Capítulo:1 El inicio del fin.
Era un miércoles por la noche y para los demás adolescentes de Stephen Wood era una de las mejores de todo el año. La fiesta de celebración de la gran victoria de los Escorpiones, el equipo de la preparatoria, ya me parecía ver el ambiente a través de los relatos dados por los bobos alcohólicos estudiantes con sus absurdos comentarios ''¡Que noche! Fue la mejor de mi vida''
Hasta me parecía escuchar su patética voz de zombi debido a tantos tragos y gritos, me preguntaba si no les aburría lo mismo, el mismo triunfo, el mismo lugar, el mismo baile, los mismos comentarios diciendo lo irrelevante y el número de chicas con las que se acostaron, ¿será que algún día su mentalidad cambiará? Bueno no es que fuera Miss Madurez y sabiduría, pero por lo menos no perdía mi vida y tiempo en las mismas cosas todos los años.
Esta noche era más oscura de lo normal, la tenue luz de mi lámpara alumbraba mi cuarto débilmente, sentía en mis entrañas que sería diferente a las demás, aunque podían ser simples supersticiones tontas de una adolescente. Mi casa estaba inundada por un inquietante silencio, parecía que se hallaba deshabitada lo que es lógico a las 3 de la madrugada es algo obvio todos están durmiendo.
Excepto yo claro.
No podía soltar mi libro casi lo concluía y necesitaba saber con urgencia como terminaba, esto le ocurría con frecuencia a los lectores compulsivos como yo cuando se obsesionaban con una historia. La lectura era mi mejor manera de gastar el tiempo, amaba siempre acostarme y tener cientos de vidas y experiencias, estar en diversas épocas, sentir lo que viven los personajes, identificarme con ellos y conocer el amor ya que allí parece ser el único lugar que se sentía de verdad.
Mi móvil comenzó a vibrar a mi lado eso hizo que me sobresaltara y saliera de mi pequeña burbuja.
¿Quién podía ser a esta hora?
Lo tomé y observé que en la pantalla solo se reflejaba la palabra ''Desconocido'', arrugué el entrecejo.
¿Acaso algún familiar o amigo volvió su número privado y no me dijo?
Dudé en contestar, por un lado, podría ser un extraño o una persona borracha que se equivocó de número, por otro podía ser alguien conocido que estuviera en apuros y necesitara mi ayuda.
¿Qué hacer?
Deslicé el teléfono verde para atender la llamada.
- ¿Hola? – susurré para que mis padres no se despertaran solían tener el sueño muy liviano.
-Deberías dormir y aprovechar tu última noche tranquila-habló una voz gruesa y distorsionada, como si estuviera modificando su voz para no ser identificada.
- ¿Quién habla? - mordí mi labio, juraba que si se trataba de Thomas y sus estúpidas bromas me las pagará.
Me levanté para asomarme por la ventana solo conseguí apreciar la densa oscuridad de la noche, las bombillas de la calle no funcionaban del todo, los vecinos se habían ido a quejar un par de veces por eso, es inútil por lo que veía nunca las repararían y a veces cuando por sorpresa comenzaban a titilar las luces resultaba espeluznante, como sentirse atrapado en una película de terror o suspenso más si se iba caminando a altas horas de la noche.
La avenida estaba desolada no se encontraba nada ni nadie allí.
¿Qué iba a ver?
La gente con sentido común estaba durmiendo, solo mi querido amigo que aún tenía ánimos para molestar a esta hora.
- Deja de buscar como estúpida, no me encontrarás-pronunció como si verme de pie ante la ventana, perdiéndome en lo que había más allá de ella le hubiese parecido gracioso.
Un frío glacial invadió mi cuerpo, sentí que el aire me faltaba y un sudor bajaba por mi frente.
Estaba aquí y me estaba observando.
El enfado que tenía hacia Thomas se desvaneció por completo.
¿A caso no era él?
Tenía que serlo.
¿Quién más podía ser?
