Dieciséis
La batalla con los shinobi de Iwa estaba reñida y no sabían cómo iban a seguir adelante. Las tropas de Amegakure no eran suficientes para todo un ejército de una de las grandes aldeas ninja.
Pero, antes de que fuera demasiado tarde, los refuerzos de Konoha llegaron. Los nuevos shinobi sustituyeron a los que ya estaban cansados y heridos, y éstos últimos fueron atendidos por el escuadrón médico evitando más muertes.
La esperanza volvía para ellos.
Sin embargo, no pudieron imaginar que la Jinchuriki del Kyubi vendría con ellos. Una oleada de chakra se extendió por toda la zona de combate, alertando no solo a la Alianza sino también a los enemigos.
Sorprendidos, Yahiko, Konan y Nagato terminaron su lucha y corrieron hacia el lugar donde se desataría la pelea entre Kushina y el Tsuchikage. El poder que emanaba era enorme y no podían evitar quedarse embelesados.
—Qué cantidad de chakra...—susurró Nagato con los ojos abiertos de par en par.
—Busquemos a Minato-san—planteó Yahiko algo asustado. Entendía que la Uzumaki sólo luchaba con el Tsuchikage pero notó que no mantenía mucho el control. No quería que al final les afectara a ellos también—. Seguro que él nos dirá si es seguro.
Nagato y Konan asintieron y corrieron a la ubicación del Namikaze quien luchaba contra los shinobi de Iwa con fiereza pero atento en todo momento a las acciones de Kushina.
—¡Minato!
El rubio los escuchó y miró hacia ellos. Deshaciéndose del shinobi con el que luchaba, se acercó a ellos.
—¿Qué ocurre?
—Ella puede mantener el control, ¿cierto?—preguntó Yahiko.
Minato, algo contrariado observó la batalla que se estaba librando entre Oonoki y ella con preocupación. Kushina se encontraba ya en la cuarta cola y la segunda capa de chakra ya la había rodeado haciéndola parecer un monstruo diabólico. Pero segundos después, una sonrisa apareció en su rostro.
—Confío en ella. Estoy seguro de que sabrá detenerse en el momento adecuado. Sin embargo... también puedo entender que esté tan furiosa. Es nuestro hijo quién está en peligro, yo tampoco dejaría que le ocurriera algo.
Yahiko respiró hondo y asintió de acuerdo. Si Minato parecía tan tranquilo es que no había de qué preocuparse. Aunque aún quedaba una pequeña parte de él que temía que no se cumpliera la palabra del Namikaze.
Fue entonces cuando una Bijuudama y un Jinton chocaron entre sí y explotando justo en el enorme muro de piedra que cerraba el límite entre ambas fronteras. Minato observó la escena asustado y comenzó a correr hasta allí. Yahiko y Nagato se miraron preocupados antes de seguirlo.
El Tsuchikage observaba cómo el muro se derrumbaba sin poder hacer nada, sin embargo Kushina aún en su apariencia abrió los ojos de par en par. No podía ser, Naruto... Naruto estaba dentro, había notado su chakra.
Sin pensarlo ni un segundo, se dirigió hasta el muro. Intentó con sus cuatro colas emergentes mantener la estructura, pero fue en vano. No habían pasado dos minutos cuando el polvo generado por el derrumbe dejó ver todo derruido. Sólo la primera planta había quedado en pie.
Minato llegó hasta Kushina y Akatsuki tras él. La Uzumaki abandonó sus fase Jinchuriki aterrorizada y comenzó a mover los bloques de piedra buscando a su hijo.
—¡Naruto!—gritaba mientras intentaba buscar su chakra—. ¡Naruto! No encuentro su chakra—lloró quitando más piedras—. ¡Naruto! Por favor...
Minato, ya al lado de Kushina, miró el enorme derrumbe. Al escuchar a Kushina decir que no encontraba su chakra pensó lo peor. En shock, se dejó caer de rodillas al suelo. No podía creerlo.
Yahiko y Nagato se acercaron a ellos, intentando consolarlos. Pero Kushina empujó a Nagato y siguió haciéndose daño mientras intentaba sacar los bloques más grandes. No quería aceptar que su hijo había muerto y tenía que encontrarlo.
Fue entonces cuando no muy lejos de allí un vórtice apareció llamando su atención y mostrando las figuras de Kakashi y Obito con los dos pequeños en sus brazos. Los cuatro estaban llenos de polvo y Kakashi tenía una herida vendada en la pierna. Aunque la presencia de los niños es lo que hizo que Kushina y Minato volvieran más o menos en sí.
