Capítulo:20 Dejemos a los muertos descansar.
Rayos.
Eso fue lo primero que mis oídos captaron mientas mi cuerpo volvía a la vida lentamente.
Rayos.
Rayos.
Y más rayos.
No podía moverme algo me impedía hacerlo.
No podía ponerme en pie, respirar, pensar o sentir sin ser bombardeada por la opresión dolorosa de mis extremidades.
Mis ojos se abrieron de golpe, aterrada comencé a inhalar y exhalar por la boca, observé mis manos amarradas con cuerda a cada brazo de una silla, tiré de ellas con toda la fuerza que tenía y solo conseguí romper e irritar mis muñecas.
¿Cómo llegué aquí?
¿Cómo pasó esto?
Obligué a mi cerebro remembrar como paré aquí, lo ultimo que recordaba era estar viendo una película de terror con mi padre, comiendo palomitas bañadas en caramelo y bebiendo gaseosa, él se levantó para ir al baño y después de eso sentí un dolor horrible en mi cabeza sumergiéndome en un mar de negrura.
Un movimiento llamó mi atención, forcé mi visión para enfocarme en la sombra desconocida al otro lado de la habitación.
-Al fin despiertas querida-dijo con inmensa alegría.
Por Dios.
Era él.
El fantasma.
O más bien su cómplice.
Mi juicio se nubló y el pánico lo dominó, intenté de nuevo salir de la prisión de las sogas, temía por papá, por lo que le había hecho o iba hacer.
-No haría eso si fuera tú, te quedarás sin muñecas y es más que inútil.
- Como si te importa- espeté- ¿Dónde está mi padre? ¿Qué hiciste con él?
Lo oí reír.
¿Qué era lo gracioso?
-Me importaste una vez hace mucho- siguió merodeando por la penumbra de la habitación- no te preocupes por tu papá esta bien o al menos lo estará dentro de poco.
- ¿Qué quieres decir?
Guardó silencio.
- ¿Quién eres? - eché un vistazo por el lugar con disimulo.
Estaba en un sitio que conocía bien, todo este ambiente se me hacía familiar, las piezas poco a poco se fueron armando en mi menteel sótano, desde aquí nadie podría oírme si pedía socorro menos con la lluvia y truenos, pero debía que intentarlo.
- ¡Por favor ayuda! - chillé con toda la intensidad que pude.
Una horrible carcajada invadió mi audición provocando poner mi piel de gallina.
-Música para mis oídos.
- ¿Quién eres? ¿Por qué sigues como cobarde escondido en la oscuridad? No me digas, te da miedo salir- coraje dominó mis palabras, no deseaba seguir con este juego.
Su juego.
Dio un paso hacia adelante.
-¿Tan ansiosa de verme querida?
Otro paso más, y otro conforme lo hacía la garganta se contraía dificultando mi respiración. La poca luz del bombillo alumbró su rostro, mis ojos se ensancharon reflejando un centenar de emociones: tristeza, ira, pánico, dolor. A pesar de lo que suponía tenía la esperanza de encontrarme con otro rostro no este, el que ha estado conmigo toda mi vida, el que me vio crecer, reír, llorar.
El de mi padre.
Mi padre.
Era el despiadado homicida.
-¿Sorprendida pequeña?- se colocó delante de mí sujetando un hacha en su mano derecha.
- ¿Cómocómo? - no podía formular palabra mi cerebro estaba desconcertado.
- ¿Pude hacerlo? - una sonrisa adornó su semblante- verás fue demasiado sencillo.
- ¿Por qué? ¿Por qué haces esto? ¿por qué las mataste? ¿por qué vas a matarme? ¿Qué podrías ganar con todo esto?
Sus ojos marrones brillaron.
-Satisfacción, no sabes lo liberador que resulta ser.
¿Satisfacción?
Que mente tan retorcida podría tener para encontrar placer en algo como esto.
-Ahora- caminaba alrededor de la silla arrastrando el arma contra el suelo el ruido que esta emanaba causaba que mis palpitaciones aumentaran su ritmo- contestando tus otras preguntas, las maté por que se parecían a ti y eso me repugna, en realidad, todas esas perras se parecen a ti.
