Capítulo:7 El arma en tu cuello.
No quería entrar a mi habitación por nada del mundo, sentía que me enfrentaría con algo terrible, pero no podía retrasarlo más tenía que hacerlo si o si, aunque me tentaba la idea de dormir en el sofá y venir en la mañana, así lo confrontaría ante a luz resplandeciente del sol y no en la penumbra del terror de la oscuridad.
¿Qué dices Elise?
¡Sé valiente!
Posé mi mano en el mango de la puerta y lo giré ante un arrebato total de osadía, lamentablemente eso no duró mucho. Un frío glacial recorrió mi espalda, llevé una mano a mi boca para contener el chillido que advertía con salir, en el centro de la pared estaba una foto mía con un cuchillo en mi rostro, me hallaba inmóvil como si estuviera pegada al piso, por debajo de ella había una nota, obligué a mis pies moverse, con pasos lentos me deshice de nuestra distancia y alcé mi mano para agarrarla con miedo a saber que decía:
''Estuve fantaseando con ver tu rostro aterrado mientras observabas como me aproximaba a matarte, con tu sangre en mi cuerpo y tu cabeza en mi posesión, no sabes cuánto anhelo que llegue ese día, deseo ya tener una pieza nueva en mi colección, me excita la imagen de tu cuerpo sin ella
Dulces sueños Elise''
Mis piernas comenzaron a fallar, sentí como todo daba vueltas, me dejé caer y el dolor inundó mi cuerpo, eso no era nada comparado con lo que estaba sintiendo por dentro, sin darme cuenta las lágrimas brotaron de mis ojos cayendo por mis mejillas, una parte me aseguraba que había sido él, fue el único que salió del comedor, mi ventana estaba cerrada con pestillo por lo cual resultaba imposible que alguien entrará. Me espantaba el hecho de que mi posible asesino estuviera cruzando la calle, podía ser un acosador, pero no tenía cara de un loco que mataba chicas, bueno, aunque nunca la tienen siempre parecen ser buenas personas, gentiles, confiables y cuando llegaba el momento
¡Bang!
Te aniquilaban sin piedad.
¿Por qué precisamente yo entre tantas chicas fui seleccionada?
¿Qué tenía de diferente?
¿Qué tenía de especial?
No quería morir tenía muchas metas y proyectos.
¿Qué podía hacer?
¿Ir a la policía?
Para que continuaron con sus ''adolescentes ebrios''
¿Contarle a mis padres?
¿A Tom?
¿Y si empeoraba las cosas?
Mi cabeza dolía, solo quería acabar con esto rápido, que alguien saliera de la nada diciéndo ''caíste es una broma saluda a la cámara saldrás en nuestro próximo episodio del programa''
Sabía que sonaba imposible, pero esas locuras son las únicas que me quedaban.
Todo parecía tan ajeno a la realidad, llegué a creer que talvez me encontraba en una pesadilla y no podía despertar, a veces eso suele ocurrir, hay sueños que parecen durar siglos. A lo lejos oí mi teléfono zumbar, no lo atendería no quería más sorpresas, más temores, ya había tenido suficiente por hoy, sin embargo, no paraba de sonar me estaba resultando irritante así que a regañadientes me levanté, era increíble ni si quiera una podía llorar en paz, aparté las lágrimas y cogí el móvil, contesté de inmediato al ver que era mi amigo Thomas.
-Hola Tommy- carraspeé esperando sonar normal, aunque mi voz estaba ronca y se escuchaba extraña.
- ¿Elise estás bien? - su tono estaba lleno de alteración.
-Si yo- me interrumpió.
-Estabas llorando, ¿verdad?
-Sí, pero...-mordí mi labio pensando en algo que decir para calmarlo y no se alterara más- fue porque murió un personaje de mi libro- lo escuché suspirar, el más que nadie sabía cómo me ponía por esas cosas.
-Tú y tus libros Elise ¡terminarás haciendo que me dé un infarto! – suspiré aliviada, se lo creyó gracias a Dios por que no sabía que más inventarle, en ese momento mi imaginación estaba escasa.
-Lo siento Tom.
-Tranquila linda.
- ¿Para qué me marcaste? - formulé algo extrañada ya que no frecuentaba mucho llamarme, la mayoría del tiempo solo enviaba textos.
-Casi se me olvida, quería invitarte mañana a ir a Stevens Point, ¿recuerdas? Lo habíamos hablado unos días atrás para ir al nuevo centro comercial que abrieron hace unas semanas.
-Si claro lo recuerdo bien.
- ¿Entonces irás? -inquirió con cierto tono esperanzador.
-Por supuesto.
No dudé en aceptar necesitaba un respiro, alejarme y olvidarme de toda esta locura, recordar cómo se sentía la paz de nuevo y esperaba grandemente que la salida con Thomas mañana me ayudara, no creía que eso fuese tan imposible o difícil de conseguir ¿o sí? Sabía que con él podría tener un rato agradable, siempre me hacía sentir bien, siempre estaba allí para mí, así como yo lo estaba para él.
-Genial, ¿paso por ti a las 7?
-A las 7 está bien.
-Bien, descansa nos vemos mañana.
-Descansa- articulé antes de cortar.
Coloqué mi móvil en la mesa de noche y me tiré en la cama, desplazando mis ojos hasta la pared, debía quitar eso de allí antes de que mi madre lo viera, eso sería después en ese momento solo deseaba quedarme en la cama y no levantarme.
El sueño no se apoderaba de mi mente y deseaba que lo hiciera, por alguna extraña razón me mantenía despierta, ¿Qué tenía contra mí? Últimamente hacerme esto era uno de sus hobbies, esta será una de esas noches largas, me imaginaba las horribles ojeras que tendría mañana. Con el pasar del tiempo empecé a oír las gotas de lluvia caer en el techo, amaba cuando llovía, el sonido me relajaba bastante, cerré mis ojos para disfrutarlo mejor y de un momento a otro paré de escuchar el sonido placentero perdiéndome del todo.
Abrí mis ojos de golpe al sentir los rayos de sol que se colaban por mi ventana, coloqué el dorso de mi mano sobre mis ojos tratando de cubrirlos, anhelaba seguir durmiendo, no obstante, recordé que había quedado con Thomas.
¡Santo cielo!
Me incorporé velozmente, mareándome un poco por tan repentino movimiento, el reloj situado al lado de mi cama marcaba las 6:30 am, ¡Solo tenía 30 minutos para alistarme! Entré al baño como un rayo, debía apurarme. Luego como era costumbre cogí lo primero que hallé en mi armario, mientras cepillaba mi cabello me percaté del ruido que provocaba el claxon de su auto.
Frené en seco no podía irme sin quitar el hermoso regalo de mi querido asesino, girando sobre mis talones me desplacé sin ganas a la pared, ver esa foto causaba que el vello de la nuca se me erizara, alargué mi mano quitándola bruscamente, logrando que se arrugara y posiblemente se rompiera un poco, abrí el cajón de mi escritorio arrojándola, allí nadie la vería, por ahora era un lugar seguro. Salí a toda prisa de mi cuarto, al pasar por la cocina me despedí de mi madre la cual preparaba el desayuno, nunca le ha importado que saliera, siempre y cuando cumpliera con el toque de queda establecido.
-Hola Tommy- sonrío al abrir la puerta del copiloto para subir.
-Lise- me devolvió el gesto- ¿lista para el mejor viaje de tu vida?
Rodé los ojos.
- Lista- reí colocándome el cinturón mientras arrancaba el automóvil.
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