Todos los shinobi, aliados y enemigos estaban conmocionados por lo que estaba pasando. Hasta que Shikaku mandó arrestar a todos los shinobi de la roca y Rasa se encargó del Tsuchikage atrapándolo en una prisión con la arena que había ido creando a lo largo de la batalla.
—Naruto...—susurró aún sin creerlo. Al notar su chakra y confirmar que estaba vivo, corrió hacia ellos. Nada más llegar abrazó a Obito quién tenía a Naruto en sus brazos—. Obito... Kakashi... Gracias... ¡Gracias, dattebane!—gritó comenzando a llorar.
Obito sonrió y le dio a Naruto. Kushina abrazaba a su hijo con cuidado. Fue entonces cuando notó que su boca y manos estaban llenas de sangre. Al mirar a Obito, él le dijo con la mirada que no lo sabía.
Mientras, Minato se encontraba de pie en el mismo lugar, agradecido de que Naruto estuviera bien. Se acercó caminando hasta su mujer y sus alumnos y los miró con una sonrisa aunque sus ojos no pararan de echar lágrimas.
—No sabéis lo orgulloso que estoy de vosotros... Gracias—habló Minato abrazándolos cada uno con un brazo antes de hacerlo con Kushina y unirla al abrazo.
Como ya todo había acabado, el escuadrón médico se acercó para tratar a los heridos. Rin los divisó en la distancia y enterada de que habían conseguido salvar a los niños no dudó en ir a verlos. Quería saber si estaban bien. Además de que Rasa también se acercó a ellos seguido de sus ANBU para recuperar a su hijo.
—¡Minato-sensei! ¡Kushina-san! ¡Chicos! ¿Estáis bien?—gritó Rin llegando al lugar.
Obito levantó la mirada y sonrió. La atrapó con su brazo ahora libre y la metió en el abrazo también. Sin embargo, al ver a Naruto, Rin se preocupó.
—¿Qué le ha pasado a Naruto? ¿Está bien? —preguntó dispuesta a curarlo. Puso sus manos sobre su pecho y un haz verde de chakra salió de estas.
—Cuando llegamos, había un guarda muerto y Naruto ya estaba lleno de sangre. Luego se desmayó.
Rin asintió confirmando que la sangre no era de Naruto y eso alivió al grupo que ya se había separado. Entonces Rasa llegó con semblante serio y Kakashi miró al pequeño Gaara, quien seguía en sus brazos. Rin también lo revisó, pero solo estaba inconsciente por falta de chakra.
—Con todo lo sucedido... me temo que me replantearé muchas cosas. Hablaremos en la próxima reunión. ANBU, nos vamos. No tenemos nada más que hacer aquí.
Yahiko y Nagato intentaron convencerle de quedarse hasta entonces y tratarlos por si tuvieran heridas graves, pero fue en vano. Minato se quedó callado y suspiró bajo la atenta mirada de todos allí.
—Yahiko-san—lo llamó—. Cuando lleguemos a Amegakure me gustaría hablar con vosotros en privado.
El de cabellos anaranjados y el Uzumaki asintieron. Tenían que aceptar la responsabilidad de lo sucedido. Todo por aceptar la propuesta de dos Jinchuriki de la Iwagakure que ni se habían dignado a pelear una batalla en la que estaban claramente afectados y se habían marchado sin siquiera decir una palabra.
—Esos dos nos la van a pagar bien caro—habló Yahiko furioso—. No debí seguirles la corriente... son iguales que su kage. Por su cabezonería, nos han metido en una guerra sin sentido y han puesto a dos niños en peligro... ¡A Naruto! A quien juramos proteger, Nagato...
—Te entiendo, Yahiko. Yo también estoy furioso. Ahora ocupémonos del Tsuchikage.
—Tienes razón. Apurémonos. Hay muchas cosas que hacer.
Konan, quien los escuchaba con preocupación no sabía qué iba a pasar ahora. Todo aquello... iba a cambiar demasiado y no sabía si para bien o para mal. Estaba asustada y esperaba que no fuera la segunda opción.
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Nuevo capítulo ^^
Ya ha acabado la guerra contra Iwa y parece que todo está patas arriba. Aunque como vimos en el capítulo anterior (y creo que lo cambiaré a este), Naruto está a salvo.
Solo espero que os guste y esteis disfrutando de la lectura. Eso es todo. Saludos y hasta el próximo capítulo ^^ <3
P.D. Aviso que no estoy muy inspirada. Así que si encontráis el capítulo algo... soso o raro... es eso ^^'
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