Capítulo 7: Amenaza


Aquel día, acompañado de esas palabras que aún resuenan en mi mente, comprendí que, aunque estuviera perdido, su eco seguiría persiguiéndome. Esa sensación de miedo se ha vuelto constante. No pienso unirme a Mephiles, aunque haya sido él quien despertó la oscuridad en mí. No encuentro sentido a mis propias acciones ni a sus consecuencias. ¿Acaso cometí un pecado tan grave? Solo hice lo que siempre hago: derrotarlo. Sin embargo, algo no encaja. Esto no puede estar pasando. No quiero creerlo... ¿Qué más le hice?

Sumido en mis pensamientos, casi no percibo el mundo a mi alrededor. A lo lejos, una voz logra atravesar el vacío en mi mente. Me llama por mi nombre, pero no sé si es real o solo otra ilusión nacida de mi culpa.

—¡Sonic! ¡Ahí estás! ¡Te estaba buscando, tienes que ayudarme!

La voz de Amy rompe mis dudas, y cuando volteo, la veo corriendo hacia mí, agitada, desesperada.

Mi cuerpo pesa, como si la energía se hubiera drenado junto con mi otra forma. Me esfuerzo en sonreír.

—Hola, Amy. ¿Qué ocurre? —pregunto con voz serena, intentando ocultar mi propio agotamiento.

Se tambalea al llegar a mí, jadeante, con las piernas a punto de ceder. Con sus últimas fuerzas logra hablar:

—S-Shadow... está gravemente herido... tenemos que ayudarlo...

Antes de que pudiera decir algo más, su cuerpo cede y cae. Logro sostenerla justo a tiempo.

—Tranquila, lo ayudaremos —le aseguro con suavidad mientras la cargo en mis brazos—. Dime, ¿Dónde está?

Con una mano temblorosa, me señala una dirección y no lo pienso dos veces corriendo tan rápido como me es posible.

El lugar no está lejos. Cuando llegamos, la escena es aún peor de lo que imaginaba. Shadow yace en el suelo, su cuerpo bañado en sangre, las heridas profundas lo consumen, y su respiración es débil. Amy, horrorizada, pregunta quién pudo haber hecho algo así.

Shadow apenas puede hablar. Su voz es un susurro quebrado, pero sus palabras me atraviesan como una daga.

—E-El erizo negro...

El mundo a mi alrededor se congela. Mi cuerpo se tensa, y el aire se vuelve pesado. Mi mente viaja al instante en que combatimos. ¿Fui yo quien lo dejó así? No... no puede ser...

Un sonido en mi comunicador me devuelve a la realidad. El Sonic Team se pone en contacto con Amy. No podemos perder tiempo. Sacando una Esmeralda del Caos de mi guante, la sostengo con fuerza.

—Chaos Control.

En un parpadeo, desaparecemos del lugar, transportándonos a la base central. Shadow necesita atención urgente. Amy también necesita descansar.

Pero lo que más me aterra es que yo... no sé cómo afrontar la verdad.

Ahora sí estaba realmente preocupado. Todo lo que ha sucedido hasta ahora pesa sobre mis hombros, y el momento en que descubran quién es el verdadero criminal se acerca. No sé cómo reaccionaré cuando ocurra.

Esa noche la pasé en la central del Sonic Team. Sabía que no me convertiría en aquello que tanto temo... al menos, eso quería creer. Buscando algo de tranquilidad, subí al techo y me dejé envolver por el resplandor de la luna. Esta noche parecía más hermosa que nunca. Suspiré, permitiéndome un momento de descanso para olvidar, aunque solo fuera por un instante, todo lo que estaba ocurriendo.

—No puedo creer que estabas aquí —la voz de Amy interrumpió mis pensamientos. Su risa suave la acompañaba—. Pensé que solo a mí me gustaba admirar el magnífico brillo de la luna, pero ahora veo que no.

Esbocé una sonrisa.

—Solo estoy descansando —respondí—. Pero admito que su luz es relajante.

Cada vez que estoy con Amy, un nuevo sentimiento surge dentro de mí. No sé si es amor, pero no me permito expresarlo. Prefiero protegerla antes que arriesgarme a perderla. La miré y, por un momento, sus ojos parecieron brillar más que la misma luna. Sin darme cuenta, sonreí.

—¿Qué pasa? —preguntó, inclinando la cabeza.

—No es nada.

Pero su sonrisa cómplice me hizo sentir algo avergonzado.

Por personas como Amy, sé que debo ser fuerte. Debo protegerlas... pero, ¿cómo lograrlo?

