chakra enorme...
—¿Qué propones que hagamos?
—Llevárnoslos. Creo... creo que nos serán de utilidad.
Una vez dicho esto, los tres se lanzaron hacia ellos. Naruto y Gaara intentaron deshacerse de ellos. Pero el primero de los ninjas cogió a Naruto y lo encadenó como pudo con las esposas que llevaba encima, ya que eran más grandes que sus manos y podrían escapar.
Gaara, al ver a su recién amigo en peligro, activó su arena, pero otro de ellos lo cogió sin darle tiempo a escapar, colocando sus esposas en la mano del niño, desactivando automáticamente su ataque.
El ninja sensor, quien se dio cuenta de que aquellos niños no eran normales, les insistió a los otros dos que ataran sus manos también con cuerda para que no se les cayeran las esposas.
Naruto seguía resistiéndose, consiguiendo darle una patada al shinobi que, enfadado, decidió dejarlo k.o. para evitar que diera más guerra. Seguidamente, colocaron cuerdas alrededor se las manos de los niños y huyeron antes de que alguien los viera.
Gaara aún seguía consciente, así que, intentando superar aquellas esposas que le impedían actuar, decidió ir dejando un rastro de arena.
Recordaba cuando su padre Rasa lo había obligado a recurrir a esa técnica desde que podía utilizar la arena para que él pudiera encontrarlo si se daba aquella situación de secuestro. Era hora de ponerlo en práctica, quería que su padre se sintiera orgulloso de él. Y si con ello salvaba a su ahora amigo Naruto, se esforzaría al máximo.
Los llevaron por los tejados hasta el bosque y una vez adentrados, Gaara quedó inconsciente por el gasto de chakra.
Horas después, Naruto se despertó desubicado. Sin embargo, el ver a Gaara inconsciente a su lado, lo hizo espabilarse.
—¡Gaara!—le gritó, pero él no respondió.
Asustado, sus ojos comenzaron a cristalizarse antes de comenzar a llorar por impotencia. Pero la voz que le había hablado anteriormente volvió a surgir en su cabeza. Aún no entendía lo que sucedía, pero no le desagradaba.
*Mocoso, las esposas que tienes suprimen todo mi chakra. Intenta deshacerte de las cuerdas para poder ayudarte*
*¿Cómo hago eso?*
*Saca las manos como puedas. Tienes que... no sé cómo explicártelo para que lo entiendas...*
Naruto se quejó al rozar las cuerdas contra sus muñecas e intentó sacarlas pero se hacía cada vez más daño. Las lágrimas salían todavía por el dolor de las muñecas y de ver a Gaara en aquella situación. Tragó con fuerza y volvió a intentar quitarse las cuerdas. Se hizo daño, pero consiguió sacar una de ellas. Con eso, el resto de la cuerda se quitó fácil, por lo que pudo sacar las manos de las esposas con suma facilidad.
Inmediatamente, corrió hacia el pelirrojo. La voz de su interior le había dicho que le quitara las cuerdas y las esposas rápidamente, ya que no conseguía recuperarse porque el chakra no podía fluir con normalidad debido al esfuerzo. Una vez que se las quitó, lo sacudió para despertarlo, pero no lo hacía.
*No va a despertar de repente, Naruto. Deja que se recupere*
—E-Está bien, dattebayo... ¿Cómo salimos de aquí?
*Siento a Kushina muy alterada, así que supongo que ya se habrá enterado de que desapareciste. Je, pobres. Esos palurdos me dan lástima. Iwa caerá antes de que Kushina permita que le quiten a sus cachorros*
*¿Mamá?*
*Sí. Tienes suerte, Naruto. Kushina sería capaz de masacrar a todo el mundo shinobi con tal de recuperar a sus hijos*
*¿Qué es masacrar?*, preguntó Naruto desconcertado y Kurama suspiró en su mente, sin saber qué hacer.
*Ya lo entenderás cuando seas mayor. Ahora tenemos que ver cómo salimos de aquí. Pero eres prácticamente un cachorrito, no tienes ni idea de qué hacer*
Naruto frunció el ceño y gruñó, enfadado con aquella voz. Sin embargo, antes de rechistar, un temblor lo hizo perder el equilibrio. La habitación se movió con brusquedad asustando al pequeño Uzumaki. Segundos después, dos shinobi de Iwa entraron a la celda.
Sin percatarse de que los dos estaban desatados, se lanzaron hacia ellos. Pero un chakra anaranjado rodeó al rubio. Los colmillos crecieron, al igual que sus uñas, mientras que sus marcas en las mejillas se acentuaron haciéndose más notables. Ambos ninjas se asustaron al verlo, pero igualmente saltaron a por él.
Los ojos cambiaron finalmente a un rojo oscuro y Kurama obtuvo el control. Gracias a eso, pudo atacarlos con arañazos y mordiscos, que los descolocó. Minutos después, Naruto recobró la conciencia y vio a los dos ninjas muertos con el cuello desgarrado. El miedo pasó por cada poro de su cuerpo y trastabilló hacia atrás.
*Lo siento, mocoso. Pero tenía que hacerlo si queremos escapar*
Naruto sollozó, pero asintió de acuerdo. Podía notar un fuerte sabor a hierro en su boca, pero no quería pensar en eso. Observó a Gaara y respiró hondo. La voz le había pedido controlar de nuevo su cuerpo para cargarlo, pero Naruto no quería. Iba a negarse, cuando escuchó a alguien.
—¡Naruto! Tranquilo, ya estamos aquí...
******
Buenas, hace un tiempo que no publico por aquí, pero ya tenéis capítulo además de que quería terminarlo para el cumple de Narutín. Lo que ocurre es que no estoy muy satisfecha con mi narración aunque esta escena era la que tenía pensada. Odio cuando no me sé expresar, así que si veis el capítulo muy malo, decídmelo sin problema.
Lo editaré más adelante, si tengo tiempo (como siempre, mi mayor enemigo es el tiempo :v). Así que espero editar ambas historias cuando pueda.
Espero que los siguientes capítulos compensen y que siga adelante sin más trabas temporales. Publicaré lo antes posible, como intento siempre, y si ocurre algo que me impida hacerlo, os avisaré.
Gracias por su atención, Luthien.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top