- ¿Qué? No tenemos ningún parecido.
-Por supuesto todas son estúpidas y patéticas como tú, todas arruinan la vida de sus padres con su existencia, rompen matrimonios.
-Eso es ridículo, estás loco-estampó la pesada palma de su mano en mi mejilla, volviendo mi faz para la izquierda, mi cachete ardía, sentía como palpitaba aullando de dolor, el cabello cubría mi cara.
-Cuidado con tus palabras.
Volví mi rostro con lentitud enfrentándolo de nuevo, con una mirada firme, no le demostraría debilidad.
-Contestaré tu ultima inquietud para acabar con esto-acercó su rostro al mío- eres la responsable de la ruina de mi matrimonio- concluyó con ira.
-No claro que nojamás haría algo como eso padre.
-No me llames así- me vio con asco- lo hizo tu hermano, él no esta aquí y los hermanos mayores siempre asumen los pecados del otro.
Un nudo se formuló en mi garganta.
-Inventaste lo de las apuestas para desviar la atención, te refugiaste en esa mentira para quedar impune de toda sospecha, lo que no entiendo es ¿cómo Rune se involucró en esta locura?
-Veras él solo fue el medio para un fin, solo fue un chico con mala suerte por estar en el momento equivocado, solo fue mi oportunidad para deshacerme de la estúpida policía, ellos tienen a su asesino y yo puedo seguir matando feliz por las calles- levantó el hacha sostenida por ambas manos .
Los mismos brazos que me alzaron cuando eran niña ahora iban a asesinarme.
Mi vida se reflejó en el brillo del filo al ser impactado por la tenue luz, no podía morir aquí.
Tenía que salir de esta.
Lo prometí.
Prometí ser la última.
Prometí vengarme por todas.
Este no podía ser el final.
-Padre no hagas esto necesitas ayuda, anda suéltame y te prometo que te la brindaré, te llevaré a un buen lugar y perdonaré porque te quiero, lo siento mucho de verdad.
-Un lo siento no traerá los años de vuelta.
- ¿Y matarme sí?
-No, pero como te lo dije todo se trata de satisfacción-sus facciones se ensombrecieron.
-No papá por favor- fue demasiado tarde, el arma afilada penetró mi piel.
Mi respiración se apagaba
Mi visión se oscurecía y lo único que podía hacer era ver el rostro malvado de mi progenitor cargado de placer tras ver como ve desangraba, como la sangre recorría mi cuerpo.
Lo sentía por fallar a mi juramento, por no ser yo quien finalizó con esta cadena de muertes.
Escuché la última palpitación de mi corazón antes de que mi cuerpo se apagara por completo.
- ¡No! - exclamé enderezándome con brusquedad de mi cama, toqué mi cuello sintiéndome aliviada mientras trataba de regular mi respiración.
Estaba entera.
En una pieza.
Con viva.
-Buu- mi padre salió entre las sombras de la noche con un hacha en sus manos, me pegué a la pared deseando que esta me tragara, alcé mi mano para protegerme, sin embargo, no sirvió de nada de igual manera logró herirme, matarme.
La sangre bañaba mi cuerpo y se deslizaba por su rostro, complacido por lo que hizo.
Abrí mis ojos llena de pánico, mis manos temblaban, mi corazón latía aterrado, enloquecido, debía calmarme si no lo hacía me daría un ataque, mi ropa estaba mojada por el sudor, mi cabello se pegaba en la frente.
Cálmate Elise.
Fue solo un sueño.
Uno terrible.
Todo estará bien.
¿Lo estará?
Percibí la pegajosidad de las lágrimas en mis mejillas había estado llorando mientras dormía. Exigí a mi cuerpo reacio a levantarse de la cama tenía que revisar mi recamara de lo contrario estaría intranquila.
¿Qué tal si estaba oculto en mi cuarto?
Mi mente estaba recelosa y paranoica, alerta ante cualquier anormalidad, una parte de mi temía que algo o alguien saliera y acabara como en la pesadilla, un escalofrió recorrió mi espalda al recordar esa irrealidad. Inspeccioné cada parte, cada rincón de mi dormitorio, verificando que solo estuviera yo y mis nervios.
