Catorce

La situación en Konoha no era favorable. Fugaku intentaba mantener la tranquilidad en la aldea, pero la movilización de tantos ninjas preocupaba a todos aquellos que tenían dos dedos de frente para suponer que algo grave ocurría.

Grupos de shinobi se reunían en las puertas de Konoha a la espera de que su líder Shikaku diera el visto bueno. Todos ellos estaban impacientes. Su Hokage, aquel que intentaba traerles la paz por fin, estaba en problemas y ellos irían a ayudarlo.

Entre ellos, un joven Uchiha miraba a su alrededor, en busca de su compañera. Rin había ido a buscar al hospital su bolsa con los instrumentos necesarios en caso de emergencia. Estaba impaciente al ver que el escuadrón médico aún no llegaba a sus filas.

No fue mucho el tiempo cuando divisó a dicho grupo y, entre ellos, a la que era su pareja. Obito caminó hacia ella y la llamó.

—¡Rin!

La castaña, al oír su nombre, buscó con la mirada al dueño de la voz y, al encontrarlo, corrió hasta él con cara de preocupación.

—Obito, ¿quiénes faltan?

—Sois los últimos. En cuanto Shikaku de la señal, nos vamos.

—Bien. Perdona por la tardanza.

—No te preocupes—le aseguró con un pequeño beso en su frente—. Iremos a ayudar a Minato-sensei. Ayudaremos a salvar a Naruto.

—Sí...—susurró con tristeza—. No quiero imaginar cómo debe sentirse Kushina-san ahora mismo.

En cuanto oyeron la voz de Shikaku, todos quedaron en silencio para prestar atención.

—¡Escuchad! El Hokage necesita de nuestra ayuda. Iwagakure ha proclamado la guerra contra la Alianza Shinobi y tiene como rehén al hijo del Yodaime. Seguramente, el resto de aldeas aliadas manden refuerzos, pero nosotros no nos quedaremos atrás. Seremos un apoyo para el Hokage y haremos todo lo posible para derrotar a Iwa y darse su merecido. Saldremos ahora mismo y haremos el primer descanso en la frontera del País del Fuego. Intentad descansar todo lo posible ahí, porque el siguiente destino será la guerra. Todos y cada uno de vosotros sabéis que se cobran vidas aquí. Confiad en vuestras habilidades y darlo todo.

Una vez acabado el discurso, todos ellos gritaron de acuerdo y comenzaron a correr, dirección Amegakure. Obito y Rin se mantenían juntos, dándose apoyo el uno al otro. Cuando se enteraron de la situación por parte de Mikoto, no podían creerlo. ¿Cómo había sucedido?

—¿Crees que tendrás que utilizar a...?—comenzó a preguntar Obito.

—Espero que no... Sólo en un caso totalmente extremo lo haré. En principio solo voy como ninja médico. Tsunade-sama aún no me ha dado el permiso para entrar en batalla.

—Entiendo... Eso de que los ninjas médico son los más importantes y todo eso, ¿no?

—No te burles así, Obito—le regañó ella.

—¡No me burlo! Simplemente no entiendo que los ninjas médico no puedan luchar también si se requiere.

—Si nos matan a nosotros, habrá muchas más bajas a la larga. Si estamos ahí podemos salvar muchas vidas, lo sabes.

Obito decidió dejar el tema. Cuando Rin se ponía a defender su puesto como ninja médico podía dar un mega discurso con miles de argumentos para rebatirle. Así que no quería hondar mucho en ello.

—Sí, lo sé. Sólo... quiero que estés ahí si en el peor de los casos Naruto...—comentó, pero se obligó a parar, ni quería pensarlo.

—Lo sé... Yo también quiero velar por la salud de Naruto. Pero estaré donde me necesiten... Primero iré a ver a Kushina-san. Quiero ver cómo está y si necesita ayuda con Menma.

Obito frunció el ceño con rabia, pensando en cómo atacar a Iwa por haber secuestrado al pequeño Naruto. El niño no tenía la culpa de las rencillas políticas entre aldeas, posiblemente el único factor era ser hijo del Hokage. Entonces, al recordar a Naruto del futuro, sus puños se cerraron con fuerza con rabia.

Rin se dio cuenta de la reacción de Obito y sospechó en qué estaba pensando. Ella estaba preocupada por Naruto. Le recordaba tanto a su yo futuro y le agradecía por tanto, que necesitaba hacer por él lo que él hizo por ella. Gracias a Naruto, ella no perdió su vida por un pensamiento inútil. Y gracias a él, ahora era feliz con el que era su pareja.

A la mañana siguiente, llegaron a la frontera del País del Fuego. Al otro lado se encontraba el territorio de Amegakure, aunque aún quedaban cuatro de horas para llegar a la aldea. Los shinobi estaban algo cansados, pero nada que no pudieran superar en quince minutos de descanso. Obito y Rin aprovecharon para comer, ya que estaban a punto antes de que Mikoto los avisara.

Hablando de la matriarca Uchiha, ella se acercó a la pareja cuando los vio.

—Obito, Rin—los llamó.

