Dos

*NOTA IMPORTANTE AL FINAL DEL CAPÍTULO, LEED POR FAVOR.*

KONOHAGAKURE

Había comenzado Julio. El Daimyo ya había aceptado el pacto con Amegakure y Minato podía quedarse más tranquilo. Una de las condiciones era la protección de los Jinchuriki y que las demás aldeas vieran que ellos no eran armas, sino personas, y eso era muy importante para él, ya que su mujer, su hijo y su alumna lo eran. 

Sabía del odio y el temor que le tenían a estos por la preocupación de que se descontrolaran y mataran, como había pasado en el ataque de Zetsu, donde el Kyubi acabó matando a mucha gente y, aunque ya estaban más tranquilos, las malas miradas de los aldeanos hacia Kushina o hacia Rin les perjudicaba.

Por fin podría tener un agradable paseo por la aldea sin temer a que los trataran como monstruos. Una de las ventajas de ser el Hokage, era que podía mantener a los aldeanos lejos de ellos en caso de violencia, pero en otras aldeas los Jinchuriki no tenían tanta suerte.

Mientras tanto, un pequeño rubio mordía un muñeco con forma de pez viendo a su madre moverse de un lado a otro, curioso. Kushina lo había colocado en su silla para que no se moviera mientras ella preparaba los ingredientes para la cena. Había invitado al Equipo Minato y a la Familia Uchiha a cenar puesto que era su cumpleaños, pero ésta última no pudo asistir ya que había reunión del clan.

—Guuu—murmuró el pequeño mientras observaba el muñeco en sus manos para luego meterlo de nuevo en su boca.

Kushina al verlo, caminó hacia él y miró el muñeco todo babeado.

—Naruto, no babees los juguetes. Al final los acabo lavando todos, dattebane.

El bebé se rió y Kushina no pudo evitar quedarse a jugar un rato con él haciéndole cosquillitas y escondiendo su cara entre sus manos para luego saltar diciendo: "cu cu". Naruto reía después de las carantoñas y Kushina volvió a la cocina.

El sonido del timbre alertó a Naruto, que miraba para atrás para saber qué era ese ruido. Kushina fue a abrir y los tres chicos pasaron a la cocina donde estaban ellos. Al reconocerlos, Naruto rió y levantó sus manitas mientras las cerraba y abría para que lo cogieran en brazos.

Rin se acercó a él alegre y lo cogió haciendo que Naruto la mirara y comenzara a toquetear con los dedos babeados su cara. Rin reía por aquello, cogiendo un papel y limpiando sus manos para que no lo llenara todo.

Obito y Kakashi sonrieron al verlos, cuando pensaban que habían tenido suerte de no salir babeados.

—Podéis ir al salón a jugar con Naruto mientras hago la comida. Minato debe de estar al llegar.

—Claro—comentó Obito con una sonrisa.

—Yo te ayudo, Kushina—habló Rin dejando a Naruto en brazos de Obito—. ¿Qué te doy?

Los chicos no tardaron en acercarse al salón para jugar con Naruto. Lo dejaron en el suelo y ellos se sentaron a su lado jugando con él. Naruto miraba a los dos intentando hacer los mismos gestos que ellos. 

De vez en cuando el pequeño se sentía decepcionado de sí mismo al no saber hacer algunos movimientos que le enseñaban sus "hermanos mayores" y éstos reían divertidos al ver cómo su ceño se fruncía molesto.

—Venga Naruto, no llores...—se arrepintió Obito al ver las lágrimas que estaban a punto de salir de sus ojitos.

Lo cogió en brazos de nuevo y lo meció para que se calmara, pero el Namikaze le dio con la mano en la cara para que no lo cogiera, quejándose.

Kakashi rió por la negación de Naruto y miró a Obito retante.

—Seguro que si lo dejas en el suelo, se viene conmigo para que lo mime.

—¡Por supuesto que no, Bakakashi! Yo vengo más veces, piensa que soy su hermano.

Kakashi lo miró con superioridad y Obito cedió a su reto. Colocó a Naruto en el suelo, y los dos se alejaron de él unos metros.

Cada uno de ellos comenzó a llamar al pequeño con insistencia, dando palmitas o tonterías para que el niño los siguiera y se acercara a uno. Sin embargo, Naruto no sabía qué hacer.

Cuando Obito escondía su cara entre sus manos y le decía "cucú", Naruto reía y gateaba hacia él. Pero entonces, Kakashi hacía un leve jutsu de fuego parecido a unos fuegos artificiales y Naruto se acercaba maravillado.