El ambiente era pacífico, como si el mundo hubiera decidido darnos un respiro. En ese instante, una luciérnaga voló hasta mí, deteniéndose sobre mi nariz. Amy la observó con asombro, y yo no pude evitar hacer lo mismo, sonriendo. Ha estado a mi lado por tanto tiempo que su presencia se ha vuelto especial para mí. Quizá suene repetitivo, pero es la verdad.

La luciérnaga se alejó, y justo cuando el silencio comenzaba a acomodarse entre nosotros, Amy hizo una pregunta extraña:

—Sonic... ¿qué opinas de lo que dicen las personas últimamente?

—¿Eh? ¿A qué te refieres?

Bajó la mirada antes de responder:

—Es un rumor absurdo, pero hay quienes creen que podría ser cierto. Dicen que el mundo será consumido por la oscuridad y que aquellos con corazones puros serán malditos... llenos de sombras.

Mantuve la calma y le sonreí con confianza.

—No tienes de qué preocuparte, Amy. No dejaré que nada de eso ocurra. Nadie maldecirá tu corazón, te lo prometo.

Ella me miró con determinación.

—Tú tampoco te dejes consumir, Sonic. Estoy segura de que derrotaremos a ese villano y volveremos a la paz de siempre. ¿Prometido?

Extendió su mano hacia mí, su sonrisa iluminando la noche más que la luna.

—Prometido —respondí, estrechando su mano.

"Lo prometo, Amy. Te protegeré, sin importar lo que me cueste... aunque tenga que arriesgar mi vida. No te fallaré."

Pasamos el resto de la noche juntos, hasta que se hizo tarde y nos despedimos. Sabía que el día siguiente sería difícil.

Al amanecer, los rayos del sol se filtraban entre la tela que cubría la ventana. Recordé la noche anterior y, sin darme cuenta, sonreí.

Decidí caminar de regreso a casa, esta vez a un ritmo tranquilo, observando la vida cotidiana del pueblo. Familias reían, amigos conversaban, niños jugaban. Este es el mundo que quiero proteger. Este es el mundo que quiero salvar.

Mientras caminaba, noté a una niña llorando sola en la esquina de un local. No pude ignorarla, así que me acerqué.

—Tranquila, pequeña. ¿Por qué lloras?

Ella no respondía, seguía sollozando. Me arrodillé frente a ella y sonreí con amabilidad.

—No te haré daño, ¿sí? Vamos, mejor sonríe.

La niña levantó la mirada, con lágrimas aún en sus ojos.

—Perdí mi bufanda... —susurró.

—Oh, eso tiene solución. Solo es cuestión de buscarla. Te prometo que la encontraremos, así que no llores más.

La pequeña asintió, y juntos recorrimos el pueblo. Preguntamos a varias personas, pero nadie la había visto. El sol comenzó a ocultarse y el tiempo se nos acababa. Justo cuando parecía que todo estaba perdido, un transeúnte nos mencionó que había visto una tela colgando de la fuente del pueblo.

Corrimos hasta allí y, efectivamente, la bufanda estaba intacta. Estaba un poco alta, pero no sería un problema para mí.

—Espera aquí —le dije antes de saltar sobre la fuente y tomarla. Con cuidado, la coloqué alrededor de su cuello.

—¿Lo ves? Te dije que la encontraríamos.

La niña sonrió con alegría.

—¡Muchas gracias, señor Sonic!

Reí.

—Solo Sonic, ¿sí?

Desde la distancia, su madre la llamó. Antes de irse, la niña me abrazó en señal de agradecimiento. Me quedé mirándola hasta que desapareció entre la multitud.

Fue extraño... por primera vez en mucho tiempo, no ocurrió nada malo. No sentí ese ardor en mi cuerpo, no hubo peligro. Pero el día aún no terminaba.

Seguí explorando el pueblo, cuando de repente, mi comunicador sonó. Era Amy.

—¡Sonic! Encontramos una Esmeralda del Caos. Necesitamos que vengas de inmediato.

No respondí de inmediato. La idea de acercarme a una esmeralda me inquietaba. ¿Y si su poder despertaba algo en mí?

—Sonic, por favor. Te necesitamos.

Suspiré y, sin decir más, corrí hacia el lugar.

Cuando llegué, todos estaban allí. Amy ayudaba a Tails con la esmeralda, mientras Blaze, Silver y Knuckles vigilaban los alrededores. Pero algo estaba mal. La zona parecía haber sido devastada por una explosión.

Tails se acercó a mí con una expresión preocupada.

