Volver a casa
Code: Lyoko y sus personajes son propiedad de MoonScoop y France3.
Volver a casa
Casi como en una especie de sueño la semana desembocó en su final. La sensación irreal de que acababan de llegar acabó encerrada dentro de las maletas. Había estado bien. Había sido divertido.
El desayuno estuvo salpicado por el desánimo, la idea de volver a casa, a la rutina, a las prisas, era pesada. Era algo inevitable, aunque eso no lo hacía más fácil.
—¿Compartimos taxi? —preguntó Aelita dejando con cuidado su maleta sobre la nieve de la explanada.
—Sin contar a Yumi, que tiene ahí su coche, somos cinco —respondió William.
El ceño de Aelita se frunció. Tenía razón, dudaba que llegase algún taxi de los grandes hasta allí arriba, estaba demasiado acostumbrada a vivir cerca de la ciudad.
—Puedo bajaros por turnos —declaró Odd—. El maletero es grande, el equipaje cabe sin problemas.
—Yo puedo llevar a alguien también —musitó Yumi abriendo su maletero para guardar su maleta.
—La verdad es que yo no tengo prisa —soltó Ulrich—. No tengo billete de vuelta, debería intentar comprar uno antes de bajar, hace frío para dormir en un parque.
—¿En serio? —inquirió Jérémie desconcertado—. ¿Cómo se te ocurre no comprar el de vuelta?
El tono, casi ofendido de Jérémie, le hizo sonreír. Para alguien tan meticuloso, que lo planificaba todo al milímetro, debía de parecer una locura aventurarse a hacer cualquier cosa sin dejarlo todo atado al cien por cien.
—Quería comprarlo, pero la web no estaba de buen humor para permitirlo.
—Puedo llevarte a casa si vamos a medias con el gasoil y los peajes, no me gusta mucho ir sola en el coche —pronunció Yumi. Las miradas se clavaron directas en ella, las ignoró—. Tenía pensado hacer noche a medio camino, así que, si no te importa parar, no necesitas dormir en un parque ni pedirle favores a Odd.
—Genial. Hecho.
Se despidieron en la explanada. Emocionada, Aelita, le preguntó en un susurro al oído, si iban a compartir habitación, a lo que Yumi contestó con una risa seguida de un «ya te contaré» que avivó el deseo de la muchacha de descubrir si habían avanzado o no.
Aelita, Jérémie, Emilie y William se montaron en el cuatro por cuatro, Yumi y Ulrich lo hicieron en el crossover de ella. A Ulrich le sorprendió la facilidad con la que aquel coche tomaba las curvas y se adhería al asfalto a pesar de la nieve. Yumi tocó el claxon cuando el camino se bifurcó, Odd la imitó en una despedida extraña. Al ver como el cuatro por cuatro tomaba la dirección contraria a la del crossover de Yumi sintió que, al fin, podía bajar la guardia y respirar de nuevo sin miedo a que les pillaran.
—¿Cuál es el plan?
—Pensaba dormir en Chagny, pero podemos seguir hasta Auxerre si vamos bien de tiempo.
—Chagny está bien —musitó mirando el mapa en el GPS, estaba a mitad de camino, era un buen sitio para descansar—. ¿Volverás a casa directamente?
Esperó oírla soltar un bufido dándose cuenta de que podía haber sonado como si le estuviera presionando para quedarse con él, sin embargo, una sonrisa afloró a sus labios.
—No lo sé, no había pensado en ello.
—Te diría que en mi casa hay hueco para ti, pero comparto piso, así que es una mala idea.
—No puede ser peor que compartir cuarto con Odd y Kiwi.
—Desde luego que no, pero no hay espacio para la intimidad.
Yumi le miró un instante y sus ojos volvieron a clavarse en la carretera en la que la nieve se amontonaba en los arcenes como montañitas de un blanco embarrado.
—Yo vivo sola, no tengo ese problema, así que si te apetece puedes quedarte conmigo en París unos días.
—¿En serio?
—Sí, claro —respondió girando casi del todo el volante para tomar una curva endiabladamente cerrada, el vehículo obedeció, aunque pareció dispuesto a volcar si se atrevían a respirar de más—. Pero eso no cambia en nada lo de tomárselo con calma y sin presiones.
—Lo tengo presente.
—Ulrich, si esto no sale bien, evitemos hacernos daño, ¿de acuerdo?
Ya habían hablado de aquello encerrados en la suite de Yumi, aunque él compartía la misma preocupación. Yumi era demasiado importante para él como para arriesgarse a producir un daño irreparable en aquella relación compartida.
—Sin prisas, sin presiones, sin daños estúpidos. Prometido.
—Ulrich.
—¿Qué?
—¿Qué te parece si paramos a comer en Lyon?
—Me parece una idea genial.
Sería una buena oportunidad para hablar sin tener que esconderse, para hacer vida normal y probarse a ellos mismos que podían funcionar bien en el día a día. Tocaba empezar con buen pie.
Fin
Notas de la autora:
¡Hola! Con esto llegamos al final. Por ahora esta historia acaba aquí, el tiempo dirá si acaba teniendo continuación.
Gracias por haberme acompañado a lo largo de esta pequeña aventura, en especial a @LauraBermejoVallverd @DaniMoral @pilarhernandezmoreno y FirielVnz por vuestros comentarios.
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