Las pruebas para saber quién era mejor se sucedían. Tanto que Naruto se había quedado sentado mirando a cada uno de ellos algo desesperado.

Pero la puerta de entrada se abrió dejando ver a un rubio adulto con una maravillosa sonrisa. Al verlo, Naruto comenzó a gatear sin pensárselo dos veces hacia el que era su padre.

—¡Hey! ¿Cómo está mi pequeño?—preguntó mientras lo alzaba en sus brazos. 

Naruto aplaudía contento mientras miraba a sus "hermanos" para que se dieran cuenta de que "papá" había llegado.

Ambos shinobi estaban decepcionados de sí mismos al ser vencidos una vez más por el rubio Relámpago Amarillo. Minato no sabía por qué los chicos lo miraban con molestia, pero al ver la sonrisa de su pequeño hijo, lo alivió.

—¿Qué ocurre?—preguntó.

—Bakakashi y yo competíamos por saber a quién de los dos quiere más Naruto, pero has llegado y todos saben que es tu lapa. Nunca se separa de ti o de Kushina-san.

—Los quiere a los dos por igual, chicos. No se molesten por ello. Vayamos a la cocina, seguro Kushina y Rin están preparando ya la mesa.

Los tres, Minato con Naruto en brazos, caminaron en dirección a la cocina. Kushina, al ver a Minato, sonrió de oreja a oreja y saltó a zancadas hasta él para darle un profundo beso.

—Bienvenido, Minato.

—Gracias—sonrió el Yondaime. 

Los chicos se sentaron a la mesa al ver que ya estaba todo preparado y vieron al Hokage colocar a su hijo en la sillita en la que anteriormente se encontraba. Él se sentó y dejó que Kushina repartiera la comida entre todos los comensales, con felicidad.

Las conversaciones sobre nuevas misiones e historias graciosas llenaron la mesa de alegría hasta que llegó la hora del pastel cantándole el cumpleaños feliz a Kushina.

*****

No pasó mucho tiempo cuando Kushina sentía que se encontraba mal y que había estado con malos síntomas muchos días, por lo que ya no aguantaba más.

Tenía que ir al hospital y quería dejar a Naruto con Minato y así ir tranquila y esperar todo el tiempo posible. Lo que no se había esperado era encontrar allí a Mikoto con el pequeño Sasuke en brazos e Itachi a un lado. Los tres habían acompañado a Fugaku a la Torre Hokage y se despedían en aquel momento de él. 

Kushina saludó a Mikoto con rapidez y le explicó la situación. La Uchiha lo entendió rápidamente y sonrió internamente al saber de qué se trataba aunque su pelirroja amiga parecía totalmente despistada, además de que se ofreció para cuidar también a Naruto. Aquel día era el cumpleaños de Sasuke, así que tener a un amigo a su lado no era mala idea.

Dejó entonces a Sasuke en manos de Itachi. El mayor lo cogió sin decir ninguna palabra y lo mecía con soltura mientras el pequeño Sasuke reía al ver a su hermano. Sabía que aquel bebé no tenía la culpa pero no podía evitar verle como a Takeshi. El bebé cumplía un año. Un año que su sensei murió. Y no podía dejar de recordar.

Finalmente, escuchó el llamado de su madre y corrió junto a ella caminando hacia el distrito Uchiha.


Ambos bebés se encontraban en el parque de juegos. Curiosamente, no se peleaban, lo que sorprendió tanto a Mikoto como a Itachi. Sabiendo que de bebés siempre peleaban por todo y se celaban cuando el otro estaba en brazos de su madre. O cuando Itachi cogía a Naruto o jugaba con él, Sasuke se enfadaba y le tiraba cosas a Naruto.

Pero en aquel momento ambos reían. Parecían hablar en su propio idioma de bebés, y a pesar de que Naruto jugaba con las cosas de Sasuke, el pequeño Uchiha no se quejaba. Él estaba con otro juguete y no le importaba.

—Me resulta extraño que no se peleen—habló Itachi mirando a los peques mientras le tendía la bolsa de harina a su madre.

—Así es mejor. Al parecer se están empezando a llevar bien, es un avance—sonrió mientras batía los huevos.

Ambos Uchiha se dedicaban a preparar el pastel de cumpleaños para Sasuke mientras los vigilaban desde la cocina. Kushina, Minato y Fugaku tardarían en llegar, pero quería tener terminado el postre para entonces.