Esto era como especie de supervivencia.
Cazar o ser cazado.
Matar o morir.
Y estaba más que decidida
No iba a ser yo quien muriera.
Era una mañana de sábado realmente helada, desplacé mi cuerpo tembloroso hasta la ventana y aparté las cortinas para encontrarme con un triste panorama, el cielo estaba gris y la intensidad del sol era realmente débil, pasé la palma de mi mano por la venta para quitar la humedad y lograr ver mejor, la noche anterior había sido increíblemente aterida, lo que era normal en esta época del año.
Las hojas de los árboles caducos cambiaban su color verde por tonos ocres, hasta que se secan y caían ayudadas por el viento que soplaba con mayor fuerza, semejante a una bella danza de colores, me abracé a mí misma viendo la sincronía de los pétalos al movimiento de la brisa glacial, mi foco de atención cambió al distinguir un balanceo en la dosel que impedía la vista a su cuarto, seguido de eso aprecié su faz sonriente y adormilada, podía observar su torso desnudo, era evidente que se ejercitaba bastante, tenía hombros anchos, brazos trabajados y abdomen marcado, parecía chico de revista. Jasper levantó su mano y me saludó, hice lo mismo mientras curvaba las comisuras de mis labios, apuesto que no me veía igual de atractiva que él, de seguro con unas pronunciadas ojeras, más lívida de lo normal y con un cabello enmarañado, en resumen, un desastre.
Ayer me había abierto a él como nadie en todos estos días, pude desahogarme, fue como quitarme un peso de encima. Hoy sería el de Maya funeral y mi nuevo amigo prometió acompañarme, debía darme prisa si quería llegar a tiempo, sé que tal vez tuve que decirle a Thomas, pero no lo comprendería él mismo me pidió que cortara comunicación con ella y aun seguía sin comprender porqué.
Escuché trepitar mi celular en la mesa de noche, me alejé de la ventana con mi corazón desbocado.
Por favor.
Por favor.
Que no sea.
Que no sea.
Deslicé mi pulgar en la pantalla rota pidiendo a Dios que escuchara mis plegarias.
Jasper: ¿Estas seguras de querer ir?
Solté todo el aire que estaba conteniendo y regresé al ventanal.
Mis labios se movieron dándole un "si" mudo.
Jasper: Iré dentro de 30 minutos.
Volví a verlo y asentí accediendo.
Me dirigí hasta el baño para tomar lo que fue una rápida ducha, sostuve la toalla que rodeaba mi cuerpo para que no cayera, mi cabello estaba en un moño totalmente desordenado. Moví los ganchos de ropa en mi armario buscando algo adecuando para la ocasión, encontré un vestido negro de mangas largas, cuello en "v" me quedaba dos dedos arriba de la rodilla, luego de cambiarme cepillé mi cabello liso mirándome al espejo, mi aspecto no era tan catastrófico como pensaba.
Entré al cuarto de mis padres para tomar una gabardina negra de mi madre así estaría más caliente, el timbre de la puerta resonó en las paredes de la casa, me apresuré a ir a abrirla mientras terminaba con los botones del abrigo.
- ¿Lista? - preguntó Jasper frente a mí, lucia impecable con su traje completamente negro a la medida y el cabello peinado hacia atrás.
-Eso creo-mordí mi labio con cierto nerviosismo.
Acarició mi mejilla con su dedo índice, su roce fue suave.
-No te preocupes Elise, todo estará bien.
Asentí.
Cogió mi mano con delicadeza guiándome al carro plateado de su madre, una vez adentro ajusté el cinturón esperando escuchar el sonido del motor ahogando mis oídos para poder marchar. El soplido cálido del aire acondicionado del auto complacía a mis piernas heladas y agarrotadas, admiraba el paisaje grisáceo por la ventana transparente, la arboleada estaba a punto de quedar completamente calva, la carretera se hallaba decorada por miles de pétalos rojos, amarillos, otros morados, rápidamente la escena se esfumó y en su lugar una llanura con césped opaco lo sustituyó, destilaba tanta soledad y aflicción.
