Tras la puerta cerrada
Code: Lyoko y sus personajes son propiedad de MoonScoop y France3.
Tras la puerta cerrada
Sissi agradeció, en silencio, el hecho de que todos estuvieran agotados del viaje y se decidieran por acostarse temprano. Ella no estaba cansada, pero si se sentía un poco extraña porque una parte de ella había esperado que el tiempo hiciera mella en aquella exasperante complicidad que tenían, aunque le habría sabido mal por Odd. Sin embargo, allí seguía, intacta e inamovible, como la certeza de que algún día se irían a la tumba. Emilie debía sentirse como ella, fuera de sitio, como el cobertizo añejo en el que se ocultaban las herramientas y que desentonaba con el resto del lugar. Incluso William que había sido en algún momento el apestado del grupo estaba allí encajando perfectamente con el resto, como la masa uniforme para hornear un delicioso pastel. Le sacaba de quicio y le daba envidia a partes iguales.
Tras la puerta cerrada de su suite en la planta baja Sissi se acurrucó debajo del edredón nórdico con un frío que iba más allá de lo físico. Odd salió del cuarto de baño envuelto en la toalla, con el pelo aún un poco húmedo, con aquel desparpajo que siempre le acompañaba allá a donde iba.
—¿Te lo has pasado bien? —le preguntó alegre.
—Lo normal —contestó con desgana ovillada bajo el nórdico.
—Deberías relajarte un poco —declaró Odd dejando caer la toalla al suelo mientras buscaba el pijama. A Sissi siempre le gustaba observarle mientras rebuscaba la ropa completamente desnudo, pero no se movió para hacerlo—. Siempre quisiste ser una más del grupo y ahora parece que vayas a saltarle al cuello a alguien de un momento al otro. Tienes tu oportunidad y no la estás aprovechando en condiciones.
»Ya no estamos en Kadic, somos adultos. El pasado se quedó allí. Estamos aquí y ahora creando un futuro mejor que lo que hemos vivido hasta ahora.
—Odd. —Se incorporó, el edredón cayó, arrugado, sobre su regazo—. Son tus amigos, siguen siéndolo, me siento fuera de lugar, ¿lo entiendes?
—No tienes ningún motivo para sentirte así —replicó dispuesto a acurrucarse bajo el calentito edredón—. O sea, entiendo que es difícil abrirse un hueco cuando estás en un grupo que se conoce desde hace años, pero date una oportunidad a ti misma.
»Aelita es una persona amigable, es muy fácil hablar con ella. Ulrich y tú os conocéis desde el jardín de infancia, tenéis muchas viejas historias en común. William es capaz de congeniar hasta con una piedra. Incluso con Yumi podrías hablar con normalidad, es una tía genial.
»Después está Emilie que se encuentra en una posición similar a la tuya, pero parece mucho más relajada que tú.
—Os hice la vida imposible.
Odd detuvo su labor de acurrucarse bajo el edredón para mirarla con las cejas enarcadas.
—¿Hablas de cuando los dinosaurios aún poblaban la tierra?
—Odd, por favor, estoy hablando en serio.
—Y yo también —replicó él con seriedad—. Fuiste una idiota con nosotros, de acuerdo, toda la razón del mundo para ti. Nosotros no fuimos mejores contigo, así que dejémoslo atrás de manera definitiva. Concentrémonos en entablar una buena relación durante estos días.
Sissi se dejó caer de nuevo sobre el colchón exasperada, Odd no lo entendía o, quizás, sí que lo hacía y era ella quien se empeñaba en alzar muros donde no se necesitaban.
—Digamos que empiezo a arrepentirme un poco de haber sugerido este encuentro.
Odd le acarició el pelo negro desparramado sobre la almohada como trazos de tinta formando un galimatías.
—Todo va a ser genial, te lo prometo. No voy a dejarte sola.
Lo esperaba de verdad, porque se sentía insegura y fuera de lugar en su propia casa. La sensación era parecida a la del principio de su relación cuando esperaba que la señalase con el dedo y se riera diciendo que era estúpida por creer realmente que él podría llegar a quererla alguna vez. Más tarde la había invitado a cenar a casa de sus padres y el pánico casi la había dejado inmóvil, rodeada de gente extravertida y ruidosa, riendo, cocinando y comiendo como si fueran un ejército perfectamente sincronizado; ella que, como Ulrich, tenía raíces alemanas se había sentido desbordada por tanto despliegue, aunque, con el tiempo, se había acostumbrado y ya no le alteraba.
—Mañana cuando todos estén frescos como una lechuga y tengan más ganas de hablar ya verás como todo va mejor.
—¿Y si el problema es que yo no encajo? —preguntó Sissi agobiada.
—¿Sissi, la reina de la belleza de Kadic? —murmuró divertido—. ¿El alma de todas las fiestas? ¿La amiga que todos desean en sus vidas? Tú, Sissi Delmas, ¿sin encajar?
—Odd.
—Cariño, tú encajas en todos lados, sólo tienes que bajar la guardia. Eres estupenda, si les dejas conocerte de verdad lo verán tan claro como yo.
Ella dejó escapar un suspiro pesado, pero se dejó refugiar en un cálido abrazo acompañado de algunos besos cortos en el cuello. Sissi le quería y era en momentos como aquel, cuando se sentía perdida y sin rumbo, cuando tomaba consciencia completa de hasta qué punto lo hacía.
Aquella relación que había empezado como una manera de alejar a Hervé de su lado cuando se puso intenso con ella, un día y sin previo aviso, se había convertido en algo serio. El amor fingido se había transformado en uno sincero, eso la había aterrorizado, porque Odd era un idiota con una afición especial a meterse con ella. Pero las burlas y la leve hostilidad se esfumaron en cuanto compartieron un primer beso sincero.
—No te apartes de mi lado, ¿de acuerdo?
—Te lo prometo, pero ya verás como todo va bien.
Continuará
Notas de la autora:
¡Hola! Hoy un capítulo más cortito porque no he tenido demasiado tiempo para escribir.
Mañana más.
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