La tarde fue tranquila. En cuanto se cansaron de jugar, los tres niños se habían quedado dormidos pacíficamente. Itachi con Sasuke dormido sobre su pecho, no había tardado en caer poco después en el cómo sofá. Mikoto estaba contenta con ellos, podía ver que se querían mutuamente. Mientras que Naruto se había quedado dormido en la cuna, que habían trasladado hasta el sofá para que pudieran vigilarlo, y se encontraba abrazado a un muñeco de gato muy blandito y que parecía utilizar de almohada.

Kushina llegó en aquel instante, tocando a la puerta. Mikoto fue a abrir y le avisó que mantuviera el silencio. Al ingresar, ambas observaron al trío de niños en los brazos de Morfeo, y sonrieron antes de sentarse en las sillas de la cocina.

—¿Y cómo te ha ido en el hospital?—preguntó Mikoto.

—B-Bueno...—empezó a titubear la pelirroja—. E-Estoy embarazada... otra vez. 

Mikoto la abrazó dándole la enhorabuena y ambas rieron.

—¿Cuándo se lo dirás a Minato?—cuestionó la Uchiha curiosa.

—No lo sé... Me siento algo incómoda. Naruto apenas tiene un año, y vuelvo a estar embarazada. No sé qué dirá Minato y... estoy algo asustada. Kurama prometió ayudarme y no salir de mí en el caso de que el sello se descontrolara.

Mikoto entendía la situación, ya que Kushina le había contado sobre esa noche cuando comenzó a llorar por la muerte de Makoto. Kushina le había cogido mucho cariño a ese chico y se sentía culpable de que muriera aquel día.

—Tranquila... Seguro que todo saldrá bien. Recuerda que Makoto se deshizo del enemigo y ya no tienes de qué preocuparte...

—Mikoto... Tú... ¿Tú me harías el favor de quedarte con Naruto cuando me ponga de parto?

—Eso ni se pregunta, amiga—rió abrazándola de nuevo.

No pasó mucho tiempo cuando Minato y Fugaku llegaron a la mansión Uchiha. Itachi se despertó por las voces de los mayores y dejó a Sasuke en la cuna junto a Naruto antes de juntarse con ellos, pero los pequeños también se levantaron. Así que sin esperar mucho más, los padres cogieron a sus pequeños y las madres prepararon la merienda. Sacaron el pastel que horas antes había hecho Mikoto y los niños lo miraban maravillados.

Cantaron el cumpleaños feliz a Sasuke, que reía y aplaudía al igual que Naruto, y entre Mikoto y Fugaku soplaron las velas para que Sasuke se pensara que las había apagado él, que lo había intentado varias veces sin éxito al ver el gesto de sus padres.

—Bueno, ¿os ha gustado el pastel?

—Estaba muy bueno, Mikoto—habló Minato con una sonrisa mientras limpiaba las manos de Naruto por restregar el dulce por su boca y su ropa.

Fugaku sonrió de lado, orgulloso de su mujer, y luego Mikoto se levantó con una sonrisa.

—Bueno, pues hoy hay que celebrar algo más. ¿Verdad, Kushina?

La Uzumaki sintió cómo la sangre subía a su cara de repente. Carraspeó y notó que todos la miraban, excepto los pequeños, que iban a lo suyo. Minato la observó con una ceja alzada, queriendo saber de qué hablaba la matrona Uchiha y Kushina suspiró.

—Hoy fui al hospital para hacerme una revisión.

Minato se preocupó. Se había dado cuenta de que su mujer se llevaba encontrando mal desde hace días y también le había propuesto ir al médico, pero ella, testaruda, no quería ir. Pero al ver que había ido por su cuenta, le hizo pensar que se encontraba peor.

—¿¡Estás bien!?

—¿Eh? ¡Sí, sí! Es que... Minato. Vamos a ser papás... otra vez.









*******

GRACIAS! MUCHAS GRACIAS POR LOS ANIMOS Y EL APOYO QUE ME DISTEIS EL JUEVES. Estaba tan desganada que incluso pillé un constipado. Me duele la garganta, prácticamente no puedo hablar, y con el paquete de pañuelitos a un lado.

Pero al leer todos los comentarios que me dejásteis, me sentí mucho mejor y veo el amor de mis lectores. De verdad que os lo agradezco muchísimo.

Por eso aquí os he publicado el por fin terminado capítulo Dos, correspondiente a esta semana.

Y bueno, jajaja, una imagen que encontré, que me hizo mucha gracia.

Aquí se despide Luthien, con muchos besos y abrazos virtuales para ustedes y encantada de compartir los dangos con todos vosotros. <3 Sayonara!

 

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