El vehículo siguió en movimiento por un rato más, distinguí el letrero grande color verde el cual informaba que habíamos llegado a Stevens Point, dándonos la bienvenida, el pueblo se hallaba sumamente desolado probablemente las personas ya no sentían la seguridad para dejar sus casas temiendo por sus hijos, por sus vidas.
Dos minutos después nos encontrábamos frente al cementerio.
Inhalé y exhalé con profundidad.
No me gustaban los funerales, la última vez que asistí a uno fue hace un par de años cuando mi abuelo murió, hasta el momento ha sido el dolor de la perdida más grande que he tenido, para mí él era como un padre ya que cuando sucedió la decaída de mamá viví con ellos por dos años.
- ¿Estás bien? - tocó mi hombro con su palma.
-Lo estoy, es solo que recordé el fallecimiento de mi abuelo es todo-jugué con mis dedos.
-Lo siento.
-Descuida-quité el cinturón- vamos.
En la entrada de la necrópolis vi unos cuantos autos pertenecientes a familiares y amigos, conforme nos aproximábamos a las altas puertas de verjas color negro mi estómago se revolvía, no conocía muy bien a Maya, por lo tanto, talvez no seamos muy bienvenidos por su familia. A lo lejos divisé un grupo de al menos cuarenta personas sentados en sillas blancas concentrados en las palabras del pastor, delante de él estaba un ataúd mediano color caoba con un inmenso ramo de flores encima. El ruido del pasto a causa de nuestras pisadas provocó que algunos voltearon sus rostros, típicas personas fisgonas, después de unos minutos reanudaron su enfoque al reverendo, no presté atención a ninguna de las frases salvo cuando su madre se levantó a tomar el lugar del clérigo, sus ojos estaban hinchados y rojos, su faz bronceada totalmente demacrada, sorbió por la nariz mirando a los presentes.
-Sin duda, la muerte de un hijo es la tristeza más profunda que puede experimentar un ser humano, es injusta, antinatural ya que ellos son lo que deben afrontar nuestras muertes no nosotros las de ellos, lo normal sería que muriéramos primero así debe ser la naturaleza. Esa alma despiadada se ha llevado cuatro preciosas y jóvenes vidas llenas de sueños, metas, esperanzas y proyectos, incluida mi hija en ellas, mi bebé, mi niña, tantos objetivos que deseaba cumplir, tantas experiencias maravillosas que ya no podrá tener -una lágrima se deslizó por su mejilla- no vivió lo que tenía que ser, sin embargo, fue lo suficiente para poder dejar huella en cada uno de nosotros
El funeral continuó y cada vez mi sentimiento de culpa aumentaba, no podía ignorar el hecho de que fui yo quien provocó esto, fui yo quien trajo la muerte a su vida.
Ella no debió morir.
No lo merecía.
Ninguna de las otras chicas lo hacía.
La mayoría de personas se alejaron segundos después de haberla enterrado, aproveché y me desplacé a su lapida color blanco, leí en silencio lo escrito en ella.
"MAYA WILLIAMS
2000-2017.
UN ANGEL MÁS QUE VOLVIÓ AL CIELO. "
-Lo siento mucho- susurré delante de la placa- es toda mi culpa, ese día tenía que haber hecho más que solo quedarme de brazos cruzados, te prometo que lo haré pagar.
-Eres Elise, ¿verdad? -giré rápidamente encontrándome con la madre de Maya.
Asentí.
No esperaba esto.
¿Cómo me conocía?
- ¿Nos conocemos?
-No, pero eres la única desconocida aquí-buscó algo en su bolso- mi hija dejó esto para ti- sacó un sobre amarillo- supuse que vendrías por eso lo traje.
- ¿Qué es? - lo examiné con cuidado, traía escrito mi nombre por detrás.
-Creí que lo sabrías no lo abrí por respeto, lo único que sé es que Maya iba a ir a dejártelo el día que desapareció.
Claridad invadió mi mente.
Este era.
El sobre que contenía la verdad, la identidad del asesino.
El sobre que provocó la muerte en una pobre chica.