- Así es Elise, te estoy viendo en este preciso instante, me gusta cómo te queda ese suéter.
Mi mente colapso, mis manos comenzaron a temblar y no podía hacer nada para impedirlo.
Mi pulso se aceleraba.
¿Cómo demonios sabía mi nombre?
Bueno si era él obvio que lo sabía, pero sino lo fuese ¿cómo? El hecho de pensar que me había estado investigando me aterraba.
- ¿Qué quieres? - intenté sonar normal, fracasé logrando todo lo contrario.
Algo no estaba bien si hubiese sido Tom a este punto ya habría comenzado a reír y decirme ''caíste debiste haberte escuchado'' y simplemente no lo hacía.
¿Por qué rayos no me decía eso?
-Solo comunicarte que eres la siguiente-pude notar que sonreía por la manera en que lo dijo.
- ¿La siguiente? - musité, mi garganta se encontraba algo reseca y hablar me costaba un poco.
- En morir.
-Tom basta sé que eres...- cortó sin dejarme concluir y con la cabeza hecha un lío.
Ahora dudaba que hubiera sido él, la idea de que un lunático me acechaba repentinamente tomaba mas fuerza.
-Vamos las probabilidades de que lo fuera y precisamente me eligiera a mí eran mínimas ¿verdad? - me hablaba a mí misma buscando una razón y así poder tranquilizarme. Sin embargo, algo dentro de mí me decía que no lo era, que esto en realidad era verdad.
Pulsé el botón pequeño situado en el lado derecho de mi celular para encender su pantalla, deslicé la yema de mi dedo con el fin de poner la contraseña. Al entrar marqué el número de Tom y aguardé. Cada timbre que escuchaba era más duradero que el anterior, parecía que nunca se acabaría y mis ansias aumentaba a cada segundo, ya no tenía uña en mi pobre pulgar por estarla mordiendo con mi corazón moviéndose a mil, desesperado por librarse de esta incógnita y poder calmarse.
- ¡Hola soy Tom, por el momento no puedo responderte, pero déjame tu mensaje y prometo llamarte luego! - el pitido anunciando el buzón de voz casi me dejó sorda, corté la llamada y volví a intentarlo varias veces, nunca hubo respuesta.
Caminaba por mi habitación, analizando cada palabra dicha, con cada minuto me convencía de la certeza de cada una de ellas y eso no ayudaba a mis nervios. Suspiré rendida dejando mi teléfono en la mesa de noche, mañana hablaría con él, todo estaría bien admitiría su culpa acerca de esto, nos reiríamos poniendo punto final a este feo episodio de mi vida.
¿Verdad?
Aunque, por otro lado, quizá no fue Thomas, probablemente este soñando con chicas desnudas mientras estoy aquí culpándolo-respire profundamente- solo tendría que calmar mi impaciencia, mi paranoia que parecía estar ganando la batalla contra mi serenidad y sensatez. Miré otra vez la ventana, di unos cuantos y cortos pasos hacia ella, sin embargo, me detuve, a pesar de que probablemente no distinguiera nada no tenía el valor para hacerlo, temía a lo que me estaba vigilando desde afuera. Regresé a mi cama igual de intranquila, cerré mi libro, las ganas de concluirlo de repente se habían ido, lo coloqué al lado de mi móvil. Debía dormir me esperaba un día cansado y lo sería aún más si no descansaba un poco.
¡No podía hacerlo!
Pasaban los minutos, los segundos y no podía, ya estaba cansada de dar vueltas en la cama buscando el sueño que no llegaba, pensaba en esa llamada, eso me hacía sentir impotente, con retortijones en mi estómago, mis manos tiritaban con tan solo recordar.
-Fue solo una estúpida broma, probablemente fue Tom o algún imbécil sin nada mejor que hacer-cerré mis ojos y respire intentando tranquilizarme, esto no había sido mas que un juego y momento de diversión para un estúpido adolescente.
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