—Sonic... mira esto.

Cuando vi la Esmeralda del Caos en sus manos, me quedé sin aliento. Estaba rota.

—Esto no debería ser posible...

Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Algo no estaba bien.

—Tails... tenemos que irnos. Ahora.

Pero antes de que pudiéramos movernos, una voz resonó en el aire.

Y entonces, un dolor insoportable atravesó mi pecho.

Caí de rodillas, jadeando. Todos se acercaron a mí, preocupados, pero logré reunir fuerzas para gritar:

—¡Váyanse, rápido!

—¡No podemos dejarte solo! —gritó Tails.

Quería responder, pero mi cuerpo no respondía. No quería convertirme... no quería hacerles daño.

Entonces, aquella voz habló de nuevo, gruesa y escalofriante.

—Quizás deberían obedecer a su amigo...

"¡Mephiles!"

—Entréguenme la esmeralda y los dejaré ir —exigió con frialdad.

Tails sostuvo la esmeralda con fuerza.

—¡Sonic, esta no es una esmeralda común! —gritó.

—¡Entonces llévatela ahora!

Tails corrió, pero Mephiles lanzó un ataque. Me adelanté y formé una barrera para protegerlo. Fue entonces cuando noté el reflejo en sus ojos.

Los míos ya no eran verdes.

Eran carmesí.

El caos estalló. Entre el humo, intentamos escapar, pero Mephiles nos alcanzó y me tomó del cuello estrellándome contra un árbol. Intentaba quitarle la esmeralda a Tails pero no lo permitiría.

Reuniendo fuerzas, lo golpeé con todas mis fuerzas.

Pero cuando Mephiles extendió su mano hacia mí, todo se detuvo.





No pude hacer nada. Sonic solo logró asestar un golpe antes de que todo cambiara.

Mephiles sonrió.

—Vamos, Sonic. Deja de resistirte.

Y entonces, ocurrió.

Sonic gritó de dolor, llevándose las manos a la cabeza como si algo dentro de él estuviera desgarrándolo desde adentro. Se desplomó sobre sus rodillas, sus garras arañando el suelo con desesperación.

—¡No...! —jadeó entre dientes, su respiración errática—. ¡No voy a... dejarte...!

Su cuerpo se convulsionaba, como si estuviera librando una batalla interna. Un aura oscura comenzó a rodearlo, envolviendo cada parte de su ser. Sus músculos se tensaron, sus colmillos rechinaron con fuerza.

—¡Sonic, resiste! —grité con todas mis fuerzas, pero su expresión reflejaba puro tormento.

Sus ojos se abrieron de golpe, revelando un resplandor carmesí que reemplazó el verde brillante de siempre. Un rugido desgarrador escapó de su garganta mientras su cuerpo se arqueaba, como si la sombra que lo consumía lo destrozara desde dentro.

—¡No... soy... un monstruo! —intentó resistirse, pero su propia voz sonaba más gutural, más oscura.

Sus brazos temblaban, sus piernas apenas lograban sostenerlo. Era como si estuviera atrapado en una agonía sin fin, luchando contra algo mucho más grande que él.

Pero la oscuridad no tenía intención de soltarlo.

Sus garras se hundieron en la tierra. Su pelaje comenzó a oscurecerse, la energía corrupta envolviendo cada fibra de su ser. Y entonces... todo se detuvo.

El grito cesó.

El viento pareció contener la respiración.

Lentamente, Sonic se puso de pie.

Su pelaje era negro como la noche, rodeado por aquel aura oscura y palpitante. Sus ojos, antes llenos de vida, eran ahora blancos e inhumanos. Sus colmillos sobresalían ligeramente, dándole una apariencia más feroz... más salvaje.

Se quedó allí, inmóvil por un instante, antes de girarse lentamente hacia nosotros.

Esa mirada no era la de Sonic.

Era la de un asesino.

Mephiles sonrió con satisfacción.

—Eso es... ahora, quítales la esmeralda.

Sonic dio un paso al frente.

Y entonces, comprendimos que nuestro amigo ya no estaba allí.

---------------------------------------------------------------------

¡Holiiiii! :)

Muchas gracias por ser pacientes y acompañarme hasta aqui, creo que ya podré actualizar más pronto. No olvides dejar tu opinión :3 que con eso me motivo para seguir escribiendo. Si quieres puedes comentarle tus ideas y puede que las tomé en cuenta.
¡Nos vemos en el próximo capitulo!

By:Chimuelo78
6 de julio 2017

Edición: 07/02/2025

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top