Pero
¿Por qué él no se lo llevó?
- ¿Dónde lo encontraste?
-Dentro de su bolso en el auto.
- ¿Cómo fue que sucedió? Es decir, el-mordí el interior de mi mejilla talvez no era correcto preguntar.
- ¿Ataque? -preguntó alzando una de sus cejas tupidas y negras.
-Si.
-Tranquila no me molesta que preguntes-sonríe débilmente- era cumpleaños de mi padre y como tradición toda la familia se reunía a celebrar, teníamos planeado tres días completos de actividades, mis padres viven en Lawton una ciudad a tres horas de aquí, me dijo que debía ir a Stephen Wood a entregar algo importante por lo que llegaría después, accedí y me marché antes –su voz se apagó- debes estar pensando lo mala madre que fui- la humedad se asomó en sus ojos- tenía que haberla obligado a irse conmigo o decirle que iría con ella porque no era seguro que anduviera sola- suspiró con rabia-pero me confié y no la cuidé.
"Las horas pasaron, el reloj marcó las siete y no apareció. Creí que se había retrasado le di treinta minutos más y nada así que llamé, llamé y llamé miles de veces solo sonaba la maldita contestadora-hizo una larga pausa tratando de calmarse- marché lo más rápido que pude devuelta a casa, cuando llegué la puerta de su auto estaba abierta, las llaves tiradas en el piso y su bolso en el asiento del copiloto, aterrada fui a la estación de policía, una hora después encontraron el cadáver, luego confirmaron que si se trataba de ella, sin cabeza, herida y golpeada- finalizó con voz trémula.
-Lo siento tanto-pronuncié con la mayor sinceridad.
-Fue mi error no actué como debería, he tenido pesadillas muy seguido imaginando como la tomaba desprevenida subiendo al auto, como la golpeaba, como gritaba-cubrió su rostro con sus mano- disculpa.
-No te preocupes por eso, lo entiendo.
-Gracias por venir, sé que Maya está feliz de verte de nuevo ya debo irme fue un placer.
No contesté solo extendí mis labios amablemente y la vi alejarse.
- ¿Qué te dijo? - se colocó a mi lado.
-Me dio esto- le mostré el papel.
- ¿Qué tiene adentro?
-Amanda salió con Rune un mes antes de que la matara, antes de saber que se trataba de él, ella iba dejarme una foto del novio misterioso de su mejor amiga con la esperanza de que eso me ayudara a dar con él y poder arrestarlo.
- ¿Y si en realidad el chico con el que salió Amanda era su cómplice?
-Si, puede que talvez se turnaran los trabajos, vamos al auto tendremos mas privacidad para abrirlo- dije sintiéndome observada, con disimulo recorrí el lugar con mis ojos localizando a un hombre de mediana edad con cabello canoso, percibí la forma poco peculiar de cómo me veía a través de sus anteojos.
¿Qué tal si él es?
Por Dios Elise.
¿En qué estás pensando?
Contrólate no puedes juzgar a cualquiera que te miré, a veces las personas te observan y no precisamente es porque te están asechando.
- ¿Señorita Rutwood? - el timbré de voz era fuerte e intimidante.
Roté mi rostro a la derecha notando a un oficial de policía de cabello oscuro, tez oscura y ojos dorados, su rostro destilaba seriedad e infundía temor, con la mirada podía poner nervioso a cualquiera.
- ¿Puedo ayudarle en algo? - regresé mi enfoqué al sujeto de hace unos segundos, pero se había ido.
¿Adónde se fue?
¿Cómo se movió tan deprisa?
¿Acaso estoy viendo fantasmas?
-Soy el detective Clay- mostró su placa-quisiera que contestara algunas preguntas.
- ¿Preguntas? - mi garganta estaba reseca por el miedo- ¿sobre qué?
¿Qué podría querer un oficial conmigo?
-Preferiría no hablar aquí, ¿sería tan amble de acompañarme a la estación?
-Ah...yo- enmudecí.
-Por supuesto- Jasper agarró mi mano- lo seguiremos en el auto.
-Magnifico, vamos dejemos a los muertos descansar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top