—Mikoto-san. No sabía que también había venido.

—Sí... Quiero ayudar a Kushina en lo que necesite. Supongo que vosotros iréis con Minato y Kakashi, ¿cierto?

—Sí, al menos yo. Quiero darle una paliza a esos idiotas por meterse con Naruto—habló Obito con rabia.

—Yo también iré con Kushina, luego me incorporaré al escuadrón médico.

Mikoto asintió de acuerdo y decidió quedarse junto a ellos hasta que llegaran a Amegakure. Una vez allí, un miembro de Akatsuki los recibió y dio las coordenadas de la batalla. Shikaku aprovechó la parada para dividirlos en grupos de mismas habilidades y colocarlos en una posición en las que éstas serían mejor aprovechadas.

Sin embargo, Obito, Rin y Mikoto le preguntaron dónde se encontraba Kushina. El chico guió a los tres hasta el hostel donde la Uzumaki se estaba quedando.

—Ahora está acompañada de uno de sus ANBU. Ella ni siquiera habla, sólo quiere ir a batalla para ir a por su hijo, pero tampoco puede dejar al pequeño solo.

Mikoto y Rin entendieron a lo que se refería. Al llegar a la habitación, el akatsuki llamó a la puerta y un peliplata la abrió viendo un poco sorprendido a sus compañeros.

—Obito, Rin... ¿Ya están aquí los refuerzos?

—Sí, acabamos de llegar—habló Obito con el ceño fruncido—. ¿Y Kushina-san?

—Está dentro, pasad. Mikoto-san, no sabía que también venía.

—Sí, también vengo a ayudar a Kushina.

Kakashi asintió de acuerdo y cerró la puerta una vez que todos pasaron. Obito y Rin fueron los primeros en llegar hasta la Uzumaki. Ella tenía los ojos rojos por haber llorado, pero en aquel momento sólo abrazaba al pequeño Menma en una posición de cuidarlo.

—Kushina-san...—dijeron ambos preocupados al verla.

—Obito, Rin...—dijo sorprendida, pero al momento, sus ojos comenzaron a lagrimear de nuevo. Rin se acercó a ella y la abrazó con fuerza, intentando no aplastar al bebé.

—Salvaremos a Naruto, sea como sea—declaró el Uchiha con rabia—. Y ellos pagarán por haberlo hecho.

Kushina asintió agradecida y Rin cogió a Menma, quien se había dormido en los brazos de su madre y lo dejó en la cuna, para que descansara. Mikoto se acercó a ella y se fundieron en un fuerte abrazo dejando que la pelirroja volviera a desahogarse.

—Tengo que ir... Tengo que salvar a mi pequeño Naru... ¿Y si esos malditos le han hecho algo? ¿Y si está herido?

—Pero alguien tiene que quedarse con Menma, Kushina-san—habló Kakashi con seriedad—. Y sinceramente, luego de lo que está pasando, no me fío ni un pelo de que alguien que no conocemos se quede a solas con él.

—Estoy de acuerdo con Kakashi. Además, estás demasiado afectada y podría pasarte factu...—siguió Obito, pero Kushina lo miró con ira.

—¡Soy la maldita Jinchuriki del Kyubi, Obito! Si lucho, os juro que aniquilaría a todo su maldito ejército de desgraciados por haberse llevado a mi hijo.

Todos y cada uno de los que estaban allí se quedaron mudos, sabiendo que ella tenía razón. Pero Menma se despertó por el grito de su madre, comenzando a llorar. Mikoto rápidamente lo cogió y lo meció entre sus brazos para calmarlo. Una idea se formaba en su cabeza, y aunque quería darles una lección, creía que aquella era una buena idea.

—Yo me quedaré con Menma—declaró—. Vosotros deberíais ayudar a pelear y recuperar a Naruto.

—Pero Mikoto...

—Sé que te estás conteniendo de ir corriendo a partirles la cara a Iwagakure, por no dejar a Menma solo. Sé cómo eres y que no puedes estar quieta ni un solo segundo. Sólo ve, da rienda suelta a tu poder y salva a Naruto—dijo como un consejo de amiga y dándole todo el ánimo para hacer lo que quisiera hacer.

Kushina sintió un profundo agradecimiento y sonrió de oreja a oreja. Seguidamente, unió su mano y su puño y con una cara que daba terror, nueve mechones de pelo levitando y una sonrisa sádica, rió. Obito, Rin y Kakashi se pusieron a su lado.

—Esa chusma se va a enterar. Kushina Uzumaki, el Habanero Sangriento de Konoha, Jinchuriki del Kyubi... se une a la guerra.

*****

Bueno, pensaba publicarlo mañana, pero me siento generosa y lo publico ahora jajajaja ¿Qué os ha parecido? 

Por cierto, cambié un poco el capítulo Trece, por si alguno de vosotros quiere volver a leerlo. Y el siguiente capítulo seguramente sea desde el punto de vista de Naruto, desde que los secuestraron hasta el momento actual, así que espero hacerlo bien jajajaja

Eso es todo, nos vemos en el próximo cap! Aquí, Luthien